Versión desenfadada, llena de humor y ternura de la vida de Nikola Tesla. Echenoz nos muestra las genialidades/excentricidades de este maravilloso científico con una prosa cuidada y fluida. El protagonista -que Echenoz llama Gregor para así poder divagar más sobre su peculiar personalidad y que no le tachen de fantasioso- se va haciendo a medida que pasan las páginas más y más entrañable, tanto que este es uno de esos libros que me cuesta mucho catalogar por la impronta que deja el personaje.
Por lo tanto esta más que una reseña va a ser mi particular homenaje a tan excepcional inventor.
A veces surgen genios que con sus estudios abren las puertas al futuro. Fue el caso de Nikola Tesla. Aunque sus estudios se realizaron principalmente en el electromagnetismo inició líneas de investigación que sentaron las bases del desarrollo de la telefonía móvil, creó artefactos que fueron el origen de la tecnología moderna. Así se convirtió en un visionario que fue capaz de vislumbrar, siempre basado en sus estudios científicos, un futuro que sus contemporáneos creyeron era simple locura.
Poseía una excepcional capacidad creativa que le hacía "ver" en su cerebro los artilugios que su mente ideaba sin necesidad de dibujos ni planos -sinestesia es el nombre para tan extraño fenómeno-. Toda esa creatividad le granjeó la enemistad de sus colegas porque su idea de un sistema mundial para la transmisión de energía eléctrica sin cables basado en la conductividad de la tierra y asequible a todo el mundo además de rompedora era muy "peligrosa" pero no para la salud - Edison al que se le desmoronaba su emporio basado en la corriente continua intentó denostar a Tesla haciendo creer que la corriente alterna era nociva- sino para los grandísimos beneficios que obtenían las compañías eléctricas: "Si todo el mundo pudiera utilizar la energía que le viniera en gana ¿qué sería de nosotros? Ya me dirá usted dónde ponemos el contador". Por cierto por culpa de la guerra personal que entabló Edison con Tesla y en su obsesión por desprestigiar a su oponente probando la nocividad de la corriente alterna se creó la silla eléctrica.
En muchos artículos se presenta a Tesla como un tipo antipático, antisocial y maniático. Una no sabe muy bien cuánto hay de realidad y cuánto de envidia porque en el mundo científico -supongo que como en muchos otros- las críticas son directamente proporcionales a la genialidad del criticado. También es cierto que el utilizar 18 servilletas para comer, el hecho de que se enamorara de una paloma -literalmente- o que cuando detectó ondas cósmicas dijera que eran mensajes privados de los marcianos no ayudaron mucho a pensar que estaba en sus cabales.
En cualquier caso fue un visionario que vivió adelantado a su tiempo y de ahí la incomprensión. Se le conoce como el inventor de la corriente alterna pero también -entre otras muchas cosas- fue el padre de la robótica, sentó las bases del radar, inventó el control remoto y la radio. Sí, sí, la radio; esa que todo el mundo cree que inventó Marconi -y por lo que le dieron el Nobel-. Tras largos y penosos litigios la justicia dictaminó en la década de los 60 del siglo pasado que el invento correspondía a Tesla puesto que Marconi utilizó 17 patentes del primero. Sin embargo nadie piensa en Tesla como su inventor. Es uno más de los muchos agravios que tuvo a lo largo de su vida pues al final murió solo y empobrecido mientras que sus opositores que se habían beneficiado de sus ideas a bajo precio -cuando no robadas- ganaron dinero a espuertas.
Vaya aquí mi modesto homenaje a tan maravillosa mente. Termino con unas frases que él mismo escribió y que en la actualidad y con la perspectiva que dan los años se revelan como un auténtico vaticinio pero que no es más que la constatación de que no era un loco pues todas sus ideas siempre se basaron en la ciencia:
"Cuando la técnica inalámbrica se aplique a la perfección, toda la Tierra se convertirá en un enorme cerebro. Podremos comunicarnos los unos con los otros de manera instantánea, independientemente de la distancia. No solo esto, sino que a través de la televisón y la telefonía podremos vernos y oírnos tan perfectamente como si estuviéramos cara a cara, a pesar de que las distancias que medien sean de miles de kilómetros. Los instrumentos mediante los cuales seremos capaces de hacer esto resultarán pasmosamente simples en comparación con nuestro teléfono actual. Se podrán llevar en el bolsillo del chaleco. Podremos asistir a eventos –la investidura de un presidente, los partidos del campeonato mundial de algún deporte, los estragos de un terremoto o el horror de una batalla- y oírlos exactamente como si estuviéramos presentes. Cuando la transmisión inalámbrica de energía se comercialice, el transporte y la transmisión se verán revolucionados."