Regreso
a Roma (Primera Parte)
Do you speak English?
La segunda vez que visité Roma fue muchos años después de la primera y yo ya había dejado atrás las locuras veinteañeras –pero no la insensatez–. (La crónica de mi primer viaje se puede leer pinchando aquí y aquí)
En esta ocasión el viaje lo realicé con mi esposo, mi hija, mis cuñados y mis suegros. Los padres de mi marido celebraban sus Bodas de Oro y nosotros decidimos regalarles un viaje a la Ciudad Eterna con paquete añadido –el paquete éramos sus hijos, sus nueras y su nieta–.
Y allá que nos fuimos, tan alegres y tan confiados pues como yo había estado allí la idea era recorrer lo que ya había visitado. Lo que los demás ignoraban –salvo mi marido que me conoce perfectamente– es que soy una desmemoriada patológica; me cuesta trabajo recordar el itinerario de un trayecto que hice apenas unas semanas, por lo que rememorar las calles de una ciudad por las que transité veinte años atrás era misión imposible.
También es verdad que por muy mala memoria que tenga lo que sí tenía muy presente es que no iba a fiar nuestra estancia y nuestra movilidad a poder preguntar a los transeúntes, que lo de que el italiano no se parece en nada al español no se me había olvidado. Esta vez llevaría un buen mapa y un diccionario italiano-español (en realidad era una guía práctica de conversación con frases hechas y útiles para situaciones concretas como ir a un restaurante o una tienda).
Aterrizamos en los días previos a la Semana Santa, tomar el avión ya supuso una odisea pues el vuelo tenía overbooking y no nos quedamos en tierra de pura chiripa; cosas de las compañías aéreas y sus ansias de enriquecerse a costa de vender más billetes que plazas tiene el avión. No quiero desviarme del tema que me ocupa pero soy incapaz de entender que esa práctica sea legal.
Pasado el primer susto y como llegamos muy pronto decidimos ir a desayunar en una cafetería situada muy cerca de nuestro hotel, en la Plaza de la República. Una servidora, a pesar de experiencias pasadas con el idioma italiano y que mi familia ya conocía, fue la encargada de hacer la comanda. Casi todas las peticiones de mis acompañantes eran más o menos fáciles de trasladar al amable camarero, salvo la de mi suegra cuyo deseo era tomar “un café con un chorrito de leche desnatada y templada y endulzado con sacarina” por lo que le pedí a la buena mujer si, por una vez, su desayuno no podía consistir en un simple “café con leche” y mi suegra, que es muy buena persona y me quiere mucho, accedió. Menos mal, de lo contrario todavía estaría allí intentando hacerme entender por el camarero.
Basílica de San Pedro |
El primer lugar que visité fue, otra vez, el Vaticano. En esta ocasión no intentamos acceder a la Plaza de San Pedro a través de la dichosa columnata de Bernini, primero porque no estábamos ninguno –salvo mi hija– en condiciones de trepar vallas y segundo porque recordaba perfectamente, y a pesar de mi mala memoria, la mala baba que se gastan los carabinieri. Prefería que el inicio de la estancia en Roma estuviera libre de sobresaltos y, a ser posible, el término de la misma también.
Como esta vez viajábamos por libre, sin guía ni nada parecido, decidimos utilizar el transporte público y bajamos al suburbano. Sabíamos que había bonos para viajar más económicamente y que permitían coger el metro varias veces en un mismo día por un módico precio. Para no estar mucho tiempo en la taquilla del metro haciéndome entender mediante gestos utilicé la guía práctica de conversación y, después de ensayar varias veces mientras nos encaminábamos a la estación más cercana, le espeté a la taquillera: “Sette biglietti per un giorno”. La empleada del metro me debió de entender porque emitió los billetes sin problema y mi suegro se debió de quedar alucinado porque le dijo a mi marido “Ignoraba que tu mujer sabe hablar italiano” a lo que mi cónyuge le contestó “Qué va. No tiene ni idea”. A pesar de esta aclaración mi suegro no creyó a su hijo y en cambio decidió que a partir de ese momento no se separaría de mí, pues estaba seguro que yo era la única del grupo que le podría servir de ayuda en una ciudad desconocida y extranjera. ¡Qué majo mi suegro! Y qué cándido, pero es que, al igual que su esposa, me quería mucho y ese cariño que me tenía le cegó.
Arco de Constantino |
Después de toda una mañana caminando por el Foro Romano pensamos ir a comer al barrio de Trastevere, uno de los lugares más encantadores de Roma. Ya estábamos cansados y decidimos tomar un autobús urbano que nos acercara allí. En la plaza de Vittorio Emanuele hay muchas dársenas de donde salen bastantes autobuses y dado que estábamos muy cerca del citado barrio pensamos que seguro habría un bus que pasaría por allí. Así que me decidí a preguntar escuetamente a una viandante, y digo escuetamente porque me limité a decir “Bus Trastevere, ¿per favore?”. Juro que lo dije con mi mejor acento italiano, acento que debió de ser malísimo porque la viandante, después de mirarme de arriba a abajo, me contestó “Eres española, ¿verdad?” Ante mi afirmación me indicó en un perfecto castellano los diferentes autobuses que pasaban por Trastevere y además me recomendó un par de restaurantes para comer allí. ¡Qué útil es saber idiomas! Sobre todo si son otros los que se molestan en aprender el tuyo.
Basílica de Santa María en Trastevere |
En el restaurante que elegimos nos dispusimos a leer la carta. Mientras cada uno estaba pensando qué pedir, mi hija que por aquel entonces tenía once años, me dice con los ojos como platos: “Mamá, mira lo que pone aquí: ¡penne!” para enseguida añadir “¿Eso se come?” Sin percatarme que la "n" estaba duplicada y antes de caer en la cuenta que “penne” es un tipo de pasta, la urgencia por salir del paso hizo que le contestara a mi hija lo que suelo decirle en situaciones similares cuando me pone en un aprieto: “Pregúntaselo a tu padre”.
Continuerà.....
Kirke
¡La madre que te p...! Lo siento, la expresión me ha salido sola, como si me encontrara contigo tomando un café y me estuvieras contando el desarrollo del viaje.
ResponderEliminar¿Cómo puedes tener tan desarrollado ese gracejo a la hora de narrar tus experiencias personales?
Me he estado riendo desde que he comenzado a leer: Recordando lo de las vallas de tu primer encuentro con Bernini, la soltura con el idioma y lo último de que si el "Penne" se come o no. Juas,juas,juas.
Tenías que haber añadido lo del chiste ese que circula por ahí: Un italiano se me acercó y me soltó de sopetón: ¿Parla italiano? y yo le contesté muy digno a la vez que indignado: ¡Una mi....!¡Parla español! como debería ser Gibraltar.
Cada vez da más gusto pasarse por aquí.
Besos
Me encanta hacerte reír. Una vez leí que el humor y la ironía es la última trinchera de los indefensos; evoco esos momentos del viaje con humor para defenderme de la impotencia ante mi mala aptitud con los idiomas.
EliminarPor cierto, ¿sabes cómo se dice "macarra" en italiano? "DiParla" (si entre los lectores se encuentra alguien que nació y/o vive en Parla espero que me sepa perdonar el chiste).
Un beso.
P.D. ¡Viva Parla español!
Jaja, muy bueno. Nosotros nos hemos salvado de lo del metro porque ahora hay máquinas expendedoras con las que pelearte. Todo el recorrido que has comentado lo hicimos nosotros, con Trastevere incluido. Menuda pechá de andar nos metimos, y yo iba con el tobillo fastidiado porque me lo torcí el segundo día del viaje, cuando estábamos en Florencia. Pero como soy mas burra que un arado.....aguanté. Por cierto, yo le pondría a tus suegros un altar :D
ResponderEliminarDeseando leer la siguiente entrega
Besos
Para conocer Roma hay que patearla a pie (como con cualquier otra ciudad). Desde luego, hacerlo con el pie lesionado no es la mejor condición, pero supongo que ante tanta maravilla que viste el dolor no fue tanto.
EliminarY mis suegros.....¡unos santos!
Un beso.
Hola! Que fotos tan bonitas, yo ha Roma solo he ido una vez pero me encantó y tengo intención de repetir, pero hay tantos sitios a los que quiero ir... jejeje!
ResponderEliminarUn saludo!
Si echaste una moneda en la Fontana de Trevi seguro que vuelves. En este segundo viaje yo la eché también así que, supongo, volveré otra vez.
EliminarUn abrazo.
¡¡Qué suerte poder volver a Italia y tener unos suegros que te quieren tanto, Kirke!! Si tuviera que elegir entre esas dos cosas, no sé con cuál me quedaría, la verdad :D Bromas aparte el detalle de regalarles el viaje y además acompañarles me ha parecido precioso.
ResponderEliminarVeo que en esta segunda ocasión, a pesar de lo que tú digas, ya estabas más "curtida" y te desenvolvías mejor (lo del penne no cuenta, eso te pilló por sorpresa) :P
Esta noche estoy especialmente torpe para comentar, será por efecto del antihistamínico que me deja KO, pero conste que la entrada me ha encantado, que me lo he pasado muy bien leyéndote y que me he reído con tus ocurrencias. Volveré sin dudar a por la segunda parte ;)
Un beso nocturno, Kirke!!
El viaje estuvo muy bien, por lo que representaba y por la buena compañía. Y lo mejor de todo, sin lugar a dudas, mis suegros. Lamentablemente mi suegro falleció hace ya casi tres años pero el recuerdo de ese viaje perdurará para siempre.
EliminarTú siempre comentas bien, por la noche, por el día y cuando se tercie. A mí me encanta leerte a cualquier hora.
Un beso mañanero (y muy lluvioso)
Me ha encantado la entrada! Este año tengo pensado ir a Roma si las cosas no se tuercen, así que seguiré tus crónicas para pillar ideas de qué hacer y por dónde ir! 1beso!
ResponderEliminarEspero que realices ese viaje porque Roma es preciosa. Puedes leer mis crónicas pero sobre todo para saber qué "no" hacer. No sé si has leído las dos entradas de mi primer viaje (Do you speak English IV y V) pero ahí sí que puedes tomar nota de cómo NO actuar en una ciudad desconocida.
EliminarUn beso.
Jajajaja, me encanta!!!!!! Adoro Roma pero tú le has dado otra visión, mola y estoy deseando leer la siguiente parte.
ResponderEliminarMe has recordado a mi marido, que se inventa literalmente los idiomas algún día contaré en el blog mis aventuras en Francia, cuando mi marido quiso decir que no tenía cambio y nos entendieron que íbamos por el país con dos niños y sin dinero ni habitación(dijo no money no chambre, en vez de change, que tiene poco sentido, o ninguno, ainnns)y nos miraba la gente con mucha pena,jajajaja.
Qué suerte tuviste con tus suegros, por cierto.
Besos.
Hay que tener cuidado con esos patinazos idiomáticos que luego vienen los problemas, jajaja. Mira que si a alguno le da por llamar a los servicios sociales por tener a los niños en la calle.....
EliminarBueno, esa aventura del viajar sin tenerlo todo planeado viene bien, sobre todo para recordarlo cuando ya ha pasado y uno puede reírse de las situaciones grotescas.
Mis suegros no supusieron ningún problema en el viaje, todo lo contrario, si había alguna dificultad para llegar a algún sitio porque nos perdíamos ellos siempre se reían y tan contentos.
Un beso, Marigem
Me encanta reírme contigo de tus anécdotas en tus viajes. Me encanta la ironia que utilizas para contar cada momento. Quiero retroceder y hacer del post de mi campo y contar las anécdotas que me ocurren y que no se si tendrán tanta gracia como lo cuentas tu. Porque este viaje has sido de atropello y eso que no estábamos en un país extranjero. Mucha suerte con esos suegros que tienes y vuelve de nuevo a Roma, Este año quizás vaya yo en octubre . Tenemos en mente un crucero que visitará Roma. Estoy deseando leer la segunda parte. Un abrazo
ResponderEliminarSi vas a Roma espero que la disfrutes como yo. Es una ciudad preciosa y muy acogedora. Si tuviera la oportunidad de volver no la desdeñaría, aunque ya he estado dos veces todavía me quedan varios sitios por conocer y supongo que muchas zonas por las que perderme.
EliminarAnímate a contarnos tus experiencias viajeras.
Un abrazo.
De verdad me encanta tus aventuras viajeras y me has hecho recordar mis dos viajes a Roma, uno con mis padres en su 25 años de casados, que nos fuimos los tres hijos, y mi viaje de novios a Roma y Florencia y te aseguro que repetiría una tercera porque Italia merece siempre la pena, es una maravilla. Luego estuve una cuarta vez en la Toscana, en fin se nota que me enamora Italia no?
ResponderEliminarTe cuento que en mi viaje de novios, mi ex ahora y yo, nos habian recomendado un restaurante en el Trastevere precisamente, y por mucho que dimos vueltas jeje,no encontrabamos el dichoso restaurante, te puedo asegurar que de tanta hambre que tenia se me puse insoportable, y es que a lo tonto a lo tonto se nos hicieron buscando buscando las cuatro de la tarde, y cuando por fin encontramos el dichoso restaurante, estaban echando la persiana, jeje, de modo que acabamos comiendo en un Mcdonalds jejee, en Italia ejjee, para que veas que yo también tengo alguna aventurilla que otra en Roma jeje.
Estoy deseando leer la continuación. un beso. TERE.
Roma siempre merece otra oportunidad. Nosotros encontramos el restaurante a la primera, la chica que me lo indicó hablaba perfectamente español y se explicó muy bien así que llegamos sin problemas.
EliminarToda la familia somos amantes de la pasta (la de comer, bueno y de la otra también) así que procurábamos comer siempre en una 'trattoría' o similar.
Anímate también tú a contarnos tus viajes.
Un beso.
Eres una crack, compi, contando con fina ironía tus viajes. Lo de que el "paquete" eráis vosotros me ha 'matao', y lo de que tu suegro se volviera inseparable tuyo al ver que 'dominabas el idioma', ya para troncharse.
ResponderEliminarEl barrio del Trastevere también me tuvo a mí de comensal hace unos cuantos años, ¡me encantó!
En fin, divertidísimo, buena terapia ¿eh? (aquí guiño cómplice)
Molti baci
Me alegro que os divierta a todos leer esta entrada pero puedo asegurar que yo me he divertido también mucho escribiéndola. Me ha relajado y me ha puesto de muy buen humor recordar estas anécdotas, sobre todo la de mi hija cuando leyó la carta del restaurante, tendrías que haber visto la cara que puso (la que puse yo también fue digna de ver).
EliminarSí que ha resultado una buena terapia esta entrada.
Mille baci, cara
Eres la monda, Kirke, pero si eres capaz de hablar italiano con una guía de conversación y que te entiendan aunque sea la mitad de las veces, ni tan mal.
ResponderEliminarLo más divertido lo de tu pobre hija con los penne que junto con la panna es de lo que más he tardado en aprenderme.
Esperando continuación.
Un beso
Ahora con los smart-phones todo es más sencillo, hay aplicaciones que al dictar una frase la traducen a otro idioma. En aquellos años había que conformarse con esas guías que te ponían literalmente cómo se debía pronunciar una frase. Eran muy curiosas.
EliminarLo del restaurante fue de traca. Luego mi hija, una enamorada de la pasta, no sé si por hacer la gracia o porque ese tipo de pasta le gustó mucho, pedía en todas partes los dichosos 'pennes'. Ya de vuelta le tuve que decir que en España dijera macarrones, aunque no es exactamente lo mismo pero bueno.
Un besote.
Hola Kike,
ResponderEliminarTu relato viajero me ha recordado muchas anécdotas de los míos, con y sin familia. Con mi mujer e hijas también siempre me tocaba hacer de intérprete aunque en Italia no, pues el italiano tiene muchas palabras que se asemejan al catalán. Pero con el inglés y el francés ni te cuento. Les entraba unas ganas de preguntar cualquier cosa...
Por mi parte, la anécdota más sobresaliente de mi primer viaje a Roma con mi mujer fue que decidimos visitar la Capilla Sixtina el último día que pasábamos en esa bella ciudad, antes de seguir viaje hacia Florencia. Resultó que era un 15 de agosto, día de la Asunción, el único día del año en que la Capilla Sixtina está cerrada a los turistas.
Años más tarde volvimos a repetir el viaje y entonces sí disfrutamos de esta visita.
Me ha encantado leerte. Narras de forma muy amena.
Un abrazo.
La primera vez que fui a Roma la Capilla Sixtina estaba restaurándose y tampoco la pude ver, tuve que esperar a la segunda oportunidad.
EliminarEn aquel primer viaje mi padre me recomendó que viera la columna de Trajano y tampoco la pude ver porque la estaban limpiando y tenía un andamio que la tapaba por completo.
En fin, gajes del viajar a ciudades antiguas ;)
Un abrazo, Josep
Muy bueno Kirke, realmente te veía "tsn puesta" con el italiano que no me ha extrañado nada que tu suegro no se te separara, jajaja
ResponderEliminarY tu hija me ha hecho reír con el penne, pero tu respuesta es de medalla, jajaja la cara que se le debí quedar a su padre.
Me encanta como nos cuentas estas aventuras, me han entrado unas ganas de volver a Roma. Roma vale muchas visitas.
Un beso guapa
Lo de pasar la patata caliente a mi querido esposo es algo que se me da de perlas, tengo una práctica...jajaja.
EliminarComo ya he comentado antes, Roma bien vale una segunda visita, y una tercera y las que hagan falta. Es una ciudad preciosa y a pesar del idioma siempre me he sentido muy bien allí, por la gente, por el clima y por la gastronomía.
Yo no descarto volver.
Un besote, Conxita.
Sí que te ha dado para anécdotas el viaje. Qué majos tus suegros. Y no te minusvalores que seguro que tu italiano era muy bueno, lo que pasa que tu interlocutora debía de ser española y te pilló el acento enseguida.
ResponderEliminarBesos
Desde luego mi interlocutora hablaba mejor el español que yo el italiano.
EliminarTodo viaje, si se hace con buen ánimo, da para muchas experiencias agradables y con el paso de los años el barniz del tiempo da un lustre que las hace entrañables.
Un beso.
Me uno al grupo, me he divertido muchísimo: ese viaje tuvo que dar mucho de sí. Te desenvuelves muy bien contando anécdotas, debes de ser una buena conversadora. Qué ganas de viajar, lo divertido que es. Puede que con las aplicaciones sea más sencillo, pero, ¿Eso quiere decir que en el futuro nos quedaremos si anécdotas, que iremos a tiro hecho? Qué aburrrido.
ResponderEliminarPor cierto, estos niños y sus preguntitas, jeje.
Un abrazo.
No sé si soy una buena conversadora pero te aseguro que me encanta charlar con mis amigos y con mi familia, delante de un café o de unas copas y aunque hablamos de todo un poco, la risa y el buen humor son los que se imponen siempre.
EliminarLa tecnología puede ayudarnos en muchas cosas pero conmigo no hay problema para generar anécdotas porque soy algo torpe con algunos dispositivos y a cuenta de esos "cacharros" he tenido más de un percance (a lo mejor algún día os cuento mis peripecias con el GPS del coche).
Las preguntas de los niños también dan para un buen conjunto de anécdotas, sí.
Un abrazo.
Kirke me muero de risa imaginarme a tu hija al leer el menù y tù tratando de sacarla del error hasta que viste la doble N jajajajaj Me causa gracia porque a mì me pasò igual, pero en un super mercado cuando tomè la caja de pasta y leì que decìa penne y me quedè buscando si tenìa trocitos de carne jajajajaja
ResponderEliminarQuè anècdotas tienes mujer !! Fabuloso post !!
Anda que tú también, buscando la carne en la pasta....jajaja.
EliminarLos niños como aún no están maleados no tienen doblez y dicen las cosas tal cual se les vienen a la cabeza, somos los adultos los que siempre buscamos tres pies al gato.
Un beso.
He empezado a leer la crónica de tu viaje al revés, pero oye ¡me encanta igual!
ResponderEliminarGracias por las risas.
Encantada de hacerte reír.
EliminarGracias a ti por tus visitas.
Un beso.