Leer, el remedio del alma

Leer, el remedio del alma
Imagen creada por Ilea Serafín

9 de mayo de 2019

El coronel no tiene quien le comprenda


Nadie le comprendía. No entendían nada. Nunca se sintió arropado ni siquiera por quienes compartían con él vocación y riesgos. Él estaba hecho de otra pasta, siempre lo supo.
El padre Gabriel fue el primero en darse cuenta de que aquel chiquillo taciturno y siempre con el ceño fruncido, era especial. Ese sacerdote español que recaló en una aldea perdida del Valle de Aburrá supo percatarse de que él era distinto a los demás. En la mirada de ese niño había una determinación que el cura nunca vio en los otros críos de la escuela más sumisos, vencidos de antemano por un destino que los tenía abocados a la miseria perpetua o a la violencia, casi siempre a las dos cosas.
Pero él no. Él nunca se dio por vencido, siempre fue un combatiente. Luchaba incluso cuando sabía que la pelea estaba perdida. Como aquella vez que el negro Jarrogrande insultó a su madre, le sacaba dos cabezas pero aun así arremetió contra el negro y a pesar de acabar con la nariz partida, moretones por todo el cuerpo y una costilla fracturada, se necesitó la fuerza del padre Gabriel y de dos compañeros más para separarlo de aquel comemierda que ponía en duda la honestidad de su madre. 
Con una sonrisa perversa y sentado en su despacho del cuartel, el coronel Horacio Carrillo recordó aquellas peleas de su infancia. Jarrogrande no fue el único con el que repartió puñadas, el feo Gurre y Pechoelata fueron también objeto de la rabia de Carrillo.
Recostado y con los pies encima del escritorio, recordó cómo, desde la calamitosa casucha en la que habitaba con su madre y sus cinco hermanas, miraba el verde valle que se extendía hacia el sur mientras que al norte la majestuosidad de las montañas andinas le hacían sentir aún más insignificante. Aquellos paisajes eran lo único que recordaba de su infancia con nostalgia. Al atardecer, el verde de la montaña se confundía con el añil del cielo allá en el horizonte, y entonces él sentía la quietud que precedía al ocaso, cuando el sol se ocultaba tras las verdes laderas. Una quietud tan solo interrumpida por el áspero trino de algún sirirí*, ese pájaro que a nadie gustaba, tan solo a él porque a pesar de su pequeño tamaño, y con tal de defender su territorio, conseguía ahuyentar a aves mucho más grandes. El atardecer desde su casa en el valle era el mejor momento de la jornada. Solo esa mezcla de colores imposibles conseguía hacerle sonreír y olvidar la paupérrima vida en una aldea que no le reportaba nada satisfactorio.
Soñaba con escapar de allí, huir de aquella miseria, de los lamentos constantes de su madre siempre llorando la ausencia del esposo que murió ahogado en el río. Horacio la quería pero sentía mucho resquemor hacia ella cuando esta añoraba a su padre, no entendía cómo podía echarlo de menos. Lo único que había recibido de ese desgraciado habían sido palizas, desprecio, insultos y una decena de embarazos que en más de una ocasión a punto estuvieron de acabar con su vida.
Habían pasado más de treinta años, pero el coronel aún recordaba con asombro cómo le recibió su madre la noche que llegó a casa y le comunicó que la jornada de pesca en el río había terminado trágicamente. Un paiche había picado en la rudimentaria caña de su padre y al jalar la humedad le hizo resbalar cayendo al agua y golpeándose antes la cabeza con una roca. Él, con solo once años, no pudo hacer nada y su padre se ahogó enseguida arrastrado por la corriente. Cuando, con el semblante serio pero sin atisbo de tristeza, terminó de darle la noticia a su madre, esta comenzó a llorar y a gritar desesperada por la muerte de su maltratador. Incluso le lanzó reproches a él, al único de los hombres de esa casa que se había preocupado por ella y por sus hermanas.
Aquella decepción le supuso un acicate más para escapar de allí.
El padre Gabriel le ayudó a ingresar en la academia de policía a pesar de sus humildes orígenes. Los buenos informes del generoso cura le abrieron las puertas de la Escuela de Cadetes de Policía General Santander. Se adaptó enseguida al ambiente castrense y a la disciplina. Nunca le importó acatar órdenes, siempre le gustó el orden. Odiaba el caos, la desidia y la molicie, esas con las que había crecido y que le recordaban su mísera niñez.
Se aplicó con interés en los estudios y se graduó con muy buenas calificaciones. Su primer destino fue una remota población en el departamento de Putumayo. Pero no estuvo mucho tiempo allí, el talante férreo y enérgico que le caracterizaba fue alabado por sus superiores que le promocionaron enseguida. Mitú y Popayán fueron los siguientes destinos. Su ascensión fue rápida y alcanzó el rango de coronel recién cumplidos los cuarenta años de edad.
La fama de su honestidad y de su implicación en el establecimiento del orden allá donde había altercados y delincuencia le hicieron el candidato perfecto para ocupar el puesto de Jefe de Policía en una ciudad donde el narcotráfico se había asentado como una lacra. Desde aquel lugar los narcos daban material a los noticiarios nacionales con asesinatos diarios. La corrupción y la violencia se habían enseñoreado de la localidad hasta el punto que los dirigentes políticos ya no sabían qué hacer.
El coronel Horacio Carrillo fue elegido para dirigir el recién creado Bloque de Búsqueda, una unidad especial de policías cuyo único fin era capturar al jefe de los narcos, un malparido que se burlaba de la ley. Acabar con el Monstruo era el objetivo y eso solo se podía conseguir eliminándolo en su propia guarida.
El encargo era arduo, pero las adversidades nunca supusieron para el coronel un impedimento. Aceptó sin dudar la difícil misión por varios motivos. Aquella ciudad estaba cerca de la aldea donde nació, y muchos de sus compañeros de juegos infantiles habían sido captados como sicarios al servicio de los capos pues la posibilidad de ganar dinero fácil a cambio de hacer lo que mejor sabían, ejercer la violencia, era una tentación difícil de evitar.
Carrillo también conocía a muchas de las víctimas de esa violencia. Algunos de los que habían caído en emboscadas o asaltados en sus propios domicilios fueron compañeros en la academia de policía o antiguos colegas con los que compartió destinos anteriores. Había asistido a demasiados entierros y funerales, había consolado a demasiadas viudas y huérfanos; las primeras veces como camarada del finado, últimamente como oficial al cargo de la unidad.
Para el coronel aquella misión era más que una orden de sus superiores, era también una cuestión personal. Esos pendejos no se iban a salir con la suya.
Lo primero que hizo en su nuevo destino fue purgar su propia casa, el cuartel era un nido de confidentes de los narcos. Algunos lo hacían movidos por la codicia y así aumentar sus pobres salarios con los sustanciosos sobornos, otros lo hacían por el miedo; la mayoría lo hacía por los dos motivos: el amor a la plata y el miedo al plomo.
Carrillo no podía pretender atrapar a la Víbora si mucho antes de acercarse a su cubil los cientos de ojeadores que andaban desperdigados por la ciudad ya avisaban a la Alimaña y esta escapaba con antelación, algunas veces escondiéndose delante de sus propias narices pero con la connivencia de toda la población. Porque el Monstruo era querido por los habitantes del lugar; para esos pobres infelices era un salvador, el benefactor que se preocupaba por ellos. No entendían nada esos miserables. La pretendida benevolencia era puro teatro, con sus presuntuosos donativos la Víbora solo quería comprar con migajas la fidelidad de unos desgraciados que solo habían cambiado un señor por otro. Algunos solo valían para la servidumbre.
Pero el coronel no, él siempre fue un combatiente, luchaba incluso cuando sabía que la pelea estaba perdida. Llegaría hasta la guarida del Monstruo allá donde se encontrase y acabaría con él. Ni la plata ni el plomo le alejarían de su objetivo.
Después de rodearse de hombres leales provenientes de zonas remotas del país con una recia catadura moral e inmunes a las amenazas por tener sus familias alejadas de la ciudad, el coronel se dedicó a seguir la huella de la Fiera. Como un sabueso olfateó el mínimo rastro dejado por la Bestia, con la paciencia de un cazador pertinaz se empleó a fondo en capturarla.
Cientos de horas de escuchas telefónicas, seguimientos de soplos —la mayoría de las veces falsos y encaminados a alejar al perseguidor de su perseguido—, interrogatorios a sospechosos en los que no escatimó ninguna herramienta por muy cruel que fuera para obtener la información  deseada, cualquier arma era buena para el coronel con tal de cumplir con su misión.
Muchos cómplices de la Bestia empezaron a aparecer muertos en callejones y en las cunetas con signos de palizas o con un tiro de gracia en el entrecejo. Y la expeditiva manera de actuar del coronel empezó a dar resultados. En dos ocasiones la Víbora estuvo a punto de ser atrapada, se sintió hostigada y tuvo que huir ante el acoso del sabueso. 
Desde las altas esferas políticas se cuestionó al coronel y se pusieron en duda sus métodos poco ortodoxos. Pero al coronel esas críticas le importaban un culo. ¡Qué sabrán esos huevones! La única violencia que conocían era la que veían delante de una película bélica en el living de sus casas sentados en sus cómodos sillones. Qué podían saber del sudor frío que recorre la espalda cuando aparece entre la correspondencia un sobre con una bala dentro. Qué iban a saber del gusto amargo de la bilis que sube hasta la garganta cuando un sicario amenaza a tus hijos en la escuela. No sabían nada. No comprendían nada.
Cuando algunos dirigentes del gobierno probaron la metralla, el sabor metálico, provocado por el miedo y que se enquista en el paladar, les hizo olvidarse de sus objeciones; entonces decidieron, si no apoyarle, mirar para otro lado dejando las sutilezas para otros menesteres. No aprobaban lo que hacía pero sabían que no había otra opción.
El criticado coronel en las reuniones sociales y en las cenas de gala era el único que podía acabar con la Bestia. Todos lo sabían, también el Monstruo.
Primero le ofrecieron plata: jugosos sobornos que le harían un hombre rico, que le permitirían quitarse de una vez la miseria que se le quedó prendida en la piel tras quince años en aquella aldea del valle. Podría viajar, irse a vivir a cualquier lugar lejos de allí. También le ofrecieron ascensos imposibles para alguien de origen tan humilde como él —el Monstruo tenía secuaces en las esferas militares porque ahí donde hubiera mugre la Víbora conseguía llegar con facilidad— podría disponer de un lindo despacho en la capital donde lucir sus relumbrantes medallas.
Pero el brillo de la plata no cegó al coronel. Entonces le ofrecieron plomo. Dos balazos, uno en un brazo y otro en una pierna, daban cuenta de la generosidad de la Alimaña para con sus enemigos. En aquel ataque en el restaurante donde almorzaba, el coronel envió a la morgue a cinco sicarios.
Muchos colegas le avisaron de que no se implicara tanto, que no traía cuenta. «¡Ay, no se me coloque así!», «A qué pues arriesgar, man, si lo único que va a sacar es un pijama de madera», «Le van a poner a chupar gladiolo, m’hijo».
   Pero el coronel siempre fue un combatiente, luchaba incluso cuando sabía que la pelea estaba perdida.
Aquella tarde las nubes barruntaban tormenta al norte, en las montañas. Un viento gélido y violento azotaba los árboles y electrizaba la piel. Un chivatazo le puso sobre aviso, la Alimaña andaba muy cerca. Al igual que un sabueso olisquea el rastro de su presa, el coronel se subió al jeep con la certidumbre de que la caza estaba presta. Al doblar una calle estrecha, un camión le bloqueó el paso, intentó retroceder pero otro vehículo se había interpuesto entre su coche y el resto de la comitiva, entonces empezaron a salir francotiradores de muchas ventanas de las casas aledañas. En medio de la balacera el coronel salió del jeep y vació el cargador de su fusil y el de su pistola; en ese viaje al infierno no se iría solo.
Tirado en el suelo, con el pecho encharcado de sangre, aún tuvo tiempo de mirar hacia el norte, hacia las montañas. Lamentó que los nubarrones le impidieran verlas, pero entonces cerró los ojos y pudo observar el verde de la montaña confundiéndose con el añil del cielo. Con una sonrisa volvió a sentir la misma quietud de su infancia cuando contemplaba los atardeceres. Antes de dejar de respirar creyó oír el canto de un sirirí.




NOTA: Mi protagonista está basado en uno de los pocos personajes de ficción de la serie televisiva Narcos. Desde el primer momento en que salió en pantalla me pareció un personaje muy atractivo, y no me refiero al físico (que también). Ese querer acabar “como sea” con “el malo” cuando la ley impone trabas que los delincuentes se saltan, me pareció valiente, muy creíble y ante todo pragmático. Esto no quiere decir que yo comparta sus ideas, pero a veces hay que saber contra qué o quién se lucha, cuál es el peaje a pagar y si el fin justifica los medios.
Dado que el coronel Carrillo de Narcos no fue real me he permitido la licencia de crearle una infancia y unos inicios de los que nada se dice en la serie de televisión, aunque sí he respetado el final que los guionistas le dieron (para mi disgusto), y perdón si con esta información he reventado el desenlace de este peculiar coronel.


(*) El sirirí (Tyrannus melancholicus) es un pájaro que habita en gran parte de América. Es muy agresivo, incluso con especies más grandes que él. Debido a esa agresividad en Colombia se utiliza la expresión popular "Todo gavilán tiene su sirirí" indicando que hasta el más fuerte tiene alguien que puede molestarlo.


34 comentarios:

  1. ¡Vaya relatazo Paloma, enhorabuena!

    Te he leído como si estuviera viendo una película desde el principio hasta el final. Y es que has logrado hilar un texto circular desde la propia infancia de tu protagonista, hasta ese cierre final que nos vuelve a llevar hasta la niñez del coronel con esa sonrisa dibujada cuando contemplaba aquellos atardeceres. La ambientación es mágica, como el propio realismo hispanoamericano, la utilización del lenguaje es muy rico con la utilización de esos vocablos tan particulares y la trama es compleja dibujando una dura realidad de plata y plomo.

    Un gusto leerte. Abrazos.

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    1. ¡Ay, Miguel, qué comentario tan bonito! Me has subido la moral mucho.
      Este relato me ha dado mucho trabajo porque se aleja de mi zona de confort en cuanto a escritura, pero quería probar y hacer algo distinto a lo mío. Y eso ha hecho que me tirara varias semanas para escribirlo pues me encontré con muchas dificultades, e inseguridades también.
      Me has dado también una alegría al reseñar tu opinión sobre algunas expresiones empleadas, ahí el mérito es de una amiga mía colombiana a la que le di la lata para que me ilustrara. Me alegra saber que el ponerme tan pesada haya dado sus frutos, se lo diré a ella.
      Gracias por tan generoso comentario, de verdad. Estoy que no paso por la puerta.
      Un beso.

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  2. ¡Cuánto tiempo hacía que no publicabas un relato, Paloma! Y me parece que con éste has disfrutado especialmente :)

    Yo no he visto la serie de televisión que mencionas, pero aún así, sin antecedentes de ningún tipo de tu protagonista, su vida y sus motivaciones quedan perfectamente explicadas y justificadas, es decir que es un personaje muy bien trabajado.

    Qué difícil luchar contra el mal cuando éste tiene tantos y tan largos tentáculos, sin duda hay que estar hecho de una pasta especial, como la del coronel, para intentarlo siquiera. Un historia muy amena y entretenida, y por cierto, me ha encantado el uso del vocabulario que has usado para ambientar.

    ¡Un beso de jueves!

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    1. Hola, Julia.
      Sí que llevaba tiempo sin publicar relatos. Este estuvo mucho tiempo en el tintero porque sabía qué quería contar pero no tenía muy claro cómo hacerlo y me dio mucho trabajo.
      He querido ambientar el lugar donde se desarrollaba la acción con algunos vocablos y expresiones de allí, para ello conté con la desinteresada colaboración (y la infinita paciencia) de una amiga mía colombiana. Tampoco quise abusar, primero porque hubiera tardado en escribir esto muchísimo tiempo, y segundo porque no creo que se hubiera entendido en España. Ya que no has visto la serie te comentaré que algunos episodios los tuve que visionar en versión original, en inglés, porque cuando hablaban en español (en realidad era colombiano, que conste) necesitaba de los subtítulos en inglés para enterarme de lo que decían, y es que el colombiano 'cerrao' es incomprensible para mí.
      Es difícil combatir la delincuencia cuando los que están fuera de la ley tienen más facilidades que las fuerzas del orden, desde medios materiales hasta métodos que en un marco legal no se pueden utilizar. Con este personaje quería poner sobre la mesa hasta qué punto el fin justifica los medios y que los defensores de la ley no dejan de ser seres humanos, al fin y al cabo.
      Gracias por tu comentario. Un besote.
      P.D. Fue con este relato con el que mi corrector personal, ya sabes quien, me criticó que todos mis personajes acababan diñándola .(

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  3. Hola Paloma. Me ha gustado mucho tu relato. Te has metido en un brete con un personaje controvertido. Nadie duda de sus fines. Sin embargo sus métodos son cuestionables. Me hace pensar que le falta apoyo porque un pueblo en el que un narco se siente como un benefactor, sin duda esta siendo mal tratado por las autoridades.
    Un abrazo

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    1. Hola, Mirna.
      Completamente de acuerdo con lo que dices. Cuando vi la serie, que ya sabes está basada en hechos reales, yo pensaba que si ese pueblo no hubiera estado abandonado por la administración pública no habría tenido necesidad de agradecer a un delincuente y a un asesino que les atendiera con sus necesidades más básicas. Lo que hacía "el Monstruo" para con el pueblo llano debería haberlo hecho el Estado.
      Los métodos del coronel son completamente cuestionables, pero a mí me resultó atractivo por lo creíble que era su perfil, se le dio un enfoque nada moralista (los buenos son siempre muy buenos), y esto me llamó la atención siendo una serie norteamericana. Y si me resultó creíble fue porque se presentó humano, ver cómo día tras día sus hombres mueren, compañeros y amigos, que tu familia es amenazada, y demás, eso tiene que pasar factura.
      Me alegra que te haya gustado el relato. Gracias por tus palabras.
      Un abrazo.

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  4. Hola Paloma yo no he visto Narcos pero mis hijos sí y algunas de las expresiones que ha utilizado recuerdo haberlas escuchado así que leyéndote era como ver una película y como no sabía nada de la serie ha sido todo una sorpresa. Es difícil luchar contra "el mal" cuando este está mucho más organizado y sobre todo tiene dinero para comprarlo todo. Entiendo que el fin no justifica los medios pero hay momentos en que si no es así parece imposible acabar con la podredumbre. Recuerdo que escuché una vez que la policía y el ejército colombiano tienen unos sueldos míseros y es difícil mantenerse íntegro cuando a su alrededor todo se corrompe.
    En todo caso has creado un muy buen relato, con ritmo y con intriga pero los buenos o los menos malos tampoco acostumbran a ganar en esta guerra sucia. Aquí todos pierden excepto los grandes narcotraficantes.
    Besos

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    1. Hola, Conxita.
      Como bien comentas es muy complicado luchar contra "el mal" siguiendo unas reglas que los delincuentes son los primeros en saltarse. El tema de los sobornos en algunas situaciones es casi comprensible pues la miseria no es el mejor caldo de cultivo para que la honestidad triunfe, si a eso le añadimos el miedo a las represalias, los "malos" lo tienen muy fácil. No sé si tus hijos te hablaron de una frase típica que sale en esa estupenda serie (de lo mejor que he visto estos últimos años, solo superada por Juego de Tronos), la frase es "Plata o plomo", era la oferta que hacían los narcos a quienes les rodeaban y que viene a ser "O conmigo o contra mí".
      Yo tampoco creo que el fin justifique los medios porque en ese caso la diferencia entre "buenos" y "malos" no existiría, pero es verdad que hay situaciones extremas en que la ortodoxia no sirve para nada.
      Un besote muy grande, guapa.

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    2. Y tanto ese plata o plomo!!! Les encantaba decirlo poniendo "acento" jajaja
      Ahora nosotros pilladísimos con Juego de Tronos, el lunes está prohibido mirar ninguna red social ni la prensa para evitarnos spoilers hasta que vemos el capítulo por la noche.
      Besotes guapa

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    3. Yo estoy esperando a que termine la serie del todo para ver los capítulos seguidos, sin necesidad de esperar una semana, aunque eso sí, me cuesta un montón que no me hagan spoiler, especialmente mi hija y mi marido :(

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  5. Te ha quedado chipén mi niña. Sobre todo ese lenguaje característico de la región en la que ubicas la historia.
    Lástima, como bien dices que la víbora no cayera frente a una buena balacera. Por cierto, he captado en el título ese guiño a uno de los títulos del autor colombiano García Márquez.
    Un beso.
    ¡Enhorabuena!

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    1. Hola, Javier.
      La víbora acabó cayendo en otra balacera en la que intervino la DEA, así que la bestia al final cayó, pero antes cayeron muchos otros, de un bando y de otro.
      Me alegra saber que las expresiones típicas de la zona donde se desarrolla la acción han servido para ambientar el escenario, esa era la intención.
      Cuando pensé en escribir este relato y vi que tenía un coronel en Colombia... el título vino solo, y sí es un guiño al escritor colombiano por excelencia.
      Gracias por tan lindas palabras.
      Un beso grande.

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  6. Hola, Paloma:
    Tu relato me ha gustado mucho. Yo tampoco he visto "Narcos" aunque sé de qué va y todo eso. Pese a no haberla visto has logrado que en mi cabeza se dibujase a la perfección toda la situación: el chico que pasó una difícil niñez y que por azar y ayudas diversas logra hacerse un lugar en el mundo. Este Coronel sabe que los Narcos hacen un gran mal a los pueblos y poblaciones como la suya de procedencia. No se puede actuar igual que los delincuentes para acabar con ellos, pero qué comprensible se hace para todos cuando tal cosa sucede.
    Luego está ese comportarse de las poblaciones empobrecidas que se sienten agradecidas a quien, por malo que sea, les alivia en algún sentido sus carencias. Es la eterna contradicción en la que muchas veces nos movemos los humanos: no deberíamos aceptar regalos si sabemos que están manchados de sangre, igual que no se debería comprar a los manteros esos productos que no han pagado impuestos, son robados o simplemente son copias piratas de otros legales:... Sin embargo yo veo todos los días en mi ciudad (sí, la misma que la tuya, pero sucede en toda España) que 'honestos' ciudadanos se paran ante estos manteros y preguntan por ese bolso de falso Vuitón o por esa copia fraudulenta de la última de Almodóvar..., y no sólo preguntan sino que pagan por ella y se los llevan orgullosos a sus casas. No saben (quiero creer que no lo saben, porque si lo saben entonces eso ya no tiene nombre) que con esas compras favorecen el fraude de impuestos y la competencia desleal por lo que, quizás, trabajadores legales con sueldos dignos serán despedidos al no encontrar los productos fabricados dentro la Ley los justos beneficios necesarios para mantener esos puestos de trabajo.
    Uf, se me ha ido la pinza un poquito, pero creo haberme hecho entender, ¿no?
    Con esta larga reflexión creo haberte hecho llegar a ti que tu relato me ha impactado, me ha gustado. Cada día escribes mejor, amiga mía. Me encanta pasarme por aquí.
    Un beso grande

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    1. Hola, Juan Carlos.
      Si este personaje me resultó tan atractivo cuando vi la serie es porque me pareció el más real de todos, siendo precisamente de los pocos que era inventado (es una mezcla muy particular de dos oficiales de policía que se encargaron de perseguir a Escobar en la vida real). Y si me resultó real es porque se muestra humano. Un tío que ve día a día cómo sus hombres, sus compañeros, caen muertos, cómo amenazan a su familia, cómo los narcos se burlan de la ley (Escobar llegó a construir su propia cárcel para entregarse y el poco tiempo que pasó en ella fue como unas vacaciones, con juergas con sus acólitos, prostitutas y diversión diaria, una burla total). Es normal que ante una situación así uno se revuelva y se líe la manta a la cabeza.
      Respecto a lo que cuentas de los manteros, me parece perfecta esa reflexión pues, salvando las distancias, es algo parecido a lo que ocurría allí cuando el pueblo maltratado aceptaba sobornos. Repito, salvando las distancias, muchos de los clientes de los manteros se disculpan alegando que sus salarios no les llegan para comprar artículos originales y por eso se van a las imitaciones ilegales. Es pura falacia, y una manera de escurrir el bulto porque como bien comentas esa actividad está dirigida por mafias, comprando esos artículos se fomenta la delincuencia y se ataca a quienes pagan sus impuestos que son, precisamente, los que consiguen que todos tengamos servicios públicos a los que si fueran privados no podríamos acceder muchos de nosotros.
      En fin, esto da para mucha reflexión en todos los sentidos y me encanta esta charla que ha surgido a raíz del coronel incomprendido.
      Muchas gracias por tus elogios a mi forma de escribir, me dan mucho ánimo, de verdad.
      Un besote enorme.

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  7. Me has dejao maravillao, Paloma, jajaja. Qué estilo tan rico y descriptivo utilizando vocablos y términos de esa tierra donde los narcos campaban (y campan) a sus anchas con total impunidad. No ve visto la serie "Narcos", a pesar de que me la han recomnedado encarecidamente, pero es bien conocida la violencia y crueldad de esos sicarios comandados por gente sin piedad ni escrúpulos.
    Parece que te has documentado muy bien a la hora de describir hechos, situaciones y nombres, aunque, como indicas, hayas recurrido a ese personaje de ficción que también me ha caído muy bien a pesar de lo expeditivo de sus métodos. Y es que, en efecto, a veces uno llega a plantearse si el fin justifica o no los medios.
    Pero volviendo a tu relato, me ha parecido digno de presentarlo a un concurso literario por su altísima calidad. Ya conocía tu habilidad a la hora de escribir relatos, aunque no te prodigues mucho con este género, pero con el que aquí nos has obsequiado te has superado. ¡Si parecía que estaba leyendo una obra del gran Gabo! Sigue así y acabarás siendo una novelista de alto nivel, jeje.
    Enhorabuena por un texto tan bueno.
    Un beso.

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    1. Hola, Josep Mª.
      Muchísimas gracias por un comentario tan generoso. De verdad. Cuando saco los pies del tiesto y escribo en un estilo que no es el mío me invaden todo tipo de inseguridades y me deprimo bastante, así que te reitero las gracias.
      La serie Narcos yo me resistí a verla durante mucho tiempo, pero al final me decidí y me di cuenta que es de lo mejor que he visto, no solo son un montón de matones disparándose entre sí, es mucho más, y además (salvo excepciones como este coronel) está basada en personajes y situaciones reales que formaron parte de los noticiarios de hace relativamente poco. Te recomiendo que la veas aunque ya te haya destripado el final de este coronel que compruebo cae bastante bien a mucha gente.
      Lo de presentarme a concursos cada vez me da más pereza y eso que reconozco que en general las pocas veces que lo he hecho he salido bastante bien parada, pero no termina de convencerme eso de competir donde hay un componente sumamente subjetivo como es el gusto particular del jurado.
      El título es un claro homenaje a don Gabriel, pero ya me gustaría a mí escribir no ya como él, sino remotamente parecido.
      Gracias por tu valoración tan positiva.
      Un besote.

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  8. Muy buen relato, paloma. Muy cinematográfico. Yo no soporté la serie "Narcos" de la que no llegué a ver la primera temporada entera, pero en los episodios que vi ya me atrajo mucho el personaje de Carrillo que fue lo mejor de la serie. No llegué a ver ese desenlace que cuentas, pero no podía tener otro. Es cierto que era atractivo también en el físico. Mucho más atractivo que el agente de la DEA que no consiguió transmitirme nada.
    Una infancia muy literaria para Carrillo. Me ha gustado mucho y lo he leído muy enganchada. Has bordado el tipo de lenguaje, cosa importante en historias ambientadas en estos países y no muy fácil de hacer.
    ¡¡Enhorabuena!!
    Un beso.

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    1. Hola, Rosa.
      La serie Narcos a mí me gustó mucho, pero sí le vi algunos fallos en la elección de ciertos actores. A ti no te convenció el de la DEA (¿cuál, el rubio o el moreno?), a mí no me convenció el propio protagonista porque elegir a un brasileño para hacer un personaje colombiano le restó frescura ya que al actor se le notaba que tenía que esforzarse mucho para reproducir un acento y un idioma que no eran los suyos.
      Añadir ciertos vocablos colombianos me pareció otro guiño a la propia serie ya que en una tercera parte está rodada en español de Colombia con expresiones coloquiales de allí.
      Me alegra mucho de que te haya gustado. ¡Qué bien!
      Un besote.

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  9. Saludos, Kirke.

    Tu relato me ha resultado ameno y de fácil lectura. Fíjate lo que digo: ameno y de fácil lectura. ¿Y por qué incido en estos dos adjetivos? Pues porque, a pesar de contar una historia compleja en sí misma, ofreciendo al lector un montón de datos para ubicarlo, dotando al personaje principal de unos antecedentes que explican, en parte, la complejidad de su personalidad y su férrea determinación por acabar con "la Víbora", en ningún momento se hace pesado o difícil de seguir. Y eso es un logro. No resulta nada fácil manejar tantos datos sin sacar al lector de la historia. Si hay algo que me dificulta a la hora de leer novela negra es precisamente el constante aluvión de datos, nombres, hechos o situaciones que complican la historia hasta convertirla en una enmarañada madeja de difícil comprensión (al menos para mí). De ahí que resalte el hecho de que, a pesar de la complejidad de lo que cuentas, su lectura no se me haya hecho pesada ni excesivamente difícil. Doy por hecho que has trabajado muchísimo el texto para que fluya de esa manera, por lo que, por mi parte, sólo me queda felicitarte por ello, y, como lector, agradecerte el esfuerzo. Ya por el mero hecho de haberte preocupado de consultar a alguien externo el conveniente uso de ciertas expresiones localistas, indican lo que te has esforzado por dotar de credibilidad a tu historia. Enhorabuena.

    Un abrazo.

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    1. Hola, Pedro.
      No sabes cómo me conforta lo que dices, porque precisamente uno de los escollos a los que me enfrenté fue el no aturdir al lector con demasiados datos.
      Sí que me he currado el texto, sí. Mira, al principio pensé en contarlo de manera lineal, es decir, empezar con el coronel siendo un niño-adolescente e ir desarrollando su vida hasta el desenlace final. Pero así me pareció muy soso, así que decidí empezar por el "presente" y hacer saltos en el tiempo para contar sus antecedentes, pero claro, eso tenía el inconveniente de que podía marear al lector y cansarlo. Después de dar muchas vueltas y quitar algunas cosas que me parecieron que recargaban la historia, leo un artículo con consejos para escribir relatos donde se recomienda que en historias cortas no se hagan saltos en el tiempo porque no dan resultado, a lo que me dije a mí misma:"Paloma, la has cagado pero bien". Entonces quité todo lo referente a la niñez del coronel, pero me pareció que se quedaba en un remedo simplón, entonces volví a añadir su niñez... y así estuve durante tres meses. ¡Qué manera de comerme el tarro! Total para escribir un relato de cuatro páginas, ya ves tú.
      En fin, que a mí esto no me pasa cuando escribo humor, también repaso y recoloco cosas pero no me rayo tanto como cuando salgo de mi zona de confort y esto te lo digo al hilo de lo que comenté en tu propio blog.
      Muchas gracias por tu bonito comentario.
      Un abrazo grande.

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  10. Que gran relato.
    No he visto la serie, aunque si he oído hablar de ella, por lo que decian no era mala la verdad.
    Y aunque no haya visto la serie y hayas desvelado el final, jeje,me ha gustado muchísimo tu relato, la ambientación, las situaciones estan muy muy bien descritas, y como no el bueno acaba mal, pero bueno ya se veía venir.
    Un besote y sigue escribiendo así de bien.

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    1. Hola, Tere.
      He destripado el final de este personaje, pero el coronel Carrillo no es el principal protagonista aunque sí tiene un peso especial en el desarrollo de la historia. Bien puede ver la serie porque además de acción (y de muertes a cascoporro) también hay mucha crítica sobre cómo los gobiernos, el norteamericano y el colombiano, enfrentaron el problema de la droga.
      Un beso muy grande y gracias por tu comentario.

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  11. ¡Hola!
    Pues no he visto la serie y a pesar de llo has conseguido atraparme.
    Qué buen relato, me ha gustado mucho.
    Feliz finde.

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    1. Hola, Gemma.
      A pesar de destripar el final de Carrillo creo que la serie te iba a gustar. Está muy bien y no solo tiene acción, también hay mucha crítica.
      Me alegro de que te haya gustado este relato.
      Un besote y buen sábado.

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  12. Interesante la adaptación libre que nos presentas del personaje protagonista de esta historia, es decir, un coronel obsesionado por cazar en su madriguera al culpable de tantas muertes y desgracias en su propio territorio.
    Ciñéndome al guión cinematográfico de la sugerente serie "Narcos", de la cual soy otra admiradora, aunque si puntualizo más, prefiero la primera parte que las que siguieron después.
    De ahí que aún conserve en mi retina estos lamentables sucesos que tuvieron lugar allá en Colombia durante esos años tan deplorables, cuando los narcos actuaban sin escrúpulos de ningún tipo, por todo el territorio colombiano, dejando a su paso familias desoladas con huérfanos desperdigados por las calles y que sin duda serían el mejor caldo de cultivo para estos desalmados, que llegaron a utilizarlos como ventajosa "mano de obra"...
    Desconocía a este singular pájaro exótico denominado sirirí. ¡Qué vocablo tan propio para un cantor! con esa cacofonía que le imprime esos dones naturales de soprano. La similitud entre las cualidades de este pequeño ave colombiano y las del coronel Castillo son asombrosas, ya que ambos eran defensores a ultranza de su territorio frente a los intrusos.
    Por supuesto la jerga con la que se expresa este coronel, la ambientación, las descripciones tan precisas y otros detalles que para no alargarme más dejo en el aire, le confieren un plus de calidad a tu escrito. ¡Enhorabuena! querida Paloma, por ofrecernos una lectura más que aceptable.
    Un besazo.

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    1. Hola, Estrella.
      ¡Por fin, una seguidora de la serie Narcos! Genial que tengamos el mismo gusto por algunas series.
      Además, también coincido contigo en que las temporadas relativas a Escobar fueron las mejores.
      Ese pájaro sirirí me pareció estupendo para acompañar al coronel Carrillo, vi muchas semejanzas con la personalidad de este policía y no dudé en que su canto le asistiera en los últimos momentos de su vida.
      Me alegra infinito que este texto te haya gustado, máxime cuando este registro está fuera de mi zona de confort. Este relato me resultó muy difícil de escribir, me sentí insegura y dudé mucho.
      A pesar del esfuerzo creo que, de vez en cuando, es bueno salir del área donde una se encuentra más cómoda y probar otras modalidades.
      Muchas gracias por tan bonito comentario, amiga.
      Un besote.

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  13. Oh Paloma, que gran relato! Primero felicidades, porque me ha encantado. Has mantenido el ritmo y has sido capaz de colocar cada párrafo en su lugar para que la estructura quedase perfecta, y también has conseguido incluir toda la información necesaria en su dosis correcta.
    Además, el tema que tratas no me parece nada fácil. Primero, el personaje se aleja de cualquier situación cotidiana que cualquiera de nosotros pueda conocer. Esto requiere un trabajo por tu parte que veo has realizado de forma impecable. Me parece muy difícil lo que has escrito, porque has tenido que meterte en la piel del coronel y después idear su modo de vida. Y lo has hecho genial, en serio. Esto demuestra una vez más que investigar de te da más que bien.
    Un besote guapa! Me ha encantado leerte!

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    1. Hola, María.
      Precisamente porque el tema que trataba no forma parte de mi vida cotidiana (y menos mal) me sentí insegura, me daba miedo de meter la pata, de no ser exacta o poco rigurosa con algunas cosas. Y por eso me costó más trabajo aún, cada dato que añadía lo contrastaba con consultas en libros o en la red. Hasta me agencié un mapa de Colombia, y a una amiga colombiana la estuve preguntando hasta casi aburrirla.
      Me alegra saber que el resultado ha sido bueno y que te ha gustado. Solo por eso ya doy por bien empleado todo el tiempo invertido.
      Gracias, guapa, por tu visita y tu comentario.
      Un beso grande.

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  14. Aureliano Buendía hacía pececitos a partir de monedas, mientras esperaba la carta que no llegaba. Tu historia dice que ser libre te ubica en lo alto entre los seres superiores.
    Hacer y deshacer. ¡Queda hiel en tu historia después de una muerte anunciada que respiraba, eso sí, un fin esperanzador que tampoco llegó, aunque sembró para ello e hizo cantar al sirirí! ¡Vértigo en ¿1500? palabras!
    Si te animaras a ponerla en capítulos desglosando las mil historias que aquí hay lloraríamos más por tu amigo y mataríamos a la Bestia, Monstruo, Víbora, Alimaña aunque siempre habría el riesgo de que llegaran otros. A ti te quedaría el recuerdo y el sirirí.

    Paco.

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    1. Hola, Paco.
      Veo que has pillado otro guiño a don Gabriel cuando anuncio que la historia va a acabar mal, es un pobre remedo por mi parte, pero una tiene sus limitaciones.
      No eres el primero que me pide que haga una novela de esta historia, pero ahora mismo se me antoja una tarea titánica eso de escribir una novela aunque lo voy a intentar.
      Gracias por tu comentario.
      Un beso.

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  15. ¡Hola, Paloma! Jo, por unas cosas o por otras no he encontrado tiempo de comentar el relato, aunque lo leí el viernes. El estudio del personaje es tremendo, con esos claroscuros que tanto apreciamos como lectores. Quizá más que un relato, lo que has escrito es toda una sinopsis de una novela o hasta una serie de televisión. Son esas dos mil palabras con las que de alguna manera trazas el cuerpo de la novela y, a partir de ahí, comienzas la división en capítulos.
    Si te fijas, la historia concentra en sí misma muchos temas, muchos períodos vitales del personaje, sugiere otras tantas situaciones y tramas secundarias. Todo ello lo aleja un tanto de la concisión de un relato, pero lo acerca mucho a un proyecto que podrías tener muy en cuenta en el futuro.
    En todo caso, una fantástica e intensa lectura. Un abrazo!!

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    1. Hola, David.
      Por petición popular voy a tener que ponerme en serio con esta historia y desarrollarla ya que no eres el primero que me sugiere tal cosa.
      Aunque te confieso que no tengo muy claro si ponerme con una novela es una tarea desproporcionada para mis capacidades, más que nada porque saltar del relato de dos o tres mil palabras a una novela se me antoja un salto brusco.
      De momento estoy con otra historia que me va a llevar unas cincuenta, sesenta páginas, si veo que la llevo a buen puerto (no lo tengo demasiado claro porque me atasco continuamente) puede que considere más seriamente lo de escribir sobre este coronel de manera más extensa y concretando las pinceladas que dejo aquí sobre su vida.
      Tomo muy en cuenta todo lo que me has sugerido, de verdad. ¡Muchas gracias!
      Un abrazo grande.

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  16. hola! llegar a tu blog y leerte es maravillarnos y sorprendernos gratamente, gracias , lo leere mas veces por la cantidad de detalles que a simple leida se pueden perder y es un desperdicio de tan brillante trabajo! abrazosbuhos.

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    1. Hola, Búho.
      Espero que en esa segunda lectura puedas seguir disfrutando de esta historia tan condensada, ja, ja, ja.
      Muchas gracias por tus palabras.
      Un beso grande.

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Hada verde:Cursores
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