La dulce Bruselas (Primera Parte)
Do you speak English?
Aquí traigo otra crónica sobre mis peripecias allende los Pirineos. En esta ocasión el destino fue Bruselas y reconozco que no tuve demasiados problemas idiomáticos.
A Bruselas se la conoce principalmente por ser la sede de las instituciones de la Unión Europea. Incluso alberga la sede central de otro organismo internacional de mayor alcance territorial como es la OTAN.
A esta ciudad también se la conoce por sus productivas manufacturas de tapices, llegando a ser el mayor centro de producción de estas obras de arte en el siglo XV. En esta ciudad se confeccionaron –se confeccionan– los encajes de mayor finura y calidad –al menos eso dicen los expertos–.
En fin, que Bruselas es conocida por muchas cosas, pero para mí esa ciudad está ligada a otra palabra llena de connotaciones placenteras: ¡chocolate!
En Bélgica se producen algunos de los mejores chocolates del mundo –que me perdonen los suizos– y en Bruselas se ubica una “Confitería farmacéutica”, pues su fundador consideraba el chocolate –con toda la razón del mundo– un alimento sumamente curativo. Yo lo pondría a la misma altura que el Prozac y el cannabis (el “otro” chocolate).
Por eso cuando mi cuñada nos propuso a mi marido, a mi hija y a mí, pasar un fin de semana en Bruselas yo lo primero que pensé fue “me voy a poner morada a bombones”.
Aquel viaje fue muy cómodo porque viajé en plan reinona. Mis cuñados conocen muy bien la ciudad ya que mi cuñada, por motivos laborales, la visita con frecuencia. Esto se tradujo en que no necesité mirar un plano ni buscar qué lugares visitar; mis cuñados fueron los guías en todo momento y sabían qué restaurantes y, lo más importante, qué cervecerías eran las mejores.
Como esta vez el ir de un sitio a otro no dependía de mí, no nos perdimos. Nunca podré agradecer a estos guías desinteresados su aportación porque estoy convencida de que si no hubiera ido con ellos no habría encontrado algunos de los lugares considerados emblemáticos.
Manneken Pis |
Por ejemplo, el “Manneken Pis”. Esa fuente con el niño en pelotas echando agua por donde la anatomía está preparada para evacuar la orina, se encuentra en un rincón, casi escondido. La fuente, no sé por qué, yo me la imaginaba más grande y emplazada en un lugar más vistoso. El caso es que está en un chaflán y si no andas con ojo pasas de largo. De hecho, yo lo hice. Iba con la cámara fotográfica en ristre dispuesta a hacer una foto, cuando llegué estaba lleno de turistas japoneses –o chinos, no estoy segura– y la tapaban literalmente, por lo que seguí andando. Menos mal que mi cuñada, a la que le pasó algo parecido la primera vez que visitó a tan famoso meón, me llamó y volví sobre mis pasos.
La fuente del niño haciendo pis es muy pequeña pero las cervezas que sirven en algunas cervecerías no lo son en absoluto. En un garito que se llamaba Le Roy d’Espagne quisimos probar la cerveza negra, yo pedí una copa. En España, al menos en los lugares donde yo voy a tomar cerveza, una copa no tiene más de 200 cc de capacidad. La que me sirvieron podría pasar por la copa de cualquier torneo deportivo en cuanto a tamaño, ahí había más de un litro de cerveza. No sé si para no desentonar con la bebida, el camarero también era descomunal, se me ocurrió ponerme de pie para quitarme el abrigo y comprobé que me sacaba cuatro cabezas de estatura. ¡Qué barbaridad! ¿Cómo pudimos invadir Flandes?
Otro lugar emblemático de la capital belga es la Grand Place, en un lugar muy animado, bordeado por diferentes establecimientos, principalmente tiendas de tapices y encajes. Los escaparates de esas tiendas creo que son espectaculares por las maravillas hechas a mano que se exponen, y digo creo porque yo apenas me fijé. Y es que había otro tipo de escaparates que a mí y a mi hija nos llamaron más la atención: los de las chocolaterías.
Hacen unas cosas con el chocolate que son auténticas obras de arte. Hubo alguien al que oí decir que eran como las fallas; que me perdonen los valencianos pero no tiene nada que ver. El arte puede que sea igual en cuanto a hacer figuras de gran realismo o belleza, pero el final es muy distinto. Porque si en Valencia toda esa dedicación y trabajo acaba hecha cenizas y humo, la de los chocolates belgas acaba en el estómago y dando un segundo placer; primero alegra la vista y luego el paladar.
Antes de salir de España estuvimos planeando qué lugares visitar: la catedral, la Grand Place, el Atomium, el monumento del quinto centenario y el Parlamento Europeo fueron algunos de los lugares que se nombraron y que acabamos visitando.
Pero yo tenía en mente un lugar señalado en mi mapa particular con una gran cruz roja: la tienda de Leónidas, una bombonería famosa por sus chocolates y que para mí es la representación del Paraíso en la Tierra. Yo, cuando muera, quiero que mi espíritu se quede allí. No entraré en detalles de la cantidad y variedad de bombones que adquirí, sólo comentaré que si alguna vez he deseado ser multimillonaria fue ese día, porque de tener más dinero me habría comprado la tienda entera.
Cajas de bombones (ahora vacías) |
Pero no solo de chocolate vive el hombre –yo sí podría– y también nos dedicamos a tomar otro tipo de alimentos. La famosa pularda que a mí me tenía intrigada, con ese nombre parecía algo realmente exquisito, la comimos en un local de las Galeries Royales Saint-Hubert. No estaba mal pero no deja de ser gallina. También comimos unos mejillones que más parecían ostras de lo grandes que eran, pero los de las Rías Bajas de Galicia a mí me saben mejor y no me quiero poner patriotera.
Galeries Royales St-Hubert |
Una de las noches cenamos en un sitio realmente encantador, L’Estrille aux Vieux Bruselles, donde la camarera pudo practicar su español con nosotros y donde degustamos un vino muy rico. No sé si fue por el vino, por la amable camarera o por la excelente compañía, pero esa noche quedó grabada en mi memoria como una velada estupenda. Creo que la cantidad de chocolate que ya llevaba ingerida pudo colaborar bastante al bienestar.
Pero Bruselas aún tenía muchas más cosas sorprendentes que ofrecernos.
Continuará….
Estaré pendiente de la continuación, porque lo que me has planteado no me incita a correr a una agencia de viajes para reservar una visita a Bruselas. Por cierto, no me gusta nada el chocolate ¿será este el motivo de mis reticencias a conocer esta ciudad? Jaja
ResponderEliminarY el meoncete.... muy mono.
Besos
No sé yo si ahora es el mejor momento para visitar Bruselas pero desde luego a mí me pareció una ciudad muy bonita.
Eliminar¿No te gusta el chocolate? ¡Vete ahora mismo al médico! jajaja
Un besote, guapa.
Qué rico el chololate de Bruselas y qué preciosas las cajas de bombones. Nosotros lo comprábamos y lo íbamos comiendo por la calle; un poquito en una tienda, otro poquito en otra. Las variedades son infinitas. Y lo del Maneken pis es de risa: parece que se avergüenzan de él de lo escondido que lo tienen.
ResponderEliminarHace muchos años que visité la ciudad, pero la recuerdo con mucho cariño. Me ha gustado mucho tu entrada por lo bien que cuentas tus aventuras por la ciudad y por los recuerdos.
Un abrazo.
Yo me puse morada de comer bombones, la idea que tuve cuando me propusieron el viaje la cumplí a rajatabla.
EliminarEn la tienda de Leónidas estuve dando vueltas al mostrador un buen rato porque no sabía qué tipo de bombones elegir (llevarme de todos era imposible) al final salí cargada con un montón (para desesperación de mi marido y alegría infinita de mi hija).
Me alegro que te hayan venido recuerdos de tu estancia en esa bonita ciudad.
Un beso.
Ahhh muy bonita descripción de tu último viaje, pero no hay anécdotas de esas con el idioma o de saltos de vallas y pérdidas por calles desconocidas.
ResponderEliminarespero que la segunda parte sea más activa. Pues está muy claro que se te fue el tiempo comiendo bombones y viendo mear a una figurita. Ja,ja.
Y nosotros sin unas simples lenguas de gato. La próxima una casita de esas, pero llena, para cada uno.
Besos
Este viaje fue más tranquilo en cuanto a problemas lingüísticos porque mi dominio del idioma francés se reveló mejor de lo que yo creía. Además como mis cuñados se conocían la ciudad no nos perdimos, aunque en el metro sí que tuvimos un "problemilla" que contaré en la segunda parte.
EliminarSi vuelvo a Bruselas ten por hecho que traeré casitas para regalar.
Un beso.
hola hermosa! que generosa eres con tus entradas , nos has llenado la panza de sabrosisimo chocolate y los ojos de bellisimos lugares, eres como la tia rica que nos lleva a pasear, gracias!
ResponderEliminarUn placer ser la guía virtual de estos viajes, donde la gastronomía tiene tanta importancia como los monumentos, como se puede observar.
EliminarGracias por vuestra visita y por acompañarme en este paseo.
Primera crónica viajera sin incidentes, de momento. Reconozco que he pasado bastante envidia, aunque entre el chocolate y la cerveza suelo preferir lo segundo, jeje.
ResponderEliminarUn abrazo.
Como le comento a Francisco, en esta ocasión no hubo tantos sobresaltos algo que yo agradecí especialmente porque una ya empieza a ser mayor y no está para sustos.
EliminarReconozco que a mí el chocolate me nubla el entendimiento pero la variedad de cervezas allí también es grande y es complicado elegir.
Un abrazo.
Hola! Yo no he estado en Bruselas, aunque si en Brujas, Gante y Amberes y me encantaron las tres. La verdad es que cambie Bruselas que no me llamaba mucho por Ámsterdam! Muchas gracias por tu crónica!
ResponderEliminarUn saludo!
Como no conozco Amsterdam no puedo decirte si hiciste bien en cambiarla por Bruselas. Desde luego esta ciudad bien se merece al menos un par de días de estancia en ella, es muy tranquila (o al menos lo era cuando yo la conocí).
EliminarUn abrazo.
Después de dos llamadas de teléfono y algunas horas más tarde, al fin puedo comentar tu entrada, con la rabia que me da que me interrumpan. En fin...
ResponderEliminarTus letras me han traído muchos y buenos recuerdos de mi entancia por aquellas tierras en el viaje de estudios de la carrera, aunque nosotros no tuvimos tan buenos guías ni encontramos tan generosas copas de cerveza. De los chocolates no digo nada porque sí que comimos todos los que pudimos, ji, ji.
Fue una estancia muy corta, de paso hacia otros lugares, así que no ví alguna de las cosas que tú mencionas, pero me hubiera encantado. A mí tampoco me llamaron especialmente la atención los tapices, claro que a los 21 años hubiera sido raro.
Una entrada estupenda, Kirke, salpicada de tus habituales notas de humor. Espero que hayas viajado muuuuuucho para que esta sección esté siempre bien "alimentada" :))
¡Un beso y feliz viernes!
Cuando yo visité Bruselas tenía bastante más de 21 años y tampoco me llamaron la atención los tapices, quizás porque había otras cosas en las que fijarme.
EliminarMucho me temo que mis viajes no van a dar mucho más de sí pues no he viajado demasiado fuera de las fronteras españolas, así que esta sección tiene los días contados.
A lo mejor la acabo alimentando con productos nacionales. Quién sabe.
Encantada de verte por aquí.
Un besote.
Que lindo poderhacer esos viajes. Yo ni siquiera conozco las provincias de mi país.
ResponderEliminarAhoea me dieron unas ganas terribles de comer chocolate.
Saludos.
A falta de viajes el chocolate puede ser una buena alternativa.
EliminarSon dos placeres distintos pero comer ricos bombones también es gratificante.
Un saludo
Los viajes (sean por trabajo o por placer) llenan nuestro anecdotario particular. La primera vez que visité Bruselas, una cosa me llenó de asombro y otra de decepción. La primera fue La Gran Place (sobre todo de noche) y la segunda el crío meón que, como era invierno, iba vestidito de Papa Noël.
ResponderEliminarLa misma decepción la tuve con la sirenita, en Copenhague. A pesar de haberla visto muchas veces por televisión y demás, me la imaginaba de un tamaño mucho mayor.
Quedo a la espera de la continuación.
Un abrazo.
Lo que cuentas del tamaño de algunas esculturas emblemáticas es curioso. La sirenita no la conozco pero me pasó algo parecido con la loba capitolina de Roma, es enana.
EliminarQuizás cuando las vemos en fotografía y dado que son símbolos de una ciudad, en nuestra imaginación nos las representamos mucho más grandes y de ahí la decepción al conocerlas de verdad.
En breve publicaré la segunda y última parte.
Un abrazo.
Ayyyyy qué buenos recuerdos me has traído!!!!!! Estoy de acuerdo con lo del Manneken Pis, a mí me decepcionó porque me esperaba otra cosa.
ResponderEliminarLo demás me encanta aunque comparto lo de los mejis, como en Rías Baixas no saben en ningún sitio.
Un besito y me ha encantado, me has hecho recordar.
Yo creo que la gastronomía española es tan rica y variada que si nos ponemos a comparar, los otros lugares salen mal parados.
EliminarCuando voy fuera me gusta comer las cosas típicas y no voy con prejuicios aunque a veces me puede el subconsciente.
Me gusta que esta sección despierte gratos recuerdos porque, siempre insisto, recordar es volver a vivir.
Un besote.
Nunca he estado en Bruselas, y se me antojaba una ciudad demasiado 'oficializada' por lo de ser sede de estos organismos europeos, pero recuerdo que mi cuñado me trajo una vez bombones de... ¿puedo hacer publicidad? ;-) de la casa Godiva, y eran exquisitos (yo, como tú, también creo que algunas bombonerías son el "paraíso en la tierra"). Las cajitas me encantan. En cambio, la pularda...un poco menos.
ResponderEliminarY que conste que entiendo, siendo valenciana, que prefieras el gusto en el paladar de algunas 'obras de arte' antes que el de otras figuras que arden.
Genial tu post, como siempre amiga mía. Un beso muy grande
Godiva también es buena casa en cuanto a bombones se refiere, buen gusto el de tu cuñado.
EliminarCuando puse lo de las fallas te prometo que pensé en ti y me dije "espero que no se me moleste Chelo" ;)
Creo que tú eres de mi mismo club: donde esté el chocolate que se quite la pularda, los mejillones y hasta la cerveza.
Un besote grande, grande.
Qué entrada más agradable. Así da gusto leer. Seguí tu viaje atentamente, y al igual que a ti me encantan los chocolates. Cada día me como una porción de chocolate negro. Y si el chocolate es el postre a una pularda, unos mejillones, un buen vino (o un barril de cerveza, da igual) mejor que mejor. No he estado en Bruselas, pero adivino que tiene que ser una ciudad con rincones, como el que nombras del niño "meón", muy gratos. Muchísimas gracias por entretenerme e informarme. Un beso.
ResponderEliminarBruselas me pareció una ciudad sencilla a pesar de ser la sede de tantos organismos internacionales y muy tranquila. Los sucesos luctuosos de hace unos meses me rompieron el hechizo demostrando que la barbarie puede alcanzar cualquier lugar.
EliminarCuando se sabe disfrutar de los pequeños placeres (una cerveza, un buen chocolate o unos mejillones) siempre es más agradable el resultado.
Gracias por tu visita.
Un beso.
Es un gusto cuando se viaja y tienes acompañantes que conocen perfectamente el lugar, ese despreocuparse de memorizar rutas, calles y lugares a los que ir, a mi me parece un gusto.
ResponderEliminarMe ha venido ideal esta entrada en estos momentos porque en unos días tengo que ir a Bruselas así que he apuntado lo que has contado y como me encanta el chocolate...ya estoy disfrutándolo.
Un beso
Si te gusta el chocolate no dejes de visitar las numerosas tiendas donde lo venden, son una maravilla.
EliminarPasear por sus calles estrechas y con esas construcciones tan características es muy agradable. Estoy segura que disfrutarás.
Un beso.
Que bonito viaje has hecho a Bruselas. Yo sólo estuve un dia en Brujas y me pareció que debemos de volver con más tiempo. Compre bombones para toda la familia, estaba buenísimos. Un abrazo
ResponderEliminarBrujas es una ciudad que tengo pendiente, sus calles y sus casas deben de ser dignas de visitar.
EliminarGracias por tu visita y compruebo con deleite que los amantes del chocolate somos legión.
Un beso.