Leer, el remedio del alma

Leer, el remedio del alma
Imagen creada por Ilea Serafín

27 de noviembre de 2020

Diario de un RE-confinamiento Parte IX


 

Día 62 (20 de noviembre)

Hoy ha salido el listado de las nuevas áreas básicas confinadas, en ese ranking maldito salen los lugares que se ven encerrados y se actualiza quitando a los que recobran la libertad.

Me las prometía muy felices porque la Consejería de Sanidad avisó que confinaría las zonas que superaran una incidencia acumulada de 400 casos por cien mil habitantes en los últimos catorce días. Mi zona lleva dos semanas por debajo de esos niveles (exactamente 340 este miércoles).

Inexplicablemente cuando he leído la lista maldita, mi zona sigue confinada a pesar de los datos. Desde hace dos meses, cada vez que sale la lista y veo mi zona en ella, mando a la mierda a todos los de la Consejería de Sanidad, ahora también los tengo que mandar a ver Barrio Sésamo para que aprendan los números y se enteren de que trescientos es menos que cuatrocientos.

 

Día 65 (23 de noviembre)

Sigo dándole vueltas a mi situación de por qué estoy confinada a pesar de los datos súper chachi que tenemos.

En la zona de Goya, al lado de la mía, tienen una incidencia acumulada igual a la de Daroca; pero ellos, al contrario que nosotros, nunca han sido confinados, ni ahora ni nunca. Ayer pasé por allí (por motivos justificados) y me estuve fijando en algunas cosas.

La aglomeración de gente en las terrazas de los bares era igual que en mi zona, la de los comercios tres cuartos de lo mismo. Casi todo era igual, como la incidencia acumulada, pero sí hubo una cosa distinta, y creo que ahí radica la diferencia de trato entre esa zona y la mía.

La mayoría de los transeúntes de Goya llevaban mascarillas con la bandera de España, mientras que en mi zona ese tipo de mascarillas no es nada habitual (de hecho, no creo recordar haber visto a ningún vecino con una de ellas). ¿Será que esas mascarillas protegen más del virus? Las que yo uso cumplen la normativa UNE 0065, pero no tienen ninguna bandera y eso puede que sea decisorio, quizás no para protegerse más del virus, pero sí de las arbitrariedades de la Ayuso. Lo tengo que investigar.

 

Día 67 (25 de noviembre)

Mucho se especula sobre los criterios empleados en la Consejería de Sanidad para confinar los sectores selectivos. Yo no sé a qué viene tanto desconcierto, es muy fácil: dos días antes de sacar la lista de las zonas condenadas al encierro los de la consejería consultan cómo va la zona de Daroca, la mía, y en función de lo que salga, ellos ponen el tope unos cuantos puntos por debajo.

Al principio, cuando nosotros teníamos una IA de 1052 casos por cien mil habitantes, el punto de corte fue 1000, así que nos tocó pringar. Cuando bajamos a 730, el tope también bajó, pero a 700; a pringar también. Llegamos a tener quinientos y pico… la consejería estableció que el límite sería de 500. Ahora que tenemos una IA de 340, estaba segura de que establecerían el techo en 300, pero no, lo pusieron en 400, aunque nos siguió tocando pringar porque se ve que le han cogido el gusto a tenernos encerrados y cuando esta gente se obsesiona con algo, no se bajan de la burra fácilmente.

Me pregunto a qué viene tanta inquina con nuestra zona (hay movimiento entre las asociaciones de vecinos y alguno está pensando en llevar nuestro caso al Tribunal de Estrasburgo). Yo creo que entre los residentes debe de haber alguien a quien Ayuso tiene mucha manía y está aprovechando la coyuntura para vengarse, que esta mujer es muy rencorosa. Le estoy dando vueltas y he llegado a una inquietante conclusión: ¡Pedro Sánchez vive aquí! ¡La madre que los parió a los dos!

 

Día 69 (27 de noviembre)

Hoy ha salido la nueva actualización de las zonas confinadas y seguimos encerrados. No sé ya de qué me extraño, pero me he vuelto a cabrear y debería estar ya acostumbrada.

El gobierno central no interviene porque dice que la autonomía es la autonomía y que allá nos las apañemos los madrileños con lo que hemos votado. Voy a pedir amparo a los de Bildu o a los de Esquerra para que intercedan por nosotros, que esos tienen enchufe con ciertos integrantes del gobierno y les hacen caso cuando quieren cambiar algo en Madrid, aunque vaya en contra de lo que votamos aquí (se ve que lo que sale en las urnas se respeta según convenga). Ojalá me funcione.





19 de noviembre de 2020

Diario de un RE-confinamiento Parte VIII

 



Día 55 (13 de noviembre)

Este confinamiento me está volviendo loca y paranoica. Ayer se fue la luz durante casi dos horas y yo estaba segura de que era por culpa de la Covid, o lo que es lo mismo, por culpa de los políticos que gestionan la pandemia.

Como la Ayuso piensa dotar el nuevo hospital de pandemias con personal sanitario de otros centros, al irse la luz lo primero que pensé fue que habían encendido el alumbrado navideño y para no gastar nos habían quitado el suministro eléctrico en nuestro barrio. Salí de mi error cuando me enteré de que, aunque las luces ya están puestas, aún no están funcionando. El apagón debió de ser una simple avería.

De todas formas, y por si acaso, pienso hacerme con una buena provisión de velas, con mi presidenta todo es posible y más vale prevenir; no quiero quedarme a oscuras esta Navidad. Lo que no sé es cómo conseguir un horno de leña para asar el cordero de Nochebuena. Miraré en internet.

 

Día 57 (15 de noviembre)

Tengo una amiga que vive en mi mismo barrio pero que pertenece a otra área básica de salud, pero la suya no está confinada y la mía sí. La frontera que nos separa está en una calle y como el Skype es tan frío, ayer decidimos vernos, aunque con una calzada y un paso de cebra entre medias.

Cuando podíamos vernos como Dios manda, solíamos tomarnos un café al tiempo que nos poníamos al día de nuestras cosas. En esta ocasión yo me pedí un café en el bar que estaba en mi zona (aunque estemos con un alto índice de contagio, se ve que el virus en la zona confinada no es contagioso para los residentes y podemos socializar entre nosotros). Ella, también se pilló otro café en el bar de su lado de la calle y cada una desde nuestra acera, nos pusimos a charlar. Aunque la calle no era muy ancha tuvimos que gritar bastante de manera que nuestra conversación pronto reunió un corro de vecinos, de uno y otro lado. Alguno incluso se decidió a meter baza y a opinar. La tertulia se acabó cuando pasó un coche de policía y nos dispersó porque la reunión superaba las seis personas.

Con lágrimas en los ojos me fui a mi casa mientras tarareaba la canción de Nino Bravo, «Libre», esa que dicen está dedicada a la primera victima que murió al intentar cruzar el muro de Berlín. Inconscientemente le cambié un poco la letra (no sé qué me pasa que estoy versionando canciones antiguas).

 

Llevo casi dos meses reconfinada y ya estoy

cansada de aguantar

pero tras la calle está mi amistad,

mi mundo y mi ciudad.

Pienso que la calzada sólo es

un trozo de alquitrán:

algo que nunca puede detener

mis ansias de cruzar.

Libreee,

como el sol cuando amanece

quiero ser libre

como los demás.

Libreee,

como mi amiga que se libró

y puede al fin escapar.

Libreeee

como el viento que recoge

mi cabreo y mi pesar,

camino sin cesar

detrás de sanidad

y saber lo que es al fin la libertad.

 

Cualquier día me lío la manta a la cabeza y cruzo la calle. Que sea lo que Dios quiera. Lamentablemente Nino Bravo ya no podría componerme una canción, pero quizás Sabina o Serrat, sí. Quién sabe.

 

Día 60 (18 de noviembre)

Estoy pasando por una crisis de identidad social. Y todo por culpa de la Ayuso y de un científico que salió el otro día en la tele.

Una cadena catalana preguntó a un investigador qué estaba pasando en Madrid con la pandemia. Entre otras cosas dijo que la evolución del contagio había ido de los barrios más pobres a los más ricos, que primero confinaron a los lugares más deprimidos socialmente y ahora estaban confinados los más ricos y más pijos (aunque lo dijo en catalán y estaba subtitulado, lo de «pijos» se le entendió perfectamente).

Yo estoy confinada desde el principio y por ahora sigo igual. ¿A qué clase social pertenezco? Si soy de clase baja, ¿debería intentar pedir alguna ayuda monetaria de esas que dice la derecha dan a los desarrapados? Pero, si soy de clase alta (y encima pija, ¡lo que me faltaba!), ¿debería dejar de pagar impuestos como hace el emérito?

Al principio del reconfinamiento me enteré de que yo no estaba en el barrio que pensaba. A ver si resulta que vivo en Aravaca y no me he enterado. De hecho, me estoy fijando más en el campo de fútbol de enfrente y estoy empezando a sospechar que es un campo golf y lo estamos usando mal.

No sé, todo esto me confunde. Voy a mirar bien mi casa, que estoy en la idea de que vivo en un piso de un edificio y lo mismo es un chalet de cinco plantas. 







11 de noviembre de 2020

Diario de un RE-confinamiento Parte VII


 

Día 46 (4 de noviembre)

Hoy me han citado para participar en el cribado de mi zona y saber hasta qué punto hay contagio entre asintomáticos; el viernes me van a hacer un test de antígenos.

Asistiré en un ejercicio de ciudadanía y responsabilidad, aunque no me hace ni pizca de gracia porque la muestra que analizan es un exudado de la nariz y que me metan un palo por uno o varios orificios corporales no es que me apetezca mucho, la verdad.

Hasta ahora la Ayuso me había estado tocando las narices de manera figurada, a partir del viernes también lo hará literalmente. Hay que joderse.

 

Día 49 (7 de noviembre)

Ayer me hicieron el test de antígenos. Se supone que te toman una muestra de la mucosa nasal con una torunda. A mí me debieron de tomar muestras para hacerme también una biopsia cerebral a juzgar por la profundidad a la que me metieron el palitroque; estoy segura de que llegó hasta el lóbulo central. De hecho, creo que ahora tengo un orificio más para evacuar las lágrimas. El enfermero que me atendió, en otra vida debió de ser momificador en el antiguo Egipto y le quedó la afición de sacar el cerebro a través de la nariz.

En la enorme sala donde nos hicieron la prueba a un mogollón de gente, me encontré con varios vecinos de mi urbanización. Al principio mantuvimos la distancia de seguridad y esas cosas, pero en cuanto supimos que todos habíamos dado negativo, a la salida nos dimos besos y abrazos aprovechando la ocasión.

Las celebraciones se acabaron en cuanto uno de nosotros nos recordó a los demás que, a pesar de abundar los negativos por goleada en nuestra zona, seguimos encerrados perimetralmente. Todos nos separamos cabizbajos al volver a la cruda realidad.

¡Qué poco dura la alegría en casa del confinado!

 

Día 52 (10 de noviembre)

Estoy haciendo un diccionario con términos de la pandemia. Con esa manía tan arraigada en los políticos de no llamar a las cosas por su nombre y dar rodeos para decir algo necesito aclararme yo misma.

Mando único sanitario: yo mando, tú obedeces y no me toques las narices.

Desescalada: a salir todos de casa y vámonos que nos vamos, pero ya.

Cogobernanza en la desescalada: las medidas las tomas tú y allá te apañes con lo que pase.

Cogobernanza en la segunda ola: yo mando, pero si sale mal la culpa es tuya que me dejaste solo.

Confinamiento perimetral decretado por el gobierno central: medida ineficaz propia de dictaduras opresoras.

Confinamiento perimetral decretado por las autonomías: medida necesaria para controlar la pandemia.

Restricción de la movilidad: qúedate en casa, pero sal a consumir a los bares que la economía está chunga.

Restricción de la movilidad nocturna: lo mismo que antes pero que no sea de noche.

Situación cercana al colapso hospitalario: colapso hospitalario; los hospitales están petados.

Situación delicada en UCIs: como te dé un infarto ya puedes darte por jodido porque no hay camas en la UCI.

Curva ascendente: vamos como el culo.

Tendencia a la mejoría: estamos igual.

Curva aplanada: eso no te lo crees ni tú.

Curva descendente: eso te lo crees aún menos, pero que ni de coña, vamos.

Caca: mierda.

Alucinante: cágate lorito.

 




3 de noviembre de 2020

Diario de un RE-confinamiento Parte VI

Día 35 (24 de octubre)

Ayer vi un capítulo de Cuarto Milenio sobre abducciones extraterrestres y comprendí algunas cosas que nos están pasando en Madrid.

En el reportaje un psiquiatra analizaba la relación entre la parálisis del sueño y la abducción. Parece ser que algunas personas durante la noche quedan paralizadas porque los visitan seres alienígenas que luego se los llevan a su planeta. A veces los devuelven y entonces es cuando cuentan lo que les ha pasado, pero otras veces se quedan allí donde sea que se van y desaparecen del todo para siempre.

Ya sé lo que ha ocurrido con la oposición de Madrid al gobierno de la Ayuso: han sido abducidos. La mayoría no ha vuelto y por eso ahora ni se les ve ni se les oye; otros han regresado, pero se nota que aún no están bien del todo. Hace unos días vi a Gabilondo en la tele y lo noté adormilado y disperso, como si estuviera en la Luna, vamos. A otros miembros de la oposición los he visto limpiar las pintadas vandálicas a una estatua de Largo Caballero, a estos, que aún siguen entre nosotros, parece que les preocupa más preservar la memoria de madrileños muertos que cuidar de la salud de los que aún estamos vivos.

Voy a mirar si hay algún sistema para llamar a los alienígenas y ser abducida, a ver si así yo también puedo largarme de esta pesadilla.

No sé cómo gobernarán y harán oposición en otros planetas, pero seguro que no lo hacen peor que aquí.

 

Día 36 (25 de octubre)

Ayer, aprovechando mis últimas horas de libertad, me fui a visitar las Meninas que adornan Madrid este año ya que a partir del lunes mi barrio vuelve a estar confinado porque, según se ve, este fin de semana el virus en las zonas con alta incidencia no se puede propagar y los que vivimos en ellas podemos transitar por otros sitios.

Durante el paseo he visto las terrazas llenas de gente, y nadie llevaba la mascarilla puesta, incluso más de uno estaba fumando sin respetar la distancia de seguridad.

Pensé en preguntar a alguno de esos tipejos si eran del Puente de Vallecas, el lugar más chungo donde está el virus y donde, dicen, todo es por culpa de sus vecinos que son unos irresponsables, pero he desistido. Dados los precios de las consumiciones en esos garitos del centro, dudo mucho que entre la clientela se encuentre ningún habitante de un barrio tan humilde. Está claro que unos cardan la lana y otros se llevan la fama (y el confinamiento).

 

Día 38 (27 de octubre)

Siempre me ha gustado escuchar música, pero ahora lo hago con más frecuencia por eso de que la música amansa las fieras y y yo estoy muy, pero que muy enfurecida con lo que está pasando y necesito amansarme, pero ya. Así que estoy todo el día con los auriculares puestos.

He creado una playlist en el confinamiento, cada canción tiene su porqué. En ella hay algunas canciones que ni siquiera me gustaban antes de la pandemia, pero ahora me resultan reveladoras. Aquí pongo las canciones y los motivos por los que las he elegido.

«Resistiré» del Dúo Dinámico: elegida por empatía y porque de tanto oírla cuando estábamos todos encerrados se me ha quedado enquistada.

«Maneras de vivir» de Rosendo: esta la canto (enfadada) cuando veo algún botellón o fiesta multitudinaria.

«Ni contigo ni sin ti» (tienen mis males remedio) de Emilio José y «Échame a mí la culpa» (de lo que pase) de Albert Hamond: me vienen a la mente cuando veo los rifirrafes entre gobierno central y autonómico.

«Disculpe el señor» (pero se nos llenó de pobres el recibidor) de Serrat: cuando la presidenta le echa la culpa de la propagación del virus a la inmigración.

«La muralla» de Víctor Manuel y Ana Belén: la canto mucho desde que me encerraron selectivamente, además he adaptado la letra (algún día la publico y todo).

«Vete» (me has hecho daño, vete) de Los Amaya: la canto cuando sale la Ayuso en la tele.

«Qué alegría cuando me dijeron» de autor desconocido (algún cura, supongo): esta aún no la canto, pero la tengo en reserva para cuando llegue el día en que echen a los ineptos que nos gobiernan (no pierdo la esperanza porque soy una ilusa).

«Marieta» de Javier Krahe: esta es la que más oigo. No sé si es porque me veo como una damnificada de tanto inepto gobernando, pero me siento muy identificada con el cantautor; repito especialmente el estribillo cuando dice eso de “y yo con mi canción como un gilipollas, madre, y yo con mi canción como un gilipo o o llas”.

 

Día 40 (29 de octubre)

El gobierno central ha aconsejado un confinamiento de al menos siete días. Ayuso, muy suspicaz ella, ha preferido consultar a los técnicos y ha seguido las instrucciones que estos le han dado. Los técnicos a los que ha acudido han sido expertos en matemáticas que le han informado que 3 + 4 = 7, así que nos confina los dos puentes y deja tres días entre medias para que hagamos lo que nos dé la gana (esto es relativo porque una servidora sigue confinada en su barrio, el interés de esta señora por las libertades es sectario, a los de mi calaña no nos tiene en cuenta).

Yo también he repasado mis lecciones de álgebra y también he echado cuentas, a saber:

Obstinación becerril + Esquizofrenia paranoide = Isabel Díaz Ayuso

Isabel Díaz Ayuso + Presidencia Comunidad de Madrid = Desastre asegurado

 

Día 43 (1 de noviembre)

Nunca me ha gustado Halloween y nunca lo he celebrado. Además, los disfraces que se emplean me parecen de mal gusto. Pero este año he hecho una excepción. Teniendo en cuenta que mi zona estaba confinada por el alto riesgo de contagio he querido sacar provecho del miedo que eso genera.

Al lado de mi casa hay un cementerio y se supone que está prohibido ir si no vives en la zona confinada, pero, en un gesto de hipocresía suprema, las autoridades han emitido un decreto a la carta para permitir a gente de fuera entrar en dicha zona y acceder así al camposanto. Así que, aprovechando la coyuntura, he decidido celebrar Halloween a mi manera y, encima, el disfraz no ha sido nada complicado de confeccionar.

Ayer salí a la calle con la ropa de andar por casa y me puse un brazalete con el símbolo de peligro biológico (un triángulo amarillo con una especie de círculos superpuestos). Me acerqué al cementerio; como es uno de los más grandes de Europa tiene una extensión igual a la capital de Soria así que, a pesar de que solo se admite la mitad del aforo, allí había más gente que en Teruel. Estuve deambulando entre las tumbas y las personas que se paseaban tan tranquilas y tan impunes por el lugar; cuando estaba donde más gente había grité: «¡Vivo en esta zona! ¡La IA es muy elevada!» y acto seguido me puse a toser como una loca.

Salieron todos corriendo despavoridos. Una señora cuando pasó delante de mí me llamó bruja y no lo entendí porque yo iba vestida con un chándal.

La verdad es que fue divertidísimo. Me sentí como Astérix cuando ponía en fuga a los romanos para echarlos de su aldea.

Desde que llevo confinada es la primera vez que realmente me lo he pasado bien. Mola Halloween.

¡Feliz día de Todos los Santos! o ¡Feliz Samhain! (como diría Astérix).

 




 

Hada verde:Cursores
Hada verde:Cursores