Cada vez me
cuesta más moverme, siento como si llevara encima una carga muy pesada, mucho
más pesada que los kilos de más que he ganado estos meses. Me canso mucho,
cualquier tarea me resulta engorrosa y no me apetece hacer nada que no sea tumbarme
y llorar.
Sé que tengo
que ser fuerte, que tengo que pensar no solo en mí, sino en esa vida que se
está gestando en mi interior. Me sé de memoria todos los consejos que me dan
desde hace quince días, pero no puedo, no tengo fuerzas. Esto me supera.
Cuando Sergio y
yo supimos que íbamos a tener un hijo recibimos la noticia con alegría y cierta
precaución. Era un niño, o una niña, muy deseado, o muy deseada. Tantos meses
de consulta en consulta, de especialista en especialista para conseguir un
embarazo que se hacía de rogar, al final dieron resultado y estábamos
exultantes.
La placidez que
llegó tras el cuarto mes de gestación me ayudó a relajarme, ni yo misma me
reconocía. El agobio y el constante estado de alerta que tanto le molestaban a
Sergio y que son mi signo de identidad, se disiparon como por arte de magia y
fue entonces cuando empecé a entender a qué se referían cuando decían eso del
milagro de la vida, pues un milagro me pareció que yo fuera capaz de comportarme
con serenidad y tranquilidad, como si todo lo que ocurría a mi alrededor no me
incumbiera.
Fueron unas
semanas de felicidad compartida con Sergio, cuando creí que el futuro era
alentador. Nuestras peleas, benditas peleas, para decidir qué color debía tener
la habitación del bebé, o qué cuna era la más adecuada y funcional, ahora se me
antojan una diversión. Hasta de colegios hablamos, y de universidades donde
nuestro hijo, o nuestra hija, iría a formarse para ser un hombre, o una mujer,
con un buen futuro profesional. ¡Qué absurdo!
Todo cambió con
aquella llamada de teléfono, cuando una voz desconocida, que se presentó como
un trabajador de un hospital de la ciudad, me comunicó que debía personarme en la sala de
urgencias porque Sergio había tenido un accidente de tráfico.
Entonces me vinieron
a la mente muchas preguntas, en tropel. ¿Con
qué coche? ¿Con el cuatro por cuatro o con el utilitario más pequeño? ¿Fue a la
ida o a la vuelta de su trabajo? Me hice interrogantes banales pero muy
concretos que me parecieron importantes. Sin embargo, no me pregunté cual había sido el
resultado del accidente, cómo se encontraba Sergio. No quería saberlo.
Luego vinieron
los lamentos, las miradas de conmiseración hacia la pobre viuda embarazada. Un
desfile interminable de amigos, compañeros y familiares; se acercaban para
decirme frases manidas y de compromiso.
La placidez que
tanto me agradaba se convirtió en apatía, en desinterés. Es una reacción
biológica de defensa, me dijo el ginecólogo, ahora mismo la prioridad es el
bebé, no debe sufrir más de lo necesario para que el embarazo llegue a término
sin complicaciones.
El bebé no
sufrirá, él, o ella, no sabe de la desaparición de su padre, ni de mí sabe
siquiera. No me conoce aún, ni conocerá a Sergio nunca. Él, o ella, solo sabe
alimentarse y crecer, esa es su tarea. La mía, que se alimente y que crezca.
¿Por qué ese porvenir
de color de rosa que imaginamos Sergio y yo, ahora es tan feo? Quiero tener un hijo, o una hija, pero con él.
Antes, cuando el futuro era tan bonito, me hice preguntas sobre el modelo del
cochecito, si anestesia epidural o parto natural, si acudir a las clases de
pre-parto o no; lo normal en una situación así, me dijeron mis amigas. Pero en
todos esos interrogantes nunca se encontró cómo ser madre y padre a la vez, cómo
criar a mi hijo, o a mi hija, en soledad; porque eso no es lo normal.
¿Con quién voy
a elegir la guardería o el colegio? ¿Con quién me desahogaré cuando mi hijo, o
mi hija, se meta en problemas? ¿Con quién compartiré mis dudas cuando mi hijo,
o mi hija, me pida consejos? Sergio era la otra parte de la ecuación, una
ecuación cuya incógnita es este bebé que llevo dentro y cuya solución no sabré
calcular si me faltan datos, si me falta Sergio.
Tengo que
reponerme. Ser fuerte. No pensar solo en mí. Resolveré esa difícil ecuación
sola y procuraré que la incógnita sea un buen resultado. Tengo que conseguirlo.
Pero ahora solo
me apetece tumbarme en el sofá y llorar.
NOTA
Este relato corresponde a un ejercicio donde había que explorar en los roles que cada ser humano desempeña en la cotidianidad cuando surgen conflictos. En concreto, se pedía explorar en el mundo de una mujer joven embarazada que enviuda y debe hacer de padre y madre.
Qué fuerte y qué triste, Kirke. Parece una burla del destino que las situaciones que deberían ser las más alegres, se conviertan en cuestión de segundos en las más tristes y traumáticas.
ResponderEliminarCreo que lo has expresado de maravilla. Se nota y se vive esa alegría del embarazo difícil, pero conseguido y el hundimiento en la más absoluta desolación tras una simple llamada de teléfono. Y esos detalles simples como no querer saber con qué coche, si iba o venía... le dan mucho cuerpo y lo hacen más real. Enhorabuena.
Un beso.
Hola, Rosa.
EliminarQue te parezca creíble este texto es todo un piropo para mí. El tema planteado por el ejercicio no daba margen a una historia alegre, así que el resultado ha sido algo tristón.
Es una paradoja que un nacimiento, motivo de alegría siempre, sea triste pues hay un hecho que viene a enturbiar esa supuesta alegría, la muerte de uno de los progenitores. En fin, un tema triste se mire como se mire.
Un beso.
Un relato muy duro de una circunstancia que nos puede llegar por desgracia a todos, la vida puede cambiar en cuestión de segundos y la felicidad convertirse en tristeza en nada, de modo que aunque duro muy real y tú lo has plasmado muy bien.
ResponderEliminarEnhorabuena.
Buen fin de semana Paloma. Besos
Hola, Tere.
EliminarHay situaciones que cambian de perspectiva en un momento dado por algún hecho luctuoso. No podemos dar nada por sentado porque siempre viene la vida a demostrarnos cuán equivocados estamos.
Un besote.
Hola Paloma,
ResponderEliminarBufff... qué triste.
A veces la vida es muy injusta y da los peores golpes, como en este caso.
El relato ha mostrado perfectamente lo que querías que sintiera el lector, porque lo que es a mí, me ha dejado con un nudo en la garganta y el corazón aprisionado.
Un beso, y feliz fin de semana.
Hola, Irene.
EliminarSí que me ha salido una historia triste. Como cambio de registro no me ha parecido mal, pero yo prefiero contar cosas más alegres y con humor. Sin embargo, en el curso de escritura que estoy haciendo hay que seguir unas pautas y las de este ejercicio eran algo tristes.
Un beso y feliz domingo, guapa.
Un relato estupendo, Kirke, duro y triste, muy bien narrado. Me he dejado llevar por las emociones de la protagonista -dolor - ilusión - desesperanza... creo que clavaste el ejercicio.
ResponderEliminarTener que hacer de padre y madre, sin haberlo decidido, debe ser durísimo. Que fuese un bebé esperado seguro que ayudaría a hacer más llevadera la pérdida del marido.
Me ha encantado. Un beso enorme, Paloma
Hola, Chari.
EliminarEse niño, o niña, acabará haciéndose notar y la protagonista recuperará la sonrisa y la alegría. Será duro para ella pues tendrá que hacer de padre y madre, pero ver crecer a su hijo, o hija, será toda una recompensa.
Un beso grande, y gracias por la visita.
Hola Paloma, aunque no es la parte central del relato, es tremendo el número de personas que pierden la vida en accidentes de tráfico todos los días, todas las semanas....y es que es tremendo como parece haber más víctimas por esta causa que el algunas guerras. La soledad ante la maternidad que siente tu protagonista más su duelo solo pueden encontrar una esperanza en dar vida como respuesta a la muerte. Y dando vida tener la oportunidad de un nuevo comienzo.
ResponderEliminarGran relato y contundente ejercicio.
Besos y buen fin de semana.
Hola, Miguel.
EliminarEl número de muertes por accidentes de tráfico es tremendo. Cuando busqué un motivo para que la protagonista enviudara me vino a la mente un accidente de coche, porque la causa de muerte en personas jóvenes la lidera el tráfico con un porcentaje estremecedor.
Durante el embarazo surgen muchas preguntas y dudas, pero saber que no tienes a un compañero para compartirlas debe de ser terrible.
Gracias por tus palabras. Un beso grande y que tengas buen domingo.
Oh Paloma qué triste. Me ha hecho recordar a una conocida que pasó por esa misma situación y me he acordado de su tristeza y desesperanza cuando debería estar contenta porque había un bebé en camino, todas esas ilusiones que se rompen y de repente nada parece tener sentido.
ResponderEliminarDesde luego el relato muy duro, de los que remueve intensamente, esas situaciones cotidianas que de repente se dan la vuelta y en lugar de risas aparecen las lagrimas.
Besos
Hola, Conxita.
EliminarComo le comento a Tere, la vida de vez en cuando nos recuerda que no podemos dar nada por sentado, que siempre puede ocurrir algo que nos tuerce los planes.
De todas formas, la vida también nos enseña que estos varapalos nos hacen más fuertes.
Gracias por tu bonito comentario.
Un beso grande.
Pues has cumplido el ejercicio de maravilla, me has hecho sentir todas esas sensaciones. Al igual que Conxita conocí a una chica que se vio en esa situación y es tan duro, pierdes la ilusión totalmente, aunque quieras al hijo más que a tu vida el vacío es desolador.
ResponderEliminarBesos.
Hola, Gemma.
EliminarVeo que esta situación cotidiana que he reflejado en el relato es bastante cotidiana, valga la redundancia.
Tragedias de este calibre ocurren siempre. Lo único que podemos hacer es cruzar los dedos y esperar que no nos toque a nosotros.
Un besote.
Me has impresionado, Paloma. Vaya relato que te has marcado, muchacha, me ha parecido estupendo. Es duro, si, pero cuando esta bien escrito, como el tuyo, da gusto leerlo.
ResponderEliminarUn beso
Hola, Juan Carlos.
EliminarGracias por tu valoración. Me alegra saber que te gustó leerlo, porque me quedó un sabor agridulce cuando lo acabé por ese dramatismo y esa tristeza. Pero con unas premisas como las que tenía que seguir no supe hacer nada más alegre.
Un beso.
Qué situación más dura Paloma, encontrarse así debe de ser horrible. Tener que pasar por un duelo cuando debería ser el momento más feliz de la vida debe de ser desconcertante. Has expresado muy bien todos esos sentimientos de frustración, y te ha quedado un relato muy realista que da qué pensar, como bien has narrado, nos hacemos las preguntas más banales siempre pero no imaginamos un escenario con un problema tan difícil de superar.
ResponderEliminarUn besito guapa, felicidades por este relato tan potente!!!
Hola, María.
EliminarPreguntarse cosas absurdas o sin importancia cuando ocurre un hecho traumático yo creo que es un mecanismo de defensa del cerebro para no colapsarse ante la enormidad de una tragedia.
He intentado plasmar lo que puede pasar por una mujer embarazada cuando ha enviudado, no sé si es muy real porque, la verdad, no puedo ni imaginarme lo que puede ser algo así.
Gracias, guapa, por tu comentario. Así da gusto.
Un beso muy grande.
Es el dramatisto del día a día,... caundo menos te lo esperas. Te ha quedado genial!
ResponderEliminarHola, Norte.
EliminarMe alegra que te haya resultado genial.
Un abrazo.
Hola Paloma, como nos adelantamos a los acontecimientos, aunque a veces con razón las cosas ocurren y....Muy bueno, tiene un buen ritmo y entras en ese bucle de la supervivencia, casi sinrazón. Un beso
ResponderEliminarHola, Eme.
EliminarCreo que ese niño, o niña, que está por venir dará fuerzas a la protagonista para afrontar la tristeza. Como tú lo has expresado, es la supervivencia la que se impone.
Un beso grande, guapa.
Como la vida misma, de repente un dia todo cambia sin que sepamos muy bien como. Un relato dramático y con un poso de tristeza. Un abrazo Paloma.
ResponderEliminarHola, Jorge.
EliminarMe salió un dramón este relato, pero las premisas no me daban mucho margen, la verdad. A ver cuándo vuelve a salir un ejercicio que me inspire algo más gamberro, que es donde yo me siento más cómoda (entre el gondolero asesino y esta embarazada, me quedo con el veneciano).
Un abrazo.
Creo que esa sería la sensación si me intentase poner en el lugar de la prota. Hay cosas sobre las que me resulta difícil opinar, pero transmites la desesperación que debe sentirse en esos casos.
ResponderEliminarUn abrazo
Hola, David.
EliminarDesesperación es lo que se debe de sentir cuando ocurre algo así, y por eso muestro a la protagonista de esa manera. La verdad, no he tenido que vivir una situación parecida pero debe de ser terrible.
Gracias por tu visita.
Un abrazo.
Desde luego el ejercicio se las trae. Las premisas son tan concretas, como que sea una mujer embarazada que enviuda que casi es un relato en sí mismo, lo que lo convierte en uno de esos trabajos en los que hay que usar pico y pala para sacarlo adelante. Creo que lo has conseguido ampliamente. La voz del personaje es verosímil, me ha encantado sobre todo esa referencia a esas banalidades que piensa camino del hospital. Eso es brillante. Da vida al discurso y lo aleja de lo que podría haber sido un texto de lamentos obvio.
ResponderEliminarTe has metido en su piel, y nos has mostrado un ser humano de carne y hueso, y con ello traspasas la línea de lo trillado a algo emocionante. Un abrazo!!
Hola, David.
EliminarEso pensé yo cuando me puse a la tarea: el ejercicio se las trae. Además, dejaba poco margen de actuación según mi criterio. No me gustan demasiado las historias dramáticas porque se puede caer fácilmente en el sentimentalismo, y eso no me gusta.
Te confieso que no me sentí muy cómoda escribiendo este relato (como le digo a Jorge, prefiero escribir cosas como las del gondolero), pero la obligación se impuso. Intenté hacerlo creíble con pinceladas como esas banalidades que vienen a la cabeza ante una tragedia.
Muchas gracias por tus palabras, me animan un montón.
Un beso.
Si un relato se escribe para despertar sentimientos fueran cuales fuesen, creo que lo has conseguido con este en la que narras en primera persona una situación nada ficticia y si probable.
ResponderEliminarLa reflexión que ha originado en mi ha sido sobre la fragilidad de nuestra situación existencial. Hoy somos y mañana no. Hacemos planes de futuro sin ser conscientes que en el próximo minuto se pueda derrumbar todo como castillo de naipes.
"Carpe Diem" es la única filosofía aplicable en cualquier caso.
buena historia y bien escrita.
Un beso. Esperando poder verte el sábado sino se tuerce la cosa a última hora.
Hola, Javier.
EliminarNo somos conscientes de la fragilidad de todo lo que nos rodea hasta que se rompe. Entonces sí, entonces nos lamentamos por no haber disfrutado plenamente de lo que teníamos.
Gracias por tus palabras. Espero verte el sábado.
Un beso.
Fe de erratas "En el que narras"
ResponderEliminarDescribes a la perfección un verdadero drama humano. Si la pérdida de la pareja ya es un motivo más que suficiente para sentirse solo y abandonado, con un sentimiento de pérdida irreparable pero que con el tiempo va amainando y devolviendo al viudo o viuda las ganas de vivir, si esa pérdida va acompañada de un bebé que no conocerá a su padre y que deberá ser criado solo por su madre, la angustia está servida. No es lo mismo adoptar una criatura en el seno de una familia monoparental, no es lo mismo que una mujer decida ser madre sin contar con la participación de un padre "legal". Quedarse viuda a las puertas del nacimiento de un hijo tiene que resultar forzosamente más doloroso, no solo por la pérdida de la pareja sino por la responsabilidad de criarlo y educarlo sin el apoyo del otro miembro.
ResponderEliminarVolviendo al relato, has sabido transmitir a la perfección todos esos sentimientos. Un hecho especialmente curioso, que en mi opinión le da un toque de realismo, aunque tenga tintes de irrealidad o irracionalidad, es la duda que se le crea a la protagonista cuando debe decidir con qué vehículo se desplazará hasta el hospital. La mente juega muchas veces con nosotros y de pronto nos paramos a pensar en cosas absurdos cuando tenemos un drama ante nuestras narices.
En definitiva, un relato muy bien logrado.
Un beso.
Hola, Josep Mª.
EliminarPerder a un ser querido siempre es doloroso, pero cuando se da en un momento que debía ser el más feliz, como es el nacimiento de un hijo, esa pérdida es mucho más cruel. No quiero ni imaginarme lo que debe sentirse ante una situación como la de mi protagonista.
Esas preguntas banales que se hace esta mujer son absurdas pero reales, como tú mismo comentas. Sin llegar a una situación tan trágica, yo pude comprobar que ante un hecho dramático nuestro cerebro se defiende ocupando nuestra mente en otras cosas sin importancia, como si fuera una manera de recibir el golpe menos directamente. No sé, puede que un psicólogo sepa explicarlo mejor, pero estoy segura de que es un mecanismo de defensa.
Gracias por tus elogios, los valoro mucho.
Un beso grande.
Un relato triste y real que puede pasar y ha pasado a algunas mujeres en estado de buena esperanza. Un accidente puede trucar la vida de una familia. Esta mujer en ese desánimo, perder a su marido, el miedo a seguir ella sóla y pensar en que ella sóla pueda seguir adelante con ese embarazo y ese hijo/a. Has creado un buen relato y has vencido a las expectativas que te pedían con este ejercicio. Me ha encantado la forma que le has dado con sencillez. Un abrazo.
ResponderEliminarHola, Mamen.
EliminarEl ejercicio tenía, a mi juicio, el peligro de caer en el sentimentalismo, espero no haber tenido ese error.
La vida muchas veces nos sorprende mostrando su lado más amargo.
Un beso muy grande y bienvenida.