Foto de Eva Mercader |
Caminaba campo a través sin levantar la vista del suelo. La última misiva recibida no dejaba lugar a la duda: le habían dado calabazas. Él no quería saber nada de ella.
A pesar de llevar la vista clavada en el suelo no vio lo que la hizo tropezar y que a punto estuvo de hacerla caer. Aturdida y con las palabras de rechazo de su amado en la mente miró lo que la había hecho trastabillar: unas calabazas. Pensó que la vida se empeña en escarbar en las heridas que ella misma inflige con simbolismos cargados de ironía: le acababan de dar calabazas dejándola en un estado anímico inestable y unas calabazas –esta vez de las de verdad– la habían tambaleado literalmente.
Quizás fuera una señal, aunque de ser así bien podría haberse tropezado con esas cucurbitáceas antes de escribir aquella carta cargada de sentimientos no correspondidos. Sentimientos que había entregado cual presente generoso a alguien que los rechazó con la misma celeridad con la que se rehúsa algo molesto o incómodo.
En estas reflexiones divagaba cuando observó que una de las calabazas se movía. Había algo en su interior. Recordó un cuento de su infancia donde una calabaza se convertía en una carroza para participar en una historia de amor algo rocambolesca pero con final feliz.
Esperó a ver en qué quedaban esos movimientos extraños. Tras unas sacudidas, por la parte inferior apareció un sapo. Fue entonces cuando recordó otro cuento de su niñez donde, bajo la apariencia de un bicho igual, se encontraba un apuesto príncipe. ¿Y si aquello también era una señal?
Mirando fijamente al batracio también recordó que había que besar al bichejo para restablecer la forma principesca.
Decidió seguir caminando mirando al suelo y volver a sus negros pensamientos: le habían dado calabazas.
Tenía alma de niña, sin duda, imaginando carrozas y príncipes a pesar de la pesadumbre que le provocó su pretendido amado no correspondiéndole.
ResponderEliminarA pesar de ello, hizo muy bien. Hay que besar muchos sapos hasta encontrar al príncipe.
Me ha encantado tu asociación de ideas respecto a la calabaza "grande" que se lleva y las físicas que se encuentra, relacionándolo con los cuentos, ¡genial, compi!
Te deseo una suerte inmensa, ¡un beso!
A mí las calabazas siempre me recuerdan a Cenicienta, tengo yo ese cuento grabadito en la cabeza, quizás por eso le tengo un poco de manía.
EliminarY sí, hay mucho sapo suelto que no tiene ningún príncipe dentro, tan solo es lo que aparenta: un bicho ;)
Gracias por tus deseos, un beso grande.
Ese conjunto de sentimientos entre los recuerdos de la niñez a través de los cuentos infantiles a los cuales a todos nos han contado y los sentimientos de una mujer madura en la cual le han dado calabazas, es magnifica, me ha gustado mucho Kirke. Que tengas mucha suerte en el concurso. un beso y feliz martes. TERESA.
ResponderEliminarCreo que lo que vivimos o sentimos en la niñez deja una huella en el adulto en el que nos convertimos, de una manera u otra esos recuerdos afloran, aunque siempre debe prevalecer el sentido común.
EliminarUn beso, Tere.
Un cuento ideal, recibiendo calabazas de tu amado. Te tropezaste con una calabaza real. U la imaginación te transporta a tu infancia. Un beso a un sapo puedes encontrar a tu principe de verdad que te quiera. Un abrazo Kirke
ResponderEliminarLa protagonista ya tiene bastante cuento con su vida como para buscar otros cuentos imaginados.
EliminarUn abrazo.
Hizo bien no besando al sapo. Vete tú a saber si ese beso hubiera resultado tóxico. Además, por mucho que uno/a se tome la vida en su vertiente más romántica, la fría realidad se impone. Hay que dejar las calabazas convertidas en carrozas y los sapos en príncipes solo para los sueños.
ResponderEliminarUn cuento escrito con gran pericia y amenidad.
Un abrazo.
El sapo además de ser un bicho bastante repugnante, como tú bien comentas, puede ser venenoso. Siempre que veo alguno en el campo (afortunadamente no me encuentro con muchos) pienso en lo asqueroso y peligros que debe de ser besarlos.
EliminarA la protagonista la realidad se le impuso y dejó los sueños y los cuentos en donde deben estar.
Gracias, Josep, por tus palabras.
Un abrazo.
Hola! Muchas suerte en el concurso, el relato está muy chulo y original como siempre!
ResponderEliminarUn saludo!
Gracias, Beatriz. A ver si hay suerte. En cualquier caso, saber que os ha gustado ya es un premio para mí.
EliminarUn saludo.
¡¡Es precioso tu cuento, Kirke!! Me ha encantado la comparación con esos bellos cuentos y, sobre todo, el sentido del humor que se aprecia. ¡¡Cualquiera le da un beso al sapo!! sobre todo porque, a lo peor, el príncipe que sale es más feo y desagradable que el propio sapo. Genial.
ResponderEliminarUn beso.
Rosa, tú ya sabes que yo prefiero las brujas a las princesas, y los piratas a los príncipes. No me llevo bien con la realeza y puede que eso haya influido en la reacción de mi protagonista.
EliminarElla, al igual que yo, es muy racional y sabe que los cuentos, cuentos son.
Un besote.
Me ha gustado mucho tu cuento. Hay gracia, humor y encanto. Espero que tengas mucha suerte en ese concurso porque este microrrelato se lo merece. Un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias, Ángeles, por tus deseos.
EliminarComo le dije a Beatriz, saber que os ha gustado ya es un premio.
Un beso.
buena decisión la de la joven que aun conociendo las historias narradas en los cuentos es tan práctica que no cae en la tentación de besar al sapo. Muchos hombres y mujeres son más feos y menos sensibles que los sapos y no merecen ni besos ni caricias.
ResponderEliminarMe encanta el que te hayas presentado a concurso. Ya vas descubriendo tu lado creativo.
Besos
La protagonista hizo alarde de un gran sentido práctico. Besar un sapo es antihigiénico, aunque haya una posibilidad de que detrás esté un príncipe. No merece la pena.
EliminarRespecto al lado creativo estoy sumamente preocupada, porque veo que se me despierta cuando más estresada estoy. Escribir me relaja mucho y siento más necesidad de escribir cuando más nerviosa estoy. Puede que sea bueno para la creatividad, pero no para mi salud.
Un beso.
Me ha encantado. Te deseo muchísima suerte y si ganas y el premio es semejante al Planeta.....acuérdate de nosotros, los pobre.
ResponderEliminarpobres
Lamentablemente el premio no va acompañado de ninguna retribución económica. Pero saber que gusta y que eres galardonada es una gran satisfacción.
EliminarCuando me den el Nobel hablamos (si se lo han dado este año a Bob Dylan, yo no pierdo la esperanza).
Un besote.
¡Hola compa de concurso! ja,ja,ja
ResponderEliminarYa veo que también te decidiste a crear una preciosa historia a partir de la misma imagen (fascinante) que también me inspiró un poema (en mi caso).
Refiriéndome a tu historia pues la encuentro muy divertida con esas reminiscencias a esos cuentos de hadas tan populares de nuestra infancia, pero que luego con la experiencia que dan los años se terminan transformando "en calabazas" ja,ja,ja como le ha ocurrido a ambos protagonistas.
No quiero olvidarme del "sapo" ya que es otro elemento clásico de ese tipo de literatura aneja, donde las "niñas buenas" o las "jóvenes decentes" debían mantener su "honra" hasta que por fin "besaran" al sapo de turno y obtuvieran el premio a su buena conducta, pero la realidad nos ha demostrado que esos "sapos" no siempre se convierten en "príncipes", incluso aún siendo príncipes en un principio luego corren el peligro de "desteñirse" XD
Te deseo toda la suerte del mundo y espero que ya hayas podido leer mi poema o te apetezca paarte a leer mi nueva historia en el blog, que seguro te va a sorprender muy gratamente.
Un besazo enorme.
Por desgracia, los cuentos son eso: cuentos. La dura realidad no tiene nada que ver. Ni las calabazas se convierten en lujosas carrozas para llevar a una fregona a lo más alto de la realeza, ni detrás de los sapos se encuentran apuestos príncipes. De todo eso nos damos cuenta cuando los años nos enseñan de qué va esto de vivir.
EliminarLeí tu poema, pero lo hice desde el móvil y no me dejó comentar. Ahora que estoy con el ordenador iré a intentarlo de nuevo. Por si acaso, ya te digo que me encantó y me hizo gracia tu alusión a Cenicienta, también.
Un beso, grande. Y mucha suerte también para ti, un honor tenerte de compañera en esta lid.
Muy buen relato, sin duda depende de la tolerancia que le tengas a los sapos es mucho mejor pasar de largo que besarlos, a parte de que pueden ser venenosos.
ResponderEliminarBesos!
No es seguro que dentro de un sapo se encuentre un príncipe, si además de asqueroso, el besarlo implica riesgo de envenenamiento... mejor no arriesgar.
EliminarUn beso.
Aplaudo a esta mujer que no se tragó el sapo de besar al sapo ;)! Ingenioso y divertido relato, Kirke: enhorabuena.
ResponderEliminarUn beso!
Fer
Esta mujer prefiere afrontar la realidad, por muy dura que se le presente, y dejarse de cuentos.
EliminarUn beso, Fer.
Me encanta cuando te "metes en harina" con los relatos, Paloma. Por una parte porque me sorprendes, y por otra ¡porque lo haces muy bien! :)
ResponderEliminarEste texto, que yo me tomo como un cuento moderno con guiños a otros cuentos que no lo son tanto, resulta de lo más divertido y refrescante. A quién no le han dado calabazas alguna vez, ¿verdad? Pero por malo que esto sea o por mal que nos sintamos, parece que no tanto como para besar a un sapo jajajaja. Muy bueno, me ha encantado :))
¡Un beso y feliz miércoles!
Yo creo que aunque me firmaran ante notario que dentro de un sapo hay un príncipe, me quedaba plebeya para toda la vida. No tendría tragaderas para besar a un bicho tan repugnante.
EliminarMe encanta que te encante mi relato. Viniendo de alguien que escribe tan bien, tus halagos son todo un lujo del que presumir.
Un beso grandote, Julia.
La iniciativa se va a encontrar con un relato inteligente que provoca una sonrisa. Todo adulto tiene un niño adentro, pero la triste realidad se antepone a los lindos sueños.
ResponderEliminarSaludos.
Creo que a todos nos gustaría que los cuentos de nuestra infancia tuvieran visos de realidad, pero tenemos que ser pragmáticos, dejar los sueños en su lugar y apencar con lo que nos toca vivir.
EliminarGracias por tus palabras.
Un saludo, Raúl.
Me gustó mucho Kirke, primero pensé muy literal, luego vinieron los pensamiento mágicos y luego la cruda realidad. ¡Le dieron calabazas! Me sacó una sonrisa.
ResponderEliminarMe temo que, al final, siempre se impone la cruda realidad.
EliminarMe alegra saber que este relato corto te ha hecho sonreír.
Un abrazo, Leslie.
Te ha quedado un relato ingenioso que te deja con una sonrisa en los labios y el alivio porque el recuerdo de esos cuentos no le hagan besar al sapo animal, porque sapos parecen haber muchos.
ResponderEliminarMe ha gustado esas referencias a los cuentos infantiles que acaban configurando una parte de cada uno de nosotros.
Mucha suerte.
Un beso
Opino igual que tú, Conxita, los cuentos infantiles con los que crecimos han dejado una impronta en nuestro subconsciente. Creo que por eso muchas mujeres piensan que es posible encontrar un príncipe azul, aunque luego venga la realidad y nos muestre al hombre como realmente es: un ser humano con sus defectos y con sus virtudes, capaz de dar amor y también calabazas.
EliminarMuchas gracias por tus deseos.
Un besote, guapa, y que tengas un buen fin de semana.
Llega un momento en el que lo real se impone a la fantasía y no hay cuentos que valgan en ciertos casos. Uno se lo tiene que comer y rumiar solo. Me gusta el punto humorístico del relato, Kirke. A ver si hay suerte.
ResponderEliminarSaludos.
Siempre es bueno soñar, pero con los pies en el suelo. Cuando la realidad que nos toca vivir no nos gusta, acudir al sentido del humor puede ser una buena alternativa.
EliminarGracias, Gerardo.
Un saludo.
precioso relato!!me encantarom tus calabazas!mucha suerte de las buhas!!!
ResponderEliminarMuchas gracias, búhas.
EliminarUn beso grande para las dos.