Desde el mismo momento en que nace Barnaby demuestra que no es normal, entre otras cosas porque resulta que flota. Inexplicablemente desafía a la ley de la gravedad y no puede mantenerse en el suelo. Sus padres le rechazan y esto le llevará a conocer varios personajes que por un motivo u otro también son diferentes y han sido repudiados por sus familias.
Con este relato Boyne quiere reivindicar la diferencia, el que un individuo sea distinto de los demás aunque eso le lleve a la soledad. Pero el resultado ha sido una historia demasiado extravagante, grotesca. Los personajes excesivamente simples dentro de toda esa excentricidad que los rodea. Diálogos sosos y cándidos.
En fin, el efecto final ha sido decepcionante.
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