Leer, el remedio del alma

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Imagen creada por Ilea Serafín

1 de mayo de 2019

La guerra de los fósiles (Segunda Parte)

Othniel C. Marsh vs. Edward D. Cope


Si en la primera parte de esta guerra de los fósiles el enfrentamiento se dio entre dos científicos británicos, la que hoy traigo se dio entre dos estadounidenses: Othniel Charles Marsh (Nueva York, 1831 – 1899) y Edward Drinker Cope (Filadelfia 1840 – 1897).

Los dos estudiaron sendas carreras de ciencias, uno Geología y Mineralogía, el otro Ciencias Naturales. Mientras Marsh era hijo de granjeros, Cope se crio en el seno de una familia acomodada de Filadelfia; aunque el origen humilde de Marsh no fue un impedimento para reunir una gran fortuna pues un tío suyo, el millonario George Peabody, se encargó de que no le faltara dinero.

Si Marsh y Cope no compartían los mismos orígenes, sí tuvieron algo en común: su pasión por la paleontología. Esa pasión compartida les hizo amigos cuando se conocieron en Berlín, allá por el año 1864. En esos primeros meses de amistad idílica se llegaron a dedicar mutuamente especies que descubrieron. Pero los dos amigos compartían otras cosas además del amor por la paleontología, y es que los dos tenían muy mal carácter. Cope era beligerante y presto a la ira, mientras Marsh era más introvertido y algo huraño. Como rasgo común en su forma de ser, los dos eran pendencieros y envidiosos. Todo esto desembocó en un cambio de los afectos y los antaño colegas amistosos se convirtieron en enemigos irreconciliables cuya rivalidad dio lugar a uno de los sucesos más hilarantes (y bochornosos) de la historia de la Ciencia que tuvo el nombre de “La guerra de los huesos”.

La relación de Cope y Marsh empezó a torcerse cuando se fueron los dos a recoger fósiles a unos pozos de marga en Nueva Jersey. Marsh sobornó a los operarios para que le llevaran a él los fósiles que encontraran y sin decirle ni una palabra a su colega Cope. Cuando Cope se enteró, no le sentó nada bien, como es natural.

En venganza, Cope se fue a buscar fósiles en una zona de Kansas y Wyoming, que se suponía era de exclusividad de Marsh, lo que a Marsh tampoco le hizo ni pizca de gracia.

Entonces, Marsh devolvió el golpe burlándose de Cope en una revista científica: le acusó de ser un mal paleontólogo pues en la reconstrucción de un plesiosauro Cope tuvo un error bastante gordo ya que puso la cabeza en el lugar donde debería estar la cola.

Mientras estos dos andan metiéndose entre sí, en 1870 el oeste de Estados Unidos se está revelando como una fuente inacabable de fósiles de todo tipo. Las condiciones geológicas son adecuadas para que allí se encuentren extensos yacimientos de huesos. Moviendo sus influencias, Cope consigue permiso de Washington para explorar la zona. Pero al llegar a uno de los emplazamientos se encuentra que no hay ningún equipo con el que trabajar, ni vagones, ni caballos, ni material de ninguna clase; nada. Sin embargo, Cope no se desanima, como tiene una buena fortuna contrata por su cuenta a dos carreteros, un guía y tres hombres que aparecen por allí diciendo que están interesados en trabajar con él. Pero de esos tres providenciales trabajadores, dos resultan ser hombres de Marsh que se habían pluriempleado —parece ser que Marsh era algo tacaño con los sueldos y remiso a la hora de pagar—. Cuando Marsh se entera, se mosquea mucho. Para más escarnio, uno de los operarios pluriempleados se hace un lío y le manda unos huesos a Cope que ha encontrado trabajando con Marsh. Es lo que tiene doblar turnos para dos empresas diferentes, que uno ya no sabe ni para quien trabaja. Marsh reclama sus huesos y Cope se los devuelve bastante ofendido.

En otra excavación en Morrison, el científico Arthur Lakes encuentra varios fósiles, les manda sendas cartas a Cope y Marsh junto a muestras para que las estudien. Marsh, reacio a soltar pasta, tarda en contestar pero al final lo hace enviando cien dólares a Lakes con la condición de que no le diga nada a Cope, pero llega tarde ese aviso. No obstante, Lakes acepta el dinero y le pide a Cope que le devuelva lo que le envió. Cope se cabrea mogollón.

Cuando llega el año 1873, Cope y Marsh están abiertamente en guerra. Aunque en Estados Unidos también se libran otras guerras, por ejemplo las que tienen con los nativos de la zona. Excavar en algunos lugares del salvaje oeste tiene sus riesgos, como que te encuentres con tribus beligerantes a las que ver un rostro pálido les pone de muy mal humor. Esto es lo que le pasó a Marsh cuando se fue con un grupo de estudiantes a recoger fósiles en territorio sioux. El pillo de Marsh se cameló al jefe Nube Roja diciéndole que si le dejaba recoger huesos él intercedería en Washington para mejorar el trato a su tribu. Dicen que una vez que se fue con el material, Marsh se olvidó de la promesa hecha y si te he visto no me acuerdo.

Pero dejemos a los pobres indígenas americanos y volvamos a la guerra entre Cope y Marsh cuando alcanza su punto álgido en el yacimiento de Como Bluff.

Cresta de Como Bluff, importante yacimiento donde se encontraron gran cantidad de fósiles de todo tipo, no solo de dinosaurios.
Marsh recibe una carta de dos trabajadores, Cardin y Reed, que participan en la construcción del Ferrocarril Transcontinental en Wyoming. En esa carta le comunican que se están encontrando con gran cantidad de huesos en una zona llamada Como Bluff, que si le interesa. También le informan a Marsh que hay otras personas que merodean por la zona y que están recogiendo algunos de esos huesos. Para Marsh está claro que los merodeadores son gente de Cope. Marsh envía dinero a Carlin y a Reed para que le manden todos los fósiles posibles a la vez que los contrata para que trabajen para él. Pero una vez más Marsh hace gala de su tacañería y descuida los pagos, entonces Carlin se pasa al bando de Cope que no es tan cicatero con la pasta. Reed permanece con Marsh.

Durante los años que se explota el yacimiento de Como Bluff los enfrentamientos entre los equipos de Cope y de Marsh son enconados. Los de un equipo roban los huesos a los del otro. Todos sospechan de todos pues creen que el compañero de al lado es un infiltrado del bando contrario. Marsh obliga a Reed a espiar a su antiguo colega Carlin. Carlin bloquea las vías del tren para que Reed no pueda transportar los huesos encontrados. Reed, hasta la coronilla de tanta tontería, hace el petate y se despide para dedicarse a la cría de ovejas (unos animales menos fascinantes que los dinosaurios pero que no le dan tantos quebraderos de cabeza).

En esta absurda pelea se llegan a dar situaciones rocambolescas. Cuando uno de ellos descubre un yacimiento, el otro construye una cantera cerca de él para así poder agenciarse de extranjis material (dicen que pillaron una vez a Cope abriendo las cajas de Marsh para birlarle algunos huesos). Cuando ya han explotado el yacimiento lo destruyen a dinamitazo limpio para que los restos de fósiles que han podido quedar no sean aprovechados por el otro. Incluso se llegan a enfrentar los dos equipos a pedrada limpia. Una vergüenza.

Pero la guerra de los huesos no solo se dio en los yacimientos. Esa enemistad se trasladó al campo estrictamente científico. La competitividad por ver quién publicaba más hizo que la productividad de estos científicos fuera asombrosa. Cope escribió más de mil cuatrocientos artículos. Y es en este aspecto donde la rivalidad entre los dos paleontólogos tuvo su lado positivo. En la competición por ver quién descubría más, la paleontología experimentó un momento excepcional. Juntos descubrieron ciento cuarenta y dos especies nuevas de dinosaurio.

Pero también tuvo su lado no tan positivo pues esa carrera desenfrenada por encontrar y publicar hizo que se atolondraran y llegaran a “descubrir” varias veces la misma especie. Esto es lo que pasó con el Uintatheres anceps, que fue descubierto veintidós veces entre los dos. Un auténtico desatino.

Además, en esa precipitación, se daban diferentes nombres a una misma especie porque el ritmo frenético no les dejaba memorizar cada nombre nuevo. El lío en la clasificación fue tal que se tardaron años en desfacer el entuerto.

La rivalidad les llevó a que cada uno desprestigiara al otro desluciendo su trabajo. Marsh acusó a Cope de catalogar las especies de manera errónea y lo publicó en un artículo científico. Entonces Cope se dedicó a comprar todos los ejemplares de la revista para que no fueran leídos por los demás colegas. Con prácticas así la fortuna de Cope empezó a mermar hasta quedarse en la más absoluta ruina.

Por otra parte, la racanería de Marsh no solo se limitaba al dinero, también era remiso a compartir los logros de un trabajo en equipo negándose a añadir a sus colaboradores en los artículos que escribía. Esto le granjeó la enemistad de muchos miembros de la comunidad científica. Marsh, entre los sobornos y las costosas exploraciones, también acabó arruinado.

Tanto Cope como Marsh acabaron sus días sin un centavo y retirados de la vida científica pues sus cofrades empezaron a cansarse de tanto rifirrafe.

Cope fue el primero en fallecer, aunque solo dos años antes que su eterno rival. Sin embargo quiso llevar su competitividad hasta después de muerto pues en sus últimas voluntades pidió que se donara su cráneo a la ciencia para que midieran el tamaño del cerebro retando a Marsh a que hiciera la propio para luego compararlos (en aquella época se pensaba que el tamaño del cerebro era directamente proporcional al nivel de inteligencia). Pero con Cope muerto, a Marsh se le enfrió la beligerancia y no aceptó el desafío.

A pesar de que la rivalidad entre Cope y Marsh estuvo plagada de mala praxis y comportamientos casi infantiles, fue la causante de que el trabajo de los dos fuera prolífico y muy positivo en cuanto a resultados; los museos se llenaron de fantásticas reproducciones para asombro de sus visitantes y los libros de texto aumentaron su contenido en conocimientos.

Además, el enfrentamiento propició que esos nuevos especímenes llamados dinosaurios fueran conocidos por el público. Pero, por otra parte, unos científicos con mentes privilegiadas no supieron estar a la altura de su nivel intelectual comportándose como auténticos cretinos. No se puede ser perfecto. 




24 comentarios:

  1. Creo que la historia está plagada de ejemplos en los que la justa competencia desbordó todos los límites,... me veine a la mente Thomas Edison contra Nikola Tesla,... pero la verdad que estos dos no le van a la zaga.
    Muy divertida tu entrada!

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    1. Hola, Norte.
      Edison y Tesla también tuvieron lo suyo, aunque a mi modo de ver ahí Edison fue el villano (le tengo mucho asco por cómo trató al pobre de Tesla) y eso que Tesla a raro no le ganaba nadie (hay una entrada en esta sección dedicada a él).
      Por desgracia estos rifirrafes se dieron con demasiada frecuencia entre científicos.
      Me alegra saber que te ha divertido esta publicación, esa era la intención, para rollos ya están las enciclopedias.
      Un abrazo.

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  2. Estas peleas incansables impidieron disfrutar de los hallazgos a sus protagonistas. Si es hubieran unido habría hecho le trabajo mucho mejor. Un abrazo.

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    1. Hola, Mamen.
      Tú lo has dicho, tanta animadversión entre ellos hizo que no pudieran disfrutar de su trabajo. Estar siempre pendiente de que no te sobrepase el de al lado, además de agotador debe de ser frustrante.
      Un besote.

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  3. Está claro que ser un gran científico no libra de ser una persona mediocre. Por otra parte, es curioso ver cómo a veces la rivalidad es más fructífera que la colaboración por esa pelea sin freno que propicia y que lleva a hacer más adelantos y descubrimientos.
    Lo de "descubrir" la misma especie 22 veces me parece fantástico. ¿Le darían un nombre distinto cada vez? Alucinante.
    No tenía ni idea de la existencia de estos dos paleontólogos. Deberían hacer una película con sus peripecias.
    Un beso.

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    1. Hola, Rosa.
      Esa competitividad que tanto se da en la Ciencia, creo que siempre ha sido más un defecto que una virtud, y ha hecho que los avances sean más lentos. Pero este caso es la excepción que confirma la regla, aquí los dos enemigos dieron lugar a un trabajo frenético en cuanto a descubrimientos de especies.
      Lo de descubrir 22 veces el mismo bicho es de traca, pero como cada vez encontraban un hueso de una parte distinta y tenían tanta prisa en registrar su hallazgo... así les fue. Parece ser que organizaron un buen lío, y el resto de colegas andaban más desorientados que ellos mismos. El volver a nombrar bien a las especies "repetidas" llevó mucho tiempo y esfuerzo, si esos dos hubieran trabajado más sosegadamente no se habrían equivocado y no les habrían dado tanto trabajo a los que vinieron después.
      Leí en no sé donde que hay un proyecto para hacer una serie de TV pero que aún no ha terminado de arrancar, entre otras cosas porque uno de los dos paleontólogos iba a ser interpretado por Gandolfini, pero al fallecer se quedó en suspenso.
      Un besote.

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  4. Me encanta esta sección Paloma.

    Fíjate que a pesar de todos los despropósitos que se producen en esta historia real me quedo con lo que comentas de que la competencia es sinónimo de avances en muchos ámbitos de la vida. Como curiosidad, añadiré que es muy habitual que cuando se construyen dos rascacielos parejos e iguales en forma y altura se suelen colocar a dos equipos diferentes y con distintos jefes de obra. Con ello, y respetando las normas de seguridad, se consigue que la competencia entre equipos incremente la productividad para ver qué equipo acabe antes la obra. Por otro lado, te tengo que recomendar que veas la película clásica 'La fiera de mi niña', si aún no las hecho, pues el tema de la palenteología está muy presente, y creo recordar que había un personaje con el nombre de Mr. Peabody aunque te hablo de memoria, y no sé si puede tener algo que ver con el que tú mencionas.

    Un beso, y feliz día.

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    1. Hola, Miguel.
      Soy de la creencia que la competitividad en la ciencia ha traído más cosas negativas que positivas. Que un equipo de investigación oculte sus descubrimientos mientras no tienen resultados claros para que "el de al lado" no les copie o no se aproveche, ha sido el motivo de que muchas curas de enfermedades, por poner un ejemplo, no se hayan dado mucho antes. Aunando conocimientos, normalmente, se avanza más en Ciencia.
      Sin embargo, con estos dos no, su manera de competir hizo que se afanaran más y se volcaran más para descubrir y catalogar. Además, y a mí esto me parece muy importante, hicieron que el público conociera esos bichos tan raros, los dinosaurios.
      Creo que vi la película que mencionas hace mucho tiempo, pero no recuerdo apenas destalles, tan solo a su protagonista (la Hepburn, no?), puede que me anime a verla de nuevo ahora que estoy tan metida en esto de la paleontología.
      El tío de Marsh, el millonario Peabody, fue un mecenas de esta materia, le construyó un museo a su sobrino para que "lo llenara con cosas" y el regalito se convirtió en el Museo de Historia Natural de Yale. Con tíos así da gusto tener familia.
      Me encanta que te encante esta sección.
      Un beso.

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  5. Parece increíble que personas tan inteligentes, trabajadoras e instruidas puedan tener semejantes comportamientos. Como bien dices no se puede ser perfecto, pero algunas imperfecciones resultan tan impropias de ciertas personas...

    En cualquier caso hay que quedarse con lo bueno y es que la ciencia, aunque fuera a golpe de revancha, pataletas y malas jugadas entre científicos, se vio muy beneficiada.

    Una entrada muy entretenida, Paloma, ¡y muy instructiva! Gracias :))

    Un beso y feliz día del trabajo.

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    1. Hola, Julia.
      Es cierto que ser inteligente no asegura que se sea buena persona, o que tenga un comportamiento racional.
      Estos dos se comportaron como críos, y creo que también les hizo muy desgraciados. No supieron disfrutar de su pasión por ese continuo miedo a que el otro les ganara terreno.
      La verdad, es que si te paras a pensar, son dignos de lástima.
      En fin, ellos se lo buscaron.
      Me gusta saber que esta sección es agradable de leer.
      Un besote guapísima y feliz día del levantamiento del Dos de Mayo (hoy es la fiesta de la Comunidad de Madrid)

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  6. Qué pena que dos personas que podrían haber mantenido una buena relación de amistad lleguen a ese punto de enemistad solo por envidia o ambición. Además, juntos podrían haber destacado mucho más, lo que demuestra que eran muy listos para unas cosas pero no tanto para otras.
    No conocía esta historia de estos dos científicos, ni a ellos tampoco. Muy buena entrada Paloma, me encanta descubrir estas cosas!
    Un besote guapa!

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    1. Hola, María.
      Quizás si estos dos hubieran trabajado juntos habrían conseguido más logros, o no. Lo que es seguro es que habrían disfrutado más.
      Al principio fueron amigos, pero pasó "algo" que los enemistó de un día para otro. En un libro leí que ese algo estuvo relacionado con líos de faldas, de hecho Cope era muy guapete y tenía mucho éxito (murió de sífilis), pero como no encontré más sitios donde hablaran del tema no lo reseñé en la entrada por si acaso. Pero vete tú a saber.
      Un beso grande.

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  7. Qué sección tan interesante Paloma. Y qué triste que a veces el afán de reconocimiento, o las ganas de notoriedad o simplemente el querer quedar por encima de otros impidan que usen la cabeza para lo que deberían, con lo bueno que sería colaborar y compartir los logros para que todo el mundo pudiese disfrutarlos.
    Mil gracias por la historia.
    Feliz jueves.

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    1. Hola, Gemma.
      Sí que es una pena que no se hubieran juntado para avanzar juntos, que el ego y el afán de notoriedad les hiciera perder el norte y comportarse como idiotas. Pero así son algunos, no son capaces de trabajar en equipo y les domina la vanidad.
      Gracias por tu visita.
      Un beso grande.

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  8. ¿Seguro que estoy leyendo o me he ido al cine a ver una peli de "buenos y malos" o regresé a mi infancia y estoy delante de mis personajes favoritos Zipi-Zape?... Bueno, ahora fuera de bromas, mi querida amiga Paloma, no sabes lo divertida que te ha quedado esta entrada, donde seguro que si lo hubieras narrado en tono circunspecto como se suele hacer en los volúmenes cientríficos, por cierto un "peñazo" auténtico, estoy convencida de que todos nos hubiéramos salido espantados, tratando de no colisionar unos con otros.... je,je,je Lo que vulgarmente se conoce como "hacer mutis por el foro". Por lo que te felicito ya de entrada al utilizar este tono jocoso y al mismo tiempo fluido.

    No tenía ni idea de ambos paleontólogos: Othniel Charles Marsh y Edward Drinker Cope, que la que liaron con su obsesiva rivalidad por ese afán desmesurado por recoger fósiles, que desemboca en la famosa "Guerra de los huesos"... ¡Qué locura!

    Las triquiñuelas de las que se valen para robarle a su "enemigo" esos huesos hallados por los pacientes trabajadores, son otra parte de esta historia que me llamó la atención.

    Y como colofón final, nada menos que se arruinan retirándose de la vida científica. Dejando, además Cope, en su testamento, un nuevo reto, comparar el tamaño de sus cráneos, ya que por aquel entonces, se creía que revelaría el grado de inteligencia de dicho individuo... ¡Menos mal que Marsh no entró en semejante juego! Lo cual demostraba que era algo más inteligente.

    Lamentable espectáculo para dos científicos supuestamente inteligentes, que se comportaron como cretinos.


    Un beso enorme.

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    1. Hola, Estrella.
      La verdad es que si se mira bien esta historia es muy cómica. Cuando leía los disparates que se derivaron del comportamiento de estos dos yo veía esa película que tú mencionas: dos payasos haciendo el ganso y pegándose codazos por llegar los primeros en descubrir nuevas especies. De risa.
      El problema es que esto fue real, y los protagonistas dos científicos reputados con una buena preparación. Lamentable y cómico a la vez.
      Que los dos acabaran arruinados y solos me hace pensar que el karma existe, o que hay un destino que pasa factura y todo lo malo que se hace se acaba pagando de una u otra manera.
      Mi intención con esta sección es incidir en aspectos científicos pero sin entrar en tecnicismos. Para publicaciones serias ya están los libros de texto.
      Aunque tampoco es mi intención divulgar nada. Esta sección intenta acercarse a la vida de lo científicos pero desde el lado más humano, conocer las rarezas y los comportamientos (a veces completamente irracionales) de mentes excelsas en lo suyo pero que en sus relaciones sociales demostraron que no encajaban.
      Me alegra saber que te ha gustado y muchas gracias por un comentario tan bonito.
      Un besote muy grande.

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  9. ¡Tremenda historia, Paloma! A veces nos hacemos la imagen del típico científico serio, educado e ilustrado; pero nos olvidamos que la competitividad está presente en todos los aspectos de la vida. En este caso, pienso que ayudó mucho esa amistad inicial, dado que solo se envidia a lo que uno considera su igual.
    De todas formas, creo que ese afán competitivo logró todo lo que consiguieron, con sus aciertos y errores. Quizá, una cooperación no hubiera resultado tan productiva. De todas formas, la historia es la que es.
    Me encanta esta sección, la ciencia es algo apasionante y divulgar estas historias baja a la Tierra al mundo científico y consigue que el lector los vea con interés y se decida en profundizar en la materia.
    Excelente trabajo, Paloma. Un abrazo!

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    1. Hola, David.
      Aunque en este caso parece ser que la competitividad y el recelo hicieron que los logros fueran más, yo sigo defendiendo que la colaboración es más fructífera, porque cuatro ojos ven mejor que dos por separado. Es más, estoy convencida de que muchos avances científicos se hubieran producido antes si la colaboración entre distintos equipos de investigación hubiera sido más estrecha.
      Gracias por tus palabras hacia esta sección, intento acercar la vida de algunos científicos pero desde su vertiente más personal haciéndolos bajar de ese pedestal donde los colocamos por sus logros, y así ver que no dejan de ser seres humanos como los demás.
      Un abrazo.

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  10. Hola Paloma bien por esta segunda parte de la guerra de los fósiles, me he reído aunque me parecía tan patético aunque bien pensado como dices su competitividad al menos los hizo ser muy prolíficos.

    Por desgracia es algo bastante frecuente en muchas disciplinas que los egos tan fuertes y las ganas de ser los más meritorios acaban restando en lugar de sumar. Desde fuera una piensa que si se aunaran esfuerzos igual todos salían ganando pero no se trata de lucir el primero en los créditos. Supongo que debe dar un subidón de lo lindo porque personas inteligentes se ponen en ridículo por eso y sobre todo pisan a quien se ponga por delante. Me parece terrible y por desgracia sigue sucediendo. No sé yo pasar a la historia, entre otras cosas, por este tipo de comportamientos de lo más tontos me parece un poco ridículo.
    Besos

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    1. Hola, Conxita.
      Creo que cuando alguien entre en ese círculo vicioso de competir por salir el primero y no dejar que nadie te rebase hace perder el norte y uno no se da cuenta de que está haciendo el ridículo. Son tantas las ganas de destacar que lo demás no se percibe. Es lo que tiene la obsesión, que impide ver más allá.
      En el caso de estos dos individuos nos quedaremos con los buenos resultados científicos y dejaremos a un lado su patético comportamiento moral.
      Un besote grande, guapa.

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  11. Saludos, Kirke.

    Estos científicos son como niños. ¡La de perretas que se debían pillar al ver a su rival adelantándose a un descubrimiento! En un ejercicio de imaginación me los estoy viendo delante, discutiendo como malotes de colegio, retándose en el recreo, dándose manotazos torpes y a destiempo, gritándose insultos del tipo: "Bota y rebota y en tu culo explota", mientras se sacan la lengua. Lo dicho, son como niños. :P

    Un abrazo, Kirke.

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    1. Hola, Pedro.
      Ya lo creo que estos dos se comportaron como críos en el patio del recreo, de hecho los dos equipos anduvieron a pedrada limpia en una ocasión. Parece mentira que personas con un nivel intelectual elevado, pues eran muy buenos en lo suyo, tuvieran esas rarezas para relacionarse con los demás, especialmente con los que trabajaban con ellos.
      Supongo que el enorme ego que tenían les hizo perder el norte. Una lástima.
      Un abrazo.

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  12. Esta historia es digna de ser llevada al cine, jajaja. Desde luego, hay bastantes personas negadas para trabajar en equipo y prefieren la individualidad para llevarse, de ese modo, todos el mérito. Craso error. Esos dos científicos hicieron alarde de un gran individualismo, egoísmo y, en el caso de Marsh, de una gran tacañería que le perjudicó en algún caso, jeje. Una pareja con muchos defectos aunque, como bien dices, esa exagerada competencia provocó una gran porfusión de hallazgos, si bien algunos repetidos sin saberlo.
    Me lo has hecho pasar muy bien con tantas anécdotas que rozan lo absurdo.
    En cuanto al tamaño del cráneo, parece que todavía hoy hay quien lo considera relacionado con las aptitudes intelectuales. Ayer dieron por televisión una noticia sobre un cadidato de C's a la alcaldía de una ciudad andaluza que no recuerdo, que mostraba como garantía de sus méritos para la ejecución inmejorable de su futuro cargo un estudio "científico" sobre su estructura facial y craneal que demostraba unas grandes habilidades y cualidades profesionales y éticas. Y no estamos en el siglo XIX.
    Un beso.

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    1. Hola, Josep Mª.
      El aspirante a alcalde de Granada que recurrió a la "morfopsicología" es de traca. El domingo oí a un antropólogo ponerlo de vuelta y media pues esa morfopsicología es una pseudociencia sin ningún fundamento. A mí me recordó a la frenología que tan en boga estuvo en el siglo XIX cuando se intentaba asociar el tamaño y la forma del cráneo con la tendencia a asesinar.
      Al menos en el caso de Cope se le puede disculpar porque en aquellos tiempos no se sabían muchas cosas y las que se sabían no se habían estudiado suficientemente, pero ahora no hay excusa que valga para recurrir a supercherías denostadas en todos los círculos. Pero tontos los ha habido y los habrá siempre. Qué le vamos a hacer.
      Me alegra saber que disfrutaste con esta publicación, aunque el mérito no es mío, los protagonistas me lo pusieron fácil.
      Un besote.

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Hada verde:Cursores
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