Leer, el remedio del alma

Leer, el remedio del alma
Imagen creada por Ilea Serafín

7 de febrero de 2018

Viaja con nosotros


    Aquella mañana Jacinto se dirigió al estanco más cercano para adquirir la tarjeta de transporte: “Deja tu coche y viaja con nosotros”. Era un título de transporte novedoso, para utilizar solo autobuses urbanos y costaba menos de la mitad que un abono mensual corriente. A Jacinto no le gustaba mucho estar apretujado entre otros viajeros algunos con prácticas higiénicas un poco laxas— pero el ahorro que le suponía era un buen acicate para animarse.

   Con su nueva tarjeta en la mano sí que había salido barata, pensó fue a tomar un autobús. Cuando el autocar llegó, se subió y pasó la tarjeta por la canceladora que emitió un pitido diferente al de los demás viajeros que se habían subido delante de él. En ese momento, y cuando Jacinto se disponía a ir al fondo del vehículo, el conductor le dio el alto.

Un momento, caballero. Usted tiene la tarjeta “Deja tu coche y viaja con nosotros” indicó el conductor.
Sí respondió Jacinto.
¡Qué bien! Ya creía que en toda la mañana no se iba a subir nadie con una tarjeta de esas comentó el conductor mientras se levantaba de su asiento y abría la portezuela que cerraba la cabina donde estaba. Tengo unas ganas locas de comerme el bocata que me ha hecho la Mari. 

   Mientras esto decía, el conductor se situó en el rellano del bus e hizo un ademán con las manos señalando a Jacinto el sillón donde hasta hacía un instante él había estado sentado.

Perdone, creo que no le entiendo contestó Jacinto.
Venga, póngase al volante y dele al acelerador.
¿Perdón? ¿Que me ponga al volante? ¿Pero qué dice?
No se haga el longui y dele vida que voy algo retrasado. Debería estar ya en la plaza de Canillejas y todavía faltan cinco paradas.
Oiga, ¿pretende que me ponga a conducir el autobús yo? ¿Se ha vuelto loco?
El que se está haciendo el loco es usted. Pero ya me conozco el percal, no es el primero que se quiere escaquear. Es muy bonito eso de pagar menos por el billete y luego escurrir el bulto, pero a mí no me la dan. Usted tiene que cumplir con las cláusulas de la tarjeta esa, así que venga que ya me estoy cansando.
¿Cláusulas? ¿Qué cláusulas? preguntó Jacinto al mismo tiempo que ante los suaves, pero contundentes, empujones del conductor se introducía en la cabina y se sentaba en el asiento del volante.

   Mientras esto hablaban algunos pasajeros empezaron a impacientarse.

Venga, hombre. No le dé más vueltas. ¡Circule! gritó desde atrás una señora de mediana edad con un carrito de la compra.

   Una adolescente vestida con el uniforme de un colegio cercano y cargada con una mochila que, a juzgar por el volumen, debía de llevar en su interior la mitad de los fondos de la Biblioteca Nacional, exclamó:

¡Vaaamos! Hoy vuelvo a llegar tarde, la de mates me va a poner otro negativo. ¡Mierda!
Vamos a ver porfió Jacinto al conductor aquí debe de haber un error. Creo que me confunde con algún compañero que le tendría que sustituir, pero no es así. Soy un viajero más.
De viajero más, nada. Usted tiene la tarjeta esa que han creado para los conductores que no usan el transporte público porque prefieren conducir, ¿no?
Efectivamente. Pero no sé qué tiene que ver con…
Pues cumpla con su obligación continuó el conductor sin hacer caso de las protestas de Jacinto. Conduzca el bus y déjese de lamentos, que a este paso no llegamos nunca. Con esa tarjeta se paga menos pero hay que apechugar.

   Entonces, un anciano sentado en los primeros asientos del autobús comentó:

¡Eso, hombre! No se haga el tonto, que ya está bien. Como llegue tarde a la partida me va a tocar de pareja el Anselmo y es un manta.
Pero… dijo Jacinto, en esta ocasión ya en voz más baja porque estaba empezando a asustarse ya que todos los viajeros del autobús estaban pendientes de él, algunos con el ceño fruncido y en actitud amenazante.

   Aturdido y confuso, Jacinto empezó a conducir. Sin saber muy bien por dónde tirar decidió seguir por la calle en la que se encontraba. El resto del pasaje pareció que se tranquilizaba hasta que, recorridos unos quinientos metros, todos a una empezaron a silbarle y a gritar.

¡Pare! ¡Eh! ¿Dónde va? 

   Se había saltado una parada y los pasajeros que debían bajarse en ella comenzaron a insultarle. Jacinto pegó un frenazo provocando que el resto del pasaje le insultara también. Una señora, que se había roto una uña a resultas del parón brusco, se dirigió a la cabina con muy malas intenciones y Jacinto, temiendo por su integridad física, decidió huir saltando por la ventanilla que tenía a su izquierda.

   Una vez en la calzada empezó a correr en dirección contraria y para escapar más rápidamente algunos pasajeros se habían bajado del autobús y habían empezado a perseguirlo a la vez que vociferaban le dio el alto a un taxi que por allí pasaba. Cuando, desesperado y asustado, se situó en el interior del vehículo le dijo al taxista:

Por favor, a la avenida Marqués de Corbera. ¡Deprisa!
Está usted de suerte le contestó el taxista hoy tenemos descuentos especiales. ¿Quiere beneficiarse de una rebaja del 50%?
Hombre… pues claro que sí.

   En ese momento el taxista se bajó del coche, le abrió la portezuela a Jacinto y, mientras le invitaba a salir de la parte de atrás, le dijo:

Bien, pues, usted mismo, póngase al volante y emplee la ruta que más le guste. Voy a aprovechar para llamar a mi hija que hoy tenía el examen de conducir.



Nota: Este texto corresponde a un ejercicio donde se pedía una historia disparatada contada con humor.




32 comentarios:

  1. Jajajajaja, me encanta, qué imaginación.
    No solo me ha gustado la idea en sí, es que los personajes del autobús están genial, los diálogos son creíbles y el anciano que se teme que le toque el Anselmo en la partida es lo más.
    Besos y enhorabuena, me encanta.

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    1. Intenté dar unas pinceladas a ese bus recreando algunos personajes típicos que utilizan el transporte público. Me alegra mucho saber que te gustó.
      Un besote.

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  2. Pues has superado con creces el reto, jajaja.
    Disparatada es poco. Y es que, como decimos por aquí, nadie te da un duro a cuatro pesetas. Desconfía de las gangas, tienen truco. Y como no leemos la letra pequeña y nadie se ocupa de informarte como Dios manda, pues pasa lo que pasa.
    Es de lo más entretenido y divertido que he leído en mucho tiempo. Es el tipo de humor que me encanta leer. Se asemeja mucho al estilo humorístico de Pedro Fabelo, no se si conoces su blog. Es el humor del absurdo. Y lo has bordado. Genial.
    No, si al final serás la reina de los relatos, jeje.
    Un abrazo.

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    1. Aunque sea una inmodestia tengo que decir que el profesor me felicitó, por cumplir la consigna completamente. Se supone que para que una situación absurda cale en el lector, esta debe ir dentro de una escena cotidiana.
      Yo utilicé el uso del transporte público como algo de lo más cotidiano y una situación absurda como que te hagan conducir un autobús urbano para que te salga más barato. Espero que esto no le dé ideas a ningún consistorio de transportes.
      Me pasaré por el blog de Pedro Fabelo (me suena mucho el nombre) porque seguro que me gusta si emplea este tipo de humor.
      Muchas gracias por las alabanzas a este texto.
      Un abrazo, Josep Mª.

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  3. Qué relato más gracioso Paloma, disparatado es un rato, me ha encantado.

    Abrazos.

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    1. Gracias, Mer. Una cosa es lo que uno cree estar escribiendo y otra lo que el lector percibe. En este caso parece que cumplí el objetivo.
      Un besote.

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  4. Buenísimo relato. Me ha gustado mucho mucho. Lo vi para un corto de humor o una pequeña obra de teatro. Además, muy imaginativo, entretenido, humorístico, bien escrito y con el ritmo adecuado sin decaer en ningún instante. ¡¡¡Felicidades!!!
    Un beso, Paloma.

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    1. Gracias Ángeles, sabes que valoro mucho tu opinión y esos piropos me suenan a música celestial.
      Siempre me he quejado de mi falta de imaginación, pero a lo que se ve, de vez en cuando, me viene a visitar alguna musa y me inspira. No sé cómo se me ocurrió esta historia, puede que el que sea una usuaria del transporte público haya contribuido en algo.
      Un besote grande, y gracias de nuevo, Ángeles.

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  5. Creo que has cumplido con creces los requisitos que pedían para el relato, Paloma jajajaja. Anda que si eso me pasa a mí y tengo que llevar un bus... ¡todos estrellados al primer cambio de marcha!

    Muy divertido, me ha encantado.

    ¡Besos con descuento!

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    1. No sé cómo reaccionaríamos cada uno si nos pasara lo mismo que al pobre de Jacinto. Yo creo que me habría bajado del bus y habría ido andando, y a la puñetera tarjeta que le den pomada.
      Me alegra mucho saber que te gustó. Como le digo a Mer, una cosa es lo que pretende el escritor y otra lo que el lector percibe. Saber que mi intención de hacer reír (sonreír) se cumplió me anima mucho.
      Un besote muy grande, Julia.

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  6. Ja,ja,ja, Kirke que alegría es escribir un comentario con una sonrisa en los labios. Sin duda, el escribir un relato, hacer un guión, o un texto con el humor como hilo conductor, me parece un don que pocas personas tienen. En mí opinión el humor es el género literario o cinematográfico más difícil de llevar a cabo. Ejercicio más que superado. Por suerte, una vez en mi vida me dio por sacarme todos los carnets, aún así hubiera salido corriendo ;-)
    Por cierto, leyendo tu relato me he acordado de varias anécdotas en la EMT, y no se si son para reír o llorar, la gente está a la que salta...
    Un gran abrazo.

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    1. Me siento cómoda contando historias de humor, otra cosa es que consiga transmitir ese humor. Parece, a tenor de los comentarios, que en este caso lo conseguí.
      Yo también creo que es más difícil hacer reír que dar pena, pero tiendo a buscar el lado cómico de las cosas y eso me ayuda bastante.
      Ya que comentas que tienes todos los carnets a ti no te habría supuesto un problema conducir un bus. Tenía una limitación de palabras este ejercicio, pero si hubiera podido extenderme habría acabado el relato con un policía municipal multando al pobre Jacinto por manejar un autobús sin el carnet adecuado.
      Yo me subo todos los días en autobuses de la EMT y la "fauna" que allí se encuentra y las situaciones que se suelen dar (frenazos, paradas omitidas, etc.) me las conozco muy bien.
      Un beso, Miguel. Gracias por tu amable comentario.

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  7. Compran las tarjetas más baratas y quieren viajar tranquilitos como los demás y, claro, no pude ser. Ja, ja, qué gracia, Kirke.
    La situación es disparatada, tiene sentido del humor y, además, está muy bien narrada. Ejercicio superado con creces. Enhorabuena.
    Un beso.

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    1. Tiendo a desconfiar de las gangas, esas ofertas que por ahí se ven a mí me mosquean mucho. La tarjeta súper barata de Jacinto tenía gato encerrado y casi le supone un linchamiento. Lo barato sale caro.
      Gracias por tus palabras, Rosa, me alegra mucho que te hayas divertido con esta situación absurda.
      Un besote.

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  8. Jajaja, ¡¡buenísimo, compi!! Pobre Jacinto...Y lo que yo no esperaba para nada es que todos los viajeros se sumaran a la causa del chófer "oficial" porque, como siempre, todos con prisas (partida, clases,...).
    Me ha encantado "De viajero más, nada" ;-)

    Al final, uña rota para la señora, Jacinto por la ventana y pillado de nuevo por taxista espabilado.

    Me han venido muy bien estas risas, Paloma, ¡gracias!

    ¡Muchos besos!

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    1. Me alegro de que te rieras, como bien comentas siempre viene bien echarse unas risas. Para llorar o enfadarse ya están los noticiarios, o el transporte público ;)
      En esta situación absurda que tuve que relatar, el único cuerdo era Jacinto pero al final más parecía que era al contrario, viendo cómo reaccionan los demás personajes.
      Un besote muy grande, Chelo.

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  9. Jajaja vaya con las rebajas, si ya lo decía la sabiduría popular que no había duros a cuatro pesetas, ahora con el euro no sé yo cómo debe quedar este refrán.
    Muy disparatado y divertido relato, he visto al Jacinto correr como un loco, pobrecito si lo pilla la de la uña.
    Un beso

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    1. Cuando veo una súper oferta siempre tiendo a desconfiar, esas cosas tan baratas me hacen sospechar que hay gato encerrado.
      Desde luego a Jacinto le engañaron pero bien, aunque fue culpa suya por no leer las cláusulas que, seguramente, aparecerían con una letra muy pequeña.
      Un besote grande, Conxita.

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  10. Muy divertida, Paloma. Me has hecho reír. Está claro que todo en esta vida tiene un coste y que, como dice Conxita, no se dan duros a cuatro pesetas. Me han encantado los comentarios tan personales de los viajeros ante las consecuencias que se les avecinan con la tardanza: un negativo la de mates, de pareja el Anselmo que es un manta... Ja, ja, ja..., sí, muy bueno. Creo que lo has logrado, amiga.
    Un beso

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    1. Con la introducción de esos personajes, típicos usuarios de los autobuses urbanos, quise escenificar mejor dónde se estaba metiendo el pobre Jacinto. Si hay algo que caracteriza a los pasajeros del bus, o del metro, es que siempre llevan prisa.
      Estoy muy contenta de que te haya divertido. Muchas gracias por tu comentario, Juan Carlos.
      Un beso.

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  11. Pues te habrán puesto buena nota Paloma, porque la historia es desde luego disparatada y está contada con humor. La idea del pasajero conduciendo él mismo el autobús es ingeniosa, pero lo más surrealista es la reacción del resto de pasajeros, que lejos de temer por su integridad física lo azuzan para que se ponga al volante. Para rematar, al pobre hombre le toca sufrir lo mismo con el taxista. Si es que hay días que mejor no levantarse de la cama. Bueno espero que tu profesor haya sabido reconocer tu esfuerzo y buen hacer en este relato. Un abrazo.

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    1. En el curso que estoy realizando no ponen notas, pero reconozco que con este texto el profesor me dio la enhorabuena (y eso que es muy exigente, algo que yo agradezco además).
      En esa situación absurda quise mostrar al único cuerdo del relato como el raro, y así resaltar más lo descabellado que era todo.
      Gracias por tu comentario, Jorge.
      Un besote.

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  12. jajajajaj pues te ha quedado genial!! Me ha hecho mucha gracia porque los pasajeros del bus están todos estresados y cuando vas en bus te encuentras con gente así. El pobre hombre no le queda más remedio que sucumbir al estrés de todos. Aunque yo creo que me bajo del bus y paso de conducir. Con lo mal que conduzco yo jajajaj Además, vuelve a caer en la trampa con el taxista!
    Me ha encantado, me ha parecido muy divertido! Un besote guapa!

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    1. Viajo mucho en bus, así que conozco bastante bien el paisanaje que se da en ese medio de transporte.
      Al pobre Jacinto le cayó la del pulpo cuando decidió comprar esa maldita tarjeta, ja, ja, ja.
      Un besote, guapa. Me alegra mucho saber que te gustó esta historieta.

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  13. Ja,ja,ja,Paloma has bordado con creces este relato absurdo, no me extraña que te haya dado la enhorabuena el profesor. Con razón hay que leer la letra pequeña. Me has hecho reir tanto como un compañero que tiene un blog titulado Absurdamente, se llama Pedro Fabelo. Estoy leyendo uno de sus dos libros que le he comprado recientemente y me rio a carcajadas. Hoy os he comparado con el mismo humor. Un abrazo.

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    1. Acabo de pasar por el blog de Pedro Fabelo pues Josep Mª también me lo ha recomendado. Ya me he hecho seguidora de él.
      De vez en cuando hay que tomarse las cosas con humor, y sí, hay que leer la letra pequeña, que ahí es donde te buscan las cosquillas como no tengas cuidado.
      Muchas gracias, Mamen.
      Un beso.

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  14. Ja, ja, ja... Bueno, al ver en qué consistía el ejercicio no tenía duda de que lo ibas a bordar, Paloma. Es perfecto. La situación se desarrolla con agilidad y lógica, bueno, esa lógica surrealista. Y el final, repitiendo la situación en el taxi, es el cierre perfecto, dejando al relato en lo alto. Una estructura redonda. Los diálogos son naturales, los puedo escuchar en el Metro o el autobús. Quizá hay alguna reiteración en alguna frase, y alguna transición que podría ser más ágil, como por ejemplo, al principio cuando dice: "... fue a buscar el autobús. Cuando el autocar llegó..." No es necesario, esto es un error que cometo también yo, mostrar todos los pasos. Aquí habría bastado terminar el primer párrafo con un "se dirigió a la parada" e iniciar el siguiente párrafo con un "El autobús no tardó en llegar. Esperó su turno para subir, escuchando el agudo pitido de todos los que lo precedían al marcar su billete". Son menudencias que tu misma irás puliendo. Lo importante es que es una relato y una historia muy bien pensada. ¡Un 10! Y un abrazo!

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    1. David, tomo buena nota de todas tus alegaciones, que te agradezco en el alma. De hecho, en el relato primigenio había un párrafo (donde explicaba que había una nueva tarjeta de transporte para conductores recalcitrantes) que eliminé porque el profesor me hizo ver que era innecesario al dar la misma información a lo largo del resto del relato.
      Creo que mi preocupación por situar bien al lector en el escenario donde se va a desarrollar la acción me hace insistir demasiado.
      Gracias, gracias, gracias, por tu tiempo y por tu análisis tan detallado.
      Un beso grande, grande.

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    2. Eso nos pasa a todos. Las dudas sobre si el relato se comprende son el Pepito Grillo por excelencia. Al principio, se tiende a explicar hasta el nivel de colesterol... pero luego pasa lo contrario, nos ponemos a dar cosas "por supuestas" y olvidamos hasta de mencionar el asesinato, je, je, je... El relato está genial. Un abrazo!!

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    3. Yo todavía no he llegado a esa fase, o eso creo, pero gracias por avisar. Estaré pendiente.
      Un beso.
      P.D. Muy bueno lo del nivel del colesterol, ja, ja, ja.

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  15. ja, ja, ja Es muy, muy bueno Paloma. Como conductora hago muchos quilómetros diarios así que palabra que no volveré a quejarme, :) Con lo bonito que es que te lleven.
    Aunque eso le pasa por querer descuentos, nada es gratis, nada, :)
    Divertidísimo y se palpa la tensión y malestar del protagonista. Y el cierre, ya, chapó.
    Enhorabuena por partida doble, no me extraña nada el notición.
    Un besote.

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    1. Hola, Irene.
      El texto fue muy bien valorado por el profesor, y reconozco que me siento muy cómoda escribiendo este tipo de historias. No es falta de modestia, pero te aseguro que me resultó muy fácil idear la historia y plasmarla en el papel, aunque puede que a todo ello me ayudara que soy una usuaria habitual del transporte público y me conozco muy bien la fauna que por los autobuses urbanos pulula, ja, ja, ja.
      Gracias por tus palabras y celebro que te hayas reído.
      Un beso muy grande, maja.

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Hada verde:Cursores
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