Leer, el remedio del alma

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Imagen creada por Ilea Serafín

17 de junio de 2016

La dulce Bruselas (Segunda Parte)

La dulce Bruselas (Segunda Parte)
Do you speak English?

   Bruselas también es conocida por ser la capital europea más lluviosa. Nosotros tuvimos suerte pues los tres días que allí estuvimos hizo sol –salvo la tarde del sábado que lloviznó un poquito–. No nos llovió pero hizo bastante frío y eso que fuimos en el mes de abril. No sé  qué entienden “por ahí fuera” lo que es un clima cálido ya que el recepcionista de nuestro hotel estaba encantado con la meteorología, y nos dio las gracias porque nosotros –los españoles- les habíamos traído buen tiempo. ¿Buen tiempo con 7 grados al sol a las doce de la mañana? Eso lo hace en España pero en febrero, en abril buen tiempo es ir en manga corta y no con abrigo y bufanda, que es como teníamos que ir vestidos al salir a la calle.

   Sí que debía de ser raro en esas fechas que hubiera un sol radiante porque el domingo, que ni siquiera había nubes en el cielo, estaban todos los parques llenos de belgas en camiseta de tirantes tomando el sol, cual lagartos en busca de calor. Ellos estaban en tirantes pero yo no me quité el abrigo en ningún momento.

   Bruselas tiene tres idiomas oficiales, el francés, el neerlandés (o flamenco) y el alemán. Con el francés yo me defendí bastante bien. En términos generales puedo decir que me entendí con los lugareños aunque nada más llegar al aeropuerto las expectativas no fueron muy optimistas. 

   Sería cuestión de mala suerte pero según aterrizamos no vi ningún cartel en francés; todos estaban en inglés y en un idioma irreconocible por mí que creí era alemán raro y luego deduje que era neerlandés. Fue en ese momento cuando me percaté que Bruselas está en territorio valón y flamenco, es decir, es capital de la comunidad francesa donde hablan francés y es también la capital flamenca donde se habla neerlandés. Intenté averiguar qué parte era la francesa para no salir de allí y asegurarme poder hablar con cierta tranquilidad pero no lo conseguí. Porque si se me da mal hablar el inglés, el neerlandés -que a mí me parece alemán raro- no es que se me dé mal, es que no entiendo nada.

   Viendo los buenos resultados en cuanto a comunicación se ve que tuve suerte y no salí de la zona francesa. Eso o que los bruselenses son bilingües y todos hablan francés independientemente de la zona en la que se encuentren.

   Como soy una viajera responsable antes de emprender el viaje intenté aprender un poco de la Historia de Bélgica. Parece ser que por el siglo XVI el Duque de Alba también “visitó” Bruselas y no dejó muy buen recuerdo. Andaba yo algo preocupada por si algún belga aún lo tenía enquistado en la memoria y se pudiera ensañar con nosotros por ser españoles. No tuve ningún reproche de nadie. Por lo visto el paso del tiempo ayuda a restañar las heridas;  que casi cien años después, los franceses dejaran peor recuerdo que los españoles también ayudó bastante. A esos, a los franceses, sí que les tienen mucha manía.
Atomium

   En la primera parte de esta crónica comenté que gracias a los maravillosos guías que tuvimos –mis cuñados- no nos perdimos. Eso no fue exactamente verdad. Un día sí nos extraviamos, fue en el metro y por ser honrados. Me explico.

   Queríamos visitar el Atomium y aunque Bruselas es una ciudad bastante pequeña y se puede ir andando casi a todas partes, esa célebre estructura se encontraba algo lejos de nuestro hotel, por lo que decidimos utilizar el metro. El suburbano de Bruselas no tiene muchas líneas y el mapa no es demasiado difícil de comprender, por lo que el viaje no se presentaba complicado. 

   Llegamos a la estación y procedí a comprar los billetes. Me entendí perfectamente con el taquillero y la compra se realizó sin problemas. Con los billetes en la mano nos dispusimos a localizar la línea que nos llevaría al Atomium y hasta el andén llegamos sin ningún inconveniente. Fue esperando al convoy cuando nos dimos cuenta que en ningún momento habíamos tenido que pasar un torno u otro sistema de acceso, es decir que no habíamos cancelado el billete del viaje. 

   Los españoles tenemos fama de caraduras y de irnos sin pagar de los sitios, pero eso es una leyenda urbana o nuestro grupo fue la excepción porque quisimos ser honrados y que nuestros billetes fueran “picados” en lugar de guardárnoslos para el viaje de vuelta. El caso es que salimos del andén y volvimos sobre nuestros pasos para ver qué habíamos hecho mal. 

   A todo esto el taquillero nos vio desde su puesto y empezó a hacer gestos. Supongo que cinco panolis en medio de un vestíbulo mirando a todos lados con cara de despiste llama la atención a cualquiera, incluso a un taquillero del metro. Me acerqué a la taquilla con los billetes en la mano y el empleado del metro me preguntó si había cambiado de opinión y que si quería devolver los billetes que no podía ser. Cuando le pregunté qué hacía con los tickets me miró como quien mira a un pobre ignorante digno de compasión. Resulta que las canceladoras de los tickets estaban pegadas en una columna y no hay ningún sistema de acceso que prohíba pasar al que no lleve su título de transporte. Los belgas son muy europeos y muy confiados.

   Lo de que me miraran con cara de pena me volvió a ocurrir otra vez. En esta ocasión fue en una taberna típica y famosa por los variados tipos de queso que ofrecen. Pedimos una tabla de quesos y cuando el camarero nos la sirvió se dirigió a mí y, en un francés muy claro, me explicó que tuviéramos cuidado con el queso que se encontraba en el centro del plato, pues era extremadamente fuerte y había que comerlo en pequeñas cantidades. El buen hombre y preocupado por nuestros estómagos me lo repitió dos veces para asegurarse de que lo había entendido bien y yo asentí. Antes de que se retirara yo ya había traducido al español lo que él me había dicho. 
   
   Resulta que mi hija es una fanática del queso y cuanto más fuerte es, más le gusta; total, que en cuanto oyó que el queso del centro era el más fuerte allá que se fue a coger un buen trozo y en un plis-plas se lo metió en la boca. El camarero que aún estaba sirviendo nuestra mesa abrió los ojos como platos y se dirigió a mí alzando la voz y repitiendo que ese queso era muy fuerte, a la vez me dedicó una mirada mezcla de compasión y de rechazo por ser una mala madre cuya ignorancia del idioma iba a provocar el vómito en una tierna niña. Menos mal que mi hija acompañó la deglución del maldito queso con un gesto de “está riquísimo” y así el camarero se dio cuenta de que era verdad que me había enterado perfectamente. Fue entonces cuando trocó la mirada de reproche hacia mí para dedicar una de extrañeza a mi hija.

 Como no podía ser de otra manera también visitamos el Parlamento Europeo –por fuera-. Para mí no es la zona más bonita de la ciudad pero había que verla. Lo que más me sorprendió fueron algunas señales de circulación, como esta:


  Seré yo muy mal pensada y le busco siempre tres pies al gato pero me pareció irónico el mensaje implícito en la señal del medio, la de “prohibido patinar”. En los alrededores del Parlamento Europeo no se puede patinar pero está claro que dentro del Parlamento sí, porque algunas decisiones sobre economía que se han tomado allí han sido desastrosas y los patinazos de nuestros eurodiputados son de libro Guinness. Podría seguir dando caña con este tema pero creo que no es el momento ni el lugar. 

   El recuerdo que tengo de Bruselas es muy bueno y pensar en la Troika me ha puesto de mal humor. Creo que para quitarme el mal sabor de boca me dirigiré a la nevera a por un poco de chocolate.

Kirke  



27 comentarios:

  1. Preciosa crónica de viaje, Kirke. Si los españoles tienen fama de caraduras en Bruselas, no quiero pensar los recaudos que pueden llegar a tomar con los argentinos ;)! Muy buena y colorida la anécdota del queso.

    Un beso!

    Fer

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    1. A veces la fama y los clichés no tienen demasiado fundamento, o al menos no es justo generalizar en exceso.
      Me alegro que te haya gustado esta crónica.
      Un beso, Fer

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  2. Estas crónicas de tus viajes son geniales. Tienes mucho gracejo y las cuentas muy bien.
    El Atomium debe de estar lejos de todas partes porque recuerdo que a nosotros, que fuimos en coche, nos costó bastante llegar y luego me decepcionó bastante. ¿No es bastante feo? O quizás es que ya está muy visto en fotos y televisión.
    Hablando de chocolate, me han traído unos amigos de Elizondo un chocolate que hacen allí en una pastelería y al que me aficioné al año que viví en la ciudad. Se llama urrakin egina y tiene avellanas tostadas enteras. Me tengo que reprimir muchísimo para no comérmelo de una sentada.
    A ver de dónde nos cuentas las próximas aventuras.
    Un beso.

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    1. A mí el Atomium tampoco me gustó demasiado. Lo que sí me gustó fue la barriada que se encuentra cerca de él, anduvimos callejeando de vuelta a la estación del metro (creo que estaba al lado del estadio de fútbol de Heysel) y las casas eran una preciosidad.
      Veo que para tomar buen chocolate no hace falta irse tan lejos. Me has puesto los dientes largos.
      Un besote, amiga.

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  3. Entretenida entrada, Kirke, con su buen toque de humor. Lo que cuentas de los transportes me recordó a Venecia, pues la gente entraba a los vaporetos como Juan por su casa y nosotras, mi hija y yo, que fue con quien viajé, deseando que pasara un revisor porque habíamos comprado en el aeropuerto, nada más llegar, un bono para todos los transportes. Si hubierámos sabido... Y la anécdota del queso y de la señal me hicieron sonreír. Me trajeron recuerdos y otras anécdotas también. Pero no voy a ser más pelma. Un beso, Kirke, y cuéntanos más viajes: me gusta mucho.

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    1. Supongo que en Bruselas la mayoría de los ciudadanos que utilizan el transporte público tienen abonos mensuales que les cubren todos los viajes. En Madrid así se funciona, pero hay tornos para impedir el paso si no pasas la tarjeta que demuestra que has pagado el abono, de lo contrario aquí no pagaba nadie. Desde luego tenemos mentalidades muy distintas.
      Puedes extenderte en tus comentarios todo lo que quieras, no eres para nada pelma; todo lo contrario, es un placer leerte.
      Un beso grande.

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  4. jajajaja sí que le pasan cosas curiosas a tu hija con la comida, aún recuerdo tu viaje a Italia con lo de "penne" y ahora los quesos. Pues qué divertido ha de ser viajar tanto, espero algún poder contar algo semejante y que mi Denzel cause sensación por su apetito y buen gusto en algún restaurante extranjero.

    Kirke, me entero de tus actualizaciones por facebook pero no he podido suscribirme. No encuentro el cuadrante de suscriptores.

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    1. A mi hija le gustan algunos alimentos con locura, entre ellos están la pasta, el chocolate y el queso y cuando los ve se entusiasma. Además cuando viajamos siempre intentamos comer cosas típicas del lugar en el que estamos.
      En el caso de Bruselas el chocolate y el queso fueron dos alicientes para mi hija en cuanto a comer se refiere. Estuvo encantada. Comió tan bien, que su padre y yo pensamos que de mayor se pida una beca Erasmus para estudiar en Bélgica, jajaja.
      Quité el gadget de los seguidores por motivos muy personales (lo explico en la columna de la derecha, abajo del todo). Si quieres lo activo un par de días para que te puedas suscribir y luego lo borro. Ya me cuentas.
      Un besote.

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    2. Serìa genial Kirke, hoy, mañana y pasado estarè pendiente si lo activas para poder seguirte y asìq ue me lleguen las actualizaciones de tu blog.

      Muchas gracias.

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  5. Dicirte que estuve con vos en Bruselas, despistado con los billetes y comiendo quesos es más o menos decir que leí la entrada. Impecable narradora de anécdotas.
    Saludos.

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    1. Encantada de que hayas podido viajar virtualmente por Bruselas gracias a esta crónica.
      Un saludo.

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  6. Jajajaja, empiezo por el final pero lo delos patinazos me ha encantado!!!!!
    Ir al Atomium es un deporte de riesgo, al menos para mí que me perdí por dentro y por fuera, pero es que yo me pierdo en todas partes, jejejeje.
    Y me imagino al camarero mirándote con cara de compasión pensando lo mala madre que eres, jejejeje.
    Me ha encantado el post, me has hecho recordar una ciudad que me encanta y me he reído así que genial.
    Besos.

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    1. Bruselas me pareció una ciudad encantadora, pequeña y tranquila. Los últimos sucesos que allí se han desarrollado me han espeluznado como a cualquiera con un poco de corazón. Es muy doloroso comprobar que nada está a salvo de la barbarie y el fanatismo, ni siquiera una ciudad como Bruselas.
      Con esta crónica he querido plasmar lo que realmente es Bruselas para mí. Me alegra comprobar que quienes también la conocéis compartís sensaciones similares.
      Un besote, Gema.

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  7. Como siempre tus viajes contados con ese gracejo que te caracteriza.
    Lo del queso fue una irresponsabilidad por tu parte, pues no le dejaste claro a tu hija que debió dejar algún trozo para los demás comensales...¡Juventud!
    Besos

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    1. Jajaja, sí que dejó una buena porción para los demás pero nosotros teníamos el estómago más delicado que ella y al final se lo comió casi todo la niña. El camarero no exageró, el queso era fuerte, fuerte.
      Un beso.

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  8. Buenas esas anécdotas que describes con una gran gracia, me gusta cómo lo cuentas haces que me haya sentido despistada y buscando el cancelador de billetes...jajaja Todo para que no digan de los españoles cuando viajan, muy bueno.
    Sobre lo del tiempo, me ha preocupado. Me voy este próximo fin de semana y pensaba llevarme la ropa de verano que estamos ya utilizando aquí, entre el frío y la lluvia voy a tener que pensarme lo que me llevo.
    Un beso guapa

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    1. Yo estuve en abril, y en ese mes hizo frío. Ahora en junio no sé cómo andarán los belgas de temperaturas. Sí que te aconsejo que te lleves un paraguas o un impermeable porque la lluvia es bastante habitual por allí, y eso que cuando estuvimos nosotros nos hizo bastante sol.
      Debe de llover tanto que vimos varias cabinas de teléfono (no sé si ahora con tanto móvil quedará alguna) que tenían ¡hierba en el techo! de tanta humedad que se acumula.
      Ya me contarás si te gusta la ciudad y si eres amante del chocolate ¡aprovecha!
      Un besote.

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  9. Muy buena esta crónica de tu visita a Bruselas. Me ha recordado la que yo hice con mi mujer e hijo hará ya unos ¿diez años?, sí, algo así será.
    Me han encantado esas anécdotas que cuentas (ja, ja...). Es verdad que cuando uno está de turista se le ve a la legua (¿cara de panolis? Mujer, tanto no).
    Al comenzar a leerte pensé, "qué casualidad, igual que yo, Kirke ha viajado el mismo finde", luego vi que no, que era la crónica de un viaje abrileño.
    A ver si haces otro pronto y nos lo cuentas.Es fantástico leerte.
    Un beso fuerte

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    1. Este viaje lo hicimos en el año 2008, y fue en un mes de abril que allí aún era un mes invernal, por mucho sol que hiciera el termómetro daba medidas muy bajas.
      Yo creo que a los turistas siempre se nos nota entre otras cosas porque vamos de eso, de turistas. Al menos yo.
      Lamentablemente no he viajado mucho fuera de España y esta sección está a punto de acabarse. Intentaré ahorrar más para viajar más lejos y luego poder contarlo por aquí. Todo sea por recibir comentarios tan amables como el tuyo.
      Un beso, Juan Carlos.

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  10. Pues un viaje 'bloguero' no estaría mal, porque yendo contigo estoy segura que la diversión estaría garantizada.
    Me he reído imaginándote en todas las situaciones, desde la del recepcionista del hotel hasta la del camarero, pasando por el trabajador del metro, que ahí, no es que te haya imaginado, es que te he visualizado literalmente (¿cómo olvidar tu destreza comprando los billetes sin perder de vista una maleta?).

    Lo he pasado pipa leyéndote, compi, ¡un beso de fin de semana!

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    1. Lo de comprar billetes en el metro con maletas es algo que últimamente practico bastante, jajaja. Hay que estar al loro, en Bruselas, en Madrid, o donde sea.
      Me alegro que te hayas entretenido, esa era la intención. Cuando se viaja en buena compañía cualquier situación resulta divertida, a veces el lugar es lo de menos, quién está contigo es lo importante cuando viajas. Yo lo comprobé hace un par de semanas ;)
      Un besote compañera.

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  11. Tiene que ser toda una aventura el viajar contigo, aunque sea a la isla Perejil, jaja. Y la escena de tu hija, el camarero alucinado y el queso radiactivo......descojonante.
    Besos

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    1. Cuando salgo de viaje de placer yo me lo tomo como eso, como un placer. Pueden surgir inconvenientes, pero si no son graves (como fue mi caso) y se tiene la intención de divertirse, esas molestias no lo son tanto y al final resultan hasta graciosas.
      Hay que tomarse la vida, dentro de lo que cabe, con humor.
      Gracias por tu visita, Marina.
      Un beso

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  12. Tienes mucha habilidad contando anécdotas, el texto se lee de una sentada y lo que más me gusta es ese punto de afilada ironía (vaya si resbalan en el Parlamento Europeo). En cuanto a lo del queso, vaya camarero más aprensivo. Me pregunto que pensará de un Cabrales o del queso añejo en aceite que hacemos por aquí, que es un espectáculo en la boca de lo que pica. En fin, que los españoles estamos hechos a prueba de bombas en lo culinario.
    Un abrazo.

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    1. Que conste que el queso estaba fuerte. A mí me gusta mucho el Cabrales y el queso en aceite, ese que se desquebraja según lo vas cortando (ya sabes a quién ha salido mi hija) pero el de aquella taberna había que tomarlo con cuidado, con mucho pan y cerveza. La única que pareció que no sentía el sabor fue mi hija, yo creo que tiene una placa de metal en el paladar porque se lo comió sin pan (ni cerveza, claro)
      De todas formas un buen queso en aceite no tiene nada que envidiar a los quesos belgas, también te lo digo.
      Un abrazo, Gerardo.

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  13. Un relato muy ameno de tus "peripecias" turísticas. Pero lo más sobresaliente es que, mira por donde, ahora me entero de que en Bruselas hay metro. Y eso que he estado en dos ocasiones y la primera durante bastante tiempo y solía tomar el tranvía. Al Atomium recuerdo haber ido en autobús. Me pregunto si es que hay pocas estaciones o son muy discretas porque no recuerdo haberlas visto. Tendré que volver solo para eso, jeje.
    Un abrazo.

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    1. Creo que cuando yo fui sólo había cuatro líneas de metro y no eran muy largas. Es una ciudad pequeña pero sí tiene metro, aunque no sé yo si merece la pena volver sólo para verlo. Además con la inseguridad que hay ahora mismo allí precisamente el metro no me parece el mejor lugar para visitar.
      Tú verás ;)
      Un abrazo, Josep

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Hada verde:Cursores
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