Fray Gabriel Téllez –más conocido por su pseudónimo Tirso de Molina– nace en Madrid el 24 de marzo de 1579.
Procedía de una familia muy humilde que trabajaba para un noble. Con 21 años ingresa en la Orden de la Merced y toma los hábitos un año después. Con 27 años se ordena sacerdote.
En la Universidad de Alcalá de Henares conoce a Lope de Vega y se convierte en su discípulo más leal. Él siempre se consideró un “lopista” a la hora de escribir obras de teatro.
De hecho, al igual que su maestro, se aficionó a escribir comedias siendo este el motivo de continuos desencuentros con las autoridades religiosas. Aunque también escribía sobre temas religiosos, sus sátiras y comedias le llevaron a un retiro forzoso en un monasterio de Aragón.
Viaja a Santo Domingo cuando tiene 37 años, y durante tres ejerce de profesor de teología en la universidad de allí. Los conocimientos sobre la Conquista que en esa isla adquiere le servirán posteriormente para ambientar algunas de sus obras.
En 1618 se instala en Madrid. Unos años después unas nuevas comedias publicadas le mandan al destierro. En esta ocasión recala en Sevilla. Pero Tirso no se amilana y sigue escribiendo. Tanto es así que se llega a sugerir que le excomulguen por profano y reincidente.
Los enfrentamientos con miembros de su propia Orden lo llevan nuevamente al destierro, concretamente a Cuenca. Después de varios destinos, a cual más solitario y remoto, recala en Soria, en el Convento de Nuestra Señora de la Merced. Muere en Almazán (Soria) en 1648 con 68 años.
Aunque a Tirso de Molina se le conoce como dramaturgo he decidido que sea el poeta protagonista de este mes de Noviembre porque fue el creador del mito de Don Juan con El burlador de Sevilla y convidado de piedra (aunque hay eruditos que cuestionan esto lo daré por sentado, no voy a entrar en obras anteriores a esta en la que ya se habla del mismo personaje). Para mí –y creo que para mucha gente de mi generación– Don Juan está estrechamente relacionado con el día de difuntos (día que se celebra mañana).
Hace un año por esta fecha, publiqué los versos del “otro” Don Juan, el de Zorrilla (José Zorrilla). Siempre que estudiaba en el colegio y en el instituto las dos versiones de este controvertido personaje, me llamaba la atención lo diferente de la historia, aunque en principio se presente tan parecida.
Si en la versión de Zorrilla don Juan es redimido por el amor de una de sus víctimas, doña Inés, en la de Tirso don Juan es mandado a los infiernos por el padre de otra de ellas, doña Ana de Ulloa. Espero no haberle destripado a nadie el final de las historias con este párrafo, pero creo que a estas alturas ya todo el mundo conoce las dos obras de teatro –y si no es así ya va siendo hora–.
Por esos dos finales tan distintos, a mí me parecen las dos obras completamente diferentes. La de Zorrilla es romántica y ensalza el amor como un arma poderosa que puede cambiar al más crápula de los individuos. En cambio la pieza de Tirso de Molina es una historia de venganza y castigo; el burlador ha de ser condenado y debe pagar sus faltas. Y es a ese respecto que aquí pongo varios versos de los que se pueden leer –o escuchar si se ve la representación– en esta fantástica obra:
Adviertan los que de Dios
juzgan los castigos grandes
que no hay plazo que no llegue
ni deuda que no se pague.
Don Juan a lo largo de la pieza dice a menudo “Cuán largo me lo fiáis”, es una expresión a la que recurre cuando le advierten de los castigos que le esperan cuando muera. Él se siente joven y ve aquello del infierno muy lejos.
Mientras en el mundo viva,
no es justo que diga nadie
qué largo me lo fiáis
siendo tan breve el cobrarse.
Y por último los versos dichos ya al final de la obra por don Gonzalo de Ulloa, padre de Ana (digamos que la equivalente a doña Inés en la versión de Zorrilla).
Aquéste es poco
para el fuego que buscaste.
Las maravillas de Dios
son, don Juan, investigables,
y así quiere que tus culpas
a manos de un muerto pagues,
y así pagas de esta suerte
las doncellas que burlaste.
Ésta es justicia de Dios,
quien tal hace, que tal pague.
Como yo no soy demasiado romántica –o eso dicen los que me rodean– a mí me gusta más la historia del burlador de Sevilla. Esos versos lapidarios –nunca mejor dicho– de don Gonzalo me ponen la carne de gallina. Además, de un año a esta parte a esas estrofas en concreto les pongo voz y cara –la de Eduardo Velasco– pues asistí a la representación de esta obra en el Teatro Español, y si bien la puesta en escena aún me provoca pesadillas (si queréis saber por qué, pinchad aquí), la declamación de los versos de Tirso fue perfecta.
Quizás mi predilección por esta primera versión de don Juan se base menos en mi falta de romanticismo y más en mis ansias de venganza. Y es que una servidora está más que harta de ver cómo viven en la impunidad tantos mangantes y estafadores. Aunque sea ficción la historia de Tirso, me gusta mucho el final, por ejemplarizante y por la descarga de frustración que me supone.
Es bueno saber que el que la hace, la paga.
También soy poco romántica, quizás por eso no entienda la poesía y me cueste leerla. Gracias por mostrarnos a este personaje. Besos
ResponderEliminarLos versos del burlador bien valen esforzarse por leerlos (a mí también me cuesta leer poesía), encierran mucha belleza.
EliminarGracias por comentar, Marina.
Un beso.
Hola!!!!! Yo soy romanticona, jejeje, pero coincido contigo en opinión porque por desgracia últimamente está de moda robar a lo grande y quedar impune, así que las sentencias ejemplarizantes me gustan.
ResponderEliminarCon Tirso yo mantenía una relación amor odio pero el año pasado mi hijo tuvo que leerlo para unos trabajos de la facultad y echándole un vistazo me atrapó, y este año le toca a mi hija y ya le he "robado" uno de los libros para intentar acabarlo antes de que tenga que empezarlo ella, jejejeje.
He disfrutado mucho del post y lo de la representación de Don Juan tal día como hoy me encanta, me recuerda a épocas muy buenas.
Besos y feliz día.
Tirso tiene varias comedias que son muy divertidas, y la verdad es que llama la atención la broma que se gastaba siendo sacerdote.
EliminarUn beso, Gema. Buen jueves.
Yo también soy partidaria de la venganza. Hay que poner en la historia un poco de justicia "poética", pero en cuestión de donjuanes prefiero el de Zorrilla. Es un canalla más simpático. Me cae bien. Aunque reconozco que, literariamente hablando, el de Tirso es mejor.
ResponderEliminarMuy buena semblanza. Estamos todos muy de difuntos en este día.
Un beso.
Yo he oído también que el don Juan de Tirso está mejor escrito. No sabría yo elegir en función de la calidad de los versos, pero ese final tan taxativo del burlador me encanta.
EliminarUn beso, amiga.
Hace tanto tiempo que los leí que me cuesta inclinarme por uno o por otro, aunque creo tengo tendencias un tanto más "románticas" o quizás que es porque el de Zorrilla es el que más recuerdo.
ResponderEliminarMuy apropiado para la fecha, mejor esto que zombies y calabazas que nos invaden por todas partes.
Besos
Quizás el Tenorio de Zorrilla se presente más conocido porque es el que más se suele representar. Fui hace un año a ver el burlador al teatro y me sirvió de recuerdo para disfrutar de los versos de Tirso que tampoco son mancos.
EliminarMe cuesta mucho asociar estos días con zombies y calabazas, prefiero los versos de Tirso o de Zorrilla.
Un besote.
Ala ya me he quedado mas tranquila después de leer tu post, estaba hasta el moño de Halloween por todos lados, tú eres como yo que se dejen de tonterías, ains, es que si no reviento me da algo, sorry.
ResponderEliminarYo te aseguro que soy romántica hasta la médula, o sea que ya te puedes imaginar con que me quedo.
Muy interesante porque había aspectos de la vida de Tirso de Molina que desconocía por completo. Gracias por inaugurar también este mes. Un beso. TERE.
No está mal enriquecerse con las costumbres de otros lugares, pero cuando no nos gustan (como me pasa a mí con Halloween) y cuando las nuestras se quedan relegadas para adoptar las de fuera, la cosa ya molesta.
EliminarGracias por tu comentario, Tere. Un beso grande.
Hmmmm...pues me dejas pensando, amiga. No te voy a contar como soy porque ya lo sabes pero me costaría decidirme.
ResponderEliminarNo recordaba nada de su vida y esa rebeldía creo que es la que plasma en su obra con la venganza ¿no?
Además de gustarme mucho la comparativa que nos muestras, me he reído con tus toques como que ya va siendo hora que se vean ambas obras, ¡muy bueno, Kirke!
Se nota que lo disfrutas.
¡Un besazo!
Antes de saber más sobre la vida de Tirso tenía la idea, quizás porque eso fue lo que me enseñaron en el instituto, que el final tan dramático del burlador era porque el escritor era sacerdote y por tanto debía de dejar claro que Dios castiga a quien peca.
EliminarPero sabiendo cómo se las gastaba nuestro protagonista de este mes y los problemas que tuvo con los de su propia orden, ya no lo tengo tan claro.
Un besote.
Fíjate que viví toda mi infancia y parte de mi juventud en una calle cuyo nombre era el del protagonista de tu entrada, así que aunque sólo sea por curiosidad muchas de las cosas que cuentas no me son extrañas.
ResponderEliminarYo no es que me considere poco romántica, más bien prefiero decir que tengo una idea del romanticismo poco convencional.
Besos
Quizás a mí me pase lo mismo que a ti, que tengo una idea distinta del romanticismo y no entramos en los cánones clásicos. Puede ser.
EliminarUn beso.
Anque soy romántica también pienso que los burladores deben acabarse y pagar por sus fechorías. Una cosa es romanticismo y otra el mal uso o aprovechamiento que se hace de él para satisfacer el ego masculino. Besos.
ResponderEliminarMi sed de venganza quizás se base, además de todo lo que argumento en la entrada, en que don Juan me cae fatal (el de Tirso y el de Zorrilla).
EliminarMe parece un tipo sin escrúpulos que maneja a las mujeres como si fueran objetos, y eso siempre me ha molestado. Por eso disfruto más sabiendo que se va al infierno.
Un beso, Marina.
¿Quieres creer que no sabía que Tirso de Molina era sacerdote? Bueno, o quizás lo sabía y lo había olvidado, pero el caso es que me ha sorprendido. Lo que no me ha sorprendido tanto es que tuviera problemas con la Iglesia dado el tipo de cosas que escribía.
ResponderEliminarEs interesante contrastar las dos versiones del personaje de Don Juan, la forma de ambos autores de afrontar el final. Yo tengo mucho más asumida la de Zorrilla, pero reconozco que es más justa la de Tirso de Molina. El que la hace debe pagarla, no me cabe ninguna duda :))
Mil gracias por este interesantísimo post, Kirke. Ha sido un gustazo empezar así el mes.
¡Un beso enorme!
Si te fijas en algunos pasajes de la obra cuesta trabajo creer que "eso" lo escribió un clérigo. Algunos versos están algo más que subidos de tono, son muy explícitos, y choca mucho saber que quien los ideó fue un sacerdote, y más uno de aquella época.
EliminarDe todas formas, y sabiendo de su rebeldía, Tirso no debió de ser un clérigo al uso.
Un besote, Julia.
Desconocía al escritor y nunca leí Don Juan. A veces pienso que me pierdo muchas buenas lecturas, pero soy algo cerrado.
ResponderEliminarGracias por presentarlo.
Saludos.
Pues desde esta publicación te animo a que lo leas (cualquiera de las dos versiones, mejor las dos y así comparas).
EliminarUn saludo.
Muchas gracias por recordarnos a estos personajes que los estudiamos de niñas. Tienen obras muy adecuadas a estos días mejor esto que hablarnos de Halloween que son costumbres americanas. Un abrazo
ResponderEliminarA mí personalmente, me gustan más los buñuelos y leer/ver Don Juan que el pastel de calabaza y el truco-trato de otros.
EliminarUn abrazo.
Una buena presentación de todo un ilustre escritor con su puntito de respondón y rebelde.
ResponderEliminarHe leído los dos Don Juanes y me quedo con los dos, pues aunque ambos son dos canallas y burladores egoístas también los dos merecen lo que se ganan. Uno el castigo eterno y el otro el de perder lo más amado y lo único que le llega a importar.
buena manera de empezar el mes noviembre. Un mes muy especial para un servidor.
Besos
Quizás deberíamos dejarnos de elecciones y hacer como tú: quedarnos con los dos, pues los dos son protagonistas de unas obras excelentes.
EliminarMe alegra que te guste empezar noviembre así, espero que el mes, ya que tan especial es para ti, termine aún mejor.
Un beso.
Me temo que en algunos casos los que castigan y cometen el delito tienen demasiado en común, así que la justicia de Tirso en este mundo (el que la hace la paga) tiene poca aplicación, salvo si eres un pobre diablo.
ResponderEliminarNo conozco esta obra, sí la de Zorrilla y tampoco sabía esos detalles tan azarosos de la vida de Tirso, de destierro en destierro. Ese botín me llevo de mi visita.
Saludos.
Cuando se es juez y parte, poca justicia cabe esperar, ahí tienes toda la razón.
EliminarTirso fue todo un rebelde y a mí me parece que eligió la carrera eclesiástica para poder acceder a la educación que, por su origen humilde, no habría podido tener si se hubiera dedicado a otro tipo de actividad. Aunque esta es una opinión muy personal.
Un saludo.
Qué bien documentado, había muchos aspectos de Tirso de Molina que no sabía. La poesía me cuesta un poco de leer, porque no me acaba de gustar, pero reconozco que es un escritor de los grandes.
ResponderEliminarUn besote guapa, genial entrada :*
A mí también me cuesta leer poesía, María, me cuesta entenderla, necesito hacerlo de manera muy pausada y casi deletreando cada palabra porque si no no me entero de nada (y a veces a pesar de hacer todo eso tampoco).
EliminarLos versos que aquí traigo me gustaron mucho, sobre todo porque los últimos los declamó un excelente actor y me dejaron impresionada.
Un besote, guapa.