DÍA 96 (16 de junio)
Noventa y cinco días, cinco horas y treinta y dos minutos llevo confinada. La puñetera normalidad no llega a mi ciudad ni a tiros; es lo que tiene vivir tantas personas juntas, que viene un virus y la lía parda y no como en las aldeas perdidas donde la gente aprovecha que va a comprar el pan para socializar.
Aunque en las dos últimas semanas algo ha cambiado: ya me tomo alguna que otra caña en una terraza, he visto a algunos familiares, me he reunido con amigos a los que solo veía por skype desde marzo y hasta he ido a comprar ropa.
Pero esta vuelta a la vida no está saliendo como yo pensaba. Porque lo de tomar algo en un bar, o ir a una tienda a comprar algo que no sea comida me genera mucha ansiedad; nada más salir a la calle ya estoy pensando en volver a mi casa. No me reconozco.
Supongo que esto es un aviso de lo que será la nueva normalidad, y no me gusta. Añoro la vieja normalidad y la vida que yo tenía antes de este virus del demonio.
Los meses de confinamiento me están pasando factura y constatar que ya nada será igual me ha deprimido mucho. He pasado dos días sin ganas de nada, he apuntado el número de la consulta de un psicólogo para pedir cita, no me encuentro bien.
Antes de llamar al médico he visto en internet un artículo de la revista científica Nature y he leído que el confinamiento ha salvado medio millón de vidas en España y que seguir las nuevas normas de convivencia puede salvar muchas más. He roto el papel donde tenía apuntado el número del psicólogo porque se me ha pasado la tristeza. El confinamiento y la nueva normalidad siguen sin gustarme, pero valen la pena.
Intentaré ajustarme a la nueva situación, es la única manera de salir de esta. Ya lo dijo Darwin: «No sobrevive el más fuerte, sino el que mejor se adapta al cambio». No seré yo quien dude de alguien como ese señor, así que a cambiar y a adaptarse, porque de lo que se trata es de sobrevivir y poder contarlo.
FIN
Con esta entrada termino mi particular diario de un
confinamiento.
Escribir este diario se ha convertido para mí en una
válvula de escape en momentos en los que me sentía desbordada por la situación
de alerta sanitaria. Las noticias que nos llegaban en lo más crudo de la
pandemia eran desoladoras, y ridiculizar el día a día que yo estaba viviendo
era la única manera de defenderme de tanta desgracia, de tanto dolor. Nunca he mencionado
a las víctimas de la enfermedad porque no me pareció adecuado dado el tono de
humor de estos escritos, pero en todo momento las he tenido muy presentes.
Quiero agradeceros a todos los fieles que habéis seguido
esta serie de publicaciones, tanto por Facebook como por el blog «Leer, el
remedio del alma». Muchos me habéis dado las gracias por haceros reír, pero soy
yo quien está agradecida por haber compartido con vosotros estas experiencias
que eran más o menos comunes a todos. Fue una manera muy bonita de no sentirme
tan confinada.
También me gustaría dar las gracias a todos los
sanitarios y a los que, de una manera u otra y dentro del caos que supuso una
situación que nos desbordó a todos, consiguieron contener el desbarajuste y
ayudaron a superarlo. Quiero dar las gracias a todos los que antepusieron el
bien de los demás a su propia seguridad. Me consta que me han estado leyendo
enfermeras, farmacéuticos, e incluso algún médico; también sé que, en momentos
muy duros, mis letras les divirtieron, me siento honrada y orgullosa de ese
pequeño granito de arena con el que he podido contribuir sobre todo porque,
además de confinada, me sentí impotente de no poder hacer nada más; saber que,
en un hospital, en una farmacia, alguien había sonreído leyéndome, alivió mi
propia pena.
Por lo demás, ya poco puedo añadir. Solo desearos que os
podáis adaptar a la nueva normalidad y así podáis sobrevivir; recordad a Darwin.
Que el cambio os sea leve.
En ello estamos, Kirke, intentando adaptarnos a la nueva normalidad, aunque hay gente por ahí que sigue siendo muy irresponsable y no guarda las medidas de seguridad que nos han dicho, por eso yo voy a todas partes con mucha cautela. Ver aglomeraciones de gente por la calle, las terrazas llenas, gente sin mascarilla, otras que no guardan las distancias de seguridad...¡Miedo me da que tengamos que retroceder!Pero tampoco podemos quedarnos en casa permanentemente, alguna vez tenemos que salir.
ResponderEliminarMe da pena que se acabe este diario porque ha estado muy entretenido, y nos ha distraído estos días de encierro, y ha sentado muy bien esa chispa de humor en medio de esos días de tensión y miedo que hemos pasado. Ahora ya podemos empezar a ver la luz.
Solo decir que esto no se acaba aquí y que aunque el diario se termine, este blog y el otro que tienes continuarán , me imagino, y habrá otras ocasiones para poder leernos.
¡Hasta la próxima, amiga!
Un abrazo y a cuidarse
Tú lo has dicho, Rita, algún día tendremos que salir porque la seguridad de no contagiarnos va a tardar mucho en llegar (si es que llega). Creo que con cautela, a pesar de tanto irresponsable, podemos tener la cosa más o menos controlada. Mi confianza se basa en que el sistema sanitario está algo más preparado ahora que antes, y el futuro brote podrá ser contenido con más medios, espero no equivocarme.
EliminarMe alegra saber que te divertiste con este diario que podría haber sido escrito por cualquier confinado porque son cosas que, más o menos, nos han pasado a todos.
Los dos blogs seguirán funcionando, en este ya tengo varias cosas medio preparadas sobre un viaje que hice en diciembre y del que salieron unas historias... digamos que peculiares, ya lo verás, ya. En el otro blog, pues seguiré contando cosas del coronavirus y de otros temas de ciencia, que no todo es la Covid-19.
Gracias por tu compañía en este diario, cuento contigo para lo próximo que publique ;)
Un besote y cuídate también mucho.
Precioso final y muy positivo. El dato de Nature me parece muy elocuente. Deberían leerlo esos incendiarios del PP y de VOX que hablan como si lo supieran todo y que acusan al gobierno de haber hecho la peor gestión posible de la pandemia. Tuvimos 950 fallecidos en un día y hemos llegado a no tener ningun o alguno aislado. Si eso no es un éxito (triste, pero éxito) ya me dirán ellos qué lo es.
ResponderEliminarTan solo Galicia, creo recordar, ha alcanzado la nueva normalidad. Ahora que la gestión depende de las comunidades, vuestra presidenta se tienta los machos y se vuelve prudente. Recuerdo cómo pusieron al gobierno cuando no os dejó entrar en fase 1 creo que fue. para echar la culpa cacarean mucho, cuando la responsabilidad puede ser suya, se cagan de miedo. Mira, no puedo con ellos.
Y ya dejo el rollo. Nada de depresiones, hay que seguir adelante.
Un beso.
Si a mí el confinamiento me ha afectado, a los políticos no te digo ya. La cantidad de incoherencias que han dicho y hecho solo se puede explicar porque tienen dañado el cerebro (si es por el virus o porque venían así de nacimiento, eso ya no lo sé decir).
EliminarEl confinamiento, digan lo que digan, ha servido, mal que les pese a algunos; y menos mal, porque si tanto sacrificio era por nada... apaga y vámonos.
Eso de que Galicia ya está en la nueva normalidad a mí no me convence, porque los madrileños no podemos ir ahí y ya te digo yo que algunas zonas de Galicia sin madrileños, normales no son, mal que le pese a Feijoo y se ponga como se ponga.
Lo de nuestra presidenta creo que es un claro ejemplo de que el coronavirus puede afectar a sistema nervioso. Tanta prisa por cambiar de fase al principio y ahora vamos más lentos que un caracol. Yo también creo que es cuestiones de responsabilidad, cuando la culpa se la puede llevar otro, pues hala, a hacer barbaridades, pero cuando es uno el que tiene que rendir cuentas, entonces ya vamos con cuidado. Esto es un claro ejemplo de que la seguridad de sus gobernados les importa un pimiento.
Además de las medidas de seguridad para evitar el contagio, intentaremos aguantar a estos ineptos que nos han tocado como gobernantes.
Un besote.
¡Hola, Paloma! La verdad es que yo me niego a usar eso de la "Nueva Normalidad". En su momento pensé que fue una ocurrencia de nuestro gobierno, pero al ver que lo utilizan otros gobiernos extranjeros parece como si formara parte un argot que alguien muy creativo ideo para "normalizar" discursos. Yo prefiero llamar a esta etapa como "anormalidad transitoria". Digo transitoria porque me niego a pensar en algo permanente de cara al futuro. Eso sería creer que no llegarán tratamientos efectivos, ni vacunas, ni inmunidad de grupo o que a partir de ahora tendremos una pandemia cada año. Es algo excepcional, y lo excepcional se irá como vino.
ResponderEliminarAunque el tiempo nos irá revelando qué paso en los meses previos, todavía no me explico como ningún gobierno tomó ninguna medida parcial hasta tomar la total. En España, por ejemplo, pasamos de nada al estado de alarma. ¿Por qué no, por ejemplo, en el mes previo no se tomaron medidas de protección a aquellos colectivos especialmente vulnerables? Por ejemplo, los geriátricos, o se controlaron las fronteras, o se restringieron los espectáculos... Pasamos de no no hacer absolutamente nada, o como dijo Simón que mi hija haga lo que quiera a decretar un estado de alarma en menos de tres días. Es como si los distintos gobiernos o no se enteraran, lo que sin duda deberá ser investigado, o no quisieran, lo que sería sin duda peor.
Creo que es el momento de depurar responsabilidades y, también, de intentar que esta crisis sanitaria no de carta blanca para recortar libertades individuales. Como comentaba de inicio, podemos asumir esta anormalidad transitoria, pero no un estado permanente de nueva normalidad.
Tampoco podemos vivir con miedo, ni pensar que el virus está a la vuelta de cada esquina. Eso no es prevención, es obsesión. Sentido común. Un abrazo!!
Yo llevo diciendo desde hace semanas que la palabra 'nueva' no puede ir junto a la palabra 'normalidad'. Si es nueva, la normalidad no es normal. Esto parece un trabalenguas y las patadas que se han dado al diccionario a cuenta del coronavirus son tremendas: desescalada asimétrica es uno de los muchos ejemplos.
EliminarNo sé hasta qué punto esta normalidad que llega va a ser transitoria, de verdad te lo digo, David. Aunque no creo que se quede para siempre, debemos prepararnos para una buena temporada. A pesar de lo que se dice por ahí, yo no creo que tengamos una vacuna (segura y medianamente eficaz) antes de un año o año y medio, y que esa vacuna esté disponible para la mayoría de la población, antes de dos o tres años, nada de nada. Lo de la inmunidad colectiva sería para mucho después, pero mucho, mucho. Así que esto va para largo. Lo mismo, cuando podamos volver a la antigua normalidad ya estamos acostumbrados a otra y la antigua se convierte en la nueva. Cosas veredes...
Yo no sé qué pasó en los meses previos, pero creo que todo se podría basar en un único punto: falta de información (por dejadez o ineptitud, eso no sabría decirlo). Para empezar, desde China nos contaron de la misa, la mitad (por ignorancia o por malicia, eso tampoco sabría decirlo). Hubo mucho desconcierto, y sobre todo, falta de base en cuanto a material de prevención. Las mascarillas eran en el mes de enero una cosa que se asociaba con los cirujanos y poco más.
Tres semanas antes del estado de alarma, se suspendió un congreso en Barcelona donde acudiría mucha gente y casi todos pusieron el grito en el cielo porque era una exageración, y ya ves tú lo que estaba por venir. Si se cierran las fronteras dos semanas antes del estado de alarma (que es cuando, a mi juicio, deberían haberse tomado las medidas), aquí hay un levantamiento popular (encabezado por más de un político) que ríete tú de la revolución francesa. Nadie podía imaginar lo que se nos venía encima, y con eso no digo que no haya que depurar responsabilidades porque está claro que algo no se hizo bien.
No sé hasta qué punto estas medidas de prevención cortan nuestras libertades individuales. Supongo que sería más "moderno" dejarlas en recomendaciones, pero en Suecia, un país que siempre se nos ponía de ejemplo de civismo, el quedarse en casa se pidió como una recomendación y los suecos se han pasado la recomendación por el arco de triunfo (y así están de contagiados). Está claro, que o nos obligan o algunas cosas no funcionan.
Yo tampoco creo que haya que tener miedo, ni mucho menos, tan solo precaución y mucha responsabilidad.
Un abrazo.
Gracias a ti, Paloma, por ayudarnos a aliviar esta tensión con tu humor. Ahora quedan unos meses cruciales y veremos si hemos aprendido y en caso de que el virus vuelva a la carga podamos estar más y mejor preparados. La nueva normalidad la vivo con aprensión, sobre todo pensando en el curso que empieza en septiembre. Los que mandan no lo tienen nada claro, hay un gran conflicto de intereses entre lo que se debe hacer y lo que se puede hacer.
ResponderEliminarUn abrazo.
Creo que en esto, como en muchas otras cosas, la experiencia del día a día nos irá mejorando la actitud. Ahora hay todavía desconcierto, la inseguridad propia de lo desconocido y de hacer cosas que no se habían hecho nunca antes. No solo el coronavirus es nuevo, lo que debemos hacer para convivir con él también, y está en constante revisión.
EliminarYo confío en que todos sabremos adaptarnos y saldremos adelante. Desde luego, los dirigentes políticos no nos transmiten ninguna seguridad porque ya no nos fiamos de lo que dicen, seguramente porque casi todo lo que dicen busca su beneficio electoral y nada más.
También confío en que la dotación a los hospitales y a todos los demás centros sanitarios es ahora mejor y que la prevención, o la detección temprana de focos haga más efectivo el control. Ya veremos, como te digo, hay cosas que se irán mejorando con la experiencia y con el paso de los días. Poco a poco, debemos tomar confianza y aprender a convivir con el virus, sin bajar la guardia pero sin obsesionarse.
Un abrazo, Gerardo, y ánimo con ese próximo curso. Yo todavía no sé cómo voy a dar las clases, ni siquiera si voy a seguir dándolas, no te digo más.
Me he sentido acompañada a la vez que reflejada en mucha de las anecdotas que contabas, como tu dices hay que adaptarse lo mejor posible, pero sin perder ese punto "critico" y a la vez solidario que puede hacer que las cosas mejoren para todos. Un abrazo y gracias.
ResponderEliminarCreo que la solidaridad no está reñida con la crítica. Se puede arrimar el hombro y ayudar en lo que se pueda, pero eso no quiere decir que haya cosas que no se están haciendo bien y hay que denunciarlo, aunque sea con ironía o humor.
EliminarGracias a ti, Pura, por tu fidelidad con este diario, me alegra que hayas disfrutado con él.
Un beso.
Muy buen cierre a tu Diario que seguido con mucho gusto y que me ha hecho sonreir no pocas veces. Además de bien escrito me ha parecido equilibrado en los juicios y no sesgadamente inclinado hacia un lado u otro de los eternos dos con que parece los españoles nos deleitamos machacándonos. No voy a entrar ahora en disquisiciones sobre si está bien, estuvo bien, se hizo en el momento oportuno o se confinó demasiado tarde y demasiado tiempo, no..., no me apetece hacerlo, sería entrar en el juego político que pasa de fallecimientos y sólo quiere meterse mutuamente un dedo en el ojo ajeno. Sólo diré que quería salir ya y por fin, parece, que la próxima semana podré abandonar el encierro madrileño. Sólo deseo que no me encuentre al llegar a la zona de España donde vaya un cartelito que rece: "¡Madrileños, no. Gracias!". Parece que el mensaje político anti Madrid ha calado y la gente piensa que hemos sido nosotros los inventores del bicho. Como manipulación y fake no está mal, pero...
ResponderEliminarY veo, Paloma, que como yo das carpetazo al Confinamiento. Yo en mi blog "Reflexiones" también el domingo pasado publiqué la última entrada de mi serie "Confinamiento".
Un beso
Me alegra, Juan Carlos, que digas que te este diario ha sido equilibrado en los juicios, porque mi intención era repartir estopa a diestro y siniestro.
EliminarYo también creo que echar culpas y responsabilidades no es este el lugar más indicado, aunque ganas dan de desatar la lengua viendo cómo los políticos han ido a lo suyo y la seguridad de los ciudadanos les ha traído al fresco.
Lo de la "madrileñofobia" tiene miga y a mí muy cabreada. Cuando en Wuhan abrieron las fronteras con las provincias vecinas, los de esas provincias recibieron a pedradas un autobús que llegaba del epicentro de la pandemia, aquí se les tachó de animales, xenófobos y no sé cuántas cosas más. Pero mira tú por dónde, un presidente de una comunidad autónoma ha pedido que se evite la movilidad de los que vivimos en el (supuesto) epicentro de la epidemia en España. Espero que ese mismo presidente pida que a los madrileños que tienen casas en esa comunidad autónoma, se les exima de pagar los impuestos correspondientes ya que no pueden hacer uso de su propiedad. Si no nos quieren, que tampoco quieran nuestro dinero.
A este respecto yo le daría la vuelta a la tortilla. De todo el país, en Madrid hay mayor inmunidad grupal (junto a Soria y Segovia, creo), así que somos nosotros los que deberíamos evitar el contacto con otros de fuera que tienen más posibilidades de transmitir la enfermedad. Absurdo ¿verdad? Pues lo mismo en el sentido contrario. Sin que sirva de precedente, hago mías las palabras de un dirigente de Ciudadanos respecto a la madrileñofobia: Es de lo más cateto que se puede decir.
No me he enterado de tu última publicación, y eso que tengo activado el aviso por mail, aunque a veces me lo manda a spam (no sé por qué). Voy a leerte ahora mismo.
Un besote y ánimo, dentro de poco ya podrás ir a tu otro domicilio ;)
Quizá estás experimentando las secuelas de un trauma, lo mismo que sucede cuando, tras haber superado una enfermedad, uno sigue sintiéndose extraño y débil durante un tiempo. Al igual que llegamos a "normalizar" el modo de vida y de convivencia durante el confinamiento, aunque no nos sintiéramos a gusto, acabaremos por acostumbrarnos a esta "nueva normalidad" que espero sea transitoria y que dé paso (aunque sé que tardará) a la "verdadera normalidad". Algún día no muy lejano lo recordaremos y lo contaremos a nuestros nietos y les diremos "yo estuve allí", je,je.
ResponderEliminarCon tus entradas sobre el confinamiento has demostrado que hasta de lo más negativo se puede sacar una parte humorística e irónica que nos ayuda a relativizarlo. Y como buena boticaria que eres, nos has aliviado los síntomas de nuestras propias angustias.
Un beso.
A ti se te nota también que eres boticario porque has sabido ver muy bien el porqué de mi malestar. En situaciones de estrés, en lo más álgido de un problema, algunas personas (entre las que, por suerte o por desgracia, me encuentro) se centran en solucionarlo, en actuar y salir del embrollo sin pararse a evaluar los daños que uno mismo está sufriendo, solo importa arreglar aquello y evitar más desastres. Cuando del problema desaparece o se atenúa, entonces viene la constatación de lo pasado, de lo que se ha sufrido y el bajón correspondiente. Lo tomaré como una fase más de mi propia recuperación.
EliminarMe alegra saber que este ha sido un remedio para aliviar la angustia que todos, de una manera u otra, hemos sentido. No todos los remedios están en la química de un fármaco. Una cosa que nos enseñan en la facultad, y que desde fuera no se entiende muy bien, es que para sanar cualquier dolencia, recurrir al medicamento no debe ser lo prioritario.
Gracias por tu fidelidad, Josep Mª, y a seguir cuidándose hasta que recuperemos la normalidad normal, la de antes.
Un besote.
Ojalá llegue pronto el día en que esto sea una "batallita" que contar a quienes tuvieron la suerte de no vivirla.
Tengo un artículo sobre el síndrome de la cabaña qu te vendría bien. No te fìes de las cifras. Un beso
ResponderEliminarHola, Susana.
EliminarYo no creo que tenga el síndrome de la cabaña porque a mí no me da miedo salir de casa, lo que me da es pereza por el agobio de estar cumpliendo tantas normas y pensar que si hago algo mal puede tener consecuencias peligrosas. Supongo que acabaré interiorizando esas normas y las seguiré automáticamente, pero me va a costar. De momento ya he salido más de una vez de casa sin la mascarilla puesta porque no me acordaba y cuando he llegado a la calle y he visto a los demás he tenido que regresar a por ella.
Un beso.
¡En fin! Nuestra manera de entender el mundo y la manera de interactuar con el prójimo está cambiando por desgracia o suerte o ambas cosas a la vez según para qué. Tristemente han quedado muchas personas atrás, los que no han podido superar la enfermedad. Detrás de tu humor que tanto nos ha aliviado, queda también un pequeño homenaje a tantos que trabajaron y lo dieron todo por la causa.
ResponderEliminarUn beso Paloma.
Gracias, Javier, por apuntarte como lector a este diario. Cada uno combate sus propios fantasmas como buenamente puede, en mi caso riéndome de las situaciones que me ha tocado vivir en este confinamiento.
EliminarEn la otra cara de la moneda están las víctimas y sus familias que han pasado por una experiencia terrible.
Un besote y a aguantar la nueva normalidad.