Corre el año 1780 y un suceso sacude al pueblo de Madrid: un niño de 15 años es asesinado y castrado, además sus testículos aparecen enterrados en el emplazamiento de un monumento en construcción: la fuente de Cibeles.
Con este arranque se desarrolla una novela con una gran cantidad de elementos. Al hilo de unos asesinatos -que tienen de ritual el que todos los cadáveres se hallan sin sus atributos masculinos- se nos describe un Madrid que, por obra de Carlos III, se está transformando en una gran capital. Las obras que emprende este monarca a lo largo del Eje del Prado incluyen la colocación de una fuente dedicada a una diosa frigia, la diosa Cibeles. Y ella es el núcleo de toda la trama; sus ancestrales rituales cuando era adorada primero en Anatolia y luego en Roma, todas las deidades relacionadas con ella y su poder como Madre Tierra se explican minuciosamente para entender todo lo que ocurre después. Para mí, ella es la protagonista, la que provoca y preside todo el argumento "la Gran Madre que revolotea y enreda como sólo las grandes madres saben hacer cuando algo les interesa".

Una novela con la que se puede gozar de muchas maneras: con las pesquisas sobre los asesinatos, con los proyectos urbanísticos que cambian Madrid, con la mitología que rodea a la diosa Cibeles, con las costumbres cortesanas y populares en el s. XVIII, con los encuentros eróticos que se producen entre algunos personajes y/o con la lectura en sí.
El placer está servido: a disfrutar.
Kirke