Leer, el remedio del alma

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Imagen creada por Ilea Serafín
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17 de diciembre de 2017

Una visita muy especial


Quienes por aquí pasáis a menudo sabéis del amor platónico que siento por cierto escritor. He escrito mucho sobre él y no pierdo ocasión para manifestar mi querencia en cualquier momento. 

El año del cuarto centenario de su muerte me empeñé en la tarea de homenajearle en este blog como se merecía (para más información pinchar aquí) viendo el escaso interés de otros medios mucho más poderosos y más acordes con su calidad. Ese escritor es Miguel de Cervantes.

Además de ser una firme seguidora de su obra más universal, El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, me siento unida con su localidad natal pues en Alcalá de Henares realicé mis estudios universitarios. 

En estas fechas tan proclives a las reuniones con la familia y los amigos yo también me sentí imbuida del espíritu navideño y me fui a visitar lugares a los que tengo mucho apego en dicha ciudad.

Me dispuse a viajar hasta allí y tuve la suerte de estar muy bien acompañada pues en el trayecto me encontré con él, con don Miguel. Iba en el mismo tren que yo, y en ese viaje también se encontraba don Quijote. Fue un recorrido muy ameno donde el genial escritor y su más famoso personaje nos entretuvieron a todos los pasajeros con sus ocurrencias.


Una vez en Alcalá de Henares visité la iglesia donde Miguel de Cervantes fue bautizado. A pesar de las muchas evidencias todavía hay algunos eruditos que cuestionan el lugar de nacimiento de este escritor, la mayoría para apropiarse de su procedencia y hacerlo originario del lugar de donde son ellos mismos. Como si haber nacido en el mismo sitio que un buen escritor les fuera a dar un plus de calidad a su profesión; qué tendrán que ver las churras con las merinas.

Iglesia de Santa María 

Quizás por eso en Alcalá se esfuerzan mucho en demostrar que Miguel fue bautizado allí –en la época de Cervantes no se registraban los nacimientos sino los bautizos– y por lo tanto de eso se deduce que el escritor nació también en la misma localidad. La iglesia que presume de haber sido el lugar de su bautismo es la iglesia de Santa María, en ella se muestra una réplica de la pila bautismal –la original fue destruida en la Guerra Civil– y se suministra al visitante una copia de la partida de bautismo.

Tuve ocasión de ver anteriormente el libro original en una exposición de la Biblioteca Nacional y, al igual que en aquella circunstancia, yo en esta copia no descifro nada. 

Por si la partida de bautismo no es suficiente prueba, también hay constancia de la casa donde vivió su infancia Miguel. Las escrituras demuestran que sus padres vivían allí cuando el escritor nació.


Y allí estuve, en la casa natal de Cervantes. Los muebles que en ella se encuentran no son los que su familia utilizó, pero los muros que la conforman sí. Las estancias son las mismas que Miguel disfrutó de niño.

Cuando visito lugares históricos pienso que el suelo que estoy pisando es el mismo que otros personajes pretéritos hollaron, que las paredes de un edificio son las mismas que cobijaron a otros muchos siglos atrás. Estos pensamientos me transportan en el tiempo de manera que me imagino a quienes allí antes vivieron en sus quehaceres diarios.




En esta ocasión me imaginé a Miguel correteando por el patio y por las galerías del piso superior, durmiendo en su cama, o comiendo con toda la familia, incluso aprendiendo sus primeras letras, esas que luego se convertirían en las mejores de la Literatura Universal. 





Subí las mismas escaleras que él subiría tantas veces. Me asomé al cuarto que posiblemente su padre utilizó para ejercer su profesión de cirujano y vi al pequeño Miguel asistiendo a las actividades de su progenitor, para muchos años después homenajearlo empleando una de sus herramientas –una bacía de barbero– para coronar la testa de don Quijote con su famoso yelmo de Mambrino. 


Me imaginé a su madre y a sus hermanas alrededor de un brasero, cosiendo y contando chismes. Quizá algunos sirvieron de inspiración para las historias de Miguel.


Me asomé a las mismas ventanas a las que él se asomaría. Me imaginé a Miguel soñando salir de allí para batallar por el rey en “la más alta ocasión que vieron los siglos, los pasados, los presentes, ni esperan ver los venideros”, para vivir aventuras como espía de la corona o para viajar y conocer otros países (Las aventuras del ingenioso hidalgo don Miguel de Cervantes)

Recorriendo las habitaciones de aquella casa me sentí un poco más cerca de este ídolo mío. Recorriendo sus pasillos, tocando sus paredes, sentí la emoción de encontrarme en el mismo escenario donde vivió sus primeros años, donde el más grande escritor de nuestras letras inició su andadura por este mundo. 

Fue una visita muy especial.



NOTA: A la edad de cuatro años Miguel de Cervantes se trasladó a Valladolid con toda su familia, por lo que probablemente todo esto que he imaginado pertenece al mundo de las alucinaciones que una servidora tiene a veces. Pero como no soy historiadora y este blog es un rincón para la ensoñación me he permitido el lujo de fantasear como me vino en gana.



22 de diciembre de 2016

La estrella de Cervantes



   La estrella mu Ara es la duodécima estrella de la constelación del Altar. También se la denominaba HD 160691, este número es el que le corresponde en el catálogo que un astrónomo elaboró en función del tipo de luz (frecuencia y magnitud) de las estrellas. 

   Este nombre no era muy bonito, la verdad sea dicha, y los señores que forman parte de la Unión Astronómica Internacional decidieron cambiárselo por otro más sonoro y, ya de paso, más fácil de recordar. Para este menester crearon un concurso llamado NameExoWorlds, donde se solicitaba la participación popular para proponer nombres a varios sistemas planetarios entre los que se encontraba el de mu Ara.

   La Sociedad Española de Astronomía y el Planetario de Pamplona propusieron el nombre de Cervantes para llamar de forma mucho más bonita (y poética) a mu Ara. Como la estrella va acompañada de cuatro planetas (que se conozcan hasta ahora), también propusieron otros cuatro nombres para ellos: Dulcinea, Rocinante, Quijote y Sancho. Esta iniciativa contó con la colaboración del Instituto Cervantes.

   La Sociedad Española de Astronomía no solo contó con el apoyo de astrónomos, sino también de humanistas y amantes de la literatura que tenían un objetivo común: poner a Cervantes y a sus personajes entre las estrellas.

   Para renombrar a mu Ara había otros países que también querían participar y propusieron otros nombres, sin embargo el 70% de los votos emitidos decidieron que Cervantes debía ser su nombre.


   Pero conozcamos un poco más a la estrella Cervantes.

   Es una estrella que se encuentra bastante cerca de nosotros, más o menos a 50 años luz. Teniendo en cuenta las dimensiones del Universo eso es como si fuera una vecina de nuestro Sol. Pero es algo más grande que el Sol y el doble de luminosa. Se cree que tiene cuatro planetas casi con seguridad. Esto de que “se cree” es porque localizar un planeta no es tan fácil como encontrar una estrella, la dificultad radica básicamente en que los planetas no brillan. A estos cuatro planetas se les supone poseedores de satélites o lunas pero eso es aún más difícil de averiguar pues en el caso de los satélites, además de no brillar son mucho más pequeños que los planetas.

   De momento esos supuestos cuatro planetas ya tienen nombre como anteriormente ya he citado y son, cómo no, los de cuatro personajes de la obra más famosa de Cervantes: Dulcinea, Rocinante, Quijote y Sancho.

   Pero ante la eventualidad de que la estrella Cervantes resulte tener más planetas cuando se pueda observar con instrumentos de mayor precisión, la Sociedad Española de Astronomía tiene ya en la reserva otros nombres: Clavileño, Maritornes o Princesa Micomicona, por ejemplo. Será por nombres de personajes cervantinos…

Cervantes en el cielo, visto en el programa Celestia | Planetario de Pamplona

   A mí de todo esto lo que más me gusta es que por votación popular Cervantes fue elegido y apoyado para esta iniciativa. Lo que las autoridades culturales no hacen lo ha hecho la población. Con su participación en este evento ha demostrado que a don Miguel se le quiere, se le reconoce y se le tiene presente. Al menos esa mala estrella que tuvo en vida ahora se ha tornado en una estrella real, de las que brillan y que lleva su nombre.


   Durante estos meses he homenajeado a Miguel de Cervantes de diferentes maneras. He recordado su vida, he leído algunas de sus creaciones, y he paseado por la ciudad que le vio nacer. He mostrado, al fin y a la postre, la inmensa admiración que siento por Cervantes. 

Glosario:

   Quería terminar esta serie de publicaciones del Cuarto Centenario de Cervantes celebrando que su nombre ha llegado al espacio. Siempre ha tenido un lugar en mi corazón, ahora también lo tiene en el cosmos.

   Para recordarlo y tenerlo presente lo mejor es leer su obra, esa es la manera ideal de recordar a un escritor, pero ahora, además, tendremos un lugar donde mirar en el firmamento para pensar en él, pues allá a lo lejos –más o menos a 50 años luz– hay un puntito luminoso que lleva su nombre.

¡Viva Cervantes!






10 de diciembre de 2016

Novelas Ejemplares

    A lo largo de este año me he empeñado en homenajear a Miguel de Cervantes en el Cuarto Centenario de su muerte.

   En esta sección he hablado de su aventurera y azarosa vida, de su ingenioso hidalgo don Quijote y de su ciudad natal. Quería recordar y rendir homenaje a tan ilustre escritor.

   Pero el mejor homenaje que se le puede hacer a un escritor es leer sus obras. Durante este año he ido intercalando entre otros libros la lectura de las Novelas Ejemplares. Esta serie de cortas novelas la leí en su día en el instituto y con su relectura he vuelto a disfrutar de la prosa tan maravillosa de Cervantes y también he rescatado del recuerdo algunos relatos que ya tenía olvidados.

   Novelas Ejemplares es una serie de novelas cortas que escribió Cervantes en un periodo de más de veinte años. Se editaron todas juntas en 1613 tras la gran acogida que había obtenido la primera parte del Quijote. Tienen cierto carácter moral y de ahí lo de ejemplares. Son doce novelas cortas –lo que hoy quizás llamaríamos relatos cortos– que siguen una estructura muy novedosa, al menos en la España de aquella época. De hecho el propio autor se vanagloria de ser el primero en escribir este tipo de novela en castellano:

“A esto se aplicó mi ingenio, por aquí me lleva mi inclinación, y más que me doy a entender, y es así, que yo soy el primero que he novelado en lengua castellana, que las muchas novelas que en ella andan impresas, todas son traducidas de lenguas extranjeras, y éstas son mías propias, no imitadas ni hurtadas; mi ingenio las engendró, y las parió mi pluma, y van creciendo en los brazos de la imprenta.”

   En las Novelas Ejemplares se pueden encontrar historias de lo más diverso. Cuitas amorosas en La gitanilla, una moza pizpireta y salada; raptos en El amante liberal y La española inglesa; violaciones en La fuerza de la sangre o temas de picaresca como en Rinconete y Cortadillo o El coloquio de los perros.

   No voy a hacer las reseñas de todas las novelas que comprenden el volumen, como muestra me centraré en la que más me ha gustado: El licenciado vidriera.



   Tomás Rodaja es de origen humilde pero consigue estudiar en Salamanca gracias al patrocinio de un noble. Se licencia con muy buenas calificaciones y emprende viaje por Italia. Durante este viaje conoceremos las principales características de multitud de ciudades: Nápoles, Génova, Florencia, Luca, Roma, Venecia. También Gante y Bruselas, pues en su periplo visita las posesiones de Flandes.
Finalmente vuelve a Salamanca, la ciudad que “enhechiza la voluntad de volver a ella a todos los que de la apacibilidad de su vivienda han gustado”.

   Allí una dama se enamora de él, pero ante la indiferencia de Tomás ella decide suministrarle un filtro de amor. El bebedizo no resulta efectivo, al menos en el modo deseado por la dama, pues Tomás no solo no corresponde a los requerimientos de la mujer sino que pierde la razón y se cree estar hecho de vidrio.

   Pero Tomás resulta ser un loco muy cuerdo, pues en su deambular empieza a dar acertados consejos a todo aquel que se los pide. Adquiere fama y renombre y todos acuden a él para que los asesoren en las cuitas cotidianas. Sus sentencias son acertadas y valoradas pues en su locura demuestra tener más sensatez que el más cuerdo.

“Los azotes que los padres dan a los hijos honran, y los del verdugo afrentan”
“Ningún camino hay malo, como se acabe, sino es el que va a la horca.”
“Los buenos pintores imitan la Naturaleza, los malos la vomitan”

   En sus diatribas para todos tiene críticas. Cervantes con un ingenio muy agudo hace un buen repaso a muchas profesiones, especialmente se ensaña con la de poeta y librero. Pero marineros, arrieros, curtidores, médicos y muchos más tienen su cuota de censura. Aquí debo resaltar que los boticarios también reciben lo suyo. No se libra nadie. Bueno, se salvan los escribanos, a ellos les dedica buenas palabras pues gracias a la letra que se plasma en un papel el olvido no existe.

   He disfrutado mucho con este loco maravilloso que me recordó a otro loco también salido de la pluma de Cervantes. 

   Aunque la historia es muy corta en ella se concentran muchos temas, todos expresados con la genialidad que caracteriza a su autor. Por ejemplo, en un par de párrafos explica las excelencias de multitud de clases de vinos de forma que el propio dios Baco estaría orgulloso de lo que cuenta o cuando describe los lugares por los que el licenciado viaja en un momento dado compara Venecia con Tenochtitlán. 

   La capacidad de síntesis es otra virtud que adorna los muchos méritos de Cervantes y algo por lo que yo especialmente le admiro.

El licenciado vidriera durmiendo en un pajar

   A lo largo de este año del Cuarto Centenario de la muerte de Cervantes he ido leyendo estas historias que me han divertido mucho al tiempo que he disfrutado del verbo agudo y maravilloso de este autor. A lo largo de este año he homenajeado a Cervantes de la mejor manera que se puede hacer con un escritor: leyendo sus creaciones.





26 de septiembre de 2016

En un lugar de Alcalá de Henares



   En un lugar de Alcalá de Henares, de cuyo nombre sí quiero acordarme, nació un ingenioso escritor: Miguel de Cervantes. 

   O eso es lo que la mayoría de estudiosos afirman, porque ahora hay varias teorías que pretenden arrebatar a la insigne ciudad ser el lugar de nacimiento de tan famoso personaje.

   El gran conocimiento de la Mancha que demuestra Cervantes  en el Quijote hace pensar a algunos que fue en esa región donde nació. Por eso –y porque el apellido Cervantes es muy común allí–  la localidad ciudadrealeña de Alcázar de San Juan pretende ser una competidora de Alcalá en cuanto al nacimiento de don Miguel.

   Sanabria también opta a esta distinción argumentando que el apellido Saavedra es muy típico de la zona. Supongo que vanagloriarse de compartir ciudad con un escritor tan insigne y magnífico es algo muy goloso y eso hace que algunos se agarren a un clavo ardiendo para defender lo que no tiene muchos visos de realidad.

   La partida de bautismo del escritor aún se conserva y en ella se registra que Miguel de Cervantes y Saavedra fue bautizado el 9 de octubre de 1547 en la Iglesia de Santa María la Mayor de Alcalá de Henares “por el reverendo señor bachiller Serrano”.

   Los defensores de negar a Alcalá como lugar de nacimiento de Cervantes, argumentan que la susodicha partida de bautismo no está clara. Tuve la ocasión de verla en una exposición que se realizó en la Biblioteca Nacional y no seré yo quien le dé la razón a unos u otros según el documento, porque, la verdad sea dicha, yo en ese libro no conseguí descifrar mucho. 

Partida de bautismo de Miguel de Cervantes

   Como parece que el único documento al respecto es esta partida de bautismo, se ha desarrollado otra teoría más sobre el lugar del nacimiento. La de que Miguel nació en Arganda del Rey –muy cerca de Alcalá y de donde era oriunda su madre– pero fue bautizado en Alcalá de Henares, a la sazón una ciudad más grande y a donde se fue a vivir la familia del escritor.

Casa natal de Cervantes 

   El caso es que el propio Cervantes escribió de su puño y letra –y firmó– que era “natural de Alcalá de Henares” donde vivían sus padres y nacieron sus hermanos. Así que haremos caso al propio protagonista.

   Alcalá es una ciudad con la que tengo un vínculo especial. Allí realicé mis estudios universitarios. Aunque el campus donde se ubica la facultad en la que estudié está a las afueras, conozco muchos de los rincones de tan acogedora localidad –especialmente los mesones y garitos, pues hacia allí nos encaminábamos mis compañeros y yo después de terminar los exámenes–. Es una ciudad encantadora, con mucha animación y llena de historia. 

Rectorado Universidad de Alcalá

   Cervantes vivió en muchas más ciudades. Tuvo una vida azarosa y viajera. Además de sus estancias en el extranjero como soldado, vivió en Valladolid, Sevilla, Córdoba, Esquivias. 

   Pero al final de su vida acabó en la Villa de Madrid. Su humilde morada se encontraba en la calle de Francos –hoy rebautizada como calle Cervantes- y a unos cincuenta metros de distancia se hallaba el domicilio de su eterno enemigo, Lope de Vega –la casa de este era mucho más grande y mejor equipada, la vida fue más generosa con el dramaturgo que con nuestro Miguel–. De hecho la casa de Lope se conserva al día de hoy, mientras que la de Cervantes fue derruida. En el lugar se construyó un nuevo edificio y de aquel domicilio solo queda una triste placa conmemorativa.


    Mesonero Romanos se lamentó en 1833 por el derribo de dicha casa, el último vestigio del paso de Cervantes por Madrid:
¡La casa de Cervantes! ¿Es posible? ¿Quién se atreve a profanar la morada del escritor alegre, del regocijo de las musas?


   Por no respetar no se respetó su última morada, la que consiguió tras su muerte. Fue enterrado en el Convento de las Trinitarias. En principio fue sepultado en una capilla de dicho convento, pero la capilla fue demolida en unas reformas que se hicieron allí unos años después, por lo que sus restos se pusieron en una fosa común. 

   En cualquier caso, la moradas en su vida o en su muerte, sólo son datos históricos. Cervantes vive en muchos sitios: en el corazón y en la mente de quienes lo hemos leído, en los que hemos disfrutado con su prosa maravillosa y con sus ingeniosas historias. De esos lugares nunca podrá ser desalojado. 

   Esa es la grandeza de los genios.

En buena compañía

Kirke  


21 de septiembre de 2016

El refranero de Sancho Panza


    Hace unos meses una amiga escritora con blog propio tuvo la excelente idea de abrir una sección donde se nos invitaba a otros blogueros a escribir refranes que estuvieran ligados, de una forma u otra, a nuestra existencia. La intención era rescatar del olvido dichos y sentencias de nuestros mayores que han ido pasando de generación en generación.

   La sección se llama “Los refranes de mi vida”, y la autora de una idea tan estupenda es Julia C. Cambil. En su día, tuve la oportunidad de participar en esa aventura gracias a la generosa invitación de su creadora: Los refranes de mi vida: Kirke Libris

   Por otra parte, una servidora se propuso que este año 2016 iba a homenajear a Cervantes aprovechando el cuarto centenario de la muerte de tan ilustre escritor. 

    Con esta entrada voy a aunar las dos iniciativas. Y es que si hay un personaje que sabe muchos refranes, ese es Sancho Panza. Por lo que me dispongo a escribir a continuación varios refranes de los muchos que aparecen en El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha. Ya de paso, aprovecho para dedicar esta publicación a Julia con todo el cariño que sé está necesitando en estos momentos. Va por ti, Julia.

   A lo largo de los dos volúmenes del Quijote aparecen multitud de refranes en boca de Sancho Panza. Tan singular escudero hace alarde de una sabiduría popular que se refleja en sus atinadas observaciones. Para cualquier situación o percance  siempre tiene preparada una sentencia llena de reflexión. Tanto es así que, en un momento dado, don Quijote le llega a decir:

"¡O maldito seas de Dios, Sancho! dijo a esta sazón don Quijote. Sesenta mil Sataneses te lleven a ti y a tus refranes; una hora ha que los estás ensartando y dándome con cada uno tragos de tormenta... Dime: ¿Dónde los hallas, ignorante; o cómo los aplicas, mentecato? Que para decir yo uno y aplicarle bien, sudo y trabajo como si cavase."
"Por Dios señor nuestro, amo, replicó Sancho, que vuestra merced se queja de bien pocas cosas. ¿A qué diablos se pudre de que yo me sirva de mi hacienda, que ninguna otra tengo, ni otro caudal alguno, sino refranes y más refranes?"

   No es mal caudal el que posee Sancho. La sabiduría que encierran los refranes proporciona información muy valiosa. Si bien no reporta dineros, al menos ayuda a defenderse por la vida. De hecho, en más de una ocasión ese saber de Sancho consigue que salgan airosos escudero y caballero de los líos en que se involucran y demuestra que el sencillo campesino está más preparado para sobrevivir que su amo.

   Como comento más arriba son muchos los refranes que tan singular personaje dice pero aquí viene una selección de los que más me gustan:

Si da el cántaro en la piedra o la piedra en el cántaro, mal para el cántaro.

A quien Dios se la dé, San Pedro se la bendiga. 

    Es tan prolífico Panza en sus refranes que llega a decir tres para una misma situación y de una sentada:

"Sí soy —respondió Sancho—, y soy quien la merece tan bien como otro cualquiera; soy quien júntate a los buenos, y serás uno de ellos, y soy yo de aquellos no con quien naces, sino con quien paces, y de los quien a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija".

   Supongo que por aquello de que todo se pega menos la hermosura don Quijote acabó contagiándose del vicio de su leal escudero pues él también se anima a decir un refrán en la segunda parte de sus aventuras: quien canta, sus males espanta.

   Podría escribir muchos más refranes pero lo voy a dejar ya. Si alguno se ha quedado con ganas de conocer más que vaya a la novela y que se recree con la prosa de Cervantes. No sólo aprenderéis mucha sabiduría popular, también disfrutaréis de la mejor obra de la literatura universal. 

   Haced caso de lo que os digo porque: el consejo de la mujer es muy poco, y el que no le toma es loco.







20 de agosto de 2016

Reto "Tres días, tres citas" III


   Aquí viene mi tercera aportación al reto "Tres días, tres citas". Dado que estamos en el centenario de la muerte de Cervantes, dado que soy una fiel admiradora de ese escritor y dado que considero El Quijote como la mejor obra de la Literatura, era evidente que no podía dejar de citar a este "Príncipe de los Ingenios".

   Como ya escribí, hace unos meses, hablando de las aventuras que vivió Cervantes durante su carrera militar (Las aventuras del ingenioso hidalgo don Miguel de Cervantes) mi escritor favorito sufrió las penas del cautiverio. Conseguir la ansiada libertad le resultó arduo y difícil. Durante tantos años de prisión tuvo mucho tiempo para apreciar ese don tan valioso: la libertad.

   Quizás por eso, puso en boca de don Quijote las frases que a continuación escribo:

"La libertad es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierran la tierra y el mar: por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida."

 En una sociedad donde impera el propio provecho, donde el egoísmo y la insolidaridad es moneda común, deberíamos reflexionar y ser un poco más idealistas. Cervantes lo fue, a pesar de todos los sinsabores que la vida le dio, nunca dejó de ser un luchador y nunca dejó de creer en sus principios.

   Quizás sea la libertad, junto con la justicia (y la honra), los únicos principios por los que merezca la pena luchar. 



24 de junio de 2016

Las aventuras del ingenioso hidalgo don Miguel de Cervantes


   Muchos conocen las aventuras que vivió Don Quijote pero no tantos saben que su creador no anduvo parco en ellas y también tuvo una buena dosis de emoción en su vida. Como un homenaje más a Miguel de Cervantes, aquí van unas cuantas aventuras que él mismo experimentó.

   Para empezar, y por si algún riguroso lector me pone pegas, aclararé que probablemente Miguel de Cervantes no fue hidalgo. Si nos atenemos al término “hidalgo”, éste implica nobleza o, al menos, riqueza. Ninguna de estas dos cosas las tuvo Cervantes, pero he querido hacer un paralelismo con su principal creación y le he ascendido de clase social. Espero que se me perdone la licencia.

   Cuando Cervantes tiene 22 años se le intenta apresar por herir en duelo al maestro de obras Antonio Segura. Este dato es cuestionado por algunos historiadores, pero coincide que en esas fechas nuestro protagonista se marcha a Italia y la razón de su viaje a ese país bien pudiera ser el huir de la justicia.

   El caso es que en 1569 llega a Roma. Toma plaza de soldado en la compañía del capitán Diego de Urbina, en el Tercio de Miguel de Moncada. Embarca en la galera Marquesa, y el 7 de octubre de 1571 participa en la batalla de Lepanto, "la más alta ocasión que vieron los siglos pasados, los presentes, ni esperan ver los venideros", formando parte de la armada cristiana dirigida por Juan de Autria, el hermanastro del rey Felipe II.

   En 1571, Miguel es un soldado bisoño y su cometido consiste en arrojar piñas incendiarias desde el esquife de la nave para proteger a los arcabuceros. Los que se encargaban de estas tareas se encontraban en una de las partes del barco más expuestas a la artillería y sufrían con frecuencia heridas de bala. Cervantes recibió una bala en el pecho y otra le seccionó un nervio, dejándole inútil la mano izquierda.

   Se cura en Messina de sus heridas. Allí don Juan de Austria le premia, por su valerosa intervención en la batalla, con tres escudos y le nombra soldado aventajado (una especie de cabo).

   Cuando regresa a España a bordo de la nave Sol, Cervantes sueña con la posibilidad de que le sea concedida la patente de capitán y llegar así al más alto rango militar al que puede acceder. Pero, una vez más, la suerte le da la espalda y muy cerca de Cadaqués, su embarcación es atacada por una flota turca comandada por Mami Arnaute. Miguel, junto a todos los integrantes de la nao, incluido su propio hermano Rodrigo, es apresado. 


   Es llevado a Argel, por entonces un auténtico nido de piratas que llegó a tener más de 25.000 presos cristianos. Para desgracia del entonces aún soldado, lleva en su poder unas cartas de recomendación de don Juan de Austria y del Duque de Sessa, esto les hace pensar a sus captores que Cervantes es un personaje importante de rica familia y del que se puede obtener un sustancioso rescate. Por eso la cantidad que piden por su libertad es de 500 escudos de oro, una auténtica fortuna.

   Su cautiverio duró cinco años, pero durante este período Cervantes no se resignó a su destino e intentó fugarse en cuatro ocasiones. Los cuatro intentos acabaron en fracaso.

   El primer intento de fuga falló porque el moro que iba a guiar hasta Orán a Cervantes y a sus compañeros de evasión, los abandonó a la primera de cambio. Los huidos regresaron a Argel y allí fueron encadenados y sufrieron una mayor vigilancia.

   Mientras, la madre de Miguel y Rodrigo, intenta reunir la cantidad de dinero para poder liberar a sus hijos. Después de muchos esfuerzos consigue bastantes ducados pero no son suficientes para rescatar a los dos vástagos. Miguel renuncia a su propia libertad para ceder el puesto a su hermano. 

   Sin embargo, Rodrigo lleva un plan ideado por su hermano para liberarle a él y a catorce compañeros de cautiverio. El plan consiste en que Miguel y los otros presos se reúnan en una cueva cerca del mar, y allí esperarán la llegada de una galera española que los recogerá. Una vez más, con saña infinita, la mala suerte se ceba en Cervantes, porque la galera cuando estaba acercándose a la playa es apresada. Los presos huidos también fueron capturados. Parece ser que el fracaso de este segundo intento de fuga se debió a la delación de un traidor.

   Cervantes se declaró responsable único de este segundo intento de huida y el gobernador turco, Azán Bajá, lo encerró en su propio presidio durante cinco meses y encadenado hasta las cejas.

   Pero Cervantes no tira la toalla y todavía insiste en su idea de escapar. En esta tercera ocasión, el plan consiste en llegar por tierra a Orán, una plaza española. Como necesita guías, y a ser posible, de los que no les dejen en la estacada como en la primera fuga, le escribe unas cartas al general de dicha plaza, Martín de Córdoba, para que les suministre exploradores. Dichas cartas se las confía a un moro y éste es apresado. El plan se va al garete. Por este tercer intento, Cervantes fue condenado a dos mil palos de castigo. Un castigo que no llegó a recibir porque hubo intercesiones a su favor y Miguel se libró del apaleamiento.

   Dicen que no hay dos sin tres, pero para Cervantes parece que no hay tres sin cuatro, porque, y a pesar de las malas experiencias, intenta una cuarta vez la escapatoria. Se puede tildar a este personaje de muchas cosas pero de falta de moral no, desde luego.

   En este cuarto intento el plan consistía en entregar una suma de dinero elevada a un mercader veneciano para conseguir una fragata en la que transportar a muchos cautivos más. Entre estos cautivos se encontraba un ex dominico, Juan Blanco Paz, que se chivó al gobernador turco a cambio de un escudo y una jarra de manteca. Hay algunos que valen tan poco, moral y físicamente, que son capaces de vender a cualquiera por una miseria. El caso es que tampoco funcionó este plan. Y ya van cuatro.

   Azán Bajá, el gobernador, más que harto de la rebeldía de tan obstinado cautivo, decidió trasladar a Cervantes a una prisión de alta seguridad, esta vez en su propio palacio.

   Mucho se ha hablado y escrito de por qué Cervantes no fue castigado más severamente. Lo habitual en estos casos es que el que dirige la evasión, y más si es reincidente, sea condenado a muerte. Cervantes, sin embargo, sobrevivió a tanta intentona de escape. Algunos piensan que Bajá sentía cierta predilección por el escritor; una predilección que no tenía nada que ver con su forma de escribir, y que explicaría que no fuera ejecutado a pesar de su actitud rebelde. Algunos van más allá e insinúan que la atracción fue mutua. 

   El propio Lope de Vega –que le tenía una tirria espantosa a Cervantes– le dedicó unos versos bastante ofensivos:

¡Honra a Lope, potrilla, o guay de ti!
que es sol, y si se enoja lloverá;
y este tu don Quijote baladí
de culo en culo por el mundo va
vendiendo especias y azafrán romí
y al final en muladares parará.

   No seré yo quien cuestione a los eruditos de la Historia, pero a mí, francamente, cómo consiguió salvar el pellejo Cervantes o con quién se acostaba, me importa un ardite. Lo que realmente me interesa es que logró conservar la vida y así pudimos todos disfrutar de las maravillosas obras que después escribió.

   Nunca sabremos si Cervantes habría seguido intentando escaparse porque, afortunadamente para todos, los padres trinitarios consiguieron por fin recaudar los 500 escudos de oro y así pudieron rescatar a nuestro protagonista.

   El 19 de septiembre de 1580 Cervantes es liberado. Llega a España el 24 de octubre del mismo año. Termina así un período de suplicios, torturas y penalidades que tanto le marcaron y que, a la postre, sirvieron para inspirar algunos de sus mejores textos. No hay mal que por bien no venga.

   Está claro que la vida de Cervantes fue azarosa y llena de aventura. Tantos intentos de fuga son dignos de un buen guion cinematográfico pero es que, además, demuestra el talante rebelde e inconformista de este maravilloso escritor. Su defensa y alabanza de la libertad se manifiesta en muchas de sus obras.

   Quizás estas palabras sobre la libertad adquieren mucho más sentido sabiendo que quien las escribió vivió muchos años desposeído de ella:

Don Quijote de la Mancha. Segunda Parte, Capítulo LVIII

   Doy gracias a los cielos, al gusto peculiar del gobernador turco o a la divinidad pertinente, por haber permitido que Miguel de Cervantes sobreviviera a tanta adversidad. Todos hemos de agradecer que no fuera ejecutado por ser tan pertinaz en escaparse, pues, de lo contrario, hoy no podríamos disfrutar de una de las mejores obras de la literatura: el Quijote. Y yo, además, tendría un héroe menos al que admirar.

Kirke  


Otras publicaciones para conmemorar el IV Centenario de la muerte de Cervantes:
Miguel de Cervantes
El Quijote y yo



10 de mayo de 2016

El Quijote y yo

Primera edición de "El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha" (Ejemplar de la Biblioteca Nacional)

    No recuerdo cuándo fue exactamente la primera vez que oí hablar de don Quijote, supongo que sería en mi casa y por boca de mi padre. Mi progenitor es un admirador fiel de Cervantes, además siempre le ha defendido de sus detractores pues le considera el más grande escritor de todos los tiempos y el más ilustre representante de nuestras letras.

   Si a Cervantes en mi casa se le consideraba un ídolo, su principal obra, El Quijote, se consideraba la mejor novela que pueda leerse.

   Tampoco recuerdo cuándo la lectura del Quijote fue una obligación académica, sé que fue en el bachillerato pero no sabría decir en qué curso exactamente. Sí me acuerdo que antes de esta imposición yo ya había tenido mis escarceos con tan famosa novela pues mi padre me regaló una edición juvenil donde se resumían las aventuras de tan famoso loco.

Mi primer Quijote

   Con aquella lectura quise complacer a mi padre, fue de esos regalos que agradan más a quien hace el ofrecimiento que al agasajado. De hecho, por aquel entonces, creía que toda obra clásica reconocida universalmente era sinónimo de rollazo por lo que me dispuse a sacrificarme y darle esa satisfacción a mi padre.

   Me llevé una grata sorpresa cuando comprobé que su lectura era muy entretenida, que Alonso Quijano estaba como una chota y que Sancho Panza era un tipo muy gracioso. De todas formas, al ser una edición resumida y adaptada al público juvenil, pensé que era cosa de la editorial y que la obra genuina era realmente más aburrida. Por eso me animé a leer algunos de los capítulos que más me gustaron en la versión original y ver qué tal. 

Ejemplar de mi padre y que yo leí por primera vez

   Para mi desgracia –y más abajo explico por qué– una de las aventuras que quise leer en su totalidad fue la que narra el duelo con el vizcaíno. En ese capítulo Cervantes se refiere a un tal Cide Hamete Benengeli como el verdadero autor de la historia. Quisiera aclarar que por aquel entonces no sabía qué era la metaliteratura y que además yo era muy ingenua, por lo que me creí a pies juntillas que ese Cide era real. 

   De tal manera que, unos meses después, en un examen del colegio ante la pregunta de “¿Quién escribió el Quijote?” –en la EGB no era obligatorio leer la novela pero sí saber quién fue su autor– yo, queriendo ser la alumna más aventajada pues por algo ya me había leído el Quijote (en versión resumida, sí, pero me lo había leído) contesté “¡Cide Hamete Benengeli!”. Aunque la profesora se asombró de que conociera ese nombre me cascó un cero igualmente, y a mi padre, cuando se enteró por qué había suspendido el examen, casi le da un infarto.

Ejemplar que me regalaron en el Metro el año del cuarto centenario de la edición del Quijote

   Una vez ya en el instituto, la lectura de la primera parte del Quijote era obligada y en esta ocasión la versión era la completa. Recuerdo la consternación de mis compañeras cuando supieron que había que leérselo sin posibilidad de escaqueo pues habría un examen donde nos pedían un resumen de un capítulo elegido al azar. Yo me empeñé en convencerlas de que la lectura sería entretenida, y algunas acabaron por darme la razón. También tengo que reconocer que hubo un pequeño grupo que sufrió mucho con la experiencia.

Ejemplar que tenemos en casa


   La segunda parte tardó más tiempo en ser leída. Lo hice ya en la Universidad, y esta vez sin ningún imperativo académico, lo hice porque sí. Y disfruté tanto o más que con la primera. Dicen que esta segunda parte es mejor y que no tiene los fallos de la primera. Yo no sabría decir cuál me gustó más. De esta segunda parte lo que sí recuerdo perfectamente fue la tristeza que me embargó cuando leí la muerte de don Quijote. Compartí con Sancho el dolor de ver partir a su amo en su último viaje, y como él, yo también me sentí un poco huérfana. 

Ejemplar que tenía mi suegro

   Podría escribir mucho acerca de lo que representa la figura de don Quijote, su altruismo, su locura por querer defender a los más desfavorecidos, cuánta insensatez y cuánta generosidad a partes iguales se da en este personaje. También podría escribir sobre lo que representa Sancho, su pragmatismo y su sabiduría empírica, cuánta sensatez y cuánta picardía a partes iguales se da en este personaje. Pero eso se lo dejo a los entendidos de literatura, los que analizan profundamente el texto desde sus conocimientos como profesionales en la materia.

   Yo soy una simple lectora, no sé de figuras retóricas, no sé de recursos literarios –no capto la metaliteratura–. Yo sólo sé que esta novela me entretuvo, que me reí con las alocadas aventuras que corren Alonso y Sancho, que la altura de miras de don Quijote me conmovió y que la locura que le hizo ser tan estrafalario es digna de admiración. 

   Quizás esa locura no era tal sino una incomprendida cordura, pues el velar por los demás y defender a quién no puede hacerlo por sí mismo es algo inconcebible desde el egoísmo que caracteriza al ser humano. O quizás es necesario estar un poco loco para creer que la justicia puede triunfar.

Primera edición de la segunda parte del Quijote (Ejemplar de la Biblioteca Nacional)
Kirke



Hada verde:Cursores
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