«Quince de junio del año del
Señor de mil quinientos y veinte.
»Este encuentro nos ha sacado
al menos de la apatía y el desánimo que se han agrandado tras un nuevo fracaso
en esta malhadada expedición. Hace una semana, nuestro almirante decidió pasar
a la acción, a pesar de las condiciones climatológicas, y envió a la Santiago,
la nave más pequeña y manejable, a explorar el sur. Encalló en un arrecife y
aunque conseguimos salvar a los náufragos, la nave ha quedado destrozada.
»El patagón ha decidido
quedarse a vivir con nosotros. Ahora tenemos entre nuestras filas un hombre más
y un barco menos.»
»El patagón ha sido invitado
por el almirante a viajar con nosotros, algo reticente al principio ha accedido
después, cuando uno de los capitanes le ha puesto una daga en el cuello. En
previsión de un nuevo arrepentimiento, el almirante ha urdido una añagaza: le
ha mostrado al gigante unos grilletes haciéndole creer que eran pulseras, el
bobalicón se las ha puesto con su sempiterna sonrisa creyendo ser alhajas y así
ha quedado amarrado a nuestro destino y a una traviesa de la bodega. Toda la
tripulación recibió con risas tamaña felonía, el señor Elcano y este humilde
servidor de Dios fuimos los únicos que no secundamos ese malhacer de nuestro
almirante.
»Una vez todos en nuestros
barcos emprendemos viaje más al sur, en busca del paso deseado. Quiera Dios que
los vientos nos sean propicios.»
»Nuestra situación es
desesperada. El hambre y el no saber dónde nos encontramos desanima a la
tripulación que, cada día que pasa, está más débil. El patagón ha muerto, nada
más embarcar dejó de sonreír y se negó a comer, lo que los demás agradecimos
pues su ración añadía más cantidad a la nuestra. En cuanto vio que se alejaba
de lo que suponemos su hogar se sumió en la tristeza; una congoja que ninguno
entendimos pues no se entiende entristecer por abandonar un páramo helado e
inhóspito.»
»El señor Magallanes ha enviado
a la San Antonio y a la Concepción a internarse en ese entrante de mar para
averiguar si es bahía, desembocadura fluvial o el fin del infierno, con la orden de
regresar en cinco días. La Trinidad y la Victoria quedan en el exterior a la
espera.
»Si es cierto que ahí se
encuentra el paso, hemos estado retenidos dos meses a tan solo dos días de
navegación del objeto de nuestra búsqueda. El mal concepto que tenemos todos,
incluidos los más afines, sobre las aptitudes de Magallanes para este viaje no
hace más que crecer.»
»Esta noche ha habido fiesta y
cantos en cubierta. Algo ha venido a añadir inquietud a la alegría general: se
observan puntos de luz en el interior, lejos de la costa. Hay habitantes en
estos lares. Esas luces parpadeantes han provocado que algunos llamen a este
lugar Tierra de Fuego.
»Encomendándonos a Dios y con
el ánimo crecido, mañana iniciamos la misión de atravesar el paso de Todos los
Santos. Que Cristo y su Santa Madre, la Virgen, nos acompañen.»
»Hemos dado vueltas y afrontado
grandes penalidades antes de llegar al final de este maldito paso tan estrecho,
lleno de arrecifes, islotes y corrientes adversas. Además, hemos perdido otra
nao.
»En una encrucijada Magallanes
envió a la San Antonio y la Concepción por un lado y un bote por otro. El bote
regresa presto para comunicar que se ha divisado el final del paso. La
Concepción también regresa para informar que por ese lado no hay salida y que
perdió de vista a la San Antonio; dado el buen tiempo que imperaba cuando la
dejó de ver se sospecha que su desaparición no se debe a un naufragio sino a
una deserción: la San Antonio se vuelve a España.
»La alegría de saber finalizada
la travesía del paso se empaña con esta pérdida. No solo duele la traición,
además, en la San Antonio se almacenan las provisiones. Que Dios se apiade de
nosotros.»
[1]
Río Santa Cruz
A una calamidad le seguía otra. Era para volverse loco, digo yo. Y los castigos no eran moco de pavo. Abandonar a su suerte a un insurrecto y al fraile que también secundó la insurrección y que no fue perdonado porque su función no era otra que la de rezar en vano, tiene su enjundia.
ResponderEliminarPatagonia y Tierra de fuego. No sabía el origen de tales términos, mira por dónde. Lo que estoy aprendiendo con tu relato...
Y no es de extrañar que la gente desertara en cuanto veía una vía de escape.
No sé cuán larga será esta historia que nos estás contando, pero mientras dure la seguiré disfrutando, je, je.
Un beso.
Hola, Josep Mª.
EliminarMe enteré del origen de los topónimos de Patagonia y Tierra de Fuego documentándome sobre esta expedición y me pareció digno de mencionarlo en el relato. Yo también estoy aprendiendo mucho escribiendo esto, ja, ja, ja.
Hazte a la idea que, en esta serie, el viaje va por algo menos de la mitad así que puede que queden otras tres partes, espero que no se te haga muy larga la historia, pero es que les pasó de todo y me cuesta eliminar algunos sucesos para no alargar demasiado el cuento.
Como te veo interesado en esta aventura, te añadiré un dato que he omitido en el relato: lo de esparcir los restos de los amotinados que ejecutó Magallanes lo tomó "copiado" Drake cuando anduvo robando por esos lares unos setenta años después (se le amotinaron algunos y los descuartizó dispersando los restos, igual que hizo Magallanes). Hay tradiciones que se adquieren muy fácilmente aunque, y en esto no estoy muy segura, creo que antes que Magallanes ya lo habían hecho otros antes.
Me alegro que este diario alternativo de Pigafetta te esté gustando.
Un beso.
Yo, como Josep Mª te leo entusiasmada y me está encantando, aunque ya lo sabes. Bienvenidas sean todas las entregas que haya. Estoy aprendiendo como vosotros, él leyéndote y tú documentándote. No es una parte de la historia que haya estudiado nunca y me está resultando de lo más interesante, además de entretenida y, con el humor que te caracteriza, hasta divertida.
ResponderEliminarUn beso.
Esta gente vivió aventuras que no necesitan de adornos literarios para entretener y encandilar a quienes las quieran conocer.
EliminarEs fácil escribir este diario porque el argumento es sólido y, por increíble que pueda parecer en algunos momentos, totalmente real. Yo solo me dedico a darle forma.
Me alegro de que te guste. Aún quedan aventuras (más bien, desventuras) a estos viajeros alrededor del mundo.
Un besote.
¡Hola, Paloma! Pues fíjate que hasta ahora no me había planteado el por qué llamar Patagonia a la Patagonia. La parte del fraile y el insurrecto es tronchante. Dejar a uno para que muera y al otro para que le dé la extremaunción, dada su probada inutilidad, me ha sacado una gran sonrisa. Un abrazo!
ResponderEliminarHola, David.
EliminarEl origen de muchos topónimos es más que curioso y con una explicación perfectamente coherente. Yo también me enteré de dónde venía el nombre de Patagonia documentándome sobre este fascinante viaje.
Lo del fraile felón fue una manera de mostrarse firme por parte de Magallanes ante la sublevación. Es curioso que perdonara a los que no se significaron demasiado pero a este cura no. Es cierto que si hubiera castigado con la muerte a todos los implicados se habría quedado sin tripulantes, por eso me he inventado que la tarea de este cura no era ni tan necesaria ni tan eficaz. Lo cierto es que el sacerdote y Cartagena se quedaron allí a morirse del asco (y de hambre).
Un abrazo.