Leer, el remedio del alma

Leer, el remedio del alma
Imagen creada por Ilea Serafín

4 de febrero de 2017

Doctoranda al borde de un ataque de nervios (IV)

Yo me pregunto si esto es normal


Cuando crees que tienes todas las respuestas, viene el Universo y te cambia las preguntas.
Albert Espinosa(*)

Desde hace tiempo tengo la desagradable sensación de que no soy normal. Me comporto de manera diferente a la mayoría de mis semejantes.

Cuando, por ejemplo, en una charla insustancial en el ascensor con un vecino se habla de la climatología yo estoy pensando en la probabilidad de que vaya a llover según el grado de humedad o la densidad de las nubes; cuando el jardinero de mi casa me comenta que el día anterior encontraron restos de sangre de una posible reyerta en la calle yo pienso cuál será la elongación de las  gotas para averiguar la direccionalidad y cuántos grupos sanguíneos se encontrarían en el caso de que se analizaran para plantear una segunda hipótesis a la reyerta, como la de que alguien se haya pegado un trompazo y se rompiera la nariz; o cuando en la fila para pagar en la caja del súper las dos señoras de delante comentan quién abandonará en la próxima eliminatoria Gran Hermano, yo pienso en la relación del estado mental de una persona con el hecho de estar encerrado con varios oligofrénicos en una casa donde hay cámaras por todos lados emitiendo las 24h.

Esto me ocurre desde hace mucho, pero de un tiempo a esta parte me parece que se ha recrudecido y creo saber la razón: estoy escribiendo una tesis.

 El análisis de los resultados de una tesis requiere una gran dosis de paciencia y mucha moral porque hay que darle vueltas y vueltas hasta que uno encuentra sentido a lo que ha obtenido. El dar explicación a los resultados conseguidos obliga a abrir la mente y ser capaz de ver una misma cuestión desde varias perspectivas para que todo consiga encajar. Si estos resultados van acompañados de unas “p” con muchos asteriscos no es necesaria tanta justificación, pero si no es así -que es lo que me suele pasar a mí- la tarea para discutir esos datos es ardua y la empanada mental es de campeonato. Por supuesto, se explique como se explique, siempre debe ser con el beneplácito de una o más citas bibliográficas.

A menudo me planteo pensar como los demás: cuando me hablen del tiempo simplemente contestar si hace frío o calor, cuando me digan que han encontrado restos de sangre en la acera simplemente decir que las calles ya no son seguras y cuando me hablen de Gran Hermano, simplemente… callarme porque no tengo ni idea de quién participa. Me planteo, al fin y al cabo, reinsertarme en la sociedad y comportarme como el común de los mortales.

Por desgracia en mi casa todos somos de ciencias y eso no facilita mucho la reinserción social.

Mi marido cursó la misma carrera que yo aunque, afortunadamente, al terminar decidió ampliar su formación con otro tipo de estudios, de manera que hoy en día es un valorado analista informático; gracias a Dios. Doy gracias por que no se hiciera científico como yo y así hoy podemos vivir bajo un techo y tener un plato de comida caliente todos los días. Su profesión, al contrario que la mía, nos permite vivir con holgura –sin lujos pero sin necesidades-. Si tuviéramos que subsistir con lo que yo aporto como científica estaríamos siendo atendidos por los servicios de beneficencia.

Mi hija, no sé si por genética, por predestinación o por mimetismo ambiental, también es de ciencias, de hecho está estudiando la misma carrera que realizaron sus progenitores.

Ser los tres de la misma cuerda produce situaciones que a cualquier persona “normal” le resultarían extrañas. Por ejemplo, nuestras conversaciones en la mesa pueden tratar sobre el último descubrimiento científico español –desde que empezó la crisis y con los recortes en investigación, este tema cada vez es menos habitual-, o sobre alguna nueva terapia.

Hace poco más de un año -mi hija aún iba al colegio- salió el tema de los ácidos grasos omega 3 (mi tesis versa sobre ellos), y mi marido y yo comenzamos a comentar que si las insaturaciones eran varias o no, que si la posición del doble enlace respecto al grupo metilo, que si el grupo acilo y el hidroxilo, etc. (perdón por el vocabulario pero es que no hay traducción posible). Mi hija estuvo atenta a todo lo que decíamos e incluso intervino con alguna observación, con tan buena suerte -o mala, según se mire- que al día siguiente en clase dieron en química orgánica los ácidos grasos. Cuando la criatura empezó a hablar de insaturaciones y demás, la profesora se quedó sorprendida -y sus compañeros empezaron a mirarla de reojo y con el ceño fruncido-. Total, que la profe le pregunta dónde ha aprendido eso y mi hija, ni corta ni perezosa, le contesta:

Ayer se lo oí a mis padres mientras cenábamos.

Me imagino la cara de sorpresa de la profesora y el choteo de sus compañeros. De hecho, uno de ellos llegó a decir:

Jo, tía, ir a cenar a tu casa debe de ser flipante.

A lo que mi hija, y ya para rematar la jugada, dijo:

No, cuando vienen visitas hablamos normal.

El estar inmersa en esto de escribir la tesis me impide desconectar. Cuando dejo el ordenador puede que deje de escribir y hacer gráficas pero no dejo de pensar en los datos y en los temas relacionados; voy andando por la calle dándole vueltas a un resultado incongruente o poco esclarecedor.

Una de las partes de mi tesis se basa en la defensa de la carne roja y la carne procesada, esa a la que la OMS tuvo a bien estigmatizar hace más de un año con un comunicado de lo más alarmante y polémico -ya me desahogué al respecto en su día en el blog con “La OMS y sus informes” que podéis ver pinchando aquí y para los que estéis interesados en una aclaración más seria y formal podéis acudir a otra publicación en la que intervine, pero fuera del blog, “To eat or not to eat meat. That is the question”-. El caso es que cuando me tocó redactar esa parte andaba yo completamente centrada en el tema y con el runrún en la cabeza. Tan obsesionada estaba que un día haciendo la compra en un famoso hipermercado, y mientras estaba cogiendo el fiambre, me vino a la mente una pregunta que le transmití a mi marido:

Oye, ¿tú crees que se podría evitar el uso de nitritos en la carne procesada si se administrara una antitoxina contra el botulismo? Y en el caso de ese posible antídoto administrado previamente ¿se podría considerarlo como una vacuna?, porque no se interviene sobre la bacteria, ya que no se trata de una enfermedad infecciosa, se intervendría sobre la toxina que produce la intoxicación alimentaria. Pero, claro, la toxina es una proteína por lo que se podrían generar anticuerpos…

Mi marido, que después de tantos años casados no se sorprende de nada de lo que digo ni de dónde lo digo,  me contestó tranquilamente a pesar de que el tema de conversación no era el más adecuado para cuando estás haciendo la compra. Lo malo es que al lado había una señora decidiendo qué embutido llevarse y aunque supongo que apenas entendió nada de lo que dije, sí oyó las palabras “botulismo”, “toxina” e “intoxicación alimentaria”; no debió de sentirse muy tranquila porque dejó el salchichón que tenía entre las manos y se fue a la sección de verduras. 


No puedo evitar hacerme preguntas constantemente, y una vez que consigo las respuestas, vuelvo a preguntarme más cosas y cuando esas nuevas preguntas son contestadas ideo otras más. Aunque Einstein dijo “lo importante es no dejar de hacerse preguntas(**), así no se puede vivir.

Yo achaco todo esto que me pasa al agobio de escribir esta puñetera tesis y a mi mente analítica. O puede que tan solo sea que me gusta mucho marear la perdiz y buscarle tres pies al gato.

Debería dejar de comerme el coco y de hacer preguntas, saber desconectar, airear la mente y convertirme en una persona normal. De momento no lo consigo, pero estoy en ello.




 (*) Albert Espinosa no es santo de mi devoción, pero reconozco que esta frase es muy acertada.
(**) Frase atribuida a Albert Einstein pero que no he conseguido ubicar en ningún documento de él.

28 comentarios:

  1. Ay madre mía vuestras conversaciones son de lo mas interesantes, jeje, y si hasta una señora es capaz de dejar el salchichón e irse a por verduras, menudo efecto, jjee. En fin paciencia, pero tú y yo tenemos un día que tener una charla sobre si comer la carne cruda o mas bien poco hecha es recomendable o no, porque mi pareja me riñe porque dice que no es muy sano comer así, que mas bien la carne hay que cocinarla muy bien, y yo soy incapaz de comerme la carne hecha, porque mi madre la a hecho mas bien así toda la vida, poco hecha, en fin no te quiero yo marear con mis cosas, tú intenta evadirte leyendo algo entretenido, yo estoy leyendo una novela de humor que me dejo chari y la verdad me sirv epara desconectar de mis preocupaciones qu euna la tiene, aunque también imagino que leer para la tesis, no es plan de leer mas, en fin intenta buscar algo que te despeje algo la mente, harto difícil imagino para una cientifica embarcada en una tesis doctoral que no debe ser por lo que intuyo nada fácil. Mucho ánimo Paloma. un besazo. TERE.

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    1. Lo de ser una bocazas, y hablar a destiempo en el caso del supermercado, tuvo un efecto contrario pues yo soy una firme defensora del consumo de carne roja y procesada (siempre que se haga con moderación) y esa señora por culpa mía puede que no vuelva a probar el embutido nunca más.
      Antaño se cocinaba mucho la carne para asegurarse de acabar con ciertas bacterias y/o parásitos que podían ir en ella. Ahora los controles veterinarios son exhaustivos y no hace falta esa precaución. Es más, la carne demasiado "chamuscada" puede tener ciertos componentes no deseables (no alarmarse porque habría que comer kilos diarios para que fueran realmente nocivos). Tú come la carne como quieras, el caso es que te guste y disfrutes comiéndola. En cualquier caso si quieres más información me lo dices y te escribo un correo.
      De momento mis lecturas de evasión se han visto seriamente restringidas porque tengo que emplear mi tiempo de ocio a escribir, la fecha tope de entrega se acerca y aún me queda mucho por hacer.
      Un beso grande, Tere.

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    2. Muchas gracias Paloma, tranquila cuando acabes la gran tarea que tienes por delante ya te escribo y me informas, de modo qeu tranquila, muchísimas gracias me dejas mas tranquila, porque tengo una pequeña guerra con mi pareja por la forma de comer la carne, de modo que ahora con tu respuesta, que se la daré a leer por supuesto, me quedo muchisímo mas tranquila. un beso grande. TERE.

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  2. Jajajaja, soy fan de tu hija.
    Me ha encantado todo lo que cuentas y entiendo que te cueste desconectar, yo tengo épocas "obsesivas" con cosas y estoy todo el día dándole vueltas, y otras en las que desconecto con relativa facilidad.
    Un besito y nuestras conversaciones familiares suelen ser sobre todo de música, cine o series. El problema llega cuando mus hijos hablan de música como si los demás supiésemos lo mismo, y me dicen que no les ha salido un si alto o que en un concierto les faltó una octava, o el bajo entró fuera de tiempo...y mi marido dice que se ha dado cuenta y explica el momento, y yo perdida, jejeje.
    Un besito y lo de las carnes y la OMS creó demasiado alarmismo.

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    1. Al menos en mi familia todos sabemos de lo que hablamos, en tu caso el estar en minoría supongo que un problema, bueno así acabarás aprendiendo un montón (o desesperándote, no sé, jajaja)
      El caso es compartir y charlar alrededor de la mesa, aunque en esa charla haya conceptos que se nos escapen.
      Lo de la OMS fue de juzagado de guardia, aún me dura el cabreo que me agarré cuando leí el dichoso comunicado (y la interpretación torticera que hicieron algunos medios de comunicación ya fue de escándalo).
      Un beso, Gema, feliz lunes.

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  3. Cómo te lo pasas, amiga. Lo de las cenas flipantes en tu casa tiene que ser de lo más interesante. Lástima que cuando hay visitas habléis normal. Si alguna vez ceno en tu casa, espero que hagáis una excepción y habléis anormal.
    Yo también soy científica, pero como ante todo soy profesora, mis obsesiones y mis conversaciones suelen ser mucho más vulgares. Son las de todo profesor, tanto de letras como de ciencias.
    Sigue canalizando tus nervios y exceso de trabajo con estos escritos. Todos los disfrutaremos. Estoy convencida de que tú, la primera.
    Un beso.

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    1. El utilizar un lenguaje comprensible y hablar sobre temas cotidianos cuando nos visitan es una deferencia para que el visitante no se sienta perdido, jajaja. En tu caso, cuando vengas a cenar, nos mostraremos como realmente somos, así tú también podrás participar en nuestras peculiares conversaciones pues estos temas de ciencia no te son ajenos.
      La verdad es que escribir desde una perspectiva humorística sobre mis problemas diarios me sienta de maravilla, comprobar que además os gusta es un acitate añadido.
      Un beso, amiga.

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  4. Lo de hablar normal cuando tenéis visitas es todo un detalle, ein? jajajajaja. Qué entrada tan divertida, Paloma; espero que me perdones por reírme de tu "situación", pero es que no es para menos.

    Yo no me esforzaría demasiado en la reinseción social. Ya somos muchos los que solo pensamos en el clima cuando nos hablan del tiempo o en la delincuancia cuando nos muestran manchas de sangre. Yo creo firmemente en la diversidad y no hay duda de que vosotros sois de los más "diversos", así que a difrutarlo jajajajaa.

    Fuera de bromas espero que tu agobio sea llevadero. Entiendo tu estado mental porque, en otro orden de cosas, yo tambié lo he sufrido en alguna ocasión y sé que no se puede evitar, pero es cierto que de vez en cuando tienes que desconectar. Reirse es buenísimo y oxigena mucho el cerebro, creo. Que nos lo digan a nosotros después de leerte :D

    Una entrada genial, me lo he pasado bomba leyéndote. ¡Muchas gracias!

    Un beso enorme y muuuuchos ánimos.

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    1. A mí siempre me ha parecido que demasiada uniformidad puede resultar aburrida, así que salir de vez en cuando de la norma es más original y creativo pero cuando todo el mundo va en una dirección y yo soy la única que va en la contraria empiezo a cuestionarme si no estaré equivocada.
      Esta época por la que estoy pasando me tiene completamente obsesionada, incluso el sueño (yo siempre he dormido como un tronco) empieza a resentirse. Escribir estas publicaciones me sirven como revulsivos y me relajan mucho. Dicen que es bueno reírse de uno mismo y así restar drama a lo que nos agobia. Me alegra que esta terapia también sea útil para quienes leen estas cosas tan poco normales que me pasan.
      Un beso grande y gracias por esos ánimos.

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  5. Muy bueno, me puedo hacer una idea de todo lo que pasa por la cabeza de una mente científica y es abrumador para alguien de letras, jaja.
    Como nuestra sociedad potencia lo banal, lo analítico parece cosa de perros verdes. Esto es una forma de distorsión, porque lo humano es plantear problemas y tratar de resolverlos (¿no les ocurría a nuestros antepasados constantemente?), no babear delante de Gran Hermano o sucedáneos. Hace unos días leí una entrevista de Landero, que tiene lista su nueva novela y comentaba que con la aparición de los reality los referentes de los jóvenes han cambiado y han pasado a ser "el consumo, la fiesta continua, el dinero fácil, la fama". Así que lo que enseña la escuela parece de otro planeta y las preguntas de una científica, que es lógico que se las haga, suenan extravagantes. ¿Pero por qué? ¿No hace lo mismo el poeta, que se queda absorto mirando unas gotas de lluvia en la ventana, pensando no se qué o compone un poema tras contemplar un olmo derribado por un rayo?
    Bueno, me enrollo, como siempre que tengo delante un teclado. Es que hace un domingo que no veas, vamos a salir volando.
    Un abrazo y suerte con tu tesis.

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    1. Aunque esta publicación está escrita en clave de humor en realidad hago una reflexión muy parecida a la que tú nos traes, Gerardo.
      Estamos tan acostumbrados a lo insustancial, a pasar de puntillas sin profundizar en todo lo que hacemos que cuando uno se hace preguntas y va un paso más allá de lo que vemos todo el mundo te mira extrañado.
      Quizás es mucho más cómodo dar por cierto lo que otros nos cuentan, dejarnos llevar por lo que sale en la tele sin pararnos a pensar y de ahí que salirse de la norma se considere raro.
      De todas formas confundir los referentes no me parece que sea algo de esta época, puede que ahora hayan cambiado un poco, pero cuando yo era pequeña los niños querían ser futbolistas como los ídolos del balompié del momento o la chicas querían parecerse a la actriz de moda. Creo que en tomar modelos depende mucho la educación recibida en casa, si en el hogar no se habla más que de fútbol o de moda puede que los niños se decanten por esos temas, o puede que salgan "rebeldes" y hagan lo contrario, que también puede ser.
      Como ves no eres el único que se enrolla con un teclado.
      Un abrazo y gracias por tus deseos.

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  6. Lo que ocurre en tu casa creo se puede extrapolar a otras, con otros temas, pero espero, por mi bien y la consideración en la que tengo mi salud mental, que cada casa tenga sus obsesiones y más si entre los miembros comparten intereses. Cuando me reuno con mi hija y su pareja (ella es de física, él de química y entre nosotros tenemos un gran interés científico) también surgen conversación sobre alguna cuestión de ciencias. Sobre los nitritos y nitratos hablamos un día, por ejemplo. Y con mi marido últimamente no hacemos sino conversar sobre iso, velocidad, diafragma, exposición, medición puntual o ponderada, 35 mm, gran angular, macro, full frame, horizontes caídos, regla de los tres tercios, lightroom, lightroom, lightroom,... Te comprendo, porque soy obsesa (eso me dicen) con lo que me atrapa en ese momento y no paro de buscarle los cinco pies al gato (yo le busco cinco, porque tres se los veo nada más mirarlo,jeje, y no me conformo). No estás sola, pues; no eres rara.
    Como toda este serie de relatos tuyos, sobre tus avatares, resulta muy entretenida la entrada. Feliz domingo, Kirke.

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    1. A mí me parece estupendo que uno se vuelque en un tema y lo dé todo, aunque lo puedan llamar "obsesión" yo creo que el término más adecuado es "pasión".
      Quizás porque lo habitual es no profundizar en las cosas (ya le he comentado algo parecido a Gerardo) cuando alguien se implica y se centra de lleno sobre algo los demás se extrañan y lo ven raro. Quizás los raros son los que no se emocionan con nada, los que van por la vida sin pararse a reflexionar y se dejan llevar por las opiniones de terceros.
      En cualquier caso, Ángeles, si somos raras ¡que viva la rareza!
      Un besote.
      P.D. Nunca entendí bien la expresión "buscar tres pies al gato", pues como bien comentas tres pies los tienen todos, ¿no?

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  7. Jajaja Kirke muy buenas esas conversaciones y la respuesta de tu hija en clase, más de uno debió alucinar con esas cenas.
    Cuando uno está bajo mucha tensión es difícil desconectar en ningún sitio, el cerebro sigue trabajando aunque aparentemente no lo hagas, y es más en situaciones aparentemente más relajadas es cuando salen las mejores y más geniales ideas porque nuestra cabecita no siempre desconecta cuando le ordenamos desconectar para algo somos personas que nunca hacemos lo que debemos, así que no te preocupes nada porque en el momento en que acabes la tesis de repente todo volverá a la normalidad, jajaja.
    Un beso guapa

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    1. Cuánta razón tienes en eso de que las mejores ideas suelen aparecen en momentos de relajación. Muchas veces me he tirado intentando resolver un problema durante horas sin conseguirlo y al día siguiente, una vez descansada y cuando me he evadido con otras actividades aparece la solución de golpe, como si siempre hubiera estado allí y yo no supe verla.
      Intentaré desconectar de vez en cuando, aunque según se acerca la fecha límite de entrega lo tengo más complicado. En cualquier caso, vuestros comentarios me ayudan mucho.
      Gracias, Conxita, un besote y buen lunes.

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  8. Qué raro habláis en tu casa, Kirke ;-)
    A ver, yo creo que estás padeciendo, por un lado la llamada "deformación profesional" (lo digo por lo de las conversaciones sobre el clima, que tan banales nos resultan a todos, dicho sea de paso), y por otro una gran tensión por la acumulación de datos en tu cabeza. Te comprendo perfectamente y, es más, no puede ser ni será de otra manera mientras estás centrada a todas horas en algo de tanta relevancia.

    Yo recuerdo cuando preparaba las opos a Notarías que soñaba (literalmente) con artículos enteros del Código Civil que había recitado durante el día como un papagallo, ¡no conseguía desconectar ni durmiendo! llegué a pensar que se me había rayado el cerebro. Es una faena, porque hace falta también que el 'coco' se ventile.

    Ahora, no es que no seas normal, es que te toca hacer cosas que no son las normales de un ser humano ;-)

    ¡Un besazo enorme cargado de ánimo, amiga!.

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    1. Ya no sé si no soy normal o me estoy volviendo tarumba, pero sí que se pasa mal cuando un mismo tema te ronda la cabeza a todas horas. No es sano para el cerebro.
      La preocupación por cumplir los plazos no hace más que añadir un problema más al ya difícil trabajo de escribir una tesis. Pero tengo que bregar con lo que tengo y lamentarme no va a hacer que el 30 de abril tarde más en llegar.
      Espero que cuando esa fecha llegue no esté encerrada en un manicomio, sniff.
      Gracias por tus palabras y tus ánimos, intentaré no defraudaros.
      Un beso.

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  9. Muy bueno eso que hablar de tu tesis te convierte en anormal, jajajaja no me digas, pues yo me río de tus problemas de tu tesis, sobre todo como lo cuentas. Yo no te digo mis conversaciones de que son a veces por que imagínate con lo que trabajo. Mi marido me dice que puede perfectamente ir a mi trabajo y saber lo que tiene que hacer en cada momento. Dice que ya no le hace falta ni practica. Bueno amiga cuando termines la tesis ya tendrás conversaciones mas normales. ¡Eres única, Kirke! Un abrazo

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    1. Es lógico que cada uno se explaye al hablar sobre lo que sabe. Compartir tu experiencia del día a día en tu trabajo con tu marido es una forma de comunicarse y convivir; lo malo es cuando el tema se repite constantemente, puede que en la variación está el gusto y eso a mí no me pasa. Me refiero a lo de variar, siempre hablo de lo mismo, agg.
      Gracias, Mamen, por tus palabras. Un beso muy grande.

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  10. ¿No será eso lo que llamamos simple y llanamente deformación profesional? Si, además, se le añade el "síndrome del doctorando", ahí tienes la explicación a tu "extraña" conducta. Aunque lo realmente extraño es que no tengas sueños relacionados con tu tesis. ¿No se le atribuye a un sueño de Kekulé el descubrimiento de la estructura circular del benceno?
    Keep calm!
    Un abrazo.

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    1. No me quise extender demasiado en la publicación, pero también sueño con la tesis. Al contrario que le pasó a Kekulé yo no sueño soluciones ni descubrimientos, solo veo los problemas reales más agrandados y con consecuencias funestas, algo que no me hace sentirme especialmente bien cuando me despierto. Tengo una angustia...
      Sí que es una deformación profesional eso de preguntarme constantemente cosas pero cuando se le añade ese síndrome del doctorando empiezo a pensar que la deformación ha pasado de ser profesional a mental.
      Veremos en qué acaba todo.
      Intentaré seguir tu consejo y calmarme.
      Un abrazo.

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  11. Paloma, tus reflexiones son de terapia desde luego. los ratos que nos estás haciendo pasar a los que te leemos son de ordago a la grande.
    Solo espero que esas mentes tan científicas no os causen problemas allá por donde vayáis, pues oír hablar así de raro no es lo común y más de uno piense que sois una familia de agentes secretos infiltrados o alienigenas que investigan sobre los gustos de la población y el nivel de estupidez que reina entre los humanos. A lo mejor los normales sois vosotros que os intentáis adaptar y los inadaptados somos el resto incluidos el jardinero y la señora haciendo la compra o el inquilino del ascensor.
    De lo que no nos cabe la menor duda a ninguno que estadísticamente hablando y según las leyes de la probabilidad: La mayor concentración de imbéciles descerebrados por metro cuadrado se encuentra en la casa de Gran hermano.
    Besos y sigue la terapia.
    Espero que con la tesis no se acaben estos buenos momentos de locura controlada.

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    1. Dicen que el primer síntoma de los locos es negar que lo están y pensar que son los demás quienes padecen locura. Yo, de momento, creo que la rara soy yo, pero sí tengo momentos en los que pienso que son los otros los que no se comportan lógicamente.
      Puede que cuando termine la tesis (si es que eso llega a suceder) continúe una nueva serie de publicaciones que podría llamarse "Doctora en la cola del paro".
      Ya veremos.
      Un beso.

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  12. Paloma estas concursando el relatos de la radio, me da que eres tu , voy aponer atención a los relatos. espero que ganes.
    Besos

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    1. No me he apuntado a ningún concurso. Espero que quien quiera que sea la persona que crees ser yo no concurse con un texto mío y me esté plagiando, jajaja.
      Avísame, por si acaso.
      Un beso.

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    2. ¿Entonces no eras tu?, ya me parecía a mí, que de ser esa tal Paloma que he confundido no ganara. Seguro que si eras tú habría ganado la convocatoria.No fue por el estilo del relato, sino porque se llamaba Paloma y dijo que era de Madrid. Relacioné nombre, Madrid y dijo que se dedicaba a la ciencia.

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  13. Qué comentar después de semejante entrada y no quedar como un ignorante. Más allá de tus problemas con las preguntas y de las formas de plantearte las situaciones cotidianas, el mensaje de este escrito es: estudien. Y eso es un gran consejo.
    Saludos.

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    1. Es bueno estudiar y prepararse, pero también hay que cultivar otros terrenos. Daría para un buen tema de reflexión cómo algunos profesionales (sobre todo si son de ciencias) se centran exclusivamente en su campo y son unos ignorantes en humanidades; eso tampoco es bueno.
      Un abrazo, Raúl.

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Hada verde:Cursores
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