La ciencia, como la poesía, está a un paso de la locura
Leonardo Sciascia
"La desaparición de Majorana"
El nuevo protagonista para la sección "Demencia, la madre de la Ciencia" es el italiano Ettore Majorana.
Ettore Majorana nació el 5 de agosto de 1906 en Sicilia. Fue el menor de cinco hermanos y pertenecía a una familia de buen nivel cultural pues su padre era físico y tuvo varios tíos juristas. Estudió en un colegio jesuita y comenzó la carrera de ingeniería para abandonarla en el penúltimo curso a petición de Enrico Fermi que le aconsejó estudiar Física.
Enrico Fermi era un reputado físico nuclear cuando conoció al joven Majorana. Por aquel entonces Fermi estaba estudiando una ecuación diferencial no lineal –explicaría qué es una ecuación diferencial lineal si lo supiera, pero no es el caso– y tras varios días de trabajo intensivo la resolvió de forma numérica y se la enseñó a Majorana. Majorana la resolvió de forma analítica en una sola noche. Un asombrado Fermi le sugirió al joven estudiante de ingeniería que se olvidara de las máquinas y que se pusiera a estudiar Física.
Fue así como pasó a formar parte del llamado Grupo de Roma, un grupo de científicos italianos comandados por Enrico Fermi y que buscaban descollar en el campo de la Física en los años 30 del siglo pasado.
A Majorana se deben muchos de los estudios sobre los neutrones. Trabajó con Heisenberg –un físico alemán– en este campo y cuando el teutón publicó sus descubrimientos y al saber que el italiano también había llegado a las mismas conclusiones le ofreció a Majorana compartir la autoría a lo que este contestó que le daba igual, que no estaba interesado en que le reconocieran su aportación para explicar el comportamiento de protones y neutrones en el átomo. Para mí, esto es un síntoma más que evidente de la locura de este científico, mucho más que lo que viene a continuación y por lo que le he hecho un hueco en esta sección de ilustres dementes.
Majorana tenía un carácter huraño y melancólico. También poseía un defecto imperdonable en un científico que quiera prosperar y ser reconocido: tenía escrúpulos. Su propio mentor, Enrico Fermi, dijo de él que carecía de sentido común. Mal vamos.
Apenas salía de su casa y no tenía amigos; siempre se mostró poco comunicativo con sus semejantes. No todos los artículos que publicó trataban de física, uno de ellos versaba sobre filosofía, y es esta vertiente la que hace pensar a más de uno que ese carácter atormentado que le definía no era más que la muestra de un espíritu sensible. Aunque otros autores explican su hosquedad como la típica forma de ser de un siciliano.
Huía de las demostraciones públicas que alababan su talento y en más de una ocasión ocultó sus brillantes ideas para no ser aplaudido. Si esto no es una muestra de que estaba loco al menos demuestra que no era un científico al uso.
Le concedieron la cátedra de Física teórica en la Universidad de Nápoles pero a sus clases asistían muy pocos alumnos (unos nueve en total) pues no le entendía nadie. Sus conocimientos eran muy elevados y además él era poco comunicativo: dedicarse a la docencia no era la mejor de sus opciones laborales. Fermi fue quien le propuso para el cargo y hay que reconocer que no estuvo muy acertado con esa decisión.
En el mundo científico se conoce a Ettore Majorana por la ecuación y el fermión que llevan su nombre. No voy a hablar de la ecuación ni del fermión, entre otras cosas porque no sé muy bien en qué consisten -estamos hablando de física nuclear y a un nivel demasiado elevado para mí, pero la cosa va de partículas y antipartículas, de materia y antimateria-.
Pero fuera del ámbito estrictamente científico es más famoso por su desaparición.
Pero fuera del ámbito estrictamente científico es más famoso por su desaparición.
El 25 de marzo de 1938 Majorana sube a un barco que va de Nápoles a Palermo. Según lo que comenta antes de la partida, va a visitar a su amigo Emilio Segré, un profesor de la Universidad de Palermo, pero resulta que Segré en esas fechas estaba en California. Se supone que llega a Sicilia pues al día siguiente manda una carta desde la capital siciliana anunciando su regreso, pero nadie le vuelve a ver. Tenía 31 años.
En un periódico italiano apareció el siguiente anuncio en la sección de desaparecidos:
“Treinta y un años, 1,70 de estatura, delgado, moreno de pelo, ojos oscuros, larga cicatriz en el dorso de la mano. Se ruega a quien sepa algo se dirija al reverendo padre Marianecci, Viale Regina Margherita, 66, Roma''
Anuncio en el periódico sobre la desaparición de Majorana |
A partir de este momento todo son especulaciones pues en realidad no se sabe qué pasó. Hay muchas teorías pero imperan tres: la del suicidio, la del ingreso en un convento y la de una huida a Argentina –con cambio de identidad incluido-.
Oficialmente se le dio por muerto aduciendo que se había suicidado arrojándose al mar Tirreno. Pero este suicidio no se pudo corroborar nunca. En cualquier caso su desaparición fue premeditada pues escribió una carta a su familia donde se puede leer lo siguiente:
''Sólo os pido una cosa: no vistáis de negro, y, si es por seguir la costumbre, poneos sólo alguna señal de luto, pero no más de tres días. Luego, si podéis, recordadme con vuestro corazón y perdonadme''
Esta puede ser la nota de un suicida o también la de alguien que quiere hacer borrón y cuenta nueva partiendo de cero en otro lugar. De hecho, el caso se reabrió a raíz de una foto tomada a un italiano en Venezuela y donde los investigadores de los Carabinieri detectaron diez puntos coincidentes y una compatibilidad hereditaria con el padre de Majorana. El diario de Milán Corriere della Sera publicó el 7 de junio de 2011 la historia de que Majorana podría haber vivido de incógnito en Iberoamérica.
Sea como fuere, 78 años después sigue la polémica. Mucha gente, al día de hoy, sigue preguntándose a dónde fue Majorana. Yo también siento curiosidad pero por averiguar por qué decidió desaparecer. El lugar al que realmente fue a parar me da lo mismo puesto que lo eligió él.