No me gusta cuidar exámenes, es una de las tareas
que más detesto de mi labor docente. Esas horas interminables, delante de un
montón de alumnos en el trance de sacudirse una asignatura de encima, me parece
la máxima expresión del aburrimiento y de perder el tiempo. Cada vez que me
toca vigilar una de esas pruebas me pongo de un mal humor insoportable producido
por saber que voy a malgastar dos o tres horas de mi vida.
Además, las aulas preparadas para realizar los
exámenes están bajo la influencia de corrientes electromagnéticas perniciosas
porque allí se da un fenómeno poco estudiado pero sumamente peculiar: el tiempo
transcurre mucho más despacio dentro de las aulas que fuera de ellas. Es una versión
retorcida de la teoría de la relatividad de Einstein: cuanto más ganas tienes
de que acabe el examen más largo se te hace. Una perspectiva que cambia si es
un estudiante el que observa el fenómeno, porque entonces cuando menos quiere
que se acabe el examen (debido a que no tiene ni pajolera idea de las
respuestas) más corto se le hace el tiempo del que dispone para realizar la
prueba.
Pero cuidar un examen puede ser aún peor cuando a un
alumno o alumna le da por copiar. Entonces mi animadversión con la tarea se
troca en un gran enfado. Tengo muy poca tolerancia con los copiones; pasar por
alto este tipo de infracciones es una injusticia para aquel alumno que ha
estudiado y se ha esforzado. Además, siempre me cayeron mal los jetas que
pretenden vivir del cuento y del fraude. Total, que alumno que veo copiando,
alumno al que se le cae el pelo.
He pillado a bastantes con mi ojo avizor e
intransigente, de manera que me he granjeado la antipatía y animadversión de
algunos estudiantes. Lo sé y lo tengo en cuenta, sobre todo cuando voy a cruzar
las calles aledañas a la facultad o estoy esperando el metro en la estación de
la Universidad. En esos lugares siempre miro muy bien no estar cerca de mis
alumnos por si sienten la necesidad de atropellarme o empujarme a las vías del
tren.
Reconozco que las triquiñuelas de algunos para
aprobar sin dar ni chapa son verdaderas obras de arte y ahí se lo curran un
montón. Aunque yo me pregunto por qué todo el trabajo que emplean en preparar
una buena chuleta no lo invierten en estudiar. Pero se ve que a algunos les va
la marcha o que les mola más vivir en el filo de la navaja.
Algunas técnicas de fraude/copia pueden poner al
profesor en un apuro. Eso es lo que me ocurrió en un examen de tercero de
Farmacia. La prueba se realizaba en un aula magna, de esas escalonadas de tal manera
que cada fila está en un nivel superior a la de delante y donde vigilar se
convierte también en una sesión de ‘cardio-step’ por lo de subir y bajar
escaleras.
Resulta que estaba yo vigilando desde la parte más alta
del aula con una visión a lo “dron” donde observaba a todos los examinandos
desde arriba y por detrás de ellos. Me fijé en que un alumno estaba escribiendo
muy rápido, casi frenéticamente, pero que no miraba hacia el papel donde
escribía sino hacia “otro sitio”. Esta maniobra suele ser un signo evidente de
estar copiando. La experiencia me ha enseñado que cuando en un examen alguien
no mira donde escribe es porque está mirando a lo que copia.
Esto no era nada nuevo para mí, ya he comentado que
se me da bien pillar a los infractores. Pero en este caso había un elemento
perturbador ya que el “otro sitio” al que miraba el alumno se encontraba en su
entrepierna. Reconozco que me pilló desprevenida.
Cuando vi el lugar donde el alumno se afanaba en
mirar me dije: «Este chico o es un obseso sexual (por lo de no poder apartar la
mirada de sus atributos) o está copiando, de dónde no lo sé y mejor, porque
prefiero no saberlo». Pero no podía pasar por alto mis sospechas con una
infracción de tamaño calibre (me refiero al calibre de la infracción, que quede
claro). Sin embargo, para corroborar lo que hasta ese momento solo eran temores,
debía tener pruebas. Y ahí estaba lo difícil, a ver cómo miraba yo hacia donde
el susodicho estaba mirando sin que se notara que yo también lo miraba para que
no se pensara nadie que estaba mirando lo que no debía mirar. Menudo berenjenal.
Pero estaba resuelta y me dispuse a mirarle la
entrepierna al sospechoso para ver qué tenía ahí. La resolución no estaba
exenta de peligro porque se podía volver en mi contra. Aunque mi intención era
pillar a un infractor, podía acabar siendo yo la acusada de infracción por acoso
sexual ya que mirarle el paquete a un alumno es totalmente inapropiado.
Como me encontraba a espaldas del alumnado y desde
mi posición más alta, que me permitía ver sin ser vista, arriesgué y me incliné
bastante para obtener una visión más amplia del regazo del estudiante y así
averiguar lo que se traía entre las piernas.
Pero cuando me incliné, resbalé y perdí el equilibrio,
entonces el ruido que hice provocó que unas veinte cabezas de estudiantes se
giraran hacia donde yo estaba, perdiendo con esta torpe acción mi pretendida
ventaja de estar en un lugar donde podía ver sin que se me viera.
Fue entonces cuando decidí cambiar de estrategia.
Bajé los escalones hacia la fila donde estaba el sospechoso e intenté mirar por
el rabillo del ojo hacia la zona delicada (y también sospechosa) pero la tenía
tapada con la mano que no usaba para escribir. Entonces pensé: «A ver si en
lugar de un copiador es un onanista compulsivo al que hacer exámenes le pone»,
porque hay gente para todo.
Mi desconcierto fue tal que llegué a la conclusión
de que todo era fruto de mi imaginación desbocada y del aburrimiento. Me
dispuse a abandonar, pero entonces el alumno hizo otra cosa que suele disparar
las alarmas a los que cuidamos exámenes: dejó de escribir en cuanto yo me
acerqué para retomar enseguida la escritura en cuanto me alejé. Esta manera de
actuar siempre es muy sospechosa, que la inspiración se vea interrumpida por la
llegada del profesor solo puede ser indicativo de que dicha inspiración es de
origen fraudulento, es decir, se está copiando.
Entonces me decidí a no moverme de allí para al
menos evitar que siguiera copiando (ya estaba segura de que lo hacía). Sin
embargo entre las tareas de cuidar un examen se encuentra la de contestar las
dudas que puedan surgir con el enunciado de la prueba. La mayoría de esas dudas
no son tales, suelen ser burdos e inocentes intentos por parte de los alumnos
para que les contestes tú la pregunta que no saben responder ellos.
Un par de tales dudas por parte de sendos alumnos me
obligó a abandonar mi puesto vigilante al lado del sospechoso que en seguida fue
aprovechado por el mismo para reanudar su labor delictiva.
Ya harta de este juego del ratón y el gato decidí cambiar
al alumno de sitio para colocarlo en otra mesa donde tener una visión más
amplia de toda su persona, incluida su entrepierna. Fue entonces cuando al
levantarse, para obedecer mi orden, se cerró la bragueta. Me quedé alelada, con
la boca abierta y sin poder apartar la vista de salva sea la parte, menos mal que
otra compañera que estaba al quite supo reaccionar y le espetó: «¡Eh, tú! ¿Qué
llevas ahí?» al mismo tiempo que le señalaba sin rubor los genitales y con un
descaro propio de quien se pasa la ley de género por el forro.
Y entonces el alumno manipuló la bragueta para sacar
una cosa muy larga, y muy grande: el tema enterito de ‘Recomendaciones
nutricionales e ingestas dietéticas’, escrito en una estrecha tira de papel
enrollada sobre sí misma. Con un pañuelo de papel tomé la prueba del delito
(por higiene y por los gérmenes que pueden encontrarse en el sitio donde estuvo
escondida) y la guardé en una bolsa de plástico mientras que el alumno se
llevaba puesto un cero.
A pesar del apuro pasado aprendí mucho de aquella
experiencia. Ahora, si puedo elegir aula, me voy donde haya profesores de ambos
sexos por si hay que cachear a alguien (que no lo descarto) y además me meto en
el bolsillo un par de guantes de látex por si la chuleta incautada sale de
algún otro lugar poco recomendado higiénicamente. Todo puede pasar.
Ay, Paloma, qué buena toda la narración. Qué situación más kafkiana. Yo he pillado muy pocas veces a alguien copiando. tampoco es un tema que me obsesione, si cuadra que pillo a alguien, se va con el cero, por supuesto, a no ser que sea nada más empezar, en cuyo caso, le quito la chuleta y seguimos adelante, aunque el examen lleva su marca.
ResponderEliminarYo ya he prohibido que me hagan preguntas en el examen, porque como dices, la mayoría no es porque no entiendan la pregunta, es porque no saben la respuesta.
Muy buena la narración-relato.
Un beso.
Hola, Rosa.
EliminarA mí me pilló por sorpresa incluso que se hicieran chuletas, creí que eso ya era cosa del pasado porque otros compañeros me hablaron del peligro de las nuevas tecnologías con el bluetooth y esas cosas. Sin embargo se ve que algunos siguen con el método tradicional de escribir un tema en letra minúscula para esconderlo en cualquier sitio.
Lo de las preguntas que te hacen en el examen daría para otro post, la verdad.
Un besote.
Madre mía, Paloma, cuando leo que el alumno se sacó una cosa muy larga y muy grande, creas un impasse muy logrado (ja, ja...) Parecía majo, el chico, ¿no? (¡es broma!).
ResponderEliminarMe lo he pasado genial leyéndote pues yo he vigilado lo que no está escrito y sí es aburrido, pero es lo que sucede con los trabajos, que no siempre y todo en ellos es divertido. Ahora mismo recuerdo mi primera vigilancia y cómo salté desde la mesa del profe hacia un alumno que copiaba y se quedó él helado y toda la clase haciéndoles los ojos chirivitas. ¡Ay, madre, Paloma, cómo de rápido ha pasado el tiempo! Einstein, ese sí que era un genio.
Un beso
Hola, Juan Carlos.
EliminarSupongo que tú, como Rosa, tendréis también un montón de anécdotas con los exámenes, incluso al corregirlos. La verdad es que aquello que me pasó con ese chaval fue de traca, cuando se lo comenté a los demás compañeros se estuvieron choteando de mí una buena temporada. Incluso la compañera que le obligó a sacarse "aquello" no se lo podía creer.
En fin, vivir para ver.
Un besote.
P.D. Si te soy sincera no me acuerdo apenas de los rasgos físicos del estudiante, pero sí me acuerdo de que llevaba unos vaqueros de color claro. Cuando pienso en él esa es la imagen que me viene a la mente... sin comentarios.
Pues si vigilar un examen resulta una tarea pesada y larga, cómo debe ser estar en una mesa electoral, jajaja. Por fortuna, todavía no me ha tocado ejercer de presidente ni de nada en un colegio electoral.
ResponderEliminarComo te decía en facebook, jamás he copiado ni he estado tentado de hacerlo (también debo ser rarito en este aspecto) pues, como bien dices, me parece un acto no solo moralmente reprobable sino injusto para quienes se han esforzado estudiando. Quizá diga esto porque yo era uno de esos, jeje. He vivido casos que me han puesto en grave peligro, como cuando en el examen final de genética, en Biológicas, ya habiendo terminado pero estando repasando mi examen para aprovechar el tiempo restante, una mano se llevó mis hojas para copiarlas y, no solo eso, sino que esas hojas empezaron a pasar de mano en mano, y el profesor indicando que solo quedaban unos pocos minutos para terminar. Cabrones, hijos de la gran p... Afortunadamente mis papeles volvieron a mis manos justo antes de que dieran por finalizado el examen. Y podría contar otras malas experiencias por culpa de copiadores. Quizá por eso odio a los que se intentan colar, a los que van de listillos por la vida y, en general, a quienes quieren aprovecharse de la gente honrada.
No estaría mal que los vigilantes de exámenes llevarais un pinganillo para así comunicaros entre vosotros cuando uno ve algo sospechoso fuera de su alcance, jajaja.
Yo solo he hecho una chuleta, en el bachillerato, para la asignatura de Historia del Arte, pero solo la usé para estudiar. Era larquísima (prácticamente contenía todo el temario) y escrita con una letra minúscula, pero nunca pensé en usarla durante el examen. Alguien me dijo, y con toda la razón, que cuando uno hace una chuleta bien hecha, retiene mucho mejor el tema sobre el que escribe. Todavía la conservo. Es una obra de arte, jajaja.
Un beso.
Hola, Josep Mª.
EliminarA lo máximo que he llegado yo ha sido a copiarme en la palma de la mano una fórmula que se me resistía para memorizarla, algo que además no servía de nada porque con el sudor propio de los nervios lo copiado se difuminaba y ahí no había manera de ver nada.
Tan solo una vez en mi vida copié con todas las de la ley. Fue en un examen de Bioquímica y por avaricia. Me estaba saliendo el examen de maravilla (es una asignatura que siempre se me dio bien y que me gusta muchísimo), pero en el último problema me atasqué, el caso es que (según supe después) yo lo estaba desarrollando bien pero la conclusión final no salía. Bueno, pues a mi lado estaba la número uno de mi promoción, una tía con un expediente de matrículas de honor en casi todas las asignaturas. Le eché una ojeada a su problema y "con su permiso" (esto lo pongo por la putada que te hicieron esos desgraciados al quitarte las hojas, qué descaro) copié todo lo que ella había hecho. Bueno, pues esa estudiante (además éramos y seguimos siendo amigas) solo hizo un problema mal en toda la carrera: el que se me ocurrió copiar a mí. Me pillaron y lo que podía haber sido un nueve (tenía todo el resto del examen perfecto) se convirtió en un cero y tuve que irme al final con toda la asignatura. Después de aquello se me quitaron las ganas de hacer fraude. Algunos estamos hechos para ser honestos a la fuerza.
Lo de llevar pinganillos se me antoja casi, casi de ciencia ficción. Si en la Universidad apenas hay presupuesto para fotocopias ya ni te cuento para tecnologías modernas, ja, ja, ja.
Un besote, colega.
Jajajaja soy tu fan. Además yo también habría hecho algún tipo de ruido que me delataría.
ResponderEliminarLo que me sorprende es la buena vista que tienen para leer porqu eme imagino que la letra sería diminuta.
Muy feliz jueves.
Hola, Gemma.
EliminarLo de la letra diminuta es cosa adecuada para la juventud propia de los que se examinan, ja, ja, ja. De hecho, cuando tuve la chuleta me tuve que poner las gafas para leer lo que allí había porque así, a bote pronto, no veía un carajo. Es más, no le puse el cero hasta que estuve segura porque lo mismo aquello era una novela o algo así, que resultó que no, claro.
Un besote, guapa, y me encanta tenerte de fan.
Un incidente la mar de cotidiano sobre todo en bachillerato. He conocido muchas versiones de sitios inusitados para escribir y esconder chuletas, pero nunca un lugar tan inusual y comprometido como ese que describes en tu genial relato.
ResponderEliminarPor cierto ¿Alguien sabría decirme, por qué se llaman chuletas esos papelillos con escritura apretada?
Un beso.
Hola, Javier.
EliminarYo también me he preguntado el origen del nombre y me contaron dos versiones. Una es que "chuleta" es la cuña que usan los carpinteros para tapar grietas, para falsear los defectos. Otra es que "chuleta" es el nombre de los chulos madrileños que se caracterizan por aparentar sabiendo más de lo que realmente saben, pero esto es relativo porque yo soy muy chuleta y sé mucho, mucho, pero muuucho (léase esto con todo el sarcasmo del mundo, claro).
Pero un compañero me dijo que venía de más atrás y que se refería a la delgadez del papel comparable a las chuletas tan finas que ponían en las hospederías de estudiantes donde la carne apenas se cataba. Vete tú a saber.
Lo de guardarse la chuleta en la bragueta, bien mirado, no es mala idea. Se mete el rodillo dentro y por una ranura se va sacando poco a poco el papel. Un método eficaz, si no te pillan, y sumamente embarazoso si te pillan.
Un besote.
Ni que lo digas: la tarea más aburrida del mundo. Yo hay veces que casi me duermo, creo que con los años acabaré dando cabezadas. Es embarazoso pillar al copión, pero lo chocante es lo permisivos que somos con estas prácticas y no solo en el instituto o universidad. Me sorprende cuando veo una película americana y al copión le cae encima todo el peso de la ley, aquí casi se te enfrentan. Incluso los padres. Me pasó este curso que pillé a una chica, una alumna que he tenido varios años y a la que he cuidado por sus particulares circunstancias, siempre dándole el empujoncito. Bueno, pues después de copiar conmigo y decírselo, hablar de buenas, en privado y sin avergonzarla...copió con otro compañero: lección aprendida, cero. En el siguiente examen no copió y le regalé su cinco pelado, pero ayer vino a ver la nota final del trimestre acompañada de su representante en el Consejo Escolar en plan intimidatorio. Manda narices, que me sentí yo el malo después de todo. Pero bueno, no quiero meter esta nota oscura en tu divertida narración.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola, Gerardo.
EliminarEl tema que tratas, bromas aparte, es muy serio. A mí también me subleva el descaro de algunos alumnos. Te voy a contar una anécdota que le pasó a un catedrático que creía estar de vuelta de todo pero aun así le pilló desprevenido. Pilló a una alumna con "todos" los apuntes debajo de la hoja del examen. Cuando el señor le dije qué cómo se le ocurre, va la niña y con todo el descaro del mundo le dice, que si un preso tiene el derecho a escaparse de la cárcel (esto no es cierto, pero ten en cuenta que la alumna era de Farmacia, no de Derecho, y la "disculparemos") ella tiene el "derecho" a aprobar como sea. Y se quedó tan pancha, incluso indignada.
Total, que el catedrático, una vez recuperado el aplomo, le dijo que él también tenía unos derechos entre los que se encontraba ponerle un cero por copiar.
Es lamentable el estado de engreimiento y soberbia en que se están criando algunos jóvenes. Se creen, o les hemos hecho creer, que son los reyes del Universo y que todo lo que hacen está bien si con ello consiguen sus objetivos. Una pena.
Lo que me cuentas de esa alumna es para enfadarse y mucho, pero también para preocuparse seriamente.
Un abrazo, Gerardo, y mucho ánimo que los profesores de instituto tenéis el cielo ganado, de verdad.
La copia es un arte, ja,ja,ja. Según el mecanismo ingeniado por el estudiante debería tener una u otra respuesta. Hay verdaderos artista de la "chuleta". Quizás, lo más curioso de este caso sea que cuando un alumno se esta currando una chuleta en su subconsciente está recogiendo términos del examen y en ciertos casos los consiguen aprender y recordar sin necesidad de tener que sacar la propia chuleta. Un relato muy bien barrado Paloma. Un abrazo.
ResponderEliminarHola, Miguel.
EliminarEstoy contigo en que algunas chuletas son una obra de ingeniería para burlar al vigilante y que el trabajo que supone hacerlas muchas veces lleva implícito que se aprenda algo. De hecho, yo nunca hice ninguna de esas chuletas tan elaboradas porque el tiempo que me llevaba hacerlas prefería invertirlo en estudiar.
Gracias por la lectura y el comentario.
Buen fin de semana.
*narrado :)
ResponderEliminarMe ha gustado mucho tu relato. Yo no he utilizado nunca una chuleta, he preferido estudiar y prepararme el examén , pero si he visto gente que se ha llevado chuletas al colegio o al instituto muy originales, por ejemplo he visto como un profesor le quitaba a un alumno compañero mio un boli sin tinta con la chuleta dentro. Creo que todo el tiempo que emplean en hacer una chuleta, lo podrían invertir en estudiar así no tendrían necesidad de copiar, de que te pillen y de paso suspender.
ResponderEliminarEn cuanto a tu incidente me imagino tu cara de asombro y el ver como lo hacías sin intimidar al copión, en fin no debio ser un momento nada agradable, me lo imagino.
Un besote y a sido un relato muy interesante.
Hola, Tere.
EliminarCompletamente de acuerdo en que tanto trabajo no merece la pena para que te pillen, para eso es mejor estudiar.
La verdad es que la situación fue bastante embarazosa, pero sobre todo al principio cuando no estaba segura de que el alumno andaba copiando. Cuando descubrí que sí, que tenía una chuleta, casi que respiré aliviada. Imagínate que no estaba copiando y yo me empeñaba en mirarle el paquete...
Un besote grande.
Desde luego que hemos vivido tu experiencia como si estuviéramos allí, Paloma. Seguro que puede ser tedioso, pero recordando mi época estudiantil, siento cierta perversión sádica imaginándome en el otro lado, el de los guardas de exámenes. Reconozco que en alguna ocasión me llevé alguna chuleta, aunque nunca llegué a sacarla. Como mencionas, el trabajo de comprensión y resumen con el que la elaboras es tal, que obra el efecto mágico de que te sabes de memoria lo que contiene. Se puede olvidar un dato concreto, pero es muy difícil que el alumno no sepa responder a la pregunta.
ResponderEliminar¿En serio ese alumno la llevaba en salva sea la parte? Con el tiempo recuerdo que la cosa se sofisticó y alguno llevaba auriculares a través de los que otro situado fuera le pasaba información.
Bueno, como dices, se pierde más tiempo en la picaresca que en estudiar con sentido. Muy divertido post. Un abrazo!
Hola, David.
EliminarDe todo esto, que me ocurrió hace dos o tres años, no más, me llamó la atención que todavía se utilizara el sistema antiguo de copiar con letra minúscula en un papel y esconderlo, yo creía que en la época de los teléfonos móviles, de la tecnología al alcance de todo el mundo, eso era cosa del pasado, pero me equivoqué.
Que se escondiera la chuleta en semejante sitio si lo miras bien está bien pensado, a través de la ranura de la bragueta se puede ir sacando poco a poco el rodillo y si disimulas se tapa con el propio cuerpo. En el caso que nos ocupa, al alumno le delató que bajó demasiado la cabeza y aquello cantaba mucho pero la chuleta solo apareció cuando le obligué a levantarse para cambiarlo de lugar.
En fin, espero no tener que pasar por una situación parecida, la verdad.
Un abrazo.
Jajajaja madre mía Paloma!!! Yo tampoco sé cómo habría actuado! Es que tampoco puedes acusar a un alumno de ese modo porque encima la que puede perder eres tú!
ResponderEliminarHe visto tants cosas mientras estudiaba. Una vez un compañero lleva 7 tipex en el estuche, en cada tipex un temario apuntado con letra enana (todo super currado). Cuando contestaba las preguntas, sacaba un tipex u otro. El profe sabía que se copiaba de algún modo, y se colocaba delante, pero nunca fue capaz de descubrilo!!!
Pero copiar lo veo tam injusto para quien no lo hace!!! Es que además no tiene sentido!!
Pero bueno, siempre ha habido gente que copia y siempre lo habrá!
Me he reído con tu anécdota!! Yo lo habría pasado muy mal sin saber qué puedo hacer y que no parezca que le estoy mirando jajajaja
Un besote guapa!!
Hola, María.
EliminarComo le comento a Tere, cuando descubrí que sí, que estaba copiando, respiré aliviada, porque mientras me afanaba en tener pruebas siempre me quedaba la duda de que yo podía estar equivocada, entonces sí que sería un apuro que me pillaran a mí mirándole la entrepierna a un alumno.
Lo de copiar y engañar es tan antiguo como los propios exámenes, siempre habrá pícaros y listillos que intentarán colársela a los profesores. Aun así hay determinados niveles de copiar, una cosa es un bisbiseo entre dos alumnos que no va a ningún lado, y que yo no suelo sancionar aunque les llamo la atención para que no insistan, y otra cosa es copiar un tema entero, eso es de no tener ni idea.
No obstante, la experiencia me ha enseñado que pocos alumnos aprueban copiando (algunos me he dado cuenta de que copiaron cuando ya se corrige el examen), el que no tiene ni idea no pasa casi nunca.
Un beso grande.
Hola Paloma, decirte que te sigo desde que vi tu artículo sobre Alvaro, que me emocionó muchísimo. No sabía que tenías un blog.
ResponderEliminarCuando he visto el título me acordé de lo que me pasó en el otro lado, el de los examinandos, allá por los ochenta, creo que un examen de farmacognosia, en la Complutense y también en una aula magna, se esas escalonadas.
Cuando llevamos como veite minutos veo que la chica que está a mi derecha, con una falda tableda, se desabrocha dicha prenda, se la abre y deja a la vista todo lo que se podía ver. Llevaba ambas piernas escritas en toda su superficie, desde por encima de la rodilla hasta la ingle. Pasados unos minutos le tuve que decir que se cortara un poco ya que no me dejaba concentrarme, a lo que ella me respondió que no mirara. He de decir que me costó un gran esfuerzo aquel examen y no tanto por la signatura, que por fortuna aprobé, sino mas bien por las hormonas revueltas por la época primaveral y los años juveniles.
Me contaron los compañeros que despues de entregar mi examen e irme, la pilló una de las profesoras, ya que siguió copiando descaradamente, pero sin tener en cuenta que yo ya no la tapaba.
Con respecto a las chuletas, he de decir que nuestro profesor de Historia de la Farmacia nos dejaba llevar una hoja a modo de chuleta siempre y cuando no fuera mayor que una hoja de DIN A4. Eso sí, al finalizar el examen teníamos que ponerle nombre y entregarla junto con el examen. No era mas que la forma encubierta de obligarnos a ahcer un trabajo sobre su asignatura.
¡Un beso, Paloma!
Hola, Paul.
Eliminar¡Qué sorpresa, y qué alegría tenerte por aquí!
El examen que me tocó cuidar fue en la Complutense, así que puede que el aula magna fuera la misma, o muy parecida a la de tu experiencia con Farmacognosia. Vaya con la compañera, ¿eh? Por lo visto algunas técnicas ponen en un aprieto no solo a los profesores sino también a los compañeros, ja, ja, ja.
El profesor de Historia de la Farmacia sí que sabía montárselo bien, se enrollaba y os pedía un trabajo extra sin apenas daros cuenta. Muy ladino, sí señor.
Un besote y bienvenida a esta tu casa.
P.D. El blog en principio se creó como un espacio de reseñas literarias pero con el tiempo se ha ido extendiendo a otros campos. Esto de escribir con humor cosas que me pasan nació cuando empecé a redactar la Tesis Doctoral (si quieres divertirte con mis desventuras doctorales pincha en Doctoranda al borde de un ataque de nervios) ahí descubrí el poder relajante de la escritura.
Lo de Álvaro ha sido un palo muy, pero que muy grande.
Sé bienvenido* (esto me pasa por escribir sin las gafas, aggg)
EliminarVigilar exámenes será muy aburrido, Paloma, pero leer cómo los vigilas tú resulta muy divertido jajajaja. Yo también me he preguntado muchas veces por qué la gente que pasa tanto tiempo preparando chuletas u otros métodos fraudulentos de aprobar, no se pone a estudiar y acaba antes. Será como tú dices, que les va la marcha. Me alegro de la osadía de tu compañera para poner en evidencia al alumno, me hubiera dado mucha rabia que se saliera con la suya.
ResponderEliminarYo jamás he copiado y no ha sido por faltas de ganas sino porque carezco en absoluto de sangre fría y solo de pensar que me pillaban ya me ponía enferma. A ver si en la siguiente vida soy más osada jajaja.
¡Un beso!
Hola, Julia.
EliminarLa verdad es que aquel asunto del copiado le dio vidilla a aquel examen, pero si hago balance casi que prefiero aburrirme porque hubo momentos en que lo pasé muy mal. Cuando intentaba mirarle abiertamente la bragueta para ver qué tenía ahí, al mismo tiempo me decía "mira que si al final resulta que no está copiando, menudo papelón, Paloma".
Casi respiré aliviada cuando mi compañera (que al final también resultó que se había mosqueado con él) le pidió que le enseñara "eso" y se demostró que yo tenía razón.
A mí también me ponía muy nerviosa copiar, y eso que a lo máximo que llegué fue a apuntarme algo en la mano (salvo la experiencia del copieteo en Bioquímica que he contado en el comentario de Josep Mª, con resultados desastrosos).
Un beso grande y buen finde. guapa.
A pesar de haber pasado muchos, muchos años, creo que todos recordamos esos exámenes que representaron un hito importante en nuestras vidas,... el de slectividad (recuerdo el aula perfectamente), el de patología vegetal, asignatura hueso (en esa asignatura aprobar los parciales no eliminaba la materia para el examen final,... así que este era para infarto jaja), el aula de los exámenes de la oposición,... el de la lectura de tesis,... y tantos otros que dejan un rastro indeleble en la vida de uno ¿verdad?,... por cierto conmigo no tendrías problema,... nunca copié,... me lo notarías a la primera,... ya que en mi frente aparecería un letrero luminoso que pondría "ESTA COPIANDO"
ResponderEliminarHola, Norte.
EliminarYa lo creo que se recuerdan las aulas donde hemos pasado pruebas difíciles. Fíjate si se recuerdan que hace poco asistí a una conferencia en el mismo aula donde defendí mi tesis doctoral y me recorrió un escalofrío que no me permitió atender apenas al conferenciante, creo que sufrí un episodio de estrés postraumático.
Me alegra saber que tú fuiste de los alumnos aplicados y legales, así me gusta, que los malotes nos lo hacen pasar fatal.
Yo solo copié una vez y me pillaron (lo cuento en la respuesta al comentario de Josep Mª), así que se me quitaron las ganas de insistir. Como le digo a Josep Mª, algunos hemos nacido para ser honrados a la fuerza.
Un abrazo.
Me lo he imaginado todo y no paro de reir jajaja increíble hasta donde se superdesarrolla el método de copia. Y qué le llamen chuleta en tu país ¿por qué? En el mío se le llama acordeón, porque a veces se doblan así (ay que pena saber esto Kirke pero fui estudiante un poco deshonesta hasta el 2 año de la universidad con una materia que me aburría soberanamente aunque ya en tercero me compuse ok) y otras veces he oído que le llaman batería.
ResponderEliminarPues qué te digo, sí es verdad que es algo muy malo y no tiene excusa, excepto para que sigas contando estas historias cargadas de humor. Estoy reformada, lo prometo. Besos.
Hola, Fany.
EliminarNo te hagas mala sangre por haber copiado alguna vez. En la juventud se hacen cosas que luego, con más sensatez, se nos antojan ilógicas. De todas formas, lo de copiar en un examen no de lo peor que puede uno hacer, así que tampoco es para rasgarse las vestiduras.
El origen del término chuleta no está muy claro. Una de las versiones dice que viene de siglos atrás, cuando en las hospederías de estudiantes las chuletas (las de verdad, las de carne) eran tan finas que parecían de papel y de ahí que el papel que se usaba para copiar se les llamara igual. Pero ya te digo que no hay mucho consenso.
Un besote, guapa.
Hola Paloma te leí hace unos días y me reí un montón pero hasta ahora no he tenido un ratito para contestarte.
ResponderEliminarAunque esté mal me ha dado hasta penita el copión, vaya mal rato aunque bien pensado seguro que él ni se inmutó y el mal rato lo pasaste tú.
Recuerdo que tenía una amiga que hacía unas chuletas que eran de antología, con papel vegetal y unas gomas para que rodaran y siempre le decia lo mismo: si haciendo la chuleta ya te lo sabes y no te puedes imaginar lo mal que lo pasaba yo pensando que en cualquier momento la pillaban.
Alguna vez yo había usado lo de apuntarme una fórmula en la mano (que se borraba de los nervios) y creo que se me notaba en la cara, jajaja.
Nada que me tocaba empollar.
Genial tu manera de contarlo, genial el título y ese onanismo en los examenes me ha hecho carcajearme del todo, aunque con tanta cosa rara podía ser una posibilidad aunque imagino el mal rato.
Besotes guapa
Hola, Conxita.
EliminarComo ya estoy curada de espanto yo me espero cualquier cosa en los exámenes. Ahora mismo creo que no me extrañaría nada de lo que pudieran hacer los estudiantes.
Yo también me he copiado en la mano cosas y no han servido de nada porque se borran, es lo que tiene el sudor y que la tinta imborrable aún no estaba inventada cuando yo estudiaba.
El chico reaccionó de manera bastante soberbia, no quiero entrar en detalles porque el tono de la entrada quería que fuera el de humor, pero su chulería fue bastante ofensiva, y mi informe al catedrático muy negativo precisamente por esa reacción. Casi que lo de copiar fue lo que menos me importó ante la forma de encararse. Así que no sientas ninguna pena que se llevó el cero muy bien puesto.
Un besote grande.
Qué momento, Paloma! No puedo dejar de reír. Nunca me pasó algo así, pero he visto algunas técnicas. En mis años de colegio se usaban. Machetes sobre papel higiénico para que se doblaran sin hacer ruido. O se enganchaban papelitos con una bandita elástica para que se metiera en la manga...
ResponderEliminarYo no me copiaba, salvo una vez que tuve prueba de geografía y no podía recordar los nombres y las alturas de las montañas. Pero me atraparon jajaja
De profesora me ha tocado interpelar a algún copion y es así, después una se queda con la idea de que la pueden empujar bajo un coche.
Un abrazo
Hola, Mirna.
EliminarCreo que dentro del hecho de copiar hay diferentes categorías, un pequeño apunte en la mano, por ejemplo, a mí no me merece ningún motivo de sanción, porque con esa pequeña información ni se aprueba ni se suspende una asignatura, no es decisiva esa ayuda. Pero otra cosa es cuando se tiene todo un tema apuntado en una chuleta, como las llamamos aquí. Ahí sí que soy implacable, y aunque no he tenido ningún percance no descarto que algún día un alumno resentido me lance un zapato o cualquier otro objeto arrojadizo.
Me alegro de que te haya gustado.
Un abrazo.
Qué divertida la anécdota jajaja. Yo no he copiado nunca pero si que elaborado chuletas con la intención de sacarlas si se daban las preguntas que dudaba. Pero nunca tuve esa necesidad porque cuando surgía una pregunta del tema copiado ya me sabía la respuesta al escribir la chuleta me reforzaba y sabía lo que contestar sin sacar la chuleta. Pero de verdad resultará aburrido estar de vigilante. Un abrazo.
ResponderEliminarHola, Mamen.
EliminarLo bueno de elaborar ese tipo de chuletas es que al copiarlas ya se va quedando algo y en cierta manera se estudia lo que se copia. Así que en ese aspecto tiene su lado positivo. Pero si se pretende copiarlo cuando se realiza el examen ahí ya no lo consiento, por ahí no paso.
Y sí, vigilar un examen suele ser muy aburrido a no ser que pase algo como lo que he contado, y dado lo mal que lo pasé, prefiero aburrirme, la verdad.
Un besote.