Bilogía DONDE MUEREN LOS DRAGONES DE JADE – Luisa
Ferro
El pozo de las luciérnagas
Marzo de 1279, en la desembocadura del río Perla se
desarrolla una batalla naval, las tropas de Kublai Kan dan un serio varapalo a
los chinos, tan serio que derroca a la dinastía Song y los mongoles serán los
nuevos gobernantes de China.
Akame asiste al final de esa dinastía y se pierde en
sus recuerdos. La historia retrocede unos años para trasladarnos al hogar de
esta mujer, hija de un médico que regenta una botica en la capital del imperio
Song del Sur. Rodeada de plantas medicinales y remedios de toda clase, aprende
junto a su padre el arte de sanar.
La historia la cuenta ella, Akame, y nos relata cómo
es su vida, la vida de una mujer en la China del siglo XIII. Una vida rodeada
de otras mujeres, todas relegadas al papel que la sociedad de la época les
asigna: obedecer y procrear. Una mujer que no da descendientes varones a su
familia es un ser inútil.
«Supe entonces que, por el mero hecho
de haber nacido mujer, mi sino sería el sufrimiento y la obediencia.»
Pero algunas mujeres, como Akame, aspiran a algo más
e intentan rebelarse a su manera.
En el mundo femenino en el que se desenvuelve no
siempre reina la paz. Si los hombres luchan por el poder económico, político y
social, las mujeres luchan entre ellas también por el poder. Las concubinas por
ganarse el favor de su señor, la primera esposa por ser la que gobierne sin cortapisas
el acotado, pero no exento de intrigas, hogar familiar.
En este primer libro de la bilogía nos adentramos en
ese mundo femenino sujeto a las convenciones de la época: el torturador proceso
del vendado de pies para frenar su crecimiento, la contratación de casamenteras
que ponen en contacto a las familias para concertar un matrimonio, etc.
Con un preciosismo digno de admiración Luisa Ferro
nos muestra el hogar de Akame. Es tal el detalle y está tan bien contado, que
olí las flores del jardín, oí el roce de la seda de los vestidos y sentí las
emociones de la protagonista. Fue como vivir allí. Toda la exuberancia y el
exotismo de Oriente plasmados con el verbo excelente de Ferro, con un lenguaje
cuidado libre de pedantería.
Pero a mí lo que más me gustó fue el “otro” mundo de
Akame: la botica donde aprende a preparar remedios para diferentes dolencias.
Luisa Ferro cuenta con detalle, pero sin caer en el abuso, las diferentes prácticas
de medicina de la época. Akame, rodeada de mujeres, atiende los problemas
exclusivos de las féminas: asiste a partos, cuida de los neonatos, regula
menstruaciones, palía los efectos de la menopausia.
A la luz de lo que cuento, cabría pensar que esta novela
es feminista. A mí no me lo ha parecido. Es mucho más, es una novela femenina,
donde las mujeres y su particular mundo son los protagonistas. Sujetas a la
mentalidad de la época, y actuando acorde al momento en el que les ha tocado
vivir, cada mujer de esta historia reacciona según su forma de ser. Algunas,
como Akame, se preguntan por qué no pueden aspirar a algo más que a obedecer a
un marido impuesto y a parir sucesores. A lo largo de la historia de la
Humanidad siempre ha habido seres que han querido ir más allá, ellos (en este
caso, ellas) son los que han hecho que este mundo cambie a mejor.
La sanadora del emperador
En la segunda novela de la bilogía, asistimos al
ascenso de Akame como sanadora. Su reducido mundo se amplía cuando, por
avatares del destino que se cuentan en la primera novela, recala en la Ciudad
Imperial para asistir a una de las concubinas del emperador. En la vida de
Akame no solo aparece el éxito profesional, también entra el amor encarnado en
Cao Ren, un personaje que forma parte de ese preciado elenco de seres que
quieren ir un paso por delante de los demás (esos que mejoran el mundo). Su
mentalidad abierta para la época hará que Akame caiga rendidamente enamorada. Así
que en esta historia maravillosa también hay romanticismo y pasión. A este
respecto he de remarcar que Luisa Ferro no recurre a la ñoñería ni al almíbar
para contarnos el romance entre los dos personajes, algo que yo le agradezco de
corazón porque suelo ser demasiado sensible con el azúcar y algo intolerante
también.
Pero no nos olvidemos que Kublai Kan está acosando el
imperio. El ejército mongol va ganando poco a poco terreno y esa amenaza
condiciona todo lo que pasa en esta segunda novela. En «El pozo de las
luciérnagas» la narración es más pausada, pero en «La sanadora del emperador»
impera más la acción. Este cambio de ritmo también me encantó y demostró que
quien hace algo así es alguien que sabe escribir muy bien: Luisa Ferro. La
autora no solo domina el lenguaje, también los tiempos y el ritmo de la
narración haciendo que el lector se enganche a la historia, o quizás sería
mejor decir historias, porque varios personajes nos muestran aquí sus
antecedentes y pasado.
El exotismo propio del escenario y la época, en esta
segunda novela también está presente. Una delicia.
Por otra parte, la labor de documentación de la
autora es de aplausos y hasta de reverencias. El rigor y el detalle
caracterizan la forma de trabajar de Luisa Ferro y en estas novelas lo
demuestra: Historia, farmacopea, costumbres sociales, ritos de todo tipo y
muchos temas más los aborda con seriedad y profesionalidad, pero sin aburrir
con datos innecesarios. Da información sin pasarse; así es como se debe
escribir novela histórica y esa es la novela histórica que a mí me gusta,
porque aprendo y también me divierto.
Una bilogía para leer y para releer. Es de esas
historias que sabes que volverás a ellas releyendo y que yo, cuando me ocurre
esto, suelo hacer adquiriendo el libro en papel, algo que en este caso no podrá
ser porque solo está disponible en versión digital, una pena. En fin, nada es
perfecto.
Este verano aún no me he ido de vacaciones, pero en
realidad leyendo esta bilogía sí que lo he hecho. He viajado a la China
imperial, he visitado lugares exóticos y he conocido personajes de lo más
interesantes, además he tenido también acción porque había un ejército de
invasores pisándonos los talones. Una gozada de viaje.