Hace mucho tiempo que tengo ganas de leer algo sobre nuestro desastre del 98, sobre Cuba o sobre Filipinas. Hace poco tiempo me enteré quiénes fueron en realidad ‘los últimos de Filipinas’. Hasta entonces sólo asociaba esa expresión a un profesor que tenía en el colegio y que llamaba así a los que entregaban siempre en último lugar los exámenes y los trabajos.
Cuando me avisaron que había una novela que relataba los acontecimientos de la pérdida de Filipinas no lo dudé y me decidí a leerla. Cuando me enteré quién era su autor sí que dudé, pero aun así decidí leerla igualmente.
Juan Manuel de Prada es un escritor de ideas muy conservadoras. No tengo nada en contra de las personas que opinan así, aunque mi ideología es bastante más liberal, lo que no me gusta es cómo este señor expresa esas ideas. Sus intervenciones en algunos programas de televisión son, en el mejor de los casos, polémicas. Es un ferviente católico y sus diatribas en contra del aborto, la eutanasia y el matrimonio homosexual han sido furibundas. Reseño esto último para poder comprender lo que voy a explicar a continuación.
Vaya por delante que no pude acabar el libro. Esta reseña se basa en una lectura inconclusa por lo que pido disculpas de antemano. Sin embargo, he querido manifestar el porqué de mi decisión y las impresiones que me llevaron a ese abandono.
El libro prometía, pues el inicio está muy bien. Comienza describiendo la vida de los dos oficiales que estuvieron al cargo de "los últimos de Filipinas": el capitán Las Morenas y el teniente Martín Cerezo. Al mismo tiempo que se nos cuentan los antecedentes de estos dos militares se describe la situación político-social de Filipinas. Se nos muestra la Manila colonial más rancia que pertenece a los restos de un Imperio decadente que se encuentra ya en caída libre.
Se hace una buena crítica al remilgado cinismo de los más pudientes que a caballo entre la tradición y la modernidad "iban a comulgar por las mañanas, por las tardes acudían a casas de tolerancia y asistían por las noches a la logia masónica".
También se muestra muy bien cómo el trato que se les da a la población indígena por parte de los colonizadores repercute en una guerra que en principio sólo parecía una revuelta de unos pocos. Los filipinos no formaron en ningún momento parte del gobierno de las islas, ni ocuparon puestos de relevancia en sus organismos oficiales por lo que nunca se volcaron en la defensa de las mismas.
Nadie se implica en una causa que no siente como
propia
Esta implicación no la tenían ni los propios soldados españoles obligados a batallar en un lugar que ni siquiera eran capaces de ubicar en el mapa. Para más escarnio sólo peleaban los más pobres pues si se tenía el dinero suficiente se podía pagar para evitar el enrolamiento. El ejército español estaba formado por pobres desgraciados que no sabían por qué o por quiénes luchaban.
Tengo que resaltar que la narrativa de De Prada es exquisita, utiliza un lenguaje muy rico –tuve que visitar continuamente el diccionario- y unas expresiones elaboradas que demuestran su gran talento para escribir.
Lo anteriormente expuesto puede considerarse como introducción a lo que está por venir y para situarnos en lo que, se supone, es la trama principal: el Sitio de Baler. Durante once meses un destacamento de soldados españoles resistió en un pueblo de la isla de Luzón, Baler, el asedio de los insurrectos filipinos. Cuando la guerra terminó este grupo de soldados no se enteró y siguieron atrincherados en una iglesia varios meses más después de firmado ya el armisticio.
Pero, y ahora viene el problema, también van apareciendo otros personajes que complementan la trama, y es aquí donde el autor muestra cierto maniqueísmo que, además de hacer poco creíbles a esos personajes, presentan la historia como si fuera un cuento para niños, donde el malo es perverso y está sumergido en un pozo de inmundicias mientras que el bueno es un dechado de virtudes.
Es curioso, pero entre estos personajes tiene mucho peso el clero. Por ejemplo, el arzobispo de Manila se nos presenta como un tipo contemporizador que a la vez que reconoce los defectos de la curia romana la disculpa descargando responsabilidades en los gobernantes, especialmente si son liberales (a Maura, cuya militancia en aquella época era liberal, le dedica varios epítetos poco favorecedores). Otro personaje que tiene relevancia es una monja –un poco rara porque algunos votos no está obligada a cumplir-, una mujer aventurera y con mucho desparpajo que aprovecha la mínima ocasión para hacer proselitismo y divulgar la fe católica a los descreídos filipinos que piensan que la fuente de todos sus males está en la religión. Entre los objetivos para convertir a la verdadera fe se encuentra Teodorico Novicio, el tagalo que capitaneó el ataque en Baler y que repartió caña a los españoles. Es curioso cómo alguien así, que yo me imaginaba bastante feroz, se comporta ante las soflamas de la monja de manera condescendiente y hasta sumisa.
Y es así como página tras página se hace una defensa a ultranza de las creencias religiosas, las católicas exactamente. Las continuas alusiones a la bondad de Dios, a los ritos religiosos y su significado acabaron aburriéndome. Para más inri, resulta que el villano de la novela es un holandés traficante de armas y luterano-calvinista por más señas, con unos vicios repugnantes y depravado hasta la exageración; eso sí, se hace hincapié en que su maldad es debida al poco amor que le tiene a Dios, pobrecito él.
No tengo ningún problema en que se defiendan las creencias religiosas, en absoluto, y si esa es la intención del escritor no seré yo quien ponga objeciones. Lo que ocurre es que yo buscaba otro tipo de lectura en esta novela, y aquí toda la responsabilidad es mía. Yo quería una historia de soldados; los que combatieron en la defensa de Filipinas, los últimos en concreto. Pero en el primer tercio del libro apenas se hace mención a ellos –un par de cortos capítulos relatando el desplazamiento desde España a Manila del destacamento en cuestión-.
En fin, que me fui desinflando a medida que se sucedían las páginas y como el libro tiene casi 800 pues no tenía el cuerpo para tanto sacrificio. Es posible que si la novela fuera algo más corta habría aguantado para ver en qué acaba todo. Aunque el final ya lo sé por los libros de Historia.
Una vez mas coincidimos en varias cosas, jeje. Yo me enteré hace dos noches de quienes eran los últimos de Filipinas gracias a un capítulo que vi de la serie El ministerio del tiempo. En mi grupo de la universidad había una chica a la que llamábamos la ultima mohicana, porque siempre traía su parte del trabajo el último día de entrega. Y la coincidencia final es que no trago a este autor, de ahí que ni me haya planteado leer nada suyo. Siento que hayas perdido el tiempo con este libro.
ResponderEliminarBesos
Es una pena que teniendo una Historia tan emocionante no nos la hayan enseñado debidamente. Creí que lo de no saber quiénes eran los últimos de Filipinas era sólo cosa mía pero por los comentarios de más abajo compruebo que es bastante común.
EliminarNunca te acostarás sin saber una cosa más.
Un beso grande, Marina
Esclarecedora tu reseña. Lástima de un autor que, como dices, escribe de maravilla, con un lenguaje muy hermoso y correcto; que escribió con 26 años "Las máscaras del héroe" una de las mejores novelas de su tiempo y que ahora lo lastra todo, cada vez más, al servicio de la ideología (no importa de qué ideología sea porque las novelas deben ser arte y no panfletos).
ResponderEliminarGracias por el aviso.
Un beso.
Tú lo has dicho, las novelas deben reflejar arte y no convertirse en un vehículo de transmisión ideológica.
EliminarQuizás mi predisposición ante este autor no fue la correcta. Mi marido, que es un ateo convencido y anticlerical donde los haya, leyó la novela y le gustó. Al igual que a mí le resultó sobreactuado el personaje del holandés (el malo malísimo) pero el tema de tanta religión para aquí y para allá no se le hizo pesado, él aguantó para poder leer la parte que era interesante, la del asedio. Yo no tuve tanta paciencia, leer 800 páginas donde sólo merecen la pena 200 es demasiado para mí.
Un beso.
Hola!!!!!
ResponderEliminarA mí me pasó igual, no me decidí a comprar la novela por el autor, porque me imaginé que iba a faltar objetividad.
Ya sabemos que en una novela uno puede dar un punto de vista pero como dice Rosa deben ser arte y no panfletos.
Es una pena porque escribe muy bien, y no se trata de ser liberal ni conservador, se trata de imparcialidad a la hora de contar las cosas.
Besos.
A mí la redacción me gustó muchísimo. Algunos fragmentos reflejan una sensibilidad estupenda pero luego lo estropea con ese insistir en algunos temas.
EliminarHay una escena donde el holandés (el depravado malvado) intenta violar a una mujer pero desiste de tan asquerosa acción porque en la habitación donde se encuentra la víctima hay un altar con la imagen de una Virgen....
Yo flipé.
Hola! Muchas gracias por hacer la reseña aunque no hayas terminado el libro. La verdad es que la historia es muy buena y poco conocida así que me gustaría leer algo sobre ese acontecimiento pero creo que no será este libro. Gracias por una reseña sincera!
ResponderEliminarUn saludo!
A mí también me gustaría leer algo sobre el tema, a ser posible algo medianamente pasable. Tendré que seguir buscando.
EliminarUn beso, Beatriz
Entiendo ahora mejor tu comentario de hace días en mi blog sobre reconocer trabajos de autores que no te gustan. Y es que hay algunos como él, que tiene una ideología tan férrea que se acaba respirando en cada palabra.
ResponderEliminarA mí, personalmente, la temática no me atrae, pero tras tu reseña, aunque lo hiciese, ya ni lo apunto.
Y conste en acta también que no sabía el porqué de la expresión "los últimos de filipinas".
Por cierto, me ha llamado mucho la atención la descripción de la monja y que acabara la guerra y el grupo de soldados ni se enteraran.
Por lo demás, cada día escribes mejor, hija ;-)
Kisses Kirke!
La monja es un personaje pintoresco y con muy pocos visos de realidad, en aquella época una mujer tenía muy pocas libertades y menos una monja. Pero eso es una licencia del autor que hay que respetar.
EliminarEn cuanto a lo de los soldados parapetados en una iglesia durante casi un año y sin enterarse de que ya había acabado la guerra, parece surrealista pero ocurrió.
La verdad es que los asediadores les hicieron llegar noticias del fin del conflicto pero ellos pensaban que eran añagazas del enemigo para que se entregaran y se negaron a creerlos. Aguantaron varios meses, lo malo es que mientras, murieron muchos soldados por las enfermedades y las heridas, muertes que se podrían haber evitado si se hubieran rendido cuando acabó la guerra. En fin, cosas del ejército español.
Un besote, Chelo
La ùnica forma en que leerìa un libro de 800 pàginas es que prometa mucho y claramente este libro no se presta para ello. Kirke, yo tengo no sè si bueno o malo, y es que yo no puedo leer algo que va en contra de mis principios. No me importa si la historia es ficciòn o realidad, si las cosas malas se van a pintar como buenas o como las buenas como si fueran para gente tonta; yo me alejo de ese tipo de lecturas. Por ejemplo, el libro màs machista de los ùltimos tiempos: 50 sombras de Grey.
ResponderEliminarY eso me pasa con otros libros, que se de què van y no lso compro ni les doy siquiera oportunidad porque siento que cada lectura me deja algo y no quisiera que ese algo fuera tòxico.
Me parece que hiciste muy bien en abandonarlo.
Fui buscando una cosa y me encontré con otra diferente, o al menos con más cosas de las que quería. El Sitio de Baler se relata al final pero para llegar a ese punto tenía que leerme muchas escenas que no me entretenían nada y además me resultaban empalagosas, por eso decidí abandonar.
EliminarQué se le va a hacer. Por aquí solemos decir "Más se perdió en la guerra y volvieron cantando" y yo añadiría, dado el tema que estamos tratando, "aunque unos volvieron más tarde que otros" ;)
Disculpadme, pero no me resisto ha escribir unas palabra sobre este libro.
ResponderEliminarComo se indica mas arriba yo soy uno de esos "ateos y anticlericales recalcitrantes", pero al que le gusta leer.
Hoy que denostamos al actual sistema educativo por la baja calidad que se imparte en nuestras escuelas, donde a los adolescentes se les enseña palabras mediante canciones de "rap", no puedo menos que alabar a escritores que, como este, no sólo escribe de una manera excepcional, sino que además te enseña no uno, sino muchos términos que no conocías. Esto hoy en día no abunda como sabéis.
Estoy de acuerdo en que cada uno tiene sus ideas y tiene el derecho de defenderlas; y mucho más de la manera en como hace este autor. Pero, parece que no solo queremos literatura de buena calidad, sino además que el autor comulgue con nuestras ideas.
Para mí este libro no sólo muestra la España del 98 de forma magistral, sino además el ambiente colonial de la antigua Manila del que ya no quedará nada. Y representa de forma prodigiosamente novelada lo que pudo ser uno de los momentos más interesantes de nuestra historia.
¿Y que tiene de malo escuchar las opiniones de los demás cuando son expuestas de una manera libre, culta y respetuosa?. ¿Nos ceñimos sólo a a leer a los que son de nuestra cuerda?.
El autor tiene sus ideas y el malo es malo por hereje y la buena es buena por monja, pues ya está, es su opinión.
A los que no la habéis leído os animo a leerla, estoy seguro que siempre hay cosas que aprender en todo el mundo.
Creo que he dejado bastante claro en la reseña que este autor escribe muy bien, que su lenguaje es muy rico y las expresiones sumamente elaboradas. En ningún momento he negado su calidad como escritor.
EliminarTambién he reseñado que se describe de forma excelente la Manila colonial y la situación socio-política.
No tiene nada de malo que los escritores expresen sus opiniones en boca de otros personajes, aunque creo que los realmente buenos deberían ser más imparciales, pero esa es mi opinión.
Respecto al perfil de los personajes me pareció muy plano, una visión maniquea que a mí no me gusta, e insisto en ese "a mí". Creo que todos los seres humanos somos muy complejos y no nos podemos definir con dos colores: o blanco o negro. Pero, vuelvo a insistir, es mi opinión.
En cualquier caso si abandoné la lectura de esta novela no fue por esa vertiente religiosa, y que a mí me aburrió, sino porque buscaba una novela de acción detallando el Sitio de Baler y me equivoqué; el asedio se relata muy avanzada ya la novela y para llegar hasta allí antes debía conocer las vicisitudes de personajes secundarios que no me atraían nada ni me estaban entreteniendo por lo que decidí abandonar.
Pero, insisto, esa fue una decisión mía que no tiene que ver con la calidad de la novela sino con el entretenimiento de una servidora.
Kirke desde luego contigo siempre se aprende, y hoy he aprendido que hay veces que aunque una no se acordaba lo que significaba los úlitmos de filipinas, y lo he recordado al leer tu reseña, mi abuelo materno, militar me lo explico cuando era jovencita.
ResponderEliminarDesde luego después de leer tu reseña me parece que va a ser que no, primera porque son 800 paginas y no estoy por la labor y segunda, si según vas leyendo te va decepcionando y encima se le ve el plumero pues como que tampoco, en fin de todos modos es muy buena reseña, que no solo hay que hablar de libros buenos, si no también recomendar aquellos que a lo mejor no nos pueden gustar como es el caso.
Y por cierto los escritores como los periodistas deben, bajo mi punto de vista,ser imparciales a la hora de escribir o plasmar una noticia y que no se les note su afinidad politíca, es mi opinión por supuesto. un beso. TERE.
Supongo que es muy difícil dejar de lado tus convicciones cuando te pones a escribir, como supongo que es muy difícil dejar de lado tus convicciones cuando te pones a leer. Tanto en un caso como en el otro cada uno actúa como puede.
EliminarLa imparcialidad puede que sea una utopía.
Un beso Tere
Ya me parecía a mi que habías tardado poco en presentar la reseña del libro...El truco radica en no terminarlos. ja,ja.
ResponderEliminarYo lo tengo entre los de mi lista de espera, pero últimamente estoy perezoso no en leer si no en hacer reseñas, son rachas que no me explico bien por que, me entran de vez en cuando.
Me parece justa tu crítica al libro y su justo reconocimiento. Creo que cada autor es libre (por eso se trata de su obra) de proponer la historia a su manera e incluso de meter entre lineas y de mano de los personajes, sus creencias, doctrinas y pensamientos. Lo que ya no me parece bien es el adoctrinamiento gratuito, Pero ahí cada cual a la hora de elegir sus lecturas. Yo confieso que soy creyente, pero no de los recalcitrantes; esos me dan repelús.
Creo que la palabra que ha de primar entre tanto Blanco,gris y negro es la de: Respeto.
Lo del dicho que mencionas es: "Más se perdió en Cuba y vinieron cantando"
Besos, pero nunca los últimos.
No suelo reseñar los libros que no termino pero en algunos casos, como éste, sí me parece oportuno porque en algunos aspectos la lectura me gustó pero otros aspectos hicieron que abandonara. En cualquier caso si el libro no lo he terminado lo aviso.
EliminarYa que hablas de respeto y por si no había quedado claro, todo ese proselitismo de la novela al que hago alusión se hace de manera respetuosa pero de una forma bastante descarada para mi gusto y que no viene a cuento.
No sabía que los que volvieron cantando fueron los de la guerra de Cuba, tengo que leer alguna novela al respecto ;)
Besos también para ti.
Digamos que no era el enfoque que buscabas y en tal caso, ¿para qué tragarse ochocientas páginas, por muy bien escritas que estén? Sobre el tema en cuestión recuerdo un libro de Manuel Leguineche "Yo pondré la guerra", donde habla del conflicto de Cuba desde la óptica del periodismo de guerra, pero es más un ensayo y también tiene otro sobre Filipinas "Yo te diré...La historia de los últimos de Filipinas", este no lo he leído. Como autor es bastante ameno, creo.
ResponderEliminarUn saludo.
Tomo nota de los libros que comentas porque Leguineche me gusta bastante aunque no es novela lo que escribe, al menos lo poco que he leído de él.
EliminarMe he quedado con muchas ganas de leer algo sobre nuestras últimas guerras (la Guerra Civil no cuenta que de ésa ya llevo leído bastante).
Seguiré buscando más, que algo tiene que haber.
Un abrazo, y gracias por las recomendaciones, eres un catálogo de lecturas interesantes.
Con las novelas "históricas" se puede caer fácilmente en una actitud tendenciosa, perdiendo la imparcialidad. Contar hechos históricos ya es, de por si, complejo. No son tanto los hechos sino las supuestas causas (los culpables) y cómo se desarrollaron ciertos acontecimientos lo que suele estar "retocado" o manipulado por el autor, según sus creencias e intereses.
ResponderEliminarA mí me gustan mucho las novelas con un trasfondo histórico, es decir en las que hay una trama con personajes de ficción (el verdadero hilo conductor de la historia) que viven en unas circunstancias históricas reales (la España medieval o en las Antillas coloniales, por poner unos ejemplos) pero que relaten hechos objetivos y contrastables.
Me ha gustado mucho conocer, no solo tu opinión, sino el contenido de ese libro que, visto lo visto, no leería a menos que me lo regalara mi suegra.
Un abrazo.
A mí también me gusta mucho la novela histórica pero entiendo que es un género complicado. Ser riguroso con los hechos históricos y a la vez fabular para que la novela no se convierta en un libro de Historia es muy difícil, por eso cuando encuentro un libro de ese género que encuentra el equilibrio perfecto entre esos dos aspectos me quito el sombrero ante el autor que ha sido capaz de conseguirlo.
EliminarLo de leerte la novela sólo si te la regala tu suegra es ¿porque no te atreverías a llevarle la contraria? jajaja.
Un abrazo.
Muy buena reseña aunque sea sin acabar el libro Kirke, se entiende...
ResponderEliminarDe jovencita me parecía un acto terrible dejar un libro sin acabar, ahora si me aburre o disgusta no tengo tantas contemplaciones, al final es mi tiempo y mi placer y la lectura para mi tiene que ser eso.
Otra cosa es el contenido, es cierto que es un placer leer a escritores que tienen un buen dominio del lenguaje, tan rico y tan exquisito, se aprende mucho, aunque según mi humilde opinión,puede dificultar la lectura, si el contenido no acaba de estar bien armado por lo que sea, uno se acaba cansando y lo deja.
A mi que cada uno cuente lo que le parezca y de la manera que quiera, yo decidiré lo que creo, pero es cierto que me a veces me resulta difícil disociar al libro de la persona y eso, en algunos casos me limita a la hora de leerlo.
Muy buen post.
Un saludo
Parece fácil disociar lo que uno piensa de lo que uno lee, pero esa forma de pensar está ahí y hay que hacer un verdadero ejercicio de voluntad para que no "contamine" una lectura. Con esta novela soy consciente que mi actitud hacia determinados temas ha tenido mucho que ver en el abandono. Pero por otro lado si me estoy aburriendo pienso que no tengo ninguna necesidad de leer algo que no me entretiene.
EliminarSoy de las que opino como Borges (otro autor polémico): leer debe ser un acto hedonista.
Gracias por tus palabras, Conxita, pasa un buen fin de semana.
Hola! Me vuelvo a pasar para decirte que te he nominado a un premio: http://gozardelavida.blogspot.com.es/2016/04/premio-liebster-award.html
ResponderEliminarUn saludo!
La verdad es que entiendo perfectamente que el libro acabara por aburrirte e incluso por irritarte ligeramente, Kirke. Y debo decir que me encanta lo respetuosa que eres siempre con ciertos temas, por más que no te interesen o que no los compartas (no todo el mundo es así, doy fe). En este caso creo que incluso aunque lo hubiera leído alguien muy afín al catolicismo, habría que "cuestionar" cieros enfoques. Hay cosas que sencillamente "no cuelan".
ResponderEliminarLo principal es que como tú dices, esperabas una cosa y te encontraste con otra que no satisfacía tu curiosidad respecto al tema del que pretendías informarte. A mí tampoco me han quedado muchas ganas de leerlo, la verdad; el género no me llama la atención lo más mínimo.
Un abrazo y feliz martes!!
Lo de empezar a leer un libro pensando encontrar una cosa y acabar siendo otra diferente es algo que me ha ocurrido más veces. No sé si soy yo que no sé interpretar las sinopsis o que las editoriales realizan una publicidad que no se corresponde con la realidad.
EliminarEn fin, tampoco pasa nada. Habiendo tantos libros en el panorama literario y tanto dónde escoger se cambia de lectura y ya está.
Un beso, Julia.
Las perspectivas son radicalmente opuestas dependiendo del origen del autor. De lo que comentas, una cosa sí que es universal la guerra es de los poderosos y la batalla de los pueblos.
ResponderEliminarEl aspecto de que la guerra la originan unos pero la pelean otros es algo, como tú bien comentas, universal. Ese aspecto, y hasta donde yo llegué a leer, se toca pero muy de pasada y creo que bien podía haber tenido mucho más peso en lugar de tanta cuestión religiosa. Pero ese es mi parecer que, evidentemente, con coincidió con el del autor que prefirió hacer hincapié en otros temas.
EliminarUn abrazo.
Yo solo con saber que tiene 800 páginas me echa para atrás. No puedo con los libros gordos. Así que no lo voy a intentar. Tampoco he leído nada de este autor pese a conocerlo de la televisión. Un abrazo
ResponderEliminarLos libros extensos si son interesantes a mí no me importa leerlos. El problema es que este no me estaba gustando y ver tanta página por delante me acabó de desanimar.
EliminarEl autor escribe muy bien pero creo que se deja llevar en demasía por su ideología.
Un abrazo.