Leer, el remedio del alma

Leer, el remedio del alma
Imagen creada por Ilea Serafín

4 de febrero de 2024

Vamos a dar una vuelta (Parte VI Final)

 

«Diez de mayo del año del Señor de mil quinientos y veinte y dos.

 »Cuatro meses ha que partimos de Timor y la merma de alimentos es notoria. Llevamos semanas comiendo agua y arroz, la carne se ha podrido por falta de sal. No podemos recalar en ningún puerto ni costa pues todos aquestos territorios son dominio de Portugal y una nao española sería recibida con cañonazos y requisa de todas las pertenencias, así como el apresamiento de sus hombres.

»La extraña enfermedad[1] que hace perder los dientes vuelve a aparecer.

»Para mayor desgracia, el barco se ha quedado sin palo mayor. La tormenta que nos zarandeó al doblar el Cabo de Buena Esperanza nos deja sin poder gobernar bien la nao. La habilidad para navegar del señor Elcano ha evitado que la nave naufrague y que nuestros huesos acaben en el fondo del mar, mas nuestra situación es precaria y peligrosa.

»Que Dios se apiade de nosotros y nos procure un final rápido y misericordioso.»

 

«Nueve de julio del año del Señor de mil quinientos y veinte y dos.

 »No podemos más. El hambre y el desastroso estado de la Victoria nos impiden seguir. Elcano decide atracar en la isla de San Jacabo[2] sabiendo que nos exponemos a la ira portuguesa, pero nuestro capitán, además de saber navegar, es ducho en engañar pues engaño ha sido el hacer creer a los escribanos del puerto que venimos del Nuevo Mundo y no de oriente, siendo una tormenta la responsable de nuestra deriva errada hasta esas costas en lugar de ir a las nuestras. El estado en el que nos encontramos es tan lamentable que ayuda a creer la añagaza pues los destrozos de la Victoria dan muestras de un viaje más que accidentado. En lo de la tormenta no hubo artificio, mas la ubicación de esta diciendo que fue en medio del Atlántico sí fue falacia, porque el barco fue desgarrado en aguas portuguesas cuando bordeábamos la parte sur de África.

»De todas maneras, me da por pensar que de haber contado lo que realmente hemos vivido no habrían dado crédito pues increíble parece que aún estemos vivos después de tantos quebrantos.

»Un suceso ha venido a llenar de angustia nuestro ya angustiado discurrir. Nada más desembarcar nos informan de que hoy es jueves cuando, según nuestros registros de a bordo, escrupulosos y detallados, hoy es miércoles. Este viaje infernal que realizamos nos ha robado la salud y ahora también nos ha robado un día[3]

 

«Once de julio del año del Señor de mil quinientos y veinte y dos.

 »La pericia del señor Elcano al camuflar lo que no es y hacer creer que venimos de poniente cuando venimos de oriente, ha sido desbaratada con una acción burda e ingenua. Al ir a pagar los avituallamientos que tanta falta nos hacen para poder regresar a España, uno de los oficiales lo ha hecho con unos sacos de clavo[4], en esto se han dado cuenta los portugueses que era falsedad que veníamos del Nuevo Mundo pues allí el clavo oloroso no crece. Esa moneda de cambio solo puede proceder de las islas que Portugal posee en las Indias orientales.

»Sin dar tiempo a reaccionar a la guardia de la isla zarpamos raudos y ansiosos por alejarnos antes de que nos hagan presos y acabar con nuestros huesos en una lóbrega prisión.

»Tanta era la premura por marchar que trece marineros, que estaban en tierra desahogando sus penas en tabernas y lupanares, no han podido embarcar. Tememos que los hayan hecho presos.

»Ponemos rumbo a España rogando a la Virgen que dé soporte a la Victoria para recorrer el resto del camino que, sin ser baladí, corto nos parece después de tanto navegar y deambular por este mundo creado por Dios.»

 

«Siete de septiembre del año del Señor de mil quinientos y veinte y dos.

 »Hace cuatro días divisamos el Cabo de San Vicente. Estamos en dominios de España. ¡Alabado sea Cristo y su Santa Madre!

»Ayer zarpamos de Sanlúcar para remontar el Guadalquivir y llegar a Sevilla donde nuestra primera acción será ir a la iglesia de Nuestra Señora de la Victoria a dar gracias y cumplir la promesa que hiciéramos en las muchas horas de angustia.

»¡Dios te Salve Reina y Madre! Consuelo de los afligidos y refugio de los penados. Gracias, Madre misericordiosa, por permitirnos el retorno y dar fin a este viaje.»

 

Pigafetta cierra el último legajo de papeles donde ha ido relatando la travesía iniciada tres años atrás. Con nostalgia mira por la borda. Al día siguiente, 8 de septiembre de 1522, desembarcarán en Sevilla.

El viaje ha llegado a su fin.

Repasa mentalmente el balance: partieron 265 hombres con cinco naves, ahora llegan 18 hombres en un solo barco. En las bodegas se halla más de medio millar de quintales[5] de clavo que suponen casi nueve millones de maravedíes. Vuelven ricos, aunque quienes se van a enriquecer serán los que sufragaron la expedición. A pesar de los barcos perdidos, el rédito es más que positivo para los inversores. Más difícil es contabilizar el sufrimiento padecido y el coste de tantos muertos, por no hablar de los presos que quedan en las cárceles portuguesas y que habrá que rescatar.

El veneciano se dispone a dormir, mañana bajará de la Victoria para dar por cerrado el círculo, el que los ha llevado a dar la vuelta al mundo. Sus últimos pensamientos, antes de dormirse, son para los que se quedaron por el camino, víctimas de la enfermedad, del hambre, del frío, de las luchas intestinas y de la ira de los indios.

Reconoce que es afortunado. Ha sufrido, pero puede contarlo. Y vive Dios que lo contará. Los legajos que ahora guarda en un talego darán testimonio de lo que un grupo de valientes tuvieron que afrontar en una travesía incierta que la Historia reconocerá como la mayor gesta de la navegación de todos los tiempos.




[1] Escorbuto.

[2] Islas de Cabo Verde.

[3] La expedición, al viajar siguiendo la trayectoria del sol, tenía días más largos. Ese descuadre es el resultado del desfase horario al cambiar de meridianos.

[4] Las especias, entre las que se encuentra el clavo, por su elevado valor podían utilizarse como medio de pago para transacciones comerciales.

[5] Aproximadamente 50 toneladas.

NOTA DE LA AUTORA:

Pigafetta fue un cronista y explorador veneciano que se embarcó con Magallanes deseando encontrar aventura y vivencias dignas de escribirse. A la vista está que ese deseo le fue concedido sobradamente. Durante el viaje de circunnavegación escribió un diario.

Esta ha sido una versión libre de la crónica de Pigafetta.

En el escrito original, el que escribió el italiano de verdad, no cita a muchos de los personajes que aquí aparecen, de hecho, no nombra a Elcano ni una sola vez. Tan solo se refiere a los que murieron por una cuestión u otra a lo largo del viaje, lo que supone una lista muy extensa conociendo las penalidades que sufrieron. Este es el motivo por el que los entendidos cuestionan dicho diario. Es más, los historiadores dudan de que los escritos que nos han llegado sean el verdadero diario que escribió a bordo, y se inclinan por la teoría de que se trata de una versión corregida por Pigafetta años después del viaje.

Con estas premisas me he sentido más libre para escribir una nueva adaptación, aunque pidiendo disculpas al espíritu del autor original por poner en su pluma palabras que salen de la mía.

Algunas fechas he tenido que inventarlas porque, y por poner un ejemplo, cuando pasan el invierno austral en la Patagonia, no se especifica en qué días suceden algunos acontecimientos, tan solo que transcurrieron entre marzo y agosto de 1520. Igual ocurre cuando vagan por el Pacífico y el Índico.

Reconozco que esta aventura me ha salido muy extensa, pero contar la mayor proeza de la navegación de la Historia requiere espacio. Aun así, he omitido muchos sucesos y he dejado sin resolver algunas cuestiones como dónde fue a parar el barco San Antonio (la nave que desertó cuando cruzaba el estrecho de Magallanes) o cuál fue el destino final de la nao Trinidad (la que decidió retornar desde las Molucas a posesiones españolas tomando el camino de oriente rumbo a Panamá). Las historias de estos dos barcos también merecen contarse, pero eso será en otra ocasión.

He intentado ser lo más rigurosa posible dentro de mis limitaciones y de la poca y/o contradictoria información que he conseguido sobre algunos hechos.

Espero que os haya sido grata la lectura y que Pigafetta, donde quiera que esté y si le ha dado por leer esto, no se haya cabreado conmigo.



GLOSARIO



11 comentarios:

  1. Con las licencias literarias que apuntas y reconoces, ha sido una aventura épica, realmente una Odisea. Eran hombres resistentes al máximo, tal vez por su avaricia en buscar gloria o riqueza, pero no se les puede negar el valor, a veces temeridad de sus hazanas.

    Muchas gracias por esta versión, Un fuerte abrazo.

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    1. Hola, Albada.
      Creo que lo comento con bastante frecuencia: estos aventureros eran valientes y unos insensatos. Hay que estar muy necesitado para afrontar tanta penalidad, o ser muy loco.
      Un beso.

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  2. Pues ha sido un derroche de imaginación llenar esos huecos históricos de los que no quedaron constancia. Ha sido esta una labor encomiable que alabo. Seguro que el espíritu de Pigafetta no tendrá en cuenta tu intromisión. Si dices que algunos historiadores ponen en duda la veracidad de lo que ha llegado a sus manos, qué importa que hayas introducido tu propia aportación.
    Fue realmente una aventura, no solo arriesgada, sino dramática. Que solo volvieran sanos y salvos 18 hombres de un total de 265 ya lo demuestra. Y finalmente, quienes se llenaros los bolsillos no fueron ellos, aunque quiero creer que alguna recompensa recibió la tripulación superviviente, bien en dinero o en especias.
    Es curioso que el escribano no mencionara en sus legajos a Elcano, siendo este un explorador y navegante tan famoso y que ha pasado a la historia por sus expediciones alrededor del mundo.
    Aunque esta narración te haya parecido larga, a mí se me ha hecho corta y no me habría importado que hubiera tenido más capítulos.
    Un beso.

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    1. Hola Josep, eso que preguntas acerca de Elcano, lo acabo de mencionar en mi comentario, más abajo. Por favor échale un vistazo

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    2. Hola, Josep Mª. Como bien comenta Alí, según algunos estudiosos del tema, Pigafetta era un firme defensor de Magallanes (aludo a ello en las primeras entregas) y Elcano se sublevó dos veces, una fue perdonado y la otra no hubo nada que perdonar porque los amotinados se hicieron con el gobierno de las naves y la cosa acabó relativamente bien. Ya sabes, la historia la escriben los vencedores.
      Esa omisión de Elcano por parte de Pigafetta es muy respetable pero creo que debería darle el mérito al marino vasco de que les llevó hasta casa, algo que parecía imposible.
      Los que acabaron la vuelta recibieron dinero y, sobre todo, honores más un predicamento de buenos exploradores (no sé si buenos, pero resistentes sí que dieron muestras de ser), eso les llevó a algunos a vivir "de las rentas". Los que se hicieron de oro fueron los que sufragaron la expedición.
      Continuaré con mis crónicas del descubrimiento, pero creo que la próxima será algo más corta. Me vuelvo a Filipinas (ahora que ya están descubiertas por Magallanes) a contar cositas de Legazpi y, sobre todo, de Urdaneta que es el que más mola.
      Besos.

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  3. Ha sido magnífico, Paloma. Has inventado, pero todo el mundo lo hace cuando escribe ficción histórica. Otra cosa es el ensayo, pero en la ficción todo está permitido. Bueno, excepto adjudicar delitos y tropelías de alguien real como he visto en alguna novela. Te animo a que nos cuentes las aventuras de esas dos naos que mencionas. Estoy deseando disfrutarlas como ya he disfrutado con esta Vuelta al mundo. Puede que en lo accesorio no se parezca mucho a la real, entre lo que parece ser que inventó Pigafetta y lo que has inventado tú, pero seguro que en lo fundamental se acerca mucho a la verdad. Felicidades por la nouvelle histórica en forma de diario.
    Un beso.

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    1. Como le comento a Josep Mª, ahora me voy a poner con las Islas Filipinas y el "tornaviaje" que también es muy interesante. Lo de los dos barcos puede que lo cuente como una entrada supletoria, anexa o no tengo muy claro cómo abordar.
      En la documentación de estas crónicas me estoy encontrando con personajes "polémicos", situaciones (barcos) que no son descubrimientos en sí mismos pero que me atraen mucho y aún no sé cómo plasmar y si tienen cabida en las crónicas. Aunque, teniendo en cuenta, que yo soy la autora... haré lo que me dé la gana, ja, ja, ja.
      Gracias por tu seguimiento siempre fiel, guapa.
      Un besote grande.

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  4. Tu relato es más breve y flexible que el del Pigafetta, pero también más accesible al público y eso es lo que hubiese querido el Veneziano. Digamos que has escrito a cuatro manos con Pigafetta.
    Ahora bien, respondiendo a Josep M Panadés, en realidad Pigafetta nunca llegó a reconocer a Elcano como su comandante, digamos que "lo masticaba, pero no lo tragaba" la razón, o razones, no las sabemos y, Pigafetta, como buen respetuoso de la ética, no nos las dice. Lo que sí es cierto es que Elcano estuvo envuelto en el motín contra el Almirante, al que Pigafetta admiraba como a un padre, puede que esta sea una de las razones.
    La historia de este viaje, al que todavía no ha superado nisiquiera el Apolo 11, la leí dentro de la biografía que Stefan Zweig hiciera de Magallanes. Y a propósito de Zweig, hice un cuento basado en su novelística y que me gustaría que leyeran. Les dejo acá el enlace
    https://tigrero-literario.blogspot.com/2024/01/la-propiedad-cuento.html

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    1. Hola, Alí.
      Yo también leí "Magallanes, el hombre y su gesta" y me pareció fascinante (Zweig siempre lo es). De hecho, he tomado muchos datos de ese libro, creo que hace una semblanza de Magallanes estupenda.
      Gracias por considerar mi diario más asequible que el de PIgafetta, aunque creo que siendo él un testigo directo tiene más credibilidad el suyo, ja, ja, ja. También te digo, y según los fragmentos que yo he leído de este italiano, no poner fechas concretas en un diario le resta valor; al menos yo las he puesto, aunque la mayoría (salvo los hechos reseñables) me las he inventado.
      Que Pigafetta no tragaba a Elcano se puede inferir en que no lo nombra, pero también se podía haber ido en el barco Trinidad (era lo esperable pues era nao capitana), el que comandaba Espinosa siempre fiel también a Magallanes, pero entonces hubiera acabado preso de los portugueses (ese barco no llegó a Panamá, tuvo que volver y les pillaron). Creo que, al menos, podría reconocerle el mérito de llegar a España porque no lo tenía fácil.
      Estoy contigo, a este viaje no hay nada que lo supere, ni siquiera los viajes espaciales. Dicen que el primer viaje de Colón fue una proeza, pero este le supera porque, aparte de durar mucho más, tuvieron que arrostrar mucho más peligros. Más adelante escribiré sobre Álvaro de Mendaña y los dos viajes ‘perdido’ por el Pacífico que también tuvo lo suyo.
      Voy a leerte lo de Zweig.
      Gracias por la visita.
      Un abrazo

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  5. ¡Hola, Paloma! Lo que nunca cambia es que pase lo que pase, al final, quien gana siempre es la banca. Pero nadie se acuerda de quienes se hicieron de oro, por el contrario, los dieciocho hombres que regresaron y los cientos que no lo hicieron pasaron a la Historia. Estupenda serie que nos ha acercado de manera muy entretenida a esta hazaña histórica. Entretener y divulgar, tan simple, tan complejo. Un abrazo!

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    1. Hola, David.
      Muchas gracias por tus palabras acerca de esta serie para contar la primera circunnavegación del planeta.
      Creo que la historia es entretenida en general, incluso los episodios más densos, pero parece que si se hace de manera amena la cosa pierde seriedad y por eso algunos autores se ponen algo pelmas con algunos casos, ja, ja, ja.
      Me alegra saber que te entretuvo esto.
      Un abrazo fuerte.

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