En el año 122 d.C. en el norte de Britania un inspector venido desde Roma debe investigar la desaparición de la hija de un senador, casada con el jefe al mando de la guarnición en la frontera, en el muro de Adriano.
Como si de una novela negra se tratara se cuenta a través de los testigos que hablan con el funcionario romano lo que ocurrió desde que la aristócrata llegó a tierras britanas, su boda y su adaptación a un país y unas costumbres muy diferentes a las que ella conoció en su Roma natal.
La novela consta de tres partes. En la primera parte se nos pone en antecedentes contándonos cómo es la vida en la frontera, al sur del muro, donde los legionarios tienen que repeler las incursiones de los pueblos bárbaros que habitan al otro lado de la muralla. Esta parte me gustó mucho. Los personajes que se van definiendo poco a poco se muestran desde la perspectiva que cada uno adquiere según sus intereses y posición. Galba Brasidia, un legionario curtido en mil batallas que se ha ganado el respeto y la admiración de sus hombres debe ceder el mando, pese a sus éxitos, a un aristócrata, Marco Flavio, sin experiencia bélica pero que adquiere el puesto gracias a su matrimonio con la hija de un senador, Valeria. Esta primera sección de la novela es con mucho la mejor de todo el libro.
La segunda parte se dedica a mostrar la vida al otro lado del muro, la de los bárbaros, la de los rebeldes. De antemano me pareció que podía ser muy interesante pero creo que el autor cayó en la candidez de presentar a estos pueblos demasiado idealizados. Haciéndoles pasar por la encarnación de la rebeldía, la libertad frente al opresor y otros clichés demasiado manidos la atracción que en principio sentí al llegar a esta parte se trocó en decepción. Además el 'giro' romántico que toma la trama me pareció algo simplón y un poco folletinesco.
Por último la tercera parte se puede considerar como el desenlace inevitable y que quizás por la sencillez de la segunda parte fue bastante previsible.
Una lástima porque el libro empezó francamente bien pero según se desarrolló el argumento fue perdiendo fuerza. Si al principio los personajes no se definían como buenos y malos, -algo que a mí me gusta especialmente porque creo que la vida es suficientemente complicada como para no poder catalogar a nadie en un estrato u otro- al final esos mismos personajes se vuelven planos y predecibles. De hecho, y no sé si fue un acto de rebeldía, a mí el que más me gustó fue el villano de la novela, Galba Brasidia, el único que me pareció más creíble y lógico.
Lo mejor, las breves pinceladas que aparecen al inicio de la historia cuando Adriano explica los motivos que le llevaron a construir el muro: Una conquista insensata es una mala conquista porque cuesta más de lo que da. Ojalá muchos de nuestros gobernantes tuvieran la sensatez de este emperador.
Kirke
Una pena que la novela vaya decayendo. Tenía muy buena pinta y además es una época histórica que me gusta mucho.
ResponderEliminarBesos!!
Siempre que un libro no cumple las expectativas me pregunto si no seré yo la responsable por esperar una deriva que no coincide con el pensamiento del autor.
EliminarComo siempre digo en estos casos: para gustos se hicieron los colores.
Gracias por tu comentario.
Un beso
Esta entrada no se me pasó. Pero este lo leí no hace mucho y la sinopsis y mi opinión están subidas en el blog. Pero decirte no más que coincidimos en las apreciaciones elementales del libro.
ResponderEliminarUn abrazo mi amiga.
Leí en su día tu reseña y la combinación de romanos y celtas me resultó muy atractiva. Creo -y como ya apunté en la respuesta al comentario anterior- que yo me hice una idea equivocada de la 'parte celta' y al no coincidir con lo que yo esperaba me desilusionó. A los celtas me los represento bastante más bárbaros que Arden, por ejemplo, y eso no quiere decir que mi idea de los celtas sea la correcta.
EliminarGracias por tu visita y un abrazo también para ti, Francisco.