Leer, el remedio del alma

Leer, el remedio del alma
Imagen creada por Ilea Serafín

10 de junio de 2019

El coste de la ignorancia


Dicen que las buenas historias bien contadas remueven la conciencia. Es verdad. Yo lo he comprobado hace unos días cuando me contaron una historia que ya conocía de antemano pero que no me la habían contado bien hasta ese momento. La historia en cuestión es el desastre de Chernóbil, y quien me la contó (bien) es la serie de televisión Chernobyl.
Muchos jóvenes parece ser que se han enterado de aquel “accidente” por esta serie televisiva que es trending topic en redes sociales. Mi hija, por ejemplo, se animó a verla por esa difusión social (y porque tanto su padre como yo se la recomendamos) aunque ella ya sabía más o menos lo que había pasado en aquel lugar (más menos que más).
Yo también creía que sabía más o menos lo que había pasado y eso que lo viví pero viendo lo que se cuenta en la serie, resulta que no me había enterado de casi nada. Si no me enteré fue porque hubo cierto oscurantismo (por no decir encubrimiento) a la hora de dar la información, y también porque no quería saber, porque preferí esconder la cabeza como los avestruces cuando se acerca el peligro, porque preferí cerrar los ojos como hacen los niños cuando ven algo que les da miedo en la (absurda) creencia de que aquello que no se ve, no existe. En fin, que seguí el refrán ancestral de «Ojos que no ven, corazón que no siente».
Pero antes de profundizar en esta reflexión empezaré a contar cómo me enteré del “accidente”.
Corría el año 1986, yo era una tierna veinteañera universitaria. De hecho, el día que apareció la noticia en los periódicos yo me encaminaba a mi facultad. Cuando iba en el tren que me llevaba al campus, un hombre sentado enfrente de mí estaba leyendo su periódico. Por aquel entonces sentarme cerca de alguien que llevara prensa era una técnica que solía emplear yo para enterarme de las noticias aprovechando esos momentos de cercanía en el transporte público que me permitían leer “de gorra” (en los años ochenta yo era una tierna veinteañera universitaria y pobre).
Aquel día ese hombre llevaba el periódico desplegado completamente por lo que la portada se mostraba con claridad. Recuerdo qué periódico era, El Mundo, aunque no recuerdo el titular exacto, pero era algo relativamente suave como «Accidente en la central nuclear de Chernóbil». Lo que sí recuerdo con nitidez fueron las dos ideas que acudieron a mi mente y que me impactaron como fogonazos. Una fue «accidente-nuclear» que me provocó un regusto amargo de bilis en la garganta, la otra idea fue «¿Chernóbil? ¿eso dónde está?»
Me incorporé, sin cortarme ni un pelo, para acercarme más al papel, ver la letra pequeña del artículo y así saber dónde estaba exactamente esa central nuclear que había tenido un “accidente”. Entonces comprobé que se hallaba en Ucrania, en la URSS. Y ahí me relajé, porque la Unión Soviética estaba a tomar viento de España y ese “accidente” me pillaba lejos. ¡Qué tonta fui! En mi ignorancia no supe ver que para las partículas radioactivas no existen las distancias, al menos como las concebimos los mortales ignorantes.
Con la inconsciencia que dan los veinte años y la estúpida tranquilidad que sobreviene a quienes queremos sentirnos seguros a toda costa, me olvidé del asunto y a otra cosa mariposa. Las noticias que se fueron dando los días sucesivos vinieron a afianzar mi creencia de que el “accidente” no era tan grave y además, la Rusia comunista estaba muy, pero que muy lejos. Algunas voces dieron la alarma pero la mayoría de los mandamases europeos enseguida las acallaron por agoreros y porque quienes así protestaban eran ecologistas desaforados y antinucleares, lo que era sinónimo de melenudos barbudos (estábamos en los locos años ochenta) y tocapelotas.
En aquellos años ochenta había un movimiento significativo en contra de la energía nuclear. Yo misma me apunté a manifestaciones de Greenpeace en contra de ese tipo de energía, pero desde aquí confieso que lo hice más por pura pose moderna y rebelde que por una seria convicción pues de los efectos negativos de la radioactividad sabía más bien poco. Mis conocimientos al respecto se reducían a saber que Marie Curie murió de cáncer por ese tipo de radiación (pero es que esta mujer llevaba tubos con polonio radiactivo guardados en los bolsillos y así no hay manera) o que las radiografías no se debían hacer a tontas y a locas donde en embarazadas además podían producir malformaciones en los fetos. Y ahí se centraba lo que sabía. Sobre centrales nucleares, sistemas de seguridad y potencia en megavatios mi ignorancia era mayúscula.
Y es que la ignorancia es el peor compañero que uno puede tener para afrontar la realidad, y el mejor aliado que los gobiernos pueden tener para manipular a la población. La falta de información por parte de las autoridades soviéticas, que no querían poner de manifiesto su ineptitud para manejar una catástrofe mayúscula, contribuyó a que esa ignorancia imperara y, lo que es peor, que mucha población se expusiera más tiempo del necesario a una radiación que les costó la salud y, en la mayoría de los casos, la vida.
Ignorar el problema, restar importancia a lo ocurrido fue la guinda de un pastel que se convirtió en un veneno con consecuencias catastróficas. Mientras, una Europa confiada era testigo y víctima del mayor desastre medioambiental de la Historia y que afectó a la salud de millones de personas.
No entraré en detalles de por qué estalló el núcleo de un reactor nuclear en la “lejana” URSS. El que tenga curiosidad que vea la serie pues ahí se explica muy bien cómo funcionan algunos reactores nucleares y los riesgos que se pueden dar según qué condiciones. Sin destripar nada para quienes no saben o no han visto la serie, solo añadiré que el motivo fundamental de aquel “accidente” fue el COSTE. Siempre se ha considerado a este tipo de energía como barata y cuando se trata de ahorrar dinero los gobiernos se centran en ese aspecto y se olvidan de todo lo demás. «Poderoso caballero es don dinero».
Pero el coste de algunas cosas es relativo, lo que se ahorra por un lado se gasta por el otro. Nuestro refranero tiene una sentencia que vaticina lo que en aquel remoto lugar de la URSS ocurrió en 1986: «Al final, lo barato sale caro».
Porque hay otro tipo de costes, los que no se miden con cantidades monetarias tradicionales, sino con otras monedas de mucho más valor que las de curso legal. El coste de una energía barata escondió el coste de una energía peligrosa. ¿Cuánto cuesta una vida humana? ¿Cuánto cuesta el sufrimiento de un enfermo? ¿Cuánto costó la ignorancia de la población? Mucho, tanto que no se puede ni cuantificar. Y la energía barata resultó ser muy cara. Y ese coste lo acabamos pagando todos.
Tras ver la serie mi conciencia se removió, pero también mi curiosidad y me puse a ver documentales al respecto —algo que debería haber hecho hace años, pero «Más vale tarde que nunca»—. Ahí averigüé cómo la nube radioactiva sobrevoló casi toda Europa —España se salvó por los pelos aunque a mí me quedaron dudas— y cómo algunos países siguieron negando la mayor —Francia nunca reconoció que su límpido cielo galo estuvo oscurecido por partículas de cesio, polonio y un largo etcétera de isótopos radioactivos—. Una vez más, ignorar, mirar para otro lado, fue la manera de afrontar un problema que nadie sabía resolver.
Sin embargo, había muchas señales alrededor. El cáncer de tiroides y los casos de leucemia aumentaron alarmantemente en muchos países, especialmente los escandinavos. Las malformaciones congénitas eran elevadísimas al otro lado del telón de acero. El número de abortos espontáneos se elevó a cotas insospechadas y los varones soviéticos estériles se multiplicaron sin necesidad de vasectomías. El “accidente” estaba dando sus frutos, y el coste se estaba mostrando mucho más elevado de lo esperado.
En un plano más personal yo también tuve mi epifanía particular. Un par de años después del “accidente”, una amiga mía se puso a trabajar en la extinta Junta de Energía Nuclear (ahora se llama Consejo de Seguridad Nuclear). Mi amiga, recién licenciada en Ciencias Químicas, había sido reclutada junto a un mogollón de nuevos químicos pues en la junta estaban desbordados y tenían que cubrir bastantes plazas. Su labor consistía en analizar y medir la radiación en muestras de alimentos procedentes de diversos lugares europeos y que se comercializarían en España. Sujeta a un secreto profesional que le hicieron firmar, no podía dar información detallada sobre sus investigaciones, pero en un aparte y por lo bajini, me avisó que no consumiera cierta marca de puré de patatas pues estaba elaborado con patatas polacas que rozaban el máximo permitido de radiación. Le pregunté por qué una marca española utilizaba patatas polacas cuando en nuestro querido país, hortícola por excelencia, había patatas a cascoporro. Por una razón muy simple, fue su respuesta, las patatas polacas (radioactivas) son más baratas. Otra vez el coste.
Nunca he consumido puré precocinado, siempre que lo he comido ha sido el que mi madre hacía a mano, por el método tradicional de cocer las patatas y luego triturarlas, pero desde entonces detesto ese plato. Cosas de la aprensión y del impacto negativo de las malas noticias.
Dicen que como consecuencia de este “accidente” la URSS cavó su propia tumba y como consecuencia tres años después se disolvió con la caída del muro de Berlín. No soy politóloga y no puedo opinar, pero si eso es cierto, daremos razón a otros refranes nuestros populares, «No hay mal que por bien no venga» o «El que no se consuela es porque no quiere». No obstante, de ser así, tirar ese muro fue extremadamente costoso.
Más de treinta años después aún seguimos pagando el coste, aunque los que deberían pagar realmente las consecuencias de sus actos han pagado más bien poco. A esos sí que les salió barato su mala profesionalidad y su ignorancia.
La factura aún está pendiente, hay muchos recibos por pagar y los iremos liquidando durante cientos de años, es una deuda que nuestros descendientes tendrán que asumir en una herencia envenenada. El coste de nuestra ignorancia tiene unos intereses muy altos. Esperemos que no caigamos en quiebra.
Por cierto, si entrecomillo la palabra “accidente” es porque me parece un término completamente inadecuado, ya que aquello que pasó en la remota URSS no fue tal, fue un acto deliberado y provocado por la soberbia que da la ignorancia de un puñado de estúpidos que no tenían ni idea de lo que estaban haciendo. Ese “accidente” fue el coste de la ignorancia.







27 comentarios:

  1. Tenía esta serie en la lista que me apunte el otro día, de modo que haré por verla, y yo estoy convencida de que el cáncer existe como consecuencia en parte por aquel escape Nuclear. Recuerdo que mi marido ya iba advirtiendo que así iba a ser, que todos íbamos a sufrir en cierta medida las consecuencias,y yo incauta también le decía que aquello estaba muy lejos y que era imposible, y así sido, porque el repunte del cáncer a sido muy alto.
    Me gusta mucho como has colado nuestro Refranero español, muchos de ellos que hoy nos traes se los he oído a mi padre infinidad de veces.
    Buena semana.
    Un besote.

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    1. Hola, Tere.
      El alcance del daño producido por aquel mal llamado accidente nunca se podrá cuantificar, porque es difícil certificar qué ha producido un cáncer (a no ser que se haya estado expuesto directamente a una fuente radioactiva), y por eso muchos alegan que no fue para tanto.
      Lo de usar refranes me salió casi sin querer, creo que fue algo inconsciente cuando asocié ignorancia y pueblo llano, entonces debió de acudir a mi mente es manera tan del pueblo de mostrar sabiduría.
      Intenta ver la serie porque es muy buena, ya lo verás.
      Un besote.

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  2. Como se suele decir "El aleteo de las alas de una mariposa hoy en Japón, puede provocar mañana un huracán en Nueva York". Pues con los accidentes o más bien como apuntas, con las negligencias nucleares puede estar pasando lo mismo. No sé si finalmente sabremos como el viento afectó en la expansión de los efectos radiactivos en Europa o más recientemente en Asia con el maremoto que afectó a a central de Fukushima. El tema nuclear es muy complejo, y peligroso. Además es que ya ni depende de las legislaciones nacionales. Nosotros en España estamos a expensas de que Francia controle desde la sabudiría y no desde la ignorancia los más de 50 reactores nucleares que supuestamente les generan una energía barata.
    Buena reflexión Paloma. un beso, y buen inicio semanal.

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    1. Hola, Miguel.
      Qué duda cabe que las propias legislaciones de cada país en estos temas no dan tranquilidad, porque, como bien comentas, si en España no se permitiera construir centrales nucleares no serviría de nada si al lado, al ladito, está un país que sí las permite.
      Ya que mencionas a Francia, yo creo que negar que la nube radioactiva les sobrevoló fue una manera de "defender" su política sobre energía nuclear. Una vez más, esconder la cabeza y mirar para otro lado fue la técnica de evitar críticas sobre sus propias leyes. Es un asco.
      Un beso y buen martes.

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  3. YO tampoco lo llamaría accidente Kirke, la energía nuclear es tan peligrosas a la escala en que la producían que no se me ocurre una idea sana o pacífica para su utilización. Ni siquiera para abaratar costos, solamente la cantidad de científicos y personal de apoyo de esa central nuclear debió ser desmesurado.

    Y yo sí quisiera saber la marca del puré de papas porque me dio escalofríos. Otra cosa, la serie seguro está magnífica y el tema a mí siempre me ha parecido interesante, por eso desde el colegio lo investigué. Fíjate que yo nací en 1987 y en la secundaria por allá por 2003/2004 en la asignatura de química, nuestra profesora nos lo conversó bastante y disfrutamos mucho el tema. Pero a donde iba, es que, ya para la época se hablaba de la zona aislada y evacuada que quedó como ciudad fantasma, sin embargo, ahora que le echamos la ojeada a google sobre el Chernobyl es ZONA TURÍSTICA CADA VEZ MÁS FRECUENTADA.

    La supuesta descontaminación ha permitido el ingreso con guía y con contrato incluido donde tú como turista firmas que eximes de responsabilidad al país o no sé a qué empresa privada, por lo que sea que a futuro te pase. ¿Qué rayos? SI ese relevo de responsabilidad existe para mí es indicativo que eso sigue siendo muy peligroso.

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    1. Hola, Fany.
      No tenía ni idea de que se hicieran recorridos turísticos por la zona ¡¿Nos hemos vuelto locos?! Aunque, bien mirado, después de ver cómo un imbécil se subía al Everest, soportando temperaturas de treinta grados bajo cero y una falta de oxígeno que podía producir edema pulmonar, para tocar el saxo y grabarlo para sus redes sociales... después de eso ya me creo cualquier cosa.
      Sé que en la zona afectada por la radiación relativamente cercana a la central nuclear ha vuelto a vivir gente, han regresado a pesar de los avisos de las autoridades y allí la esperanza de vida es más baja por no hablar de los niños que nacen con taras importantes.
      No te digo la marca del puré porque pondría en evidencia a mi amiga, pero ya te aviso que dejó de producir ese tipo de producto aunque sigue siendo importante en la producción de aperitivos (las patatas fritas que utilizaban por aquel entonces sí eran españolas, espero que ahora también).
      Un beso.

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    2. Fany, lo que son las cosas. Nada más contestar a tu comentario puse la televisión y en el noticiario comunicaron la llegada masiva de turistas a la zona de Chernóbil como consecuencia de la serie. Pero lo peor es que van allí para hacerse "selfies" y colgarlos en las redes sociales, además de banalizar el desastre (mostraron algunas fotos y parecía que estaban haciendo mofa de lo que allí ocurrió) algunos de esos turistas insensatos se han llevado un contador Geiger que al acercarlo a algunos objetos daba lecturas escandalosas (muestra evidente de que la zona no es segura), y en lugar de preocuparse, ¡se reían! La estupidez humana no tiene límites.

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    3. Lo tontos que nos hemos puesto por conseguir likes y más seguidores y fama, da más miedo que la energía nuclear. ¡Increíble!

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  4. Tengo entendido, y tú me lo corroboras, que la serie es magnífica. Creo que es de HBO. Ahora con tanta plataforma está uno algo perdido. Antes me parece que HBO se veía en Movistar, pero ahora comercializa por su propia cuenta. No sé, no sé, si lograré verla. Lo intentaré.
    En cuanto a que los costes se colocan siempre por encima de bienes más preciados es desgraciadamente el pan nuestro de cada día. Y que los políticos mienten es algo que también lo sabemos. En fin, chica sólo encuentro una solución. Tener suerte. La vida, desde el principio, es una pura concatenación de casualidades y azares... Sí, lo mejor será esperar tener suerte y no preocuparse mucho más (ja, ja...)
    Un beso, amiga

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    1. Hola, Juan Carlos.
      Efectivamente la serie es de HBO, y es muy buena. Es una producción entre EEUU y Reino Unido, pero yo veo más la mano de los británicos por la caracterización tan buena de los personajes y la ambientación. Es estupenda. En un momento dado se explica cómo funciona un reactor nuclear y se entiende fenomenal. Totalmente recomendable.
      Estoy de acuerdo que ante imponderables como son la estulticia de algunos dirigentes y la ineptitud de quienes tienen en sus manos la seguridad de mucha gente, lo único que cabe es pedir tener suerte. En el caso que nos ocupa, la suerte de tener una genética no demasiado proclive a padecer cáncer.
      Un besote.

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  5. Apunto la serie que ni siquiera sabía que existía. Terriblemente, la energía nuclear, muchos años después, se ha manifestado como menos peligrosa que la derivada del carbón. Cuando en la ola de calor de 2003 murieron unas 14000 personas en Francia y unas 6000 en España (por hablar solo de los sitios más cercanos) muchos científicos contrarios históricos de la energía nuclear, como James Loveloock, volvieron sus ojos hacia ella como mal menor ante los desastres del cambio climático causado por el carbón. La energía nuclear, funcionando con normalidad, sin accidentes ni averías, jamás ha causado ese número de muertos ni por asomo.
    No es que te esté llevando la contraria. Estoy totalmente de acuerdo contigo en todo lo que comentas, pero, a veces, esos costes ocultos están más ocultos de lo que pensamos y en el carbón y en el petroleo se oculta mucho también.
    Un beso.

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    1. Hola, Rosa.
      No hay ninguna duda de que el cambio climático al que nos está llevando el efecto invernadero causado por otras fuentes de energía como es la del carbón, nos depara mucho sufrimiento, pero de ahí a decir que la energía nuclear es más segura yo no lo veo tan claro.
      El problema de esta energía es que un fallo, un imponderable del tipo que sea, puede desencadenar una catástrofe apocalíptica. Si dejamos aparte el fallo humano (que es el más probable que se dé), también hay otras cosas que pueden hacer fallar una central, como un terremoto (acuérdate de Fukushima), un ataque terrorista, cualquier error tendría consecuencias irreparables y a nivel mundial.
      En Chernóbil estalló un reactor, pero en la central había otros cuatro más, si con uno uno se armó la que se armó, imagínate que estalla la central entera, tú y yo no estaríamos ahora mismo hablando del tema. Y estamos hablando de UNA central, en el mundo hay miles.
      Además, los residuos que se generan son peligrosísimos. Más abajo, Josep Mª, lo explica fenomenal. ¿Qué hacemos con esos restos que tienen una vida media de miles de años? Nos quejamos del plástico en el mar, pero el cesio-137 tampoco es recomendable.
      El cambio climático produce muchas muertes, eso nadie lo duda, pero aquello de Chernóbil causó más de cien mil muertes, y eso es una estimación aproximada porque no se hizo ningún seguimiento de los afectados, es posible que los hijos de muchos de ellos ahora arrastran consecuencias derivadas de aquel estallido, pero eso no se puede asegurar y no se tiene en cuenta. De hecho, la cifra "oficial" de muertos es de 31 (manda huevos).
      Después de todo este rollo, te recomiendo que veas la serie, es estupenda y los actores están que se salen. Hasta donde yo he podido averiguar es muy fiel a la realidad, y al final se explica qué personajes son reales (casi todos) y cuáles son inventados.
      Un besote.

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  6. He visto un capítulo de la serie y de momento me parece una maravilla lo bien hecha que está. Tiene algunas imágenes muy crudas, que impactan mucho. Sobre todo una escena en el que las personas quedan completamente expuestas a la radiación por puro cotilleo.
    Hace tiempo vi algún documental sobre Chernóbil, y sí, es lo que explicas, parte de la población mundial ha quedado expuesta. En el documental explicaba que el aumento del cáncer que se vive hoy en día viene en parte por Chernóbil.
    En Hiroshima la gente estuvo desarrollando cánceres durante cuarenta años. Lo sé porque cuando estudié japonés mi profesora era de Hiroshima y nos lo explicó.
    Imagino que el primer pensamiento sobre una catástrofe es siempre sentir alivio si el lugar queda lejos. Será instintivo.
    Me sorprende mucho que los jóvenes de hoy en día no tengan conocimiento sobre Chernóbil. Decir que ellos no habían nacido por entonces no es excusa. Apostaría cualquier cosa a que si le pregunto a los más jóvenes de mi trabajo (entre veinte y veintiocho años) sobre Chernóbil, no sabrán decir muy bien qué es. Y se supone que tienen un mínimo de cultura. Como suele decirse, la ignorancia da la felicidad.
    Volviendo a la serie, ha sido una sorpresa que hables de ella, porque tras ver el primer capítulo pensé en escribir sobre ella. Aunque más bien era una lista de series que ver, en la que también estaba Peaky Blinders. Pero pensé que era una buena candidata para entrar en la lista.
    A ver cómo sigue la serie, pero promete mucho. La fotografía es espectacular.
    Un besote!

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    1. Hola, María.
      A mí la serie me gustó muchísimo, y eso que también sufrí con ella porque la manera de exponer los hechos es muy cruda pero creo que muy real, por eso impacta tanto. Aunque solo hayas visto un capítulo te habrás dado cuenta de que el discurso de la historia es muy "silencioso" apenas hay ruido, tan solo cuando los personajes hablan. Esa puesta en escena tan "callada" me dio una sensación de agobio, de muerte, no sé, no soy capaz de describirlo.
      Y los detalles de algunas escenas son fantásticos, esa gente observando los colores en el cielo que producía la radiación cuando ionizaba el aire es para nota. O esa ceniza (radioactiva) con la que juegan los niños... escalofriante.
      En fin, creo que te gustarán los demás capítulos.
      Leí que la serie había descubierto lo de Chernóbil a los jóvenes, mi hija se enfadó bastante con esa apreciación porque ella sí sabía qué pasó en la central nuclear, de hecho a ella cuando se lo enseñaron en el colegio les comentaron que fue el motivo de la caída del sistema soviético. Supongo que habrá de todo, algunos no saben ni quién fue Franco y otros sí; cuestión de interés.
      Me encantará saber qué te ha parecido la serie, espero leerlo en forma de reseña.
      Un besote.
      P.D. Ay, Peaky Blinders, me chifla!!

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  7. ¡Hola!
    Recuerdo perfectamente el "accidente" de Chernobyl, yo tenía 12 años y mis padres y abuelos estaban horrorizados, pensando especialmente en la población de aquel lejano lugar.

    A día de hoy sé un poco más que entonces y me espanta lo que pasó. La jefa de mi hermana es Ucraniana y le ha contado cosas...aquí realmente no llegamos a saber casi nada.

    Me ha encantado el post, me he alegrado mucho de que mi madre jamás usase puré de patatas procesado y me han entrado ganas de ver la serie, así que gracias.

    Muy feliz martes.

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    1. Hola, Gemma.
      Está claro que aquí no nos enteramos de lo que allí pasó realmente, las pocas noticias además de venir suavizadas no eran muchas veces ni siquiera veraces. Los casos de malformaciones genéticas, problemas mentales y otras secuelas más (no solo fue cosa de cáncer) se han acallado, o simplemente no se asocia con el desastre nuclear. De hecho, oficialmente la cifra de muertos en aquel "accidente" fue de 31 víctimas, es de chiste.
      La nube radiactiva que cubrió casi toda Europa dejó secuelas, pero no solo el aire se contaminó, las aguas subterráneas llevaron isótopos radiactivos a muchos lugares alejados de la zona cero, contaminando árboles, animales y demás. En fin, una catástrofe mayúscula que aún colea.
      Te recomiendo que veas la serie, y ya de paso dejo constancia de que no me paga la productora ni nada parecido, es que es muy buena, de verdad.
      Un besote, guapa.

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  8. Efectivamente fue una noticia que aún por lo impactante, pasó como de puntillas por la prensa y los noticiarios. Greempeace es una de tantas organizaciones ecologistas que han sido tratadas por los gobiernos con desprecio, mirada de reojo como boicoteadora de muchos proyectos "Geniales" que se desarrollan a lo largo del planeta, entre otros las centrales nucleares, las plataformas petrolíferas, basureros radioactivos en los fondos de los océanos... Y nosotros que no ignorantes del todo, preferimos mirar hacia nuestro vivir cotidiano convenciéndonos que con los problemas personales ya tenemos bastante sin darnos cuenta del futuro al que estamos condenando a las generaciones futuras. Te dejo otra cita:
    "La ignorancia es la predecesora del desastre, y la mensajera de los imbéciles"
    Besos.

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    1. Hola, Javier.
      Es verdad que cuando nos enteramos de los males que afectan al planeta como que nos encojemos de hombros, como si eso no fuera realmente de nuestra incumbencia y lo dejamos para quienes "mandan", cuando quienes mandan están donde están porque (la mayoría de las veces) los hemos puesto nosotros ahí. Pero el estado del mediambiente es problema de todos, desde el simple ciudadano que con su día a día consecuente puede hacer mucho, hasta el dirigente de multinacionales que con sus decisiones puede llevarnos al desastre.
      Estos años parece que hay una mayor concienciación con el cambio climático que lleva cambios en el comportamiento, especialmente en la juventud (yo lo estoy viendo en mi hija y su grupo de amigos), esperemos que dé sus frutos.
      Muy buena esa cita, no la había oído nunca, ¿de quién es? ¿o es anónima? Me la quedo prestada si no te importa, es estupenda.
      Un besote.

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  9. La ignorancia es culpable de muchos fracasos y de una grave falta de concienciación, pero el encubrimiento, el falseamiento de la verdad, la mentira es mucho peor. Dejar que la población afectada ignore hasta qué punto su vida corre peligro, es deleznable. Y no solo ocurre con las centrales nucleares sino en todo tipo de contaminación ambiental.
    El gran problema de las centrales nucleares es que un fallo de seguridad (altamente improbable, es cierto) tiene consecuencias catastróficas y su efecto perdura siglos. Y el fallo no tiene porqué ser interno; un seísmo o maremoto, como el de Fukushima, una bomba lanzada adrede puede dar al traste con toda la seguridad y con miles y miles de vidas humanas a lo largo de muchos años. Pero todavía hay otro problema de seguridad no resuelto: ¿qué hacer con los resíduos nucleares? ¿qué hacer con el núcleo de la central una vez ha alcanzado su fecha de caducidad y hay que desmantelarla? ¿Enterrarlos bajo suelo o en el fondo marino dentro de una cámara de cemento armado? ¿Encerrar el núcleo dentro de otra cámara? ¿Quién sabe la resistencia de tal armadura al pasar los siglos, cuando la radiactividad todavía se mantiene? Hace muchos años, Jacques Cousteau filmó bidones sumergidos en el Mediterráneo que se estaban deteriorando por la corrosión y que contenían resíduos radiactivos. Desde entonces se buscaron otros lugares y métodos de protección, pero nadie puede asegurar que estos duren para siempre.
    Desde luego que lo barato sale caro. La sapiencia popular no engaña.
    A finales de los años ochenta, yo era un activista antinuclear y formaba parte de un grupo de ecologistas (entonces no se hablaba de Greepeace, ni de Ecologistas en Acción, ni asociaciones por el estilo). Íbamos a pecho decubierto dando charlas para concienciar a la gente, sobre todo en lugares donde se había instalado o se pretendía instalar una central nuclear. En más de una ocasión tuvimos que salir por piernas si no queríamos que nos lincharan por comunistas y antisistema. Y muchos de los agresores potenciales eran los trabajadores o futuros trabajadores de la central.
    Por aquel entonces se decía que un "accidente" nuclear era imposible. En España, en más de una ocasión se ha tenido que detener el funcionamiento de una central poe alguna contingencia o "contratiempo". Vete té a saber si no ha sobrevolado en esas ocasiones una nube tóxica invisible sobre nuestras cabezas.
    Intentaré ver esta serie, aunque sé que me cabrearé todavía más. No quiero ni saber cuántos alimentos consumimos que todavía contienen una cierta radioactividad. Y luego la gente se extraña de que aparezcan tantos casos de cáncer.
    Muy buena entrada, Paloma.
    Un beso.

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    1. Hola, Josep Mª.
      La entrada te habrá parecido buena, pero a mí tu comentario me ha parecido un añadido estupendo por la información que suministras.
      Estoy de acuerdo en que si las centrales cumplen sus protocolos de "seguridad" no tienen "demasiado" peligro. Pero mi suspicacia es sobre esos mismos protocolos (suspicacia que se elevó a la enésima potencia cuando vi la serie), porque cuando se trata de abaratar costes algunos pierden el norte, quieren quedar bien ante los mandamases y luego pasa lo que pasa. Así que la seguridad a mí no me parece que sea tanta. Al igual que tú, y sabiendo cuán dados son los dirigentes de turno a mentir u ocultar datos para mantenerse en sus puestos, me pregunto cuántas nubes tóxicas habrán sobrevolado nuestras casas sin habernos dado cuenta. Y nosotros tan pichis.
      Si obviamos esos problemas de seguridad (lo que es mucho obviar), ya en condiciones "seguras", los desechos producidos por esas centrales son un grave problema.
      Me has dejado con la boca abierta al saber que fuiste uno de esos activistas. A mí me intentaron reclutar los de Greenpeace para ir a las movidas que se dieron cuando se vertían barriles de residuos en la fosa atlántica, cerca de las costas de Galicia. Si no fui fue porque a mi madre casi le da un infarto cuando lo comenté en casa y eso que le dije que yo no me iba a subir a ninguna lancha para ponerme debajo de las grúas que tiraban los bidones.
      La serie te va a cabrear, sí, pero te va a gustar porque se habla abiertamente de lo que ocurrió. He estado leyendo testimonios de supervivientes de la central y aunque en la serie hay algunas licencias comprensibles, en general es bastante seria.
      Un beso, rebelde ;)

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  10. Hola, Paloma. Como decía Einstein solo hay dos cosas infinitas: la estupidez humana y el universo. Y de lo segundo no estoy seguro.
    La serie no la he visto, aunque si varios documentales. El último creo que fue en Cuarto Milenio, donde unos reporteros fueron allí y mostraron las imágenes. Me sorprendió mucho la enorme vegetación que existe, uno pensaría que sería un terreno baldío pero parece que la radioactividad tiene ese efecto en la vegetación. También me enteré de lo de los turistas, en muchos casos van a pelo.
    Como en tu caso, de joven era muy antinuclear. Ahora no lo tengo tan claro, sobre todo después de leer a Lovelock, ese autor que concibe a la Tierra como un organismo vivo. El gran problema es la enorme necesidad energética de nuestro mundo. La cual crece cada año. ¿Cómo conseguir generarla? ¿Y además que resulte económicamente viable? ¿Qué país estaría dispuesto a poner límites a su consumo energético? Cuando era niño los únicos aparatos eléctricos de casa eran la nevera, la lavadora y la televisión. Hoy se suman secadoras, lavaplatos, microondas, móviles, ordenadores, tablets, aires acondicionados, etc... Si preguntamos en la calle, todos somos muy "ecológicos", pero si proponemos que renunciaran a tres o cuatro de los aparatos mencionados ¿cuántos lo harían?
    Se necesita mucha energía y además que sea asumible por el consumidor.
    Creo que el futuro estará en el desarrollo de una energía nuclear basada en la fusión y no en la fisión, como ahora. Te dejo este artículo: https://www.diariomotor.com/tecmovia/2011/08/09/fusion-nuclear-la-solucion-a-nuestros-problemas-energeticos/

    Has escrito un excelente artículo que supone una verdadera invitación a la reflexión sobre uno de los grandes problemas que la Humanidad debe resolver, o no habrá futuro. Un abrazo!

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    1. Hola, David.
      He leído el artículo que me has enlazado y viene a apoyar la idea que tenía yo sobre la energía de fusión, aunque desde un punto de vista físico-químico no entra en detalles. Fusionar dos átomos de hidrógeno para formar uno de helio desprende, una vez dada la reacción, mucho calor; es una reacción sumamente exotérmica, pero el problema, el gran problema es hacer que esos dos átomos se fusionen, ahí hay que emplear mucha energía también y, de momento, sale muy, pero que muy caro.
      Eso por una parte, pero por la otra está la inestabilidad de la reacción, algo que la hace muy peligrosa porque es complicado mantener "domesticada" este tipo de energía para evitar salir por los aires por una explosión.
      A tenor del artículo que me has enviado y otros que he buscado yo (me despertaste la curiosidad) están en vías de buscar solución a esos dos "problemillas", pero no parece que la cosa se resuelva antes de treinta, cuarenta años. Esperemos que mientras no salte por los aires ningún otro reactor nuclear, porque de tener otro Chernóbil no va a haber ningún problema de abastecimiento energético por la sencilla razón de que no va a haber ninguna demanda.
      Me ha encantado la gran reflexión que haces tú sobre nuestro consumo particular de energía. Muchos nos llenamos la boca con teorías ecológicas y luego ponemos el aire acondicionado a 20 grados y la calefacción a 27 (hablo en plural, pero juro que yo no hago tal cosa, de hecho el aire acondicionado solo pongo en días extremos y a una temperatura de 25, así como la calefacción que nunca sube más de 21). Creo que debemos concienciarnos de que la energía, al igual que el agua y otros recursos naturales, son limitados y debemos actuar en consecuencia, dando ejemplo y dejando la demagogia para otras cosas.
      Un abrazo.

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  11. Aunque había trabajado el tema, del que hay buenos documentales, con mis alumnos, solo pude valorar la verdadera dimensión del desastre tras leer "Voces de Chernobyl" de Svetlana Aleksievich: ella logró llegar a la raiz, no solo política, sino también afectiva. Dicen que el mayor impacto de Chernobyl fue en términos de salud mental y eso el libro, que no son más (ni menos) que entrevistas a afectados, lo refleja muy bien.
    En fin, sin menospreciar la serie, creo que prefiero releer a la merecida premio Nóbel.
    Un abrazo.

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    1. Hola, Gerardo.
      No he leído a Aleksievich, y parece interesante por lo que cuentas. La serie a mí me pareció bastante rigurosa, con algunos efectos dramáticos que se pueden dejar pasar. Evidentemente, reflexión no hace ninguna porque el formato no lo permite, aunque hay una escena entre una campesina y un soldado que la conmina a abandonar su granja donde la buena mujer le replica con sentencias demoledoras (y el soldado también le contesta con su particular manera de pensar).
      Un abrazo.

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  12. Hola Paloma no conocía la existencia de esa serie y ahora entiendo lo del turismo en Chernobyl. Ya cuando lo leí y vi las fotografías me pareció que la estupidez humana y las redes sociales es algo imposible de entender y ahora he entendido que esos estúpidos turistas han visitado el lugar por la serie. Impresionante. ¿Cómo puedes estar en un lugar que es peligroso solo para hacerte una fotografía? ¿Cómo puedes obviar el dolor de las personas que allí vivían y hacerte selfies? No entiendo esta frivolidad y el narcisismo de tantas personas, ¿acaso no se piensa? En fin, recuerdo el accidente de Chernobyl y el alivio desde mi desconocimiento al pensar que estaba lejos y aquí no nos llegaría, ese egoísmo que también nos caracteriza a los seres humanos y que parece inevitable. Creo que se nos ocultan muchísimas cosas, la marca de puré y todas las porquerías que se ha permitido que consumamos.
    Las nucleares no me gustan nada, recuerdo que durante unos veranos los frutales de una zona de Tarragona tenían problemas y los "pageses" decían que eran fugas de las nucleares, que no se decía pero que eso estaba afectando al cultivo, cerca estaban las centrales que hay en Tarragona.
    Apunto la serie.
    Besos guapa
    PD Siento llegar tan tarde y poco pero estoy muy liada y ando poquito por el blog. A ver si me puedo poner al día pronto :)

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  13. ser ignorantes es peligroso porque nos manejan como ovejitas. Supe del peligro de ese accidente y siempre pensé que mucho de los cánceres de hoy en día podría ser de ese escape. Pero es importante cuidar el medio ambiente y saber que estamos rodeados de plásticos y materiales peligrosos en todo lo que nos rodea y en los productos procesados. Evito en todo lo que puedo comer esos productos. Intento comer productos que sean de la huerta, pero no todo es evitable. Hace poco pasé al lado de una central Nuclear y me dió escalofríos ver como emanaba humo. Has escrito un buen tema. Un abrazo.

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    1. Hola, Mamen.
      El tema de los plásticos, como todo lo que tiene que ver con el mantenimiento del medio ambiente, es preocupante. Pero a mi modo de ver hay bastante hipocresía al respecto. Te cobran las bolsas en el súpermercado por ecología pero para llevarte una mandarina debes usar una bolsa gratis, con su consiguiente guante de plástico también. Tanto los alimentos que se compran a granel, como los que vienen en paquetes van envueltos en su correspondiente plástico... De qué va esto? Yo no tengo ninguna huerta cerca de mi casa, así que no puedo llevarme las cebollas por mi cuenta. En fin, en lugar de quejarnos tanto habría que actuar más, especialmente con las empresas/administraciones que causan los vertidos al mar. Mucho se habla del uso de plástico, pero muy poco de por qué acaban esos plásticos en el mar.
      El humo que viste salir de esa central nuclear es vapor de agua (se supone) que se produce cuando el agua se calienta por la reacción nuclear. De todo lo que emite una central es lo menos peligroso, lo que da miedo es lo que no se ve.
      Un besote.

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Hada verde:Cursores
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