Leer, el remedio del alma

Leer, el remedio del alma
Imagen creada por Ilea Serafín

6 de mayo de 2019

"Las vacas de Stalin" - Sofi Oksanen


Esta es la historia de Anna, y de su madre, y de la familia de su madre.

Katariina, la madre de Anna, es estonia; se casó con un finlandés en la década de los setenta y se fue a Finlandia con su esposo antes de la Perestroika, cuando la URSS aún tenía agrupados bajo su manto de ocupación muchos países que, la mayoría de quienes vivíamos al otro lado del telón de acero (el lado no comunista), llamábamos en nuestra ignorancia y simpleza “rusos”.  Por aquel entonces, esa parte de la URSS, Estonia, anhela formar parte del mundo occidental donde las patatas tienen el color de las patatas y saben a patatas. Ese mundo occidental y moderno está encarnado en su vecina de al lado: Finlandia.

A través de las palabras de Anna se nos cuenta la historia de Kateriina antes de salir de Estonia, y la que ocurre cuando llega a Finlandia; allí es una inmigrante “rusa”, pero ella no es rusa, es estonia. Ese mundo idílico que se intuye al otro lado del muro resulta que no lo es. Además, cuando Katariina vive en Finlandia añora Estonia, no puede romper con su familia, ni siquiera con la que no aprecia demasiado. Alejarse de su entorno hace que eche de menos lo que antes se le presentaba odioso.

A través de las palabras de Anna nos enteramos de la complicada relación del inmigrante con su pasado y con su presente. El difícil equilibrio entre la tradición familiar y las nuevas condiciones de un país extraño que nunca llega a ser un hogar se manifiesta en la propia relación de Katariina con su hija.

También, a través de las palabras de Anna, sabemos la propia historia de Anna, porque Anna tiene un problema añadido al de ser hija de una mujer estonia en Finlandia, y es un problema grave, muy grave: es bulímica. En esta parte de la historia, las descripciones de las diferentes fases por las que pasa una enferma bulímica son estupendas. El trastorno alimentario de Anna es un impedimento para sus relaciones con los demás, incluida su madre, pero al mismo tiempo es la esencia de Anna. La complicada relación de Anna con la comida está detrás de todo lo que hace, de todo lo que dice, de todo lo que piensa; está detrás de todo.

Estos serían los dos grandes bloques sobre los que se asienta la novela, dos historias diferentes pero ligadas entre sí por los personajes. Desde mi punto de vista son dos historias que en sí mismas darían para sendas novelas pues lo que se cuenta en cada una de ellas es muy interesante. Sin embargo, juntarlas en un único libro “para mí” ha sido contraproducente. Contar tantas cosas hace que no profundice en ciertos aspectos de los que me hubiera gustado saber más, tanto de Katariina como de Anna (especialmente de Anna por ese trastorno alimentario que a mí me interesa mucho).

Al conocer la trayectoria vital de la autora se podría considerar este libro como una biografía, al menos en su mayor parte, pues la propia Sofi Oksanen ha reconocido padecer bulimia. Además, la madre de la escritora también es una estonia casada con un finlandés con el que se fue a vivir a Finlandia.

Saber que la escritora vivió una situación parecida a la de la protagonista le da un valor añadido que por un lado confiere rigor a lo que se cuenta, pero por otro le resta cohesión. Porque cohesión es lo que he echado en falta en este libro. No sé si el recordar hechos de su propia experiencia ha sido la razón para que se dé una narración caótica, sin relación en muchos pasajes, con un estilo deslavazado y sumamente confuso, por lo menos “para mí”. Recalco lo de “para mí”, porque esta autora es alabada por la crítica entendida.

No suelo leer mucho la llamada literatura nórdica porque las pocas veces que me he acercado a ella los resultados no han sido satisfactorios. No sé si el estilo literario que se da por esos países es peculiar y nada acorde con mis gustos o es que hay pocos traductores —de finés en este caso— y no son buenos. Lo que sí sé es que la lectura de esta novela se me hizo muy engorrosa. En algunos párrafos Anna habla de sí misma en tercera persona para seguidamente, y sin solución de continuidad, pasar a hablar en primera persona, utilizando los posesivos indistinta e independientemente del modo empleado. Hubo momentos en que creí que se había colado en la narración otro narrador que era a la vez hija de la madre de Anna y le pasaba lo mismo que a Anna pero no era Anna. Un follón.

Precisamente esa forma de narrar es lo que muchos alaban en esta escritora. Parece ser que le da un punto de originalidad y frescura. Será, pero a mí no me ha convencido.

Por si esto no fuera suficiente, hay otra historia más que se intercala casi al final de la lectura entre los avatares de Katariina y los de Anna: la de los padres y tíos de Katariina durante la invasión soviética de Estonia. En un viaje al pasado se nos cuenta cómo la población estonia perdió sus propiedades para ponerlas al servicio de la comunidad y cómo algunos se resistieron e intentaron combatir para recuperar su independencia. Esta parte me resultó muy instructiva porque no sabía nada al respecto, pero me hubiera gustado más si hubiera seguido cierto orden cronológico, o simplemente orden, del tipo que fuera. He de aclarar que los capítulos de esta parte de la historia, (y algunos de la de Katariina), vienen con un apunte sobre el año en que ocurren los hechos, pero aun así me desubiqué mucho pues la mayoría son capítulos de poco más de una página que son seguidos por otros sobre la historia en tiempo presente de Anna, o la del pasado más reciente de Katariina. Un mareo.

La lectura de este libro me ha dejado un sabor agridulce. Las tres historias que se cuentan se presentan atractivas pero pierden el interés al no contarlas de manera medianamente comprensible “para mí”: el ir de una a otra y con cierto desorden me despistó mucho. Los saltos en el tiempo y entre las tres historias, sumados a una utilización voluble del modo narrador hicieron que me perdiera continuamente, teniendo que releer varias veces más de un pasaje.

Tengo la sensación de que si se hubiera empleado una técnica narrativa más convencional habría sido una lectura más agradable “para mí”, puede que le hubiera restado frescura y originalidad pero le habría añadido comodidad, “para mí”. Y es que yo, a veces, soy muy tradicional. O una obtusa con las narrativas modernas.



20 comentarios:

  1. Hola.
    No he leído esta novela pero creo que me pasaría como a ti, me liaría un poco con esas narraciones sin cohesión y con los cambios de persona en la narración.
    El tema me parece muy interesante, tanto la parte de la inmigrante estonia, o "rusa" como decíamos como la de la bulimia, pero creo que estás en lo cierto con el exceso de información, a veces eso lleva a no profundiczar en otros temas.
    Muy feliz semana y una reseña estupenda.

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    1. Hola, Gemma.
      Todos los temas tratados son muy interesantes pero la manera de exponerlos a mí no me convenció, y es una lástima porque me enganché a la historia pero hubo momentos en que me desorientaba y eso lastró la lectura.
      Un besote.

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  2. Hola, Paloma:
    He recordado leyendo tu reseña lo que decías en el comentario que dejaste a mi reseña sobre esta novela respecto a que te interesaba saber lo que había tras la historia de estos países bálticos. Veo que quizás esta parte de la hustoria (las informaciones sobre Estonia) es lo que más te ha llegado. Yo creía que el asunto de la bulimia de Anna te interesaría mucho, pero dices que se te queda como algo corto, insuficiente, que te gustaría que se hubiese explayado en él mucho más. Te entiendo perfectamente.
    Como sabes a mí la novela me agradó mucho. Creo que esa mezcla de objetividad y subjetividad es muy apropiada para describir el mundo exterior que hay que respetar (la ocupación soviética, el rechazo finlandés hacia los estonios...) y la vivencia interior de eso mismo por parte de los seres que están despojados de derechos civiles y/u odiados por los vecinos fineses. Bueno, como bien sabes, yo veo en esta novela muchas virtudes (¡quizás demasiadas! ja, ja). La leí como consecuencia de un viaje a estos países bálticos, nacionalistas exacerbados. En el relato se ve un poco el porqué de esto (ocupación soviética en los años 40, minusvaloración por parte de sus vecinos finlandeses...) y esas tres generaciones de mujeres vienen a presentar a Estonia en tres momentos muy importantes de su historia: Ocupación soviética (abuela), lucha y consecución de la independencia en 1992 (madre), libertad y necesidad de autocontrol de cada individuo por sí mismo en la actualidad (historia de Anna).
    Un beso, Paloma

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    1. Hola, Juan Carlos.
      La mezcla de subjetividad y objetividad está muy bien como técnica narrativa cuando se quiere mostrar por un lado una realidad y por otro cómo se vive y se percibe esa realidad. Pero a mí no me convenció porque quería saber más de esa realidad, reconozco que la manera de percibirla por parte de los personajes pasó a un segundo plano y fue porque me di cuenta de que no sabía nada de nada de esa realidad, y me estoy refiriendo a la historia de los países bálticos. Es más, buceé por internet para averiguar más sobre la historia de Estonia, de cómo perdió su independencia y cómo fue invadida por los soviéticos.
      En cuanto al tema de la bulimia, debido a mi profesión, conozco bastante del tema, pero me resultó fascinante cómo se cuenta esa enfermedad desde dentro, cómo una víctima de esa terrible dolencia narra sus impresiones. Además, saber que la escritora vivió (o vive, no sé si se ha curado, que lo dudo porque no es lo habitual) ese proceso le da un valor añadido. Pero esa parte, como las demás, me resultó insuficiente, me hubiera gustado que profundizara más en cómo se originó ese trastorno y por qué (la base para atacar de lleno la bulimia).
      Pero lo peor de todo fue ese continuo cambio de narrador, me despistó muchísimo.
      De todas formas la lectura ha sido muy interesante y la conocí gracias a ti, así que muchas gracias.
      Un besote.

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  3. Es una pena cuando encuentras historias que consideras que podrían funcionar pero el enfoque falla, o quizás el intento de mezclar varios temas genera un poco de confusión o hace que pierda fuerza.
    No la he leído, ni conozco a la autora. Entiendo que sospeches de la traducción de algunos tipos de novela, en este caso la nórdica. Creo que cuando se traduce algo pierde esencia. A veces, una película misma, nos parece muy diferente en versión original. Con los libros pasa lo mismo. El traductor tiene más responsabilidad de la que nos pensamos!! jaja
    De todos modos, los temas de la novela parece interesantes. El tema de la bulimia, si la escritora lo ha padecido, le dará un enfoque realista. Una vez leí una novela en la que la protagonista había tenido anorexia y la verdad es que mientras no paraba de pensar: la escritora no sabe lo que es esto!!! Y no es que yo sí lo sepa, pero en esa novela era un sufrimiento muy superficial y casi absurdo, más parecido a un problema amoroso de instituto.
    Muy buena reseña Paloma, un besito!!

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    1. Hola, María.
      Yo también creo que el papel del traductor es muy importante e influye mucho en el resultado final. Yo no me suelo fijar en quiénes son los traductores de las novelas extranjeras que leo pero creo que debería porque ahí radica muchas veces el que un texto no encaje. Aunque alguna vez (muy pocas) me he agenciado la novela original para comprobar algunas cosas y resulta que en el original tampoco está muy bien expresado, ja, ja, ja. Por eso prefiero leer autores españoles, ahí no hay trampa ni cartón.
      No sé qué es lo que falla en esta novela, si la traducción o la escritora, pero el caso es que no disfruté de la lectura siendo los argumentos tan interesantes.
      Creo que cuando se tratan temas tan sensibles como la bulimia, una enfermedad con tantos matices, hay que saber muy bien de qué se está hablando, o te documentas bien mediante testimonios reales o la cagas y se te ve el plumero. Desde luego no hay mejor testimonio que el propio si la escritora ha padecido la enfermedad, así que en esta novela nada que objetar a ese respecto, aunque yo me quedé con ganas de saber más.
      Gracias por la visita, guapa.
      Un besote grande.

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  4. Quizás sea complicado para el lector, para mí al menos lo es, cuando se tratan de abarcar demasiadas temáticas o sencillamente no se hilan lo suficientemente bien para que el conjunto esté cohesionado y sea armónico. Por otro lado, las traducciones y más de lenguas tan diferentes, pudieran estar en la génesis de la falta de naturalidad o en esos cambios indiscriminados en la voz narradora. Muy buen análisis en cualquier caso Paloma. Un beso, y buena semana.

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    1. Hola, Miguel.
      No sé qué tipo de gramática es la finesa y si la traducción anda detrás de algunas cosas que no me cuadraron, pero leer algunos párrafos fue engorroso. Se supone que el cambio de persona en el narrador puede ser una herramienta para mostrar cercanía o alejamiento de lo que se está contando. Hasta ahí todo bien. El problema es cuando se cambia de modo en un mismo párrafo y los posesivos no cuadran con el tipo de narrador; por ejemplo si el narrador es omnisciente y habla en tercera persona no puede decir "mi" madre. En fin, que me lié de mala manera.
      A mi modo de ver se podrían haber hecho tres novelas de esta, aunque si lo que se quiere es recopilar todos los recuerdos de una persona deben ir juntos, pero yo hubiera preferido que con otro tipo de orden. Cosas mías.
      Un abrazo y buen martes.

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  5. Tengo pendiente este libro hace un montón de años y leyendo tu reseña lo he recordado y me han entrado ganas de leerlo. Al revés que a ti, me gustan los saltos en el tiempo y en el espacio, y ese paso de la Estonia soviética a la muy capitalista Finlandia me atrae mucho. También me resultan muy interesantes los trastornos alimentarios desde que hace años, para un trabajo de formación de la UNED hice el trabajo final sobre ese tema. Me lo apunto. A ver si no pasa otro montón de años.
    Un beso.

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    1. Hola, Rosa.
      A mí los saltos en el tiempo no me importan si se hacen con mesura y cierto orden, pero aquí es demasiado caótico y despista mucho, al menos a mí.
      Todos los temas tratados a mí me gustaron mucho y me resultaron interesantes, pero creo que les falta profundidad. Se habla de muchas cosas y no se profundiza en ninguna de ellas, ese es el defecto.
      La descripción de la bulimia es estupenda, porque ante todo se incide en cómo la comida gobierna la vida de la enferma, cómo no puede dejar de pensar en la comida y cómo se vuelve obsesión. Es estupendo, pero yo me quedé con ganas de saber más.
      Un besote.

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  6. Es una excelente reseña, pero solo le veo un pero a este libro, primero los saltos en el tiempo y segundo el mezclar temas, no se si me llegaría a llenar lo suficiente, y si podría leerlo sin perderme, porque tanto volver para adelante y para atrás.
    Creo que tanto la inmigración a otro país, con todo lo que conlleva, como la bulimia o la anorexia en su caso, son para un solo libro , porque estos temas hay que tratarlos independientemente uno de otro, ya que son muy importantes.
    Un besote y buena semana. y me acorde de ti hablando con mi hijo ayer y las bondades según Jorge de las señora Carmena y las cosas que hace por la Cultura, él esta muy contento con ese tema.

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    1. Hola, Tere.
      Todos los temas que aborda la novela son muy interesantes, pero la forma de contarlos y ese continuo ir y venir a mí me dificultó mucho la lectura y me fastidió bastante porque me quedé con las ganas de saber más.
      Carmena, a mi modo de ver, no lo ha hecho muy mal, aún quedan muchas cosas por hacer y cambiar pero a mí sí me gusta lo que hace (casi todo) y cómo lo hace. Además, creo que ha hecho bien en desmarcarse del partido político con el que se unió al principio, su gestión es más de tipo social que política, algo que a mi modo de ver se ha de hacer cuando se trata de gobernar ayuntamientos. A mí me recuerda mucho a Tierno Galván, aunque no tiene tanto glamour como aquel profesor.
      Un besote, guapa (y perdona el discurso "municipal", ja, ja, ja).

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  7. Si tú eres una "obtusa con las narrativas modernas", Paloma, yo me subo al carro. Coincido contigo en que las tres historias en las que se adentra la novela son interesantes (los trastornos alimentarios en concreto me fascinan) pero la forma de abordarlos en el libro "para mí" sería insufrible. Cuando me pongo a leer pretendo relajarme, divertirme, aprender, y no pillar un dolor de cabeza.

    Gracias por la advertencia que, "para mí", es más que válida :))

    ¡Un besazo de martes, guapa!

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    1. Hola, Julia.
      Veo que coincidimos en nuestra manera de percibir la lectura. Para mí leer es evasión, aunque de vez en cuando busque que me "remuevan" que me impresionen, pero dentro de un orden. Si tengo que estar dándole vueltas para entender qué ha querido contarme el autor entonces ya no disfruto, tampoco es cuestión de que te lo den masticado, pero algunos textos son demasiado retorcidos y no me gustan.
      Me alegro de que esta reseña te haya puesto sobre aviso, ese es uno de los objetivos cuando mis impresiones no son positivas.
      Un besote grande..

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  8. La única literatura nórdica que he leído es la del género negro o policíaco y debo decir que me gusta mucho. Ahora mismo estoy leyendo "La bruja" de la autora sueca Camilla Lackberg. En ella también hay saltos en el tiempo, pero están bien diferenciados. Lo que no soporto (permíteme este inciso que nada tiene que ver con tu reseña) es la multitud de personajes que van apareciendo a lo largo de la novela y que, con esos nombres tan "pintorescos" (para mí, jeje) uno acaba haciéndose un lío.
    En cuanto a Las vacas de Stalin (¿a qué se refiere exactamente el título?) entiendo que acabe resultando un tanto caótica esa mezcla de tempos y personajes sin un orden claro. Parece, además, bastante evidente que la autora ha plasmado en su novela sus propias experiencias, siendo en el fondo una novela autobiográfica, por lo cual parece que no ha sabido ordenar cronológicamente los hechos o bien, como dices, es su estilo personal. Hay quienes, efectivamente, prefieren lo que se sale de lo que es normal para otros, y en este aspecto coincido contigo. Yo también debo ser un lector tradicional, jeje.
    Un beso.

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    1. Hola, Josep Mª.
      Uno de los inconvenientes que he tenido cuando he leído a los escritores nórdicos han sido esos nombres pintorescos a los que haces alusión. El no reconocer en el nombre de pila (¿se dirá así en nórdico, pila?) si el personaje es hombre o mujer a mí me llevó, en cierta ocasión, a creer que el protagonista era masculino hasta casi media novela donde resultó que no, que era una mujer. Si encima salen muchos de esos personajes... apaga y vámonos.
      El título del libro también me llamó la atención. Al final se hace referencia a "las vacas de Stalin" diciendo que en Siberia, donde van a parar los represaliados del régimen soviético, son una raza autóctona, pero que en realidad son chivos. Y ahí no me quedó muy claro si se refería a "chivo" en el sentido literal del término haciendo referencia a que en Siberia las condiciones no son aptas para que nada crezca con opulencia, como sería una vaca de verdad, o bien se refería a "chivo" en el sentido figurado, haciendo referencia a que allí acababan los chivos expiatorios que Stalin no quería tener. En fin, que no me enteré.
      Estas cosas son las que no me gustaron de esta novela, que no sé si por falta de perspicacia por mi parte, o falta de claridad por parte de la escritora, el caso es que ciertos aspectos se quedaron en suspenso.
      Tendremos que buscarnos, Josep Mª, lecturas menos alternativas y más claras para nuestros gustos.
      Un beso grande.

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  9. He leído varias reseñas sobre "Las vacas de Stalin", entre ellas la de Juan Carlos. La historia pinta bien, es interesante entremezclar lo personal con lo histórico y más de territorios sobre los que aquí sabemos tan poco. Ahora estoy leyendo una novela cuyo protagonista es precisamente un inmigrante lituano en EE.UU., casualidades. Resulta muy posmoderno confundir al lector, no sé, a mí hay veces que me gusta y otras me canso (un libro de Sebald que dejé a medias este verano). Con todo, creo que es una lectura a tener en cuenta. Me viene a la mente también "La vida breve de Óscar Wao", donde a través de tres mujeres se cuenta la historia de la República Dominicana y la dictadura de Trujillo, entre otros muchos temas. Una novela también para perderse, en los dos sentidos, jaja.
    Un abrazo.

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    1. Hola, Gerardo.
      Entiendo que en literatura, como en todo, siempre es bueno innovar y buscar algo nuevo, pero no todos los experimentos salen bien. A mí esta novela no me terminó de encajar por la forma de narrar los temas (interesantes todos). Es lógico que si se trata de recordar algo la forma de exponerlo sea caótica, así es como recordamos, pero esa manera solo la entiende quien rememora, es una técnica difícil para el lector, al menos lo fue para mí.
      Yo también leí "La maravillosa vida breve de Óscar Wao" y me perdí bastante, tuvo su punto de originalidad y las cosas que contaba, incluida la historia política de la República Dominicana me parecieron muy interesantes, pero me costó mucho seguir el hilo de la historia con tanto ir hacia adelante y hacia atrás, lo mismo que con Las vacas de Stalin.
      Un abrazo.

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  10. Hola Paloma a mi tampoco me importan los saltos del tiempo siempre y cuando estén bien identificados y mantengan una coherencia en la novela, si me pierdo, tengo que ir para atrás y para delante y al final tener la sensación de necesitar una guía acabo desconectando del libro por muy interesante que en principio lo viera.
    A pesar de los temas que me interesan y mucho, no me parece una propuesta que vaya a leer de momento.
    Besos

    L

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    1. Hola, Conxita.
      A mí tampoco me importan esos saltos, pero como a ti, dentro de un orden.
      Además, en esta novela, el cambio tan brusco en el narrador, unas veces en primera persona, otras en tercera pero siempre la misma persona, me acabó de marear.
      Estas nuevas tendencias, o experimentos, o como se les quiera llamar son demasiado engorrosas para mí y no me permiten disfrutar de la lectura, que es lo que realmente quiero cuando leo (para pasarlo mal ya tengo otras cosas).
      Un besote grande, guapa.

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