En la anterior entrada del blog, informaba de la salida a la
luz de una publicación en la que una servidora participa. En ese post os
presentaba «Decamerón del siglo XXI» contando en qué consiste y de qué va dicho
libro.
Hoy voy a hablar de otra presentación del Decamerón actual, ésta
en sociedad, en vivo y en directo.
Pero antes, os voy a contar el proceso previo de ver en
papel esa publicación. Si en la anterior entrada reseñaba el estilo y los
motivos que llevaron a la escritura de este libro de relatos, ahora me voy a
centrar en cómo eso acabó en letra impresa, en un libro real y tangible.
Una vez seleccionados y ordenados los relatos que forman
parte del Decamerón, había que elegir una editorial que se hiciera cargo de
imprimir aquello. La oferta es amplia, pero la calidad de lo que se oferta… eso
ya es harina de otro costal. Después de mucho elucubrar nos decantamos por
Círculo Rojo, una editorial de autoedición (o sea, te cobran) aunque, para
justificar sus emolumentos, te ofrecen una serie de servicios (no todos
cumplidos a rajatabla, para qué nos vamos a engañar) como maquetación,
distribución de ejemplares a diferentes plataformas que los pongan a la venta
o, incluso, diseño de una web para dar visibilidad a la obra.
Sin entrar en más pormenores, el libro acabó impreso y
pudimos tenerlo en nuestras manos. Pero ahí no se acababa todo. Había que darle
publicidad. Aunque ahí también la editorial se ofreció (por contrato) a
realizar su parte, este tema, y por decirlo de una manera suave, digamos que
necesita mejorar.
No obstante, los autores no nos amilanamos fácilmente y
también nos pusimos manos a la obra. Decidimos dar visibilidad a nuestro
retoño, que lo conociera la gente, que para eso lo habíamos hecho realidad.
Algunos de nosotros, al ser blogueros, ya disponíamos de un
espacio donde hablar sobre el libro. Yo misma hice una reseña, o lo que sea que
se llame a lo que hago yo cuando hablo de un libro Reseña kirkeniana Decamerón siglo XXI. Juan Carlos Galán,
coautor del libro y amigo bloguero, también hizo otra reseña, esta ya con todas
las de la ley Colectivo Bremen. Decamerón del siglo XXI
Aun así, había que darle más visibilidad al libro y fue
entonces cuando vino la siguiente fase: hacer una presentación. Una tarea
también ardua y con complicaciones.
En primer lugar, pensamos en acudir a la librería donde el
Colectivo Bremen inició su andadura, Tipos Infames. Al principio parecía que
sería allí la presentación, pero problemas logísticos con el suministro de
ejemplares y cierta racanería por parte de la distribuidora y la editorial,
impidieron que la cosa cuajara.
En el Círculo de Bellas Artes también nos ofrecieron la
posibilidad de dejarnos un espacio para esa presentación, pero al final tampoco
pudo ser. La librería Cervantes, un lugar muy chic en pleno barrio de
Universidad, se ofreció a “cedernos” su minúsculo espacio (no cabían más de veinte
personas, y si estas eran delgaditas) a cambio de un módico precio (unos
doscientos pavos). Las reducidas dimensiones del lugar nos desanimaron (ya solo
con los autores que íbamos a presentar el libro ocupábamos un tercio del
aforo). Así que ahí, pues tampoco. La cosa se estaba complicando.
A pesar de todo, mis colegas de reparto no se desanimaron y
siguieron insistiendo. Al final y, como el que la persigue, la consigue,
encontramos un lugar donde poder presentar con espacio suficiente y sin pagar
un euro: la librería Gaztambide, en pleno barrio de la Moncloa y con el
ambiente universitario propio de la zona (está al lado de la Universidad
Complutense).
Una vez concretadas las circunstancias del lugar (la planta
baja de la librería) así como la fecha y hora, procedimos a finiquitar el
encuentro. Otra vez tuvimos un impedimento gracias a la tocapelotas de la
distribuidora de los libros que no nos aseguraba, a una semana vista, poder
suministrar los ejemplares a tiempo. En esta ocasión, Jose, el encargado de la
librería salió al rescate y, utilizando sus múltiples contactos fruto de los
muchos años que lleva ejerciendo como librero, consiguió recibir a tiempo el
material para poderlo poner a la venta.
El viernes, 23 de junio, a las 18:30h, se inició la
presentación del Decamerón del siglo XXI. Previamente, los autores que vivimos
en Madrid, fuimos haciendo correr la voz entre nuestros allegados y RR.SS. para
publicitar el evento. Según se iba acercando la fecha algunos de los invitados
fueron descolgándose, de tal manera que yo, algo agorera y tendente a ver
siempre el vaso medio vacío, me temí lo peor: aquí no va a venir ni el Tato.
Para más desánimo, ese viernes se iniciaba la primera ola de
calor del verano con unas previsiones de 38 grados, lo que, en la práctica, se
tradujo en que a las seis y media de la tarde rondaban los 40 grados a la
sombra. A esas horas y con esos calores, el común de los mortales no sale a la
calle salvo para acudir a una piscina a darse un chapuzón o por algún motivo
urgente de salud que requiera asistencia hospitalaria. Y yo me volví a temer lo
peor: aquí no va a venir ni el Tato.
Los organizadores del evento, o sea, los autores residentes en Madrid (Paco, Antonio, Juan Carlos, Laura y yo) llegamos los primeros, como es preceptivo y la sala, obviamente estaba vacía.
Yo, siempre pesimista, pensé que así se iba a quedar, de hecho, lamenté no haberme traído una chaqueta y algunas piezas de ropa más para desperdigarlas por las sillas y dar la sensación de ocupación.
Sin embargo, algunos visitantes empezaron a aparecer, con
cara de despistados, aunque puede que fuera el síntoma fruto de la
deshidratación causada por la calorina que había en la calle. Poco a poco
fueron llenándose las sillas y cinco minutos después de la hora convenida, por
eso de que ser puntual en España se considera de mala educación, dimos comienzo
al evento. Abundando en lo de no ser puntual, siguió llegando gente una vez
empezada la presentación, y los presentadores vimos que las sillas se ocupaban
y que algunos comenzaban a sentarse en las escaleras, otros, con las
articulaciones más flexibles, incluso en el suelo. Aquello empezaba a parecerse
a una asamblea universitaria. El aforo se quedó pequeño. Tato no sé si vino
porque como el sitio estaba petado no pude distinguirlo, pero amigos y
familiares nos acompañaron, y hasta un señor de Albacete que pasaba por allí,
le entró curiosidad y se quedó.
De la presentación en sí poco voy a hablar porque de hacer una estupenda crónica se ha encargado Juan Carlos. Tan solo os avanzo que se habló de Bocaccio, cómo no, pero también de sus novias, amantes y ligues varios y de cómo las trató literariamente según recibió favores o calabazas de ellas. También se habló de Dante, de Botticelli y algún ilustre artista más. Se habló de historia, de amor, de literatura, de la peste y del coronavirus a un nivel de microbiología de andar por casa, de si es más higiénico matar con veneno o a cuchilladas, de la puntualidad puntillosa alemana; hasta Paco se arrancó con un poema de Octavio Paz.
Tengo que hacer especial mención al momento en que se
recordó a uno de los autores que tristemente desapareció hace unos meses: Nano.
Yo no tuve el privilegio de conocerle en persona, tan solo he podido disfrutar
de sus letras, pero tanto Laura como Antonio, que sí le tuvieron como amigo,
hicieron una breve semblanza de él; fue el momento más emotivo de todo el evento
y una prueba evidente de que es muy cierto aquello que escribió Isabel Allende
sobre la muerte: «la gente cuando realmente se muere es cuando se la olvida».
Nano aún sigue vivo entre los que le recuerdan como lo demostraron dos de mis
compañeros en la presentación.
Se tocaron varios temas más, pero no me voy a parar porque
antes he comentado que de esto iba a hablar poco. Si queréis saber más y mejor
sobre la presentación leed la publicación de Juan Carlos en su blog Presentación Decamerón del siglo XXI en la librería Gaztambide.
Antes de terminar, y para los que estuvisteis allí, me gustaría
aclarar que sí ensayamos algo nuestras intervenciones, si no lo pareció fue
porque ni somos actores ni, mucho menos, políticos, por lo que lo de actuar se
nos da regular, y el guion se saltó muy alegremente por parte de casi todos.
¡Viva la espontaneidad, qué caramba!
En cualquier caso, lo mejor de la velada fue el público. No
solo llenó la sala, aplaudió y se rio con nuestras anécdotas, es que también
compraron los libros. Fueron tan generosos que se agotaron las existencias y
alguno se quedó con las ganas de tener un ejemplar.
Dicen que de una boda sale otra, pues algo se puede
extrapolar con la presentación de este libro porque algunos asistentes nos ofrecieron
el Ateneo y la Fundación Clara Campoamor para hacer otra presentación. Parece
ser que esto, como el comer y el rascar, todo es empezar.
Si surgen otras presentaciones ya hablaré de ellas, y ante
la experiencia vivida, prometo no preocuparme por si viene o no el Tato, aunque
puede que le invite para que no se sienta ninguneado.