Leer, el remedio del alma

Leer, el remedio del alma
Imagen creada por Ilea Serafín

23 de noviembre de 2022

Maldito italiano

 


—¡Maldito italiano! Es endemoniadamente bueno. ¡No puedo con él! Siempre ha sido una piedra en mi zapato. ¡Cómo le odio!

El hombre que así maldecía se paseaba con angustia por la pequeña habitación en la que estaba viviendo desde hacía meses. Sus ingresos habían mejorado bastante. Su última ópera parecía que había sido bien acogida por el público.  El estreno de «La flauta mágica» con él mismo como director fue todo un éxito. ¡Por fin! Su talento como compositor operístico se veía reconocido. Aunque ese maldito italiano lo había conseguido mucho antes que él.

El italiano del demonio había obtenido un gran triunfo en La Scala de Milán con tan solo veintiocho años. Se implicó a conciencia en el encargo de su majestad María Teresa de Austria y lo hizo muy bien, el maldito. Después le siguieron muchas óperas más y el reconocimiento de la familia imperial. ¡Menuda traición! ¿Cómo se puede alabar el trabajo de un extranjero por encima del de un súbdito leal?

El compositor se mesaba los cabellos de su peluca ya de por sí bastante despeinada pues en los últimos tiempos había descuidado mucho su aspecto y su higiene. Su hermana y su esposa intentaban cuidarlo, pero él no se dejaba. Tenía que componer, debía superar a ese maldito italiano. Pero la inspiración no llegaba. La fiebre que solía aquejarle desde niño ahora era una compañera molesta y fiel que se negaba a abandonarlo. Le dolían mucho las articulaciones y un molesto sarpullido le salpicaba todo el cuerpo.

¡Me están envenenando!

Wolfgang, no digas tonterías le dijo su hermana Sophie. Estás muy débil porque apenas comes, ni duermes. Te niegas a seguir los consejos del médico que te propone reposo y tranquilidad.

¡Tranquilidad! ¿Cómo voy a estar tranquilo? Ese maldito italiano me está calumniando por los salones de Viena. No parará hasta acabar conmigo.

¿Ya estás otra vez? Sophie tiene razón, debes descansar. Tú mismo te estás matando con esa obsesión por el pobre Antonio que no pisa Viena desde hace mesesdijo Constanze, la esposa del compositor, en ayuda de su cuñada.

¿Obsesión? ¿Obsesión dices? ¡Ja! No, señoras mías. Vosotras, que sois espíritus buenos, no podéis ver la maldad, pero yo sí. Ese maldito italiano es el demonio encarnado.

El compositor empezó a revolver entre un amasijo de papeles desperdigados sin orden encima de una mesa atestada de cachivaches.

¿Dónde está? ¿Qué habéis hecho con mi obra?

¿Qué dices, Wolfgang? preguntó Sophie.

¡Estaba aquí! La partitura que escribí ayer. La dejé en esta mesa y ahora ha desaparecido.

Querido esposo, ayer no escribiste nada. Permaneciste todo el día en el jardín, gritando, para mayor desesperación de nuestros vecinos que ya no te soportan más. ¡Por el amor de Dios, serénate!

¡Ya sé lo que está ocurriendo! Él os ha embaucado ¿verdad? ¡Confesad! Os ha pagado para que le entreguéis mi trabajo y así luego apropiárselo. Como ya lo hizo cuando yo era un chaval. ¡Maldito italiano!

No vuelvas con lo mismo otra vez, hermano. Sabes que ese pobre hombre nunca te hizo mal. Nunca se apropió de nada tuyo, ni de nadie. No le hace falta, Wolfgang. Es un hombre rico y respetado en su país y en el nuestro. No necesita…

¡Cállate! la interrumpió el compositor. No soporto ver cómo os ponéis de su parte.

Mientras deambulaba como un poseso por la habitación, Mozart recordó lo humillante que fue el duelo de óperas que, tantos años atrás, el emperador José II, ese asqueroso traidor, propuso para averiguar cuál era el mejor estilo operístico: el italiano o el alemán. Su obra fue precisa y virtuosa, pero el maldito bastardo de Italia hizo una creación que encandiló al público presente. Aún resonaban en su cabeza los aplausos que llevaron al emperador José a proclamar a Salieri como el mejor compositor de Europa. 

Pero claro continuó con sus recuerdos en voz alta, el traidor del emperador ya prefería al italiano desde mucho antes. ¡Le incluyó en el cuarteto del que él mismo formaba parte con tan solo dieciséis años!

Wolfgang, tú tocabas el piano con cuatro… No te hagas mala sangre y deja de pensar en Antonio, por favor.

Si yo hubiera tenido mejor salud… Seguro que habría cosechado éxitos antes que él prosiguió enajenado y obviando el consejo de su esposa. Pero el destino me ha sido aciago siempre, me dio una constitución débil. Esa maldita viruela que contraje al llegar a Viena me impidió asistir a la audición de la emperatriz madre. La mala suerte siempre fue mi compañera.

De tu mala salud no tiene la culpa el destino, hermano. Ni la mala suerte. Si padre no te hubiera paseado por media Europa en condiciones insalubres para ganar el respeto que ansiaba… todo habría sido muy distinto argumentó Sophie.

Padre quería lo mejor para mí.

¿Estás seguro? Solo le interesaba la fama y el dinero. Tu salud física y mental nunca le preocupó. Fue toda su vida un hombre amargado y me temo que acabó por contagiarte su frustración y su paranoia con conspiraciones y ataques que solo su mente enfermiza veía.

Cuando tildó de traidor a nuestro emperador no era paranoia, era verdad siguió porfiando el músico.

Reconocía que su padre había sido un tirano, obsesionado con demostrar a propios y extraños las excelencias de su hijo con la música, pero, aun así, sabía detectar los peligros de la corte donde, por otra parte, tanto deseaba introducir a su hijo.

¿Traidor, el emperador José? Cuando, por patriotismo, quiso promocionar la música alemana por encima de la italiana, tu odiado contrincante tuvo que volver a Italia, y solo entonces tú pudiste descollar. Reconócelo, esposo mío. ¡Y descansa, por todos los cielos! Estás ardiendo de fiebre.

¡Sois unas arpías! Todos estáis en contra mía. ¡Estoy solo! Pero seré el más grande. Algún día se me reconocerá.

Mientras, entre su hermana y su esposa, metían casi a empujones a Mozart en la cama, este siguió despotricando.

Seré reconocido como el más grande compositor de todos los tiempos. Sin necesidad de duelos de óperas ni estupideces cortesanas. Y si hace falta adornar algunos hechos, que así sea.  Seguro que algún director de cine se encargará de versionar mi vida de una manera más amable, aunque sea mentira. Tanto me da. Y a ese maldito italiano lo pondrán a bajar de un guindo.

¿Cine? ¿Qué es eso, Sophie? preguntó Constanze a su cuñada.

Ni idea. La fiebre le hace delirar e inventa palabras extrañas.

Ya veo el título de la película: «Amadeus». Será un éxito de taquilla.

—¿Película? ¿Taquilla? ¿Pero qué dices, Wolfgang? preguntó con extrañeza la esposa.

—Dice incoherencias. Es la fiebre, seguro —insistió Sophie—. No le hagas ni caso.

—Lo único que no me gustará de esa película será la risita idiota del actor protagonista. Pero no importa. Salieri será el villano. Y lo mejor: le echarán la culpa de mi muerte —añadió con una sonrisa—. ¡Maldito italiano!

 

NOTA HISTÓRICA: el  compositor Antonio Salieri fue un reputado músico alabado y laureado durante toda su carrera profesional. En la corte de José II de Habsburgo ganó fama y reconocimiento. En los años ochenta del siglo pasado, el director de cine Milos Forman versionó la vida de Mozart en la película "Amadeus" que es considerada por los entendidos en música como un compendio de errores históricos y musicales. Entre esos errores se halla la imagen de Salieri, un personaje completamente diferente de la realidad.



19 de noviembre de 2022

Vuelvo al blog (que conste que no es una amenaza)

Por fin regreso a este blog después de una ausencia de cuatro meses. El parón veraniego fue más largo de lo que tenía pensando. Proyectos literarios me han tenido alejada de este espacio. Dos aventuras ilusionantes no me han permitido dedicar el tiempo necesario para atender correctamente el blog. Ahora que esos dos proyectos están encauzados es hora de volver.

Sin desvelar demasiado por eso de que puede traer mala suerte, contaré que uno de los proyectos ha consistido en rematar y terminar mi primera novela (dado el trabajo que me ha dado lo mismo también es la última).

Además de estrenarme como «novelista» (perdonadme lo pretencioso del término) he enviado el manuscrito a un certamen de una editorial de peso, es que yo me vengo arriba con mucha facilidad y tengo más moral que el Alcoyano. Supongo que en dicho concurso no me voy a comer una rosca, pero lo cierto es que el desafío me ha proporcionado un estímulo enriquecedor y por eso, independientemente del resultado, yo ya estoy satisfecha.

Escribir una historia más larga de lo que supone un relato, el género en el que me he estado moviendo hasta ahora, es un reto e implica un arduo trabajo. He disfrutado mucho perfilando personajes, dándoles vida, dirigiendo sus destinos y decidiendo qué iba a pasar con ellos: a este me lo cargo, a este le salvo...

Además, he descubierto que la historia evoluciona según vas escribiendo. Siempre creí que cuando un escritor se ponía a realizar una novela tenía pensado el principio, el desarrollo y el final desde el inicio. También es cierto que en algunas entrevistas de autores famosos estos decían que cuando se ponían a escribir no tenían ni idea de cómo iba a terminar la historia. Bueno, sin ponerme yo al mismo nivel de esos escritores tan laureados, tengo que confesar que a mí me ha pasado algo parecido. Empecé escribiendo una idea y una historia y algunos personajes aparecieron para ganar más protagonismo al mismo tiempo que otros, en origen, más importantes pasaban a un segundo plano. También la deriva de estos fue muy distinta a la que yo tenía en mi cabeza al empezar. Qué cosas.

Me ha costado muchísimo trabajo y he contado con la ayuda inestimable de una amiga sin la que este desafío no habría llegado a buen puerto. Pero, a pesar de esas «penurias», me lo he pasado pipa. Tanto me he divertido que ya estoy escribiendo la segunda novela. Hala. Ya os he dicho que me vengo arriba enseguida.

El segundo proyecto en el que me he embarcado es también una obra literaria, pero esta vez con otros escritores.  Sin adelantar demasiados detalles por los mismos motivos que antes, puedo contar que se tratará de una antología de relatos con un «motivo» común y en la que una servidora participa con diez cuentos. En cuanto vea la luz ya os presentaré el resultado.

Y estas son las razones por las que he estado desaparecida, mas ya estoy de vuelta. Poco a poco retomaré mis historias del descubrimiento de América y volveré a poner voz a esos conquistadores tan locos y fanáticos. También espero reengancharme a los retos que otros blogueros proponen en forma de micros o de relatos sobre algún tema. En fin, que me reincorporo después de esta excedencia autoimpuesta.

¡Qué contenta estoy de volver!



Hada verde:Cursores
Hada verde:Cursores