Leer, el remedio del alma

Leer, el remedio del alma
Imagen creada por Ilea Serafín

27 de mayo de 2020

Diario de un confinamiento (VIII)


DÍA 67 (18 de mayo)
En mi ciudad hemos vuelto a catear, aunque nos han subido un poco la nota y nos dejan hacer algunas cosas que antes estaban prohibidas como ir más de una persona en un coche sin necesidad de una declaración jurada por un notario.
Parece ser que pueden ir varios pasajeros en el coche si todos viven en la misma casa. Según un periódico, los viajeros deben colocarse en el coche en diagonal y sin mascarilla, en otro pone que se pueden sentar juntos, pero con mascarilla y en otro que lo de la mascarilla es opcional siempre y cuando los pasajeros se coloquen haciendo las tres en raya. 
Me he ido a consultar la web de Sanidad y, para variar, no me he enterado de nada.
Hoy hemos ido al hípermercado toda la familia y así cargar más. Yo me he puesto al volante, mi marido se ha colocado en la parte de atrás en el lado opuesto al del conductor y cuando le ha llegado el turno a mi hija, y ante el temor de que nos pusieran una multa por no respetar las normas de colocación, la hemos metido en el maletero. A la vuelta, y como necesitábamos el maletero para guardar la compra, la niña se ha sentado a mi lado, pero le hemos puesto una bolsa del mercadona en la cabeza para que pase desapercibida.
¡Qué ganas tengo de que termine esto, por Dios!

DÍA 71 (22 de mayo)
¡Por fin! Hemos aprobado y vamos a pasar de curso, digo de fase. Aún no sé muy bien en qué consiste ni qué puedo hacer realmente. Lo que sé con certeza es que las terrazas van a abrir, también me he enterado de que es necesario pedir cita. Como nos animan a potenciar los negocios de nuestra zona he llamado al bar de al lado de casa, tras varios intentos en que comunicaba he conseguido que me atiendan, pero hay lista de espera; dado que la terraza no es grande, que ahora hay que reducir el aforo a la mitad y que en mi barrio somos mucho de tomar cañas, me toca el turno la tercera semana del mes de julio.
Deprimida me he ido al barrio de al lado en la hora del paseo; ahí hay más terrazas y como es un barrio pijo, los diferentes alcaldes, como saben que ahí les votan, se han encargado de que sus aceras sean más anchas y por tanto las terrazas tienen más espacio y les caben más mesas. 
Cuando he llegado se estaban manifestando los vecinos aporreando cazuelas y otros utensilios de cocina. Algunos miraban los cacharros con pinta de no saber para qué servían. He oído a una señora preguntar por el móvil a la criada por dónde se agarra una sartén. Desconcertada con tanto ruido me he desorientado y he intentado volver a mi casa, en medio de la confusión un señor me ha atizado en la cabeza con un cazo de la sopa, encima, en lugar de excusarse me ha dicho que la culpa la tiene el gobierno. No le he dicho nada porque, después de todo, el tipo ha salido perdiendo; del porrazo la peor parte se la ha llevado el cazo que se ha abollado irreversiblemente, y me pareció que era de plata. ¡Que se joda!

DÍA 75 (26 de mayo)
Estamos en fase I, aún no hemos llegado a la normalidad, ni a la nueva ni a la vieja, pero en mi barrio lo de tomarse una caña en un bar sigue siendo normal y hay colas kilométricas para esperar y pillar sitio. 
Me he ido a pasear a un parque, ahora que están abiertos, y así no ver las terrazas llenas de gente y ponerme verde de envidia. Caminando, caminando he llegado hasta El Retiro y he pensado tomarme la caña allí; ha sido imposible. Encima he oído que andaba la presidenta de la comunidad autónoma por la zona, he salido despavorida del parque por miedo a que me contagie la cepa que la infectó a ella, que es la más dañina porque estoy segura de que los últimos comportamientos de la señora presidenta se deben a efectos colaterales del Covid-19: los chinos no nos han contado toda la verdad. 
Este virus es muy puñetero y además de problemas respiratorios causa, sobre todo en los políticos infectados, deficiencias mentales graves.





21 de mayo de 2020

Diario de un confinamiento (VII)


DÍA 51 (2 de mayo)
Hoy era el primer día de libertad condicional. Ha sido emocionante, he llorado y todo. Mi reloj-pulsera de actividad también se ha emocionado, ha empezado a vibrar y a emitir lucecitas en cuanto ha notado que he caminado más de veinte pasos sin detenerme. Creo que, a su manera, él también ha llorado de emoción al comprobar que su dueña no está muerta. Es gratificante comprobar tanta lealtad. Lo hemos celebrado juntos dando un buen paseo y apurando hasta el último minuto de la hora permitida.
Este primer permiso carcelario además de emocionante ha sido complicado. Cumplir con todas las condiciones para poder disfrutarlo ha sido muy difícil. Mantener la distancia de seguridad en algunos momentos fue estresante; como los parques están cerrados la gente ha salido a hacer deporte por las aceras y en algunas, que eran demasidado estrechas, al cruzarme con un deportista o con otro paseante me he tenido que poner de perfil. 
He llevado mascarilla para evitar que yo pueda contagiar y no mandar a nadie al hospital, aunque por su culpa la que casi acaba en urgencias he sido yo. Caminar a buen paso con un trapo en la cara es angustioso y dificulta mucho la respiración, además, me he asustado porque al no respirar bien, creí que tenía neumonía por el coronavirus. 
No se puede ir más lejos de un kilómetro y eso también me ha agobiado. He mirado constantemente el reloj para ver cuánto me había alejado de mi casa, pero en las aceras estrechas eso casi me cuesta chocarme con un runner, entonces he salido a la calzada y casi me choco con un repartidor de Glovo. 
La verdad, el paseo no ha sido muy relajante. 
Además, es dos de mayo, en 1808 los madrileños salieron en tromba a la calle para oponerse a la invasión francesa, hoy, por otros motivos, también nos hemos echado a las calles. He visto alegoría en esta fecha. A ver qué pasa mañana, el tres de mayo de 1808 mogollón de madrileños murieron fusilados. Si seguimos con la alegoría lo mismo no es buena idea salir de casa mañana. 
Lo he pensado y he decidido salir igualmente: la vida no es para cobardes.

DÍA 54 (5 de mayo)
Durante este confinamiento me estoy haciendo muchas preguntas. ¿Cuánto durará el encierro? ¿Habré pillado el virus? ¿Lo habré pillado sin darme cuenta y estoy inmunizada? ¿Estoy inmunizada sin haberlo pillado? ¿Se han infectado todos los periodistas y todos los políticos y les ha afectado al cerebro o ya estaban así antes? Como no encuentro respuesta, me rayo mucho. 
Hay una pregunta que me hago siempre y con asiduidad diaria: ¿qué día es hoy? ¿es lunes o martes? ¿es jueves o es viernes? Da igual qué dia sea, pero por culpa de eso discutimos en casa. Hay que tirar la basura, dice mi marido, me toca. No, le contesto yo, los miércoles la tiro yo. Ya, pero hoy es martes, contesta él. No, es miércoles, digo yo. No, es martes, dice él. No, es jueves, dice mi hija, me toca a mí. Entonces, me hago más preguntas: ¿desde cuándo esta familia se pelea por tirar la basura? ¿qué nos está pasando?
Solo hay un día de la semana en que no tengo dudas: el sábado. Sé que es sábado porque el vecino que está al otro lado de la pared de mi dormitorio me lo dice. Es evangelista y los sábados oye misa, además debe de haberse propuesto convertir a todo el barrio dado el volumen que pone en la radio donde retransmiten la ceremonia. Es desconcertante despertarse a las siete de la mañana con un ¡Regocíjate, Dios te quiere! Madrugar tanto un sábado a mí no me da ningún regocijo. Y me vienen más preguntas: ¿Dios no podría quererme un poco más tarde? No sé… ¿a las diez?

DÍA 58 (9 de mayo)
Hoy nos han cateado y nos toca repetir, los del Ministerio de Sanidad no dejan que pasemos a la siguiente fase. Es injusto porque he sido una buena alumna: me he quedado en casa encerrada y cuando he salido a la calle ha sido para comprar comida y solo una vez a la semana, pero el caso es que me han suspendido. 
Dicen que no tenemos infraestructuras sanitarias suficientes para combatir un repunte, ahí también he sido aplicada porque yo nunca voté a quienes se empeñaron en privatizar la sanidad y en quitarnos camas hospitalarias que resulta ahora que se necesitan para pasar de fase.
¡Qué injusticia! ¡El profe me tiene manía!

DÍA 61 (12 de mayo)
A las mujeres se nos ha acusado, en mi caso injustificadamente, de no saber aparcar. Siempre se ha achacado esto a que no sabemos calcular bien las distancias porque el sexo masculino nos ha hecho creer que quince centímetros es algo que en realidad mide bastante menos. Yo creo que esta leyenda urbana está detrás de no saber mantener la distancia social para evitar la transmisión del virus y, por eso, el metro y medio de distancia se convierte en la práctica en cuarenta centímetros como mucho. Pero esto es válido para las mujeres ¿y los tíos? Será que ellos también se creen que “eso” mide quince centímetros y así nos va.
No nos aclaramos con el sistema métrico decimal. En un metro y medio pueden caber veinte personas o solo una, depende de quien lo interprete. Ayer me fui al centro comercial, me puse en la cola de la farmacia, pero como estaban todos tan separados me equivoqué de fila y me puse en la de la carnicería, cuando me tocó turno y pedí una caja de paracetamol, el dependiente me dijo que no tenía, pero que el pollo estaba de oferta. Me llevé kilo y medio de pechuga en filetes para hacer a la plancha.





11 de mayo de 2020

Diario de un confinamiento (VI)


DÍA 46 (27 de abril)
Ayer fue el primer día que se permitió salir a la calle con niños, en algunos sitios fue un despiporre porque los padres se pasaron las normas por el Arco de Cuchilleros (luego decimos que los niños son maleducados, tienen de quién aprender). Hoy, desde el gobierno, dicen que si ven alteraciones cambiarán los próximos planes de desescalada del confinamiento.
Como por culpa de estos padres incívicos una servidora se quede sin poder hacer deporte al aire libre a partir del dos de mayo, la que va a salir a la calle soy yo, sin permiso, pero con una escopeta, me voy a liar la manta a la cabeza y voy a conseguir que lo que pasó en Puerto Urraco se convierta en un cuento de hadas.
En previsión de tener que recurrir a medidas extremas ya estoy intentando proveerme de un rifle o algo así, he mirado en las webs estadounidenses porque me han dicho que ahí hay más oferta, pero resulta que no tienen ya stock. Por lo visto, igual que a los españoles cuando nos ponemos histéricos nos da por comprar papel higiénico, a los norteamericanos les da por acaparar armas. Cada país con sus manías.
Si no consigo hacerme con un arma de fuego, tendré que recurrir a algo más drástico: la discografía completa de Pimpinela. Como no pueda salir el próximo sábado me armo de un altavoz y pongo a esos tíos a cantar a todo volumen. ¡Estoy mu loca!

DÍA 47 (28 de abril)
Llevan días hablando de los planes para acabar con el confinamiento, me he puesto muy nerviosa esperando la comparecencia de los técnicos de sanidad para saber en qué consisten. Tras oír a los del ministerio, me he puesto mucho más nerviosa aún porque no me he enterado de nada. Intenté serenarme y me fui a la web, allí me descargué un PDF con las instrucciones para así leerlas despacito y bien. Las he leído cinco veces y sigo sin enterarme. 
Hay cuatro fases, una de ellas es la cero, y no sé si esa ya está en marcha o no porque en ese apartado pone lo de salir los niños, que ya están saliendo, pero también lo de hacer deporte al aire libre que no se está haciendo, ¿o sí, y yo no me he enterado? He empezado a hiperventilar. 
Algunos conceptos son muy raros y no los comprendo. Lo de que la desescalada será asimétrica, ¿qué quiere decir? ¿tenemos que salir cojeando, o con un ojo cerrado y otro abierto? Espero, además, que eso de desescalar no se refiera a bajar ninguna montaña, porque yo vivo en la meseta, ¿me tendré que ir hasta el nivel del mar rapelando?
También pone que la cosa va a funcionar por provincias, pero he oído las declaraciones de los presidentes autonómicos que dicen que mejor se haga por comunidades y que las islas empezarán por la fase 2 o la 3, no me ha quedado claro, ¿eso quiere decir que las fases que se salten las tendrán que recuperar en la convocatoria de septiembre? También hay algún alcalde que pide que su pueblo utilice las fases siguiendo otro orden que no sea el numérico, primero la 4, luego la 2 y después la 7, que no hay, pero puestos a hacer lo que a uno le da la gana… 
Me pregunto si mi barrio se podría considerar una unidad territorial con entidad propia, sería estupendo porque así nosotros también podríamos ir a nuestra bola. 
He oído a otros expertos que dicen que mejor se haga por área sanitaria, pero yo no sé a qué área pertenezco, de hecho, después de oír a tanto político a lo suyo y después de leer el documento tantas veces ahora mismo no sé ni en qué provincia vivo. 
El PDF termina diciendo que la normalidad será a partir del 25 de junio; yo, después de todo esto, no creo que vuelva a ser normal nunca. Tengo que mirar en qué fase se abren las consultas de los psicólogos, y de paso en qué provincias se hará antes, o en qué islas, o en qué barrios… Me voy a tomar una aspirina.



5 de mayo de 2020

Diario de un confinamiento (V)


DÍA 38 (19 de abril)
Este confinamiento me está afectando y me sorprendo a mí misma haciendo cosas que antes nunca se me hubieran ocurrido: me ha dado por hacer bizcocho, aunque sería más correcto decir que lo he intentado. 
Hasta hoy mi contacto con la repostería se limitaba a rellenar con nata el roscón de Reyes comprado en la pastelería de al lado de casa.  
He cogido una receta de una página de internet que se llama “Tú puedes hacerlo”, una vez más los títulos de algunos sitios me desconciertan, no sé a quién va dirigido ese “Tú”, me temo que, a mí, no.
Antes de empezar ya me avisó el cocinero de la casa, mi marido, que a lo mejor tenía problemas por la falta de costumbre en visitar la cocina, pero que no me desanimara. Su apoyo moral es de agradecer, pero no ha servido de nada.
Nuestra despensa está capacitada para afrontar una hambruna de varios años gracias a las legumbres, la leche y productos congelados de los que nos hemos aprovisionado, pero no está preparada para hacer bizcocho. 
Como no tenía todos los ingredientes que me pedían me he puesto creativa y he improvisado: en lugar de yogur de limón he usado uno griego, en lugar de levadura química he puesto un poco de moho de una naranja que se puso pocha en el frutero y en lugar de ralladura de limón he usado la parte no dañada de la cáscara de la misma naranja. 
Lo he metido todo en el horno siguiendo las indicaciones de la receta…, más o menos porque ponía que usara el horno con ventilador y todos los ventiladores que tenemos en casa están colgados del techo de los dormitorios. 
No sé si ha sido por culpa de no poner el ventilador, pero cuando han pasado los cuarenta minutos aquello tenía el mismo volumen que cuando lo metí. Lo he dejado un poco más, pero seguía sin subir y lo he dejado más. Cuando empezó a oler a quemado ya lo quité. Aunque no se parecía en nada a la foto de la receta, tampoco tenía mal aspecto. Lo he probado y a bizcocho no sabe, pero está rico.

DÍA 43 (24 de abril)
Ayer fue el Día del Libro y he querido hacer algo para celebrarlo: grabar un audio leyendo un pasaje del Quijote, pero he tenido algunos problemas de tipo técnico y social.
Resulta que el micrófono de mi portátil no es muy potente, cuando hablo tengo que meterme el dispositivo en la boca porque si no, no se oye un carajo. Sin embargo, esa falta de sensibilidad no la tiene para captar la música del vecino de al lado que le ha dado por poner reguetón. Viendo que iba a salir de fondo ese ruido, he ido a pedirle que pusiera música de cámara, más acorde con una lectura del Quijote, pero me ha dicho que no tenía de eso, que si le prestaba un CD, pero desde que me suscribí a Spotify ya no tengo CDs. La cosa ha quedado en tablas. 
Al final llegamos a un acuerdo, él dejaba de dar por saco con su música ratonera mientras yo grababa el audio. La grabación ha sido sobre un corto pasaje y no llega a dos minutos, pero a mi vecino le he dicho que iba a leer todo el libro y me ha preguntado que cuánto tiempo me llevaría, que si el libro era muy largo; se ve que entre sus aficiones no se encuentran ni leer ni la cultura en general. Le he dicho que le avisaría cuando terminara. Aún está esperando.

DÍA 45 (26 de abril)
Me he quedado sin reloj de pulsera; como además de dar la hora me mide la actividad con el número de pasos y dado que mis caminatas se han reducido a ir de la cocina al salón y del salón al dormitorio, pues el reloj se ha creído que me he muerto y se ha solidarizado con mi estatus de salud: ha dejado de funcionar. Se ve que ha pensado que para esto, mejor se para.
Visto lo cual he decidido hacer ejercicio, pero a mi manera, apañándome con lo que tengo en casa.
He cogido una botella de aceite de tres litros y una de lejía de dos, y me he puesto a hacer pesas con ellas en la cocina. La diferencia de peso me ha descompensado un poco y me he escorado hacia donde tenía la botella de aceite, pero me he nivelado levantando la pierna opuesta, con lo que he tirado el cubo de la basura. Me he puesto a recoger el estropicio y he aprovechado para hacer sentadillas, pero me he caído de culo encima de una mancha de salsa de tomate. Esto es una mierda.

Continuará...



Hada verde:Cursores
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