El protagonista de este mes de diciembre en Poemas y Cantares es Lope de Vega.
Félix Lope de Vega y Carpio nace en Madrid el 25 de noviembre de 1562. Es hijo de un bordador de Cantabria que se fue a la capital del reino buscando trabajar en la corte, aunque la versión del propio Lope dice que la verdadera razón de la llegada a Madrid de su padre fue una aventura amorosa, su madre fue a rescatarlo y se reconciliaron, siendo Lope el fruto de esa reconciliación.
Lope es un niño precoz, lee latín y castellano y compone versos con cinco años; con doce escribe comedias. Pero todo esto lo cuenta él y teniendo en cuenta que a lo largo de su vida se caracterizó por una gran egolatría, este testimonio hay que tomarlo con muchas reservas.
Estudia para ser sacerdote en la Universidad de Alcalá pero su talante juerguista le impide conseguir el sacerdocio y ni siquiera el grado de bachiller. Se gana la vida como secretario de nobles y gente influyente en la Villa y Corte. De esta manera se codea con los poderosos, pero siempre desde un plano inferior pues él no deja de ser un sirviente.
Se enamora y se lía con una actriz, Elena Osorio. Esta sería la primera de una larga lista de amantes. El padre de Elena era el director de la compañía de teatro en la que trabajaba. Lope escribe varias comedias para esta compañía. Pero el progenitor de la actriz decide que es más provechoso que su hija se encame con un noble, sobrino de un cardenal, que con un escritorucho de tres al cuarto. Es entonces cuando un despechado Lope despliega toda su artillería de mala leche y se dedica a difundir una serie de libelos donde la pobre Elena y su padre no salen bien parados.
Por este motivo Lope acaba preso, pero una vez cumplida la condena vuelve a las andadas y esta reincidencia le cuesta ocho años de destierro de Madrid. En este periodo se casa con Isabel, la hija de un pintor de la corte, y se alista en la Gran Armada. Vuelve derrotado de la desastrosa campaña en costas británicas sin pena ni gloria, algo que le dejará una huella imborrable y será causa de vergüenza y motivo de cierto complejo de inferioridad ante otros autores que tuvieron un pasado militar mucho más glorioso –léase Cervantes y su participación en la victoriosa batalla de Lepanto–.
Con treinta y dos años enviuda de Isabel cuando esta muere de sobreparto. La viudedad le dura cuatro años pues se casa con Juana, una mujer poco agraciada física e intelectualmente pero hija de un rico comerciante, lo que dio lugar a muchos chismes entre sus allegados pues todos pensaron que en su matrimonio el único amor que existía era el que tenía Lope al dinero. El otro amor, el físico y espiritual, Lope lo encontraba fuera de su hogar.
Porque Lope además de escribir comedias y poemas también se le da muy bien enamorar y enamorarse. Son muchas las amantes que tiene a lo largo de su vida. También es padre de muchos hijos, quince entre legítimos y bastardos –aunque hay autores que elevan este número a diecisiete–. Entre todas las amantes que Lope tiene, y mantiene, destaca la actriz Micaela de Luján por ser la madre de Marcela, la única descendiente que siguió los pasos literarios de su padre y a la que esta sección le dedicó una publicación hace meses (
Sor Marcela de San Félix).
Siempre se ha hablado de la gran productividad literaria de este escritor (3000 sonetos, tres novelas, cuatro novelas cortas, nueve epopeyas, tres poemas didácticos, y varios centenares de comedias) y que le procuró el sobrenombre de Fénix de los ingenios. Dicen que su desbordante imaginación le llevó a escribir con un ritmo frenético. Otros autores, más pragmáticos, explican esta alta productividad en la necesidad de mantener a tantas amantes y tantos hijos.
Lope se sabe rodear de los poderosos y a su sombra consigue prebendas y elogios. Es secretario del duque de Sessa, un personaje muy influyente en la corte. Además, sus comedias son celebradas por el público y se convierte en un escritor famoso y aclamado. Una auténtica celebrity de la época fue nuestro Lope.
Es famosa la guerra de celos y piques profesionales que mantuvo con Cervantes, pero con quien realmente se llevó mal fue con Góngora. El estilo literario tan retorcido y difícil de comprender de este último llevó a Lope a cuestionar su validez –si un texto, por muy bien escrito que esté, no se entiende, en realidad no sirve para mucho–. Góngora contraatacó alegando que el estilo de Lope era demasiado vulgar. Mientras, Quevedo –que también se llevaba fatal con Góngora– se puso de parte de Lope. Y entre medias, Cervantes con su Quijote andaba a lo suyo y metiendo cizaña con unos y con otros. Cosas de los genios y sus egos.
Aunque hay que reconocer que de todos ellos el que mejor se lo montó fue Lope de Vega. Ganó sus buenos dineros y vivió a todo tren.
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Fachada posterior y jardín de la vivienda de Lope de Vega |
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Interior de la vivienda |
Pero entre tanto éxito Lope sufre una crisis espiritual y se hace sacerdote. Porque en la vida de este celebrado escritor no todo son parabienes. El destino se muestra cruel con él y sufre varias desgracias familiares.
Su esposa Juana enferma y fallece al dar a luz, además, uno de sus hijos muere siendo casi un niño. Decide tomar los hábitos para recogerse y hacer examen de conciencia. Esta sería la versión oficial. La versión chismosa dice que toma los hábitos para evadir la justicia de algunos maridos enfadados por tener ciertos aditamentos en la cabeza a causa de los cortejos de Lope con sus mujeres.
Ya sabemos que la gente chismosa suele ser malintencionada pero a veces acierta con sus maledicencias porque el hecho es que Lope, siendo ya sacerdote, sigue teniendo amantes. De hecho se amanceba con otra mujer, Marta.
Pero las desgracias siguen en la vida privada del famoso escritor. Marta se vuelve loca y muere varios años después de iniciar su relación con Lope. Uno de los hijos que tiene con Micaela de Luján se ahoga en Venezuela. Uno de sus nietos, el hijo de su única hija legítima, muere como soldado en la campaña de Milán. De los quince hijos que Lope tiene tan solo uno le sobrevive: Marcela, la monja que vive recluida en un convento de clausura tan solo a unos metros de la vivienda de su padre.
Lope muere en Madrid el 27 de agosto de 1635, tiene setenta y dos años. Sus restos no están en una tumba individual, al igual que ocurrió con los de Cervantes, se encuentran en una fosa común, en este caso de la iglesia de San Sebastián sita en la calle Atocha.
Lope, por su inquina hacia Cervantes, no me cae simpático. Siento una predilección especial por el autor del Quijote y me dejo llevar por mis sentimientos. Pero hay que reconocer que Lope de Vega escribía muy bien. He asistido a la representación de muchas de sus obras de teatro y siempre he salido encantada con el verbo de este autor. Fuenteovejuna, La dama boba, El perro del hortelano son obras que he visto en los últimos meses y son auténticas maravillas. Las cosas como son.
Muchos son los versos que Lope compuso, tanto por separado como en sus comedias, por lo que es difícil elegir. Me he decidido por unos versos que hablan de lo que es sentirse enamorado, algo que el autor conoció muy bien pues se enamoró muchas veces si atendemos al número de amantes que tuvo.
Desmayarse, atreverse, estar furioso,
áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado, mortal, difunto, vivo,
leal, traidor, cobarde y animoso;
no hallar fuera del bien centro y reposo,
mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
enojado, valiente, fugitivo,
satisfecho, ofendido, receloso;
huir el rostro al claro desengaño,
beber veneno por licor suave,
olvidar el provecho, amar el daño;
creer que un cielo en un infierno cabe,
dar la vida y el alma a un desengaño;
esto es amor, quien lo probó lo sabe.
Félix Lope de Vega (1562-1635)
Amar es un sentimiento maravilloso, pero en ocasiones nos da zozobra, angustia y todo ese cúmulo de sensaciones que tan bien expresa Lope. Ese estar feliz y triste al mismo tiempo, esa inquietud que nos desbarata es lo que hace creer que el cielo en un infierno cabe.