En 1700 accede al trono de España Felipe de Borbón, duque de Anjou, cuando el último rey de la dinastía de los Austrias, Carlos II, muere sin descendencia. Esto provocó la llegada de los borbones a la monarquía española y una guerra por la sucesión, pues había otros pretendientes al trono español.
En cualquier caso la corona se la quedó el francés y reinó con el nombre de Felipe V.
La historia arranca en el año 1714, cuando se acaba de casar con su segunda esposa, Isabel de Farnesio, la Parmesana. Esta mujer será co-protagonista de la novela pues su fuerte carácter y su gran ambición jugarán un papel importante en el reinado de este monarca.
A Felipe V se le llamaba el Animoso, por sus bruscos cambios de humor, tan pronto estaba exultante de alegría como caía en la más absoluta desesperación. Y es en esta cuestión donde la autora hace especial hincapié: en la enfermedad mental del rey.
Porque Felipe V era un enfermo mental. Ahora, y a tenor de los síntomas descritos por los cronistas de la época, se cree que sufría un trastorno bipolar. No soy psiquiatra, pero yo creo que este señor tenía algo más. Los comportamientos de los que hizo gala son los de una persona completamente desquiciada, no sólo los de alguien que tiene cambios en el estado de ánimo: se creía que era una rana, recibía a los embajadores en camisón, descuidaba la higiene llevando la misma vestimenta durante semanas, se negaba a cortarse las uñas de los pies -lo que le llevó a no poder caminar-, creía que la ropa blanca irradiaba luces que le iban a matar, y decía a todo el que quisiera escucharle que él estaba muerto y que era un fantasma. Ese pobre hombre estaba como una regadera -y era un poco cochino-.
Felipe V de España |
Si hubiera sido un simple mortal, este personaje sería digno de conmiseración, pero el problema es que el destino, la mala suerte, o como se lo quiera llamar, le deparó llevar las riendas de un país y nada más y nada menos que durante más de cuatro décadas. Será que me puede mi ideología, pero me resulta inconcebible que se pueda tener -y mantener- a un orate como gobernante por el mero hecho de poseer sangre azul. En una democracia también llegan locos al poder pero como mucho se les aguanta cuatro años, hasta las siguientes elecciones (o hasta las de más adelante, eso depende del electorado).
En descargo de Felipe V hay que decir que él nunca quiso gobernar. Siempre se mostró reacio a ocupar el trono de un país que le era extraño, pero su abuelo -Luis XIV, el rey Sol- así lo dispuso y obedeció. Además, su mujer, Isabel de Farnesio, no le permitió abdicar una segunda vez -para los que anden un poco cojos en Historia de España recordaré que en 1724 abdicó en su adolescente hijo Luis, pero éste falleció ocho meses después por lo que volvió a recuperar la corona-. Además su reinado fue el más largo de la monarquía española, 46 años, y eso que no quería gobernar: ¿no quieres caldo?, pues toma tres tazas.
Para tener sus facultades mentales tan mermadas hay que reconocer que durante su reinado se pueden destacar varios logros significativos: modernizó las estructuras del Estado y fue un gran promotor de las Artes (creó la Biblioteca Nacional y la Real Academia Española de la Lengua). Parece ser que su locura no le impidió elegir bien a sus ministros -aunque tuvo un par de equivocaciones con dos de sus gobernadores que supusieron graves pérdidas en prestigio y dineros para el pueblo español-.
Palacio de La Granja de San Ildefonso, lugar de recreo de Felipe V y donde fue enterrado. |
Se podría pensar que todo esto que cuento se lee en la novela, y se pensaría bien. Pero la intención primera y única de la escritora es ahondar en el estado mental del monarca. Sí es cierto que la demencia que padeció fue destacable, pero estar hablando durante más de trescientas páginas sobre lo mal que tenía la cabeza Felipe V es demasiado.
Como reseñé más arriba, Isabel de Farnesio es protagonista junto a su esposo, y podemos asistir a la impotencia que siente ante la enfermedad de su cónyuge y cómo la obsesión de éste por dejar de gobernar puede dar al traste con los ambiciosos proyectos que tiene la italiana para sus propios hijos -para los cojos en Historia: uno de ellos llegó a ser rey, el tercero de los Carlos-.
Isabel de Farnesio, segunda esposa de Felipe V |
Además, y no sé por qué, no conseguí conectar con ningún personaje. La manera de narrar me hizo asistir 'desde lejos' al desarrollo del argumento. Me pareció un estilo plano y, en algunos momentos, aburrido. Y eso que la autora inserta a lo largo de la narración escenas de sexo más que explícitas, porque otra de las 'manías' del rey loco era la de mantener relaciones sexuales a todas horas. Parece ser que era lo único que le sacaba de su apatía -estar loco no implica necesariamente ser tonto-.
Una novela curiosa por los episodios que se relatan entre los ataques de histeria del monarca y los ataques de furia e impotencia de su mujer. Una novela que no me enganchó en ningún momento y que a punto estuvo de hacerme enloquecer a mí también, pero de aburrimiento.