La última
creación de Eduardo Mendoza tiene como protagonista a Rufo Batalla, un
periodista en ciernes que al final de la década de los sesenta del siglo pasado
intenta hacerse un hueco en su profesión. Como novato que es, sus primeros
trabajos son de poca monta y le encargan que cubra la información sobre un
evento social: el rey sin corona de un país satélite soviético (Livonia) se
casa con una rica heredera. Por casualidad el joven reportero traba amistad con
ese rey sin trono y es el punto de partida de esta “novela”.
Siguiendo los
pasos de Rufo Batalla, donde yo veo bastantes similitudes con la vida personal
del escritor, nos adentramos en la situación social de los años sesenta de
Europa en general y de España en particular. El radio de acción de esta “novela”
se extiende más allá de nuestro continente cuando el protagonista viaja a
Estados Unidos para trabajar allí.
Si entrecomillo
el término novela es porque para mí este libro no es tal. Es una crónica. La
historia del encuentro relativamente fortuito con el rey destronado es solo una
excusa para analizar diferentes temáticas y de diversa índole. Y todo contado excelentemente.
En esta crónica
se hace referencia a sucesos decisivos que marcaron una época convulsa en
muchos ámbitos: la primavera de Praga, la muerte del Che Guevara y de Luther
King, la guerra del Vietnam, la revuelta francesa de mayo del 68 y muchas cosas
más se cuentan de manera sucinta en esta “novela”.
Se habla de
política en general:
“La política carece de validez y futuro. El
patriotismo es un engaño, la democracia es una estafa.”
También se
habla de la falta de democracia y de cómo se la anhela en aquellos países donde
una ideología quiere imponerse por encima de las demás. A raíz de un viaje a
Praga el protagonista puede comprobar que el sistema comunista al otro lado del
telón de acero no es el paraíso que sus compañeros izquierdistas universitarios
creían, pues allí tienen las mismas carencias de libertad que en la España de
Franco.
“Más allá de cualquier ideología o sistema,
aquellas personas anhelaban la misma libertad que nosotros y que, pese a todas
las diferencias, luchaban contra el mismo enemigo.”
Es a este
respecto donde se muestra el lado más derrotista del escritor/protagonista.
Rufo al viajar y salir de la urna de cristal donde está instalado,va
comprobando que el asidero al que se agarran sus compañeros tiene una base muy
endeble y solo es una quimera.
“La fe inquebrantable en una ideología que
prometía revolución, justicia y libertad era nuestra única certeza.”
Con gran
precisión, y siempre a través de los ojos del protagonista, se relata la
evolución de un régimen obsoleto que se consume y se apaga, el de Franco, ya en
los estertores pero que no termina de
extinguirse.
“Después de la guerra, los militares habían
administrado el país como un cuartel, ahora tocaba a los civiles administrarlo
como una empresa.”
Pero no solo se
habla de política, también de otros temas de calado social. Temas que aún
siguen vigentes y que Mendoza trata con su mordacidad habitual poniendo el dedo
en la llaga y sin pelos en la lengua.
“El servilismo es una virtud en declive. Y
sin la humillación de los de abajo ¿cómo van a exaltarse los de arriba?”
Otra
característica de Mendoza es su fino sentido del humor, ese que utiliza con
ironía (o sarcasmo) y que en esta “novela”, fiel a su estilo, no falta.
“—¿Universitario?
—Licenciado en Filosofía y Letras.
—Peor para usted”
En lo personal
me ha gustado especialmente la definición que el autor hace de los madrileños:
“La gente de Madrid me pareció más desenvuelta,
más independiente y mucho menos convencional que la de Barcelona.”
Mendoza se basa, para hacer esta apreciación, en la procedencia tan variada de los madrileños
venidos de todos los puntos del país y en el desapego que eso provoca. Todo
esto se traduce en que, al no tener que rendir cuentas ante ninguna dinastía
linajuda, tenemos más confianza en nosotros mismos (confianza que deriva normalmente en chulería) y acabamos haciendo lo que
nos da la gana.
Por otra parte
y entre tanto tema tratado, se insertan frases o párrafos enteros que no tienen
nada que ver con lo que se cuenta. A mí esto me descolocó porque no sabía qué
era “eso”. Luego, al terminar, leí por ahí que eran citas de otras obras (de
Herodoto, de Edgar Rice Burroughs, etc) pero que al no ir entrecomilladas y al
no tener yo una gran cultura literaria no supe identificarlas.
Eduardo Mendoza
es uno de mis escritores preferidos. Todo lo que he leído de él me ha gustado
en mayor o menor medida, porque si hay algo que caracteriza a este autor es que
escribe muy bien y eso siempre es de agradecer. El argumento ya es otro cantar,
pero al menos la narrativa es excelente.
Y aquí, en el
argumento, encuentro uno de los escollos del libro. Básicamente argumento hay
muy poco, todo son ideas sueltas, múltiples personajes que aparecen, cuentan
sus historias y se van de la (supuesta e inexistente) trama. Se habla de todo
pero en realidad no se cuenta nada.
Por si esto no
fuera suficiente, encima el libro se termina abruptamente, tanto que creí que
mi ejemplar estaba defectuoso y le faltaban páginas. Cuando me acerqué a una librería
y comprobé que todas las copias estaban igual, fue cuando indagué y comprobé,
estupefacta y bastante cabreada, que la “novela” es la primera parte de una
trilogía y que los otros dos volúmenes aún no están editados, algo que me saca
de mis casillas. Aunque esto último solo es culpa mía porque debería haberme
informado más antes de adquirir la “novela” y así me habría ahorrado el
disgusto.
Por otra parte,
si me hubiera documentado previamente también me habría evitado el cabreo por
esa falta de argumento pues en alguna crítica literaria ya lo estaban avisando:
“No aspira a conducirnos a ningún lugar
concreto, simplemente va avanzando porque no queda otra, y desemboca en un
cierre melancólico que, de hecho, apenas es un cierre.”
Si yo hubiera
leído esto no habría comprado el libro, o al menos aún no; habría esperado a
que estuviera la trilogía al completo y así comprobar si la cosa tiene cierre o
no, o se queda in albis. Pero esto
solo lo sabré dentro de unos meses, o años, porque no sé qué plazo tiene pensado
la editorial a la hora de emitir lo queda de la obra.
Valga, al
menos, esta reseña como aviso a navegantes. Si yo supiera lo que ahora sé no me
habría gastado los veinte euros del ala que me cobraron por un librito, que esa
es otra, con trescientas páginas mal contadas pues la letra es apta para gente
con presbicia que ha perdido las gafas y con márgenes de más de dos
centímetros. Una auténtica burla desde el punto de vista monetario.
Además, de
haber sabido lo que ahora sé, también me habría ahorrado las pastillas contra
la acidez, esa que se me forma en el estómago cuando tengo la sensación de que
me han estado tomando el pelo.
Cuánto me alegro, Paloma, que hayas dedicado una entrada a reseñar esta obra, pues tenía serias dudas sobre su calidad, y me las has despejado.
ResponderEliminarYo también soy un admirador de Eduardo Mendoza. De las 16 novelas (si no voy errado) que lleva publicadas, las he leído todas excepto esta, pues había oído que no era precisamente una de sus mejores obras, con diferencia, y últimamente soy muy reacio a leer una obra en base a la trayectoria de su autor. Muchas decepciones he tenido con escritores y escritoras consagrados.
Quizá sea una apreciación muy particular y equivocada, pero me da la impresión de que la calidad literaria de este afamado autor ha ido decreciendo paulatinamente. Cuando ganó el premio Planeta por Riña de gatos, ya tuve una cierta decepción pues, aunque me gustó, me dio la impresión de que no estaba a la altura de su hasta entonces obra literaria. Para mí, su mejor novela es La ciudad de los prodigios, seguida de su primera novela, La verdad sobre el caso Savolta. Lo más curioso es que descubrí a Mendoza por casualidad. Un día, revisando mi biblioteca, en busca de algún libro que tuviera pendiente de leer, hallé una novela titulada Una comedia ligera, de un tal Eduardo Mendoza, que no recordaba de dónde había salido, deduciendo que sería un regalo olvidado. Me gustó tanto que empecé a leer todas sus novelas, desde la más antigua hasta la más reciente. Hasta ahora.
Lo que comentas acerca de que esta, su última obra, más que una novela es una crónica, con el estilo narrativo propio de una crónica, y el hecho de formar parte de una trilogía que vete tú a saber cómo acaba desarrollándose, me echa para atrás. O más boen que el cuerpo me pide que espere el tiempo que haga falta para, en función de lo que se diga de sus siguientes dos entregas, dejar esta tarea pendiente.
En lo único en lo que no estoy de acuerdo es en la afirmaciñon de que la gente de Barcelona seamos menos desenvuelta, menos independiente y más convenconal que la de Madrid. Claro que, como bien dice, esa es una apreciacion personal, jajaja. Y ante una opinión personal uno no puede oponerse, jeje.
Un beso.
Hola, Josep Mª.
EliminarCuriosamente lo primero que leí de Mendoza fue Riña de gatos, y me gustó bastante. Luego seguí con El misterio de la cripta embrujada y El asombroso viaje de Pomponio Flato y me gustaron mucho más. En cambio, El secreto de la modelo extraviada no tenía tanta calidad, pero al menos tenía un buen argumento trabajado.
De todo lo que he leído de él este libro es el único que me ha decepcionado (y no del todo pues la narrativa sigue siendo muy buena).
Respecto a su opinión sobre los madrileños me hizo gracia porque viene precisamente de un barcelonés. Es posible que con esa apreciación haya querido hacer un guiño a los lectores de Madrid y dar el contrapunto a ese ambiente de crispación que desde varios sectores se está estimulando y que quiere provocar confrontación. De todas formas nunca se puede generalizar en nada, en Madrid y en Barcelona habrá de todo como en botica, aunque en lo de la chulería es posible que sí proceda, ja, ja, ja.
Me alegro de que esta publicación te haya puesto en alerta. A mí aún me escuece el gasto en un librito que no me duró nada y encima está "sin terminar".
Un beso.
Saludos, Kirke.
ResponderEliminar¿Ves como no andaba errado cuando te decía que tienes criterio propio a la hora de reseñar? ; )
Imagino que las críticas "profesionales" de este libro irán en función del grupo mediático al que pertenezca el crítico en cuestión. Para nuestra desgracia -la de los lectores- hace tiempo que la crítica especializada en nuestro país anda en manos de gente que trabaja para grupos mediáticos que, a su vez, tiene participación, directa o indirecta, en editoriales; de ahí que resulte de lo más normal ensalzar o destruir una obra en función de estas variables.
De Mendoza he leído dos novelas: "Sin noticias de Gurb" y "El año del diluvio". Las dos me encantaron; cada una en su estilo -la primera claramente orientada hacia el humor absurdo y la parodia, y la segunda al drama costumbrista con trasfondo histórico-. Y, aunque suene a sacrilegio, he dejado a medias "El misterio de la cripta embrujada". Digo lo del sacrilegio porque tengo un par de amigos que me hablan maravillas de esa novela y yo, a pesar de haberlo intentado en varias ocasiones, no he podido pasar del primer capítulo. Aún así, le volveré a dar una nueva oportunidad en el futuro.
Leyendo el comentario de Josep Mª me he animado a seguir indagando en la obra literaria de Mendoza. Me apunto "Una comedia ligera", "La ciudad de los prodigios" y "La verdad sobre el caso Savolta". Gracias, Josep. : )
De esta última, la de tu reseña, me quedo con la portada: me encanta.
Un abrazo.
Hola, Pedro.
EliminarPor suerte o por desgracia, yo no leo la crítica ni mediática ni la que está sin mediar. De haberlo hecho me habría enterado que este librito pertenecía a una trilogía y me lo habría pensado dos veces.
Las únicas referencias de terceros que escojo para elegir lecturas son las reseñas de otros blogueros, y entre estas prefiero las de conocidos que sé son sinceros, porque incluso en este mundo de blogueros reseñistas hay mucho agradecido a las editoriales que por regalarles libros no son demasiado imparciales (me refiero a esos blogs con mogollón de seguidores y con tropecientos mil comentarios).
A mí el de la cripta me gustó bastante, pero para gustos los colores.
En cuanto a la portada a mí también me resultó muy molona. El gato que aparece es Fritz, un personaje de cómic (esto lo averigüé cuando investigué sobre la novela después de terminarla; el minino me resultaba conocido pero no le ponía nombre ni mucho menos).
Un abrazo.
Poco he leído de Mendoza, pero lo que cuentas me ha gustado. Un beso.
ResponderEliminarHola, Aliena.
EliminarGracias por tu visita.
Un beso.
Hola Kirke, ¿un tanto extraña la portada de la "novela", no? ja,ja,ja, bueno desde luego llamativa si es.
ResponderEliminarRespecto a la historia en sí, me quedo con esa sensación de engaño que tuvieron los españoles antifranquistas cuando viajaron a los países del este y comprobaron que el comunismo real era la otra cara de la moneda pero con la misma miseria como denominador común. Por otro lado, como ya sabes, me gusta tu espíritu crítico y valiente sin importar el autor, su trayectoria o sus éxitos anteriores. El libro lo descarto, y me quedo con tu reseña que a buen seguro es más divertida que el propio inicio de esta trilogía. Un gran abrazo y buena semana lectora.
Hola, Miguel.
EliminarLo de la portada yo tampoco lo entiendo, pero eso no sé si es cosa del autor o de la editorial aunque supongo que será más de la editorial.
A mí también me pareció muy sangrante esa constatación por parte del protagonista que la vida en los países del Este era casi igual que en España en cuanto a falta de libertad. Ningún extremismo, del signo que sea, es bueno y esa sinceridad por parte del autor le honra dada su mentalidad izquierdista (al menos era de izquierdas hace años, lo mismo ahora ha cambiado).
Creo que haces bien en descartar el libro, no está mal, pero que no se termine pues aún quedan otros dos es una buena razón para dejarlo de lado.
Un abrazo.
Hola Paloma, de Eduardo Mendoza he leído varios libros y le tengo un cariño especial a Sin noticias de Gurb, porque creo que en los últimos tiempos es el libro con el que conseguí que uno de mis hijos leyera. Eso de que los hijos leen si los padres leen puedo afirmar que no es así en mi caso.
ResponderEliminarAunque me gusta mucho su ironía y he disfrutado con otras de sus novelas, no creo que compense el leer un libro que no está a la altura. Estoy de acuerdo con Josep Ma que ya su Riña de gatos no me gustó demasiado, lo vi muy en la línea Premio Planeta y no me acostumbran a gustar demasiado.
Besos guapa
Hola, Conxita.
EliminarCompletamente de acuerdo con eso de que no es cierto que si los padres leen los hijos también. Hace años yo tuve que lidiar con mi hija para que se aficionara a la lectura y cuando estaba a punto de tirar la toalla vino a hacer el milagro Laura Gallego y sus Memorias de Idhun (Santa Laura la llamo yo, por lo del milagro).
En cuanto a Eduardo Mendoza creo que es de esos autores consagrados que han aparcado su buen hacer y están bajo la nómina de una editorial, es la única manera de explicar el porqué de este libro tan mediocre en cuanto a argumento.
Un besote.
Veo que el balance ha sido más bien negativo. Hace bastante que no leo libros del autor. Siempre busco en él al Mendoza de "La ciudad de los prodigios", "La verdad sobre el caso Savolta", "Una comedia ligera" o mismamente "Sin noticias de Gurb", pero no termino de encontrarlo y las últimas cosas que ha escrito, veo que siguen sin ir por ese camino. Creo que seguiré esperando y confiando en que vuelva "mi" Mendoza.
ResponderEliminarUn beso.
Hola, Rosa.
EliminarCreo que con este escritor pasa lo mismo que con Rosa Montero o Isabel Allende. Sus últimas obras dejan bastante que desear. No sé si es porque ya no necesitan esforzarse para vender pues su solo nombre ya es reclamo y las editoriales publican sus obras estén como estén.
Esperaremos a que "resurja" el Mendoza de antaño, aunque yo soy bastante pesimista, la verdad.
Un besote.
Hola.
ResponderEliminarLa primera obra que leí del autor fue "El mmisterio de la cripta embrujada" cuando era una niña y claro, me gustó mucho.
Luego he ido leyendo los demás, me encanta " Sin noticias de Gurb", por ejemplo, pero últimamente no me convence, no sé, se le habrán ido las musas o soy yo que estoy envejeciendo mal.
Muy my feliz martes.
Hola, Gemma.
EliminarCreo que todos los que hemos leído a Mendoza estamos de acuerdo en que ha ido de más a menos. Es una lástima.
Supongo que cuando nos hacemos mayores perdemos facultades aunque no creo que, en el caso de buenos escritores, esto influya. Yo soy más de la opinión de que no quieren esforzarse porque les publican sí o sí.
Un besote y bienvenida de nuevo.
Pues mil gracias por el aviso, Paloma, porque ahora sabemos de sobra a qué atenernos.
ResponderEliminarConfieso que no he leído nada de Eduardo Mendoza y, aunque confío plenamente en tu criterio cuando dices que escribe muy bien, me he quedado con la sensación de que anda corto de pasta y tenía que sacar un libro a como diera lugar, por lo que reunió apuntes de aquí y de allí, compuso una crónica "ligerita" y la publicó. Yo también me hubiera sentido un poco-mucho estafada, pero de todo se aprende: en una temporada no olvidarás informarte acerca del libro que piensas comprar :)
Es un gusto comprobar que en este tiempo no has perdido nada de tu fluidez y sentido del humor a la hora de reseñar. No entiendo por qué he tardado tanto en volver :D
¡Un beso de martes!
Hola, Julia.
EliminarEres única dando ánimos. Me ha encantado esa pregunta que te haces, a cuenta de mi manera de reseñar, sobre por qué has tardado tanto en volver, ja, ja, ja. Gracias.
No me gusta informarme antes de leer un libro porque suelo condicionarme con determinadas cosas y prefiero ir "virgen" a la obra en cuestión. Pero eso tiene sus inconvenientes como he podido comprobar con este libro. En fin, en el equilibrio estará la virtud.
Un beso grande, guapa.
Me alegro de leer tu reseña, ya sé a qué atenerme. Es todo muy raro, algunos libros parece que se editan por el tirón comercial del autor. Lo que tampoco entiendo muy bien es la portada: ¿la caricatura de un gato? Me quedo con la obra temprana de Mendoza (sobre todo "La ciudad de los prodigios"), allí está su esencia incorrompida.
ResponderEliminarUn abrazo
Hola, Gerardo.
EliminarYo tampoco entiendo lo del gato de la portada. De hecho, y antes de saber que es un personaje de un cómic, creí que la obra tendría relación con aquella Riña de gatos ganadora del Planeta. Pero no, ni tiene relación ni aparecen gatos directa o indirectamente. A lo mejor salen en los otros dos volúmenes de la trilogía, pero una servidora no lo va a comprobar porque no creo que los lea. O sí. Ya veremos.
También coincidimos, tú y yo, en que el Mendoza de hace años era mucho más gratificante que el de ahora.
Un abrazo.
Hola soy nueva por aqui y me parece muy interesante tu entrada :)
ResponderEliminarEn realidad no he leido nada de Eduardo Mendoza pero tu post me advierte lo que me espera jajaj
Ya me quedo por aqui :)
Te invito visitar mi espacio
besitos
Hola, Jely.
EliminarGracias por tu visita. Sé muy bienvenida.
Un abrazo.