Esa mujer no soy yo, no sé qué hago aquí, por qué estoy
descalza, en pijama, en esta calle solitaria. Estoy cubierta de sangre, no creo
que sea mía, no me duele nada, no siento nada, tan solo desorientación.
No sé qué me está pasando. Por qué llevo un cuchillo en la
mano. Qué hago con él, por qué veo sangre en su filo. Si esa sangre no me
pertenece, entonces... ¿de quién?
Camino por la carretera, espero encontrarme a alguien, o
mejor no. Tengo miedo de asustar, o recibir una agresión, así como voy, puedo
parecer peligrosa. Esa mujer no soy yo.
Tengo un velo rojo en la mirada, no puedo ver con claridad,
estoy sucia, estoy enfadada, siento que se me pasa cuando miro el cuchillo. Recuerdo
a fogonazos y veo imágenes pasadas. Un hombre conocido, mi marido. Lo veo caído
a los pies de la cama, ensangrentado, veo la misma sangre en el cuchillo.
Cierro los ojos para ahuyentar el recuerdo, pero no lo consigo. Siento golpes
en la cara, siento dolor, ahora sí, siento puñetazos de manos recias, golpes,
veo esas mismas manos en el cuerpo del suelo. Estoy aturdida con tantas
sensaciones, pasadas pero reales. Me froto los ojos, siento escozor porque
tengo las manos manchadas de sangre. No soy yo, no puedo ser yo. Esto no me
está pasando a mí.
Me duele el cuello, siento marcas de apretar, tengo
laceraciones. Tengo otro fogonazo de memoria y veo las mismas manos de antes
alrededor de mi cuello. Me duele, quiero gritar, no puedo. De repente, siento
un líquido caliente y rojo en las manos, las mías, en la tela de mi camisón…,
ya no me duele la garganta, no siento la presión que me impide respirar, veo
caer flácidas las otras manos, respiro a bocanadas. Veo el cuerpo inerte de mi
esposo.
Estoy aturdida, hace frío, tirito bajo la tela empapada en
sangre de mi camisón. Veo las luces de un coche al final de la carretera,
quiero pararlo, quiero que me ayude. Lo consigo. Veo bajar un hombre,
ensangrentado como yo, le miro a los ojos y atasco un grito en la garganta, no
emito ningún sonido, pero quiero gritar. Bajo la cabeza y pienso de nuevo que
no soy yo, que todo esto no me está pasando a mí. Vencida levanto la mirada y
delante de mí veo a mi marido.