Pestañas

5 de noviembre de 2021

El bosque encantado

 

Me gustaría que supieras que estoy bien, que nada me incomoda, que estoy a salvo. Y que mi seguridad es gracias a ti, aita. Hiciste bien en esconderme en este bosque, fue una buena idea. Los humanos son implacables y no cejan cuando se empecinan en algo, especialmente cuando se sienten amenazados, aunque la amenaza no sea real, aunque sea una falacia.

Porque un embuste fue el pensar que tú y yo les haríamos algo malo a los aldeanos, pero siempre fueron gente supersticiosa, ignorante, víctimas de quienes, sabedores de su estulticia, aprovecharon para manipularlos y unirlos en una causa que los alejara de sus verdaderos problemas, aquellos derivados del abuso de los que, precisamente, envenenaron sus mentes haciéndoles creer que nosotros suponíamos un peligro para ellos.

Tú, una amenaza, aita. Tú que siempre fuiste bondadoso con todos, con cualquiera que acudiera a ti en busca de ayuda. ¿Recuerdas cuando el río se desbordó y anegó las casas de los aldeanos? Te ofreciste a ayudarlos, con tus enormes manos y tu estatura de gigante los recogiste y los llevaste a lo alto de una loma mientras las aguas volvían a su cauce y evitaste que muchos de los que ahora nos persiguen murieran ahogados.

Pero la memoria de los humanos es frágil, olvidadiza y sus oídos están siempre prestos al rumor, a la insidia, a la maledicencia.

Aún recuerdo con pavor el griterío de la aldea cuando todos a una salieron a darnos caza. Nunca vi temor en tu rostro hasta ese día, aunque tu miedo fuera por mí. Podrías haberlos aniquilado con un barrido de tus poderosos brazos, podrías haber destruido sus casas en justa venganza por ser tan desagradecidos, pero querías ponerme a salvo y huiste, huimos en la noche cerrada acuciados por las voces de la turba enfurecida.

Tú eres demasiado grande, yo aún no alcanzo la estatura de un adulto y para mí es más fácil esconderme, por eso me dejaste en el bosque, oculto tras unas rocas y te alejaste para alejar contigo a la manada furibunda y separarla así de mí.

El viento y la lluvia me hablan de ti, me cuentan que, de vez en cuando, vienes a buscarme y que te desesperas al no encontrarme. No sufras, nada me amenaza, aquí estoy seguro.

Las ardillas me dicen que te han visto llorar, que lamentas aquella decisión, pero quisiera que supieras que fue acertada. Estoy bien, aita.

El bosque me cuida, desde el principio. La primera noche que pasé aquí te confieso que estuve muy asustado. Cuando te marchaste quise ser valiente, como me pediste antes de desaparecer, pero la oscuridad era densa, la niebla que todo lo empapaba me hizo estremecer y lloré. Temí por mí, y también por ti.

Al final el miedo y el llanto hicieron que me rindiera al sueño. Al amanecer una dulce voz cantarina me despertó, al abrir los ojos comprobé que una hermosa mujer vestida de verde estaba inclinada sobre mí; creí estar soñando pero su sonrisa y la caricia en mi rostro fue real. Sin dejar de sonreír me susurró que todo iba a ir bien. En un lenguaje extraño se dirigió a las hayas centenarias que me habían dado cobijo esa noche en que me escondiste. Cuando la dama terminó de hablar, un fuerte viento meció las ramas de los árboles, tuve la sensación de que asentían a lo que fuera que la bella mujer les hubiera dicho.

Desde ese momento, todo el bosque me acoge. El río me canta nanas las noches que te añoro más de lo habitual y me cuesta dormirme, las ranas me acompañan con sus saltos en mis juegos infantiles, el musgo me abriga al atardecer protegiéndome del rocío y las hojas caídas en el suelo me proporcionan un lugar acogedor en el que tumbarme.



La dama de verde viene de vez en cuando y me enseña a conocer el bosque, a comprender su lenguaje. Entiendo el susurro de las hayas cuando se comunican entre sí, entiendo el cantar del río, incluso lo imito. Leo las nubes y descifro sus aéreos mensajes, el color, las formas me dan mucha información. Pero ante todo, la dama me enseña a esconderme cuando algún aldeano osa adentrarse en este lugar sagrado. He aprendido a adoptar formas imposibles que hacen que los estúpidos humanos no sepan verme aunque esté delante de sus narices. Puedo convertirme en una roca, o abrazarme al tronco de un haya y fundirme con ella, mis pestañas pueden parecer setas y quien delante de mí pasa no advierte mi mirada escrutadora.







Los pájaros me ponen al día de lo que acontece en la aldea; ya se han cansado de buscarnos, dicen, sus habitantes ahora están centrados en perseguir a unas pobres mujeres cuyo delito consiste en vivir en una cueva y utilizar plantas para curar enfermedades. Un pinzón me dijo que quieren quemarlas porque sus poderes se los da el diablo. ¡Qué ignorantes! Su sabiduría proviene del bosque, el mismo que me cuida y vela por mí.

Me gustaría verte, pero la dama de verde me dice que no es el momento, que hay que esperar, aún no puedo mostrarme. Debo seguir camuflado, escondido. Es pronto para enseñar mi escondite, ni siquiera a ti.

También me gustaría que supieras que he recibido todos los juguetes que has ido dejando en el bosque. Los tejones y los zorzales me avisan de los lugares donde los depositas. El primer regalo, tu txapela, la guardo con amor, huele a ti, me la pongo muchas veces, aunque la he recubierto de musgo para que no la descubran los paseantes impertinentes que se acercan a este maravilloso lugar.



Ojalá entendieras los trinos de los pájaros, o el murmullo de las hayas, así sabrías de mí y de todo esto que te cuento. De momento, solo puedo dejar mensajes en las rocas, pequeñas señales de que estoy bien, a resguardo y feliz. Espero que algún día podamos reunirnos, que llegue el momento del reencuentro, entonces te enseñaré yo todo lo que he aprendido, tú también sabrás camuflarte y esconderte para vivir juntos aquí, lejos de los humanos, lejos de sus vilezas y sus miserias, rodeados de las hayas y los animales, protegidos por el bosque encantado.

 








NOTA: cuenta la leyenda que dos gigantes, padre e hijo, fueron perseguidos por unos aldeanos para matarlos pues, aunque nunca habían hecho daño a la población, los consideraban un peligro. El padre huyó y escondió a su hijo en el bosque de Urbasa. Cuando la persecución cesó, el padre volvió al bosque a recuperar a su hijo pero no lo halló. Dicen que deja juguetes en el lugar para atraerlo y poder reunirse con él, y que el primer regalo consistió en su propia txapela. Muchos de los caminantes que se adentran en el bosque encantado buscan al niño gigante sin que, por el momento, nadie lo haya encontrado. También dicen que el niño está protegido por la diosa Mari, reina de la Naturaleza, por lo que nadie podrá capturar nunca al gigante escondido.


18 comentarios:

  1. Precioso y las fotos también muy bonitos y adecuadas al texto. Un beso.

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    1. Gracias, Pura.
      Fueron las fotos las que inspiraron este relato, además de la leyenda que me contaron cuando estuve ahí.
      Un besote.

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  2. Qué precioso relato, Paloma. Los humanos siempre perseguimos lo que no entendemos, lo achacamos al diablo como forma de defender nuestra ignorancia de la ignorancia. No podríamos enfrentarnos a la evidencia de todo lo que no sabemos. Por eso preferimos considerar diabólicos a los que saben, antes que sabios.
    Le sacas mucho partido a tus viajes. Qué envidia.
    Un beso.

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    1. Tienes toda la razón. Nos da miedo todo aquello que no entendemos o no podemos explicar y tendemos a ver una amenaza en lo incomprensible.
      Pasear por los bosques de Navarra es mágico y creo que el propio ambiente, sobre todo ahora en otoño, incita y despierta la imaginación.
      He estado solo tres días pero tengo en el tintero otras dos historias que se me han ocurrido gracias a este viaje relámpago. A ver qué me sale.
      Un besote.

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  3. ¡Hola, Paloma! La verdad es que desconocía la leyenda en la que te basas para este relato, pero es una maravilla. Como es maravilloso cómo, además del relato, has conseguido que veamos el mismo con esas fotos que has tomado y cuyas formas le dan toda la verosimilitud a la leyenda. Jo, sobre todo esa haya en la que se ve perfectamente a esa persona de espaldas fusionada a su tronco. Un fuerte abrazo!

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    1. Hola, David.
      Los hayedos, de todos los tipos de bosques, creo que son los que más se prestan a hacer volar la imaginación. La disposición de las hojas, la penumbra que dan al lugar (apenas dejan pasar los rayos de luz, aunque cuando yo fui estuvo casi todo el tiempo nublado), las raíces que se esparcen varios metros por la superficie, las hojas en el suelo, el musgo que todo lo cubre... en fin, que con esas imágenes cómo no iba a escribir algo, ja, ja, ja.
      Si a todo esto me entero de la leyenda del niño gigante que habita en ese bosque, la combinación fue perfecta, solo tuve que darle forma.
      Un abrazo.

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  4. Los humanos siempre tan inhumanos y pendencieros. la ignorancia y el interés de algunos hacen que se tema a lo desconocido.
    No cambia mucho la realidad de la leyenda.
    Preciosas fotos que me han traído recuerdos de juventud.
    Besos.

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    1. Lo que he contado es una leyenda, para empezar porque los gigantes no existen (o eso parece), pero seguro que más de un padre y un hijo hubieron de huir de la jauría humana perseguidos por cualquier idiotez que se les ocurriera a la manada, por cualquier culpa imaginada.
      Somo animales irracionales en muchas ocasiones y nos comportamos con muy poca humanidad.
      Un besote.
      P.D. Del río en el que te bañaste pondré fotos y publicare un relato que estoy esbozando ahora mismo. Por cierto, ahora no podrías bañarte en esa cascada, es zona protegida.

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  5. Me encantan las leyendas sobre seres que habitan en los bosques. En el País Vasco, Navarra y Aragón, sobre todo, existen muchas y muy variadas. En la que cuentas, una vez más es el hombre quien protagoniza una conducta inhumana, que tuvo su punto álgido en la caza de brujas. Siempre he pensado que este es el mejor ejemplo, no solo de la maldad y de la ignorancia, sino también de la estupidez humana. Si las brujas hubieran tenido poderes conferidos el diablo, habrían podido escapar de sus captores volando o desapareciendo, convirtiéndoles, de paso, en lagartijas, ja,ja,ja. Pero esta es otra historia.
    Tienes una gran capacidad para contar cualquier historia, pero especialmente las que entrañan un misterio, de forma que provocas un interés creciente por parte del lector.
    No me extraña que el bosque de Urbasa te haya inspirado este relato basado en una leyenda rural. Su visión nos transporta a un pasado de fantasía. Muchas veces, paseando por un bosque así, he esperado ver a un ser mitológico o fantástico aparecer detrás de un árbol o de una roca, je,je.
    Un beso.

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    1. Hola, Josep Mª.
      Sobre brujas escribiré próximamente. Estar en Navarra y no pensar en brujas es prácticamente imposible. Así que algo contaré sobre ellas.
      Los tres días que he pasado caminando por los bosques navarros han sido alucinantes, cada rincón, cada río, cada senda, me dejaron con la boca abierta. Casi todo el rato que caminé estaba segura de que me iba a salir al paso un duende, un elfo, un hada, no sé, algún ser de leyenda porque el lugar es de cuento.
      Además, puede que con la imaginación disparada por el entorno, veía formas en las rocas a cual más disparatada: monjes cabizbajos, culebras en forma de rama partida, hombres portando espadas. Yo creo que la humedad que impregna el ambiente tiene alguna sustancia estupefaciente, ja, ja, ja, o simplemente que alguna de las setas que abundan por todas partes, emiten vapores alucinógenos, no sé.
      Como he comentado a otros blogueros, tengo en el tintero otras historias que se me han ocurrido en este corto, pero productivo, viaje.
      Un beso.

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  6. Hola Paloma desde luego ese bosque es una auténtica preciosidad. Gracias por las fotos que acompañan tu relato, lo hacen tan creíble que esperaba que en cualquier momento apareciera ese gigante.
    La leyenda no la conocía pero la intolerancia y el miedo a lo diferente ha aparecido y sigue apareciendo en cualquier momento, no importa que no se haya hecho daño ni molestado a nadie porque al final no importan los motivos solo se quiere perseguir a aquellos que son distintos, es triste pero es así y por eso esa leyenda de gigantes deja un poso de tristeza porque en pleno siglo XXI seguimos siendo igual de intolerantes. Espero que en algún momento esos dos gigantes se encuentren y si viajo a ese precioso lugar recordaré llevarme algún juguetito para dejarlo para el niño gigante y seguro que protegido por la madre naturaleza nadie podrá hacerle nada.

    Me alegro que hayas disfrutado el viaje y nos has hecho disfrutar con este relato y con los próximos que seguro que ya tienes cocinándose por ahí porque como dices el bosque ha hecho que tus musas y musos estén de lo más activas.

    Un beso enorme y muy feliz semana

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    1. Hola, Conxita.
      Es verdad que la intolerancia y el desprecio/odio a los que son diferentes es algo que no cambia, por mucho que, supuestamente, avancemos.
      En el bosque de Urbasa yo me esperé encontrar cualquier ser fantástico en todos los rincones y detrás de cada árbol, y estoy segura de que ahí estaban pero yo no supe verlos. Lo que sí me encontré fue mucha inspiración, pero el lugar despierta la imaginación de cualquiera porque es mágico.
      La leyenda del niño gigante y la protección de la diosa Mari me pareció entrañable, a pesar de los motivos por los que el niño tiene que vivir ahí. Es curioso cómo el ideario popular crea historias tan bonitas y tan crueles al mismo tiempo.
      En mis próximas entregas iré contando más cosas de las que me enteré en esa región maravillosa.
      Un besote y feliz domingo.

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  7. Una interesante historia. Quizás alguien lo encuentre. Saludos

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    1. Ojalá quien lo encuentre sea su propio padre, eso sería lo mejor.
      Gracias por la visita.
      Un saludo.

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  8. Es muy lindo relato, Kirke. No conocía la leyenda. Hiciste una versión muy buena de lo que pudieron sentir ese niño y su padre.

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    1. Lo bueno de viajar con gente que sabe muchas cosas es que te las cuentan y luego yo aprovecho para recrearlas. La leyenda me la contó el guía que nos acompañó por el bosque y me pareció entrañable.
      Un abrazo.

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  9. Una bonita leyenda como muchas que hay en estos lugares tan impresionantes. Las fotos estupendas y muy bonitas. Me alegro que hayas disfrutado de la zona de Urbasa. Un abrazo.

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    1. Es una zona preciosa, Mamen. Tan solo estuve anteriormente en Navarra en una ocasión, en el Señorío de Baztán y en Zugarramurdi, y allí también quedé impresionada con los paisajes. Toda la región es una maravilla. Repetiré y también pienso visitar el País Vasco, que no le va a la zaga.
      Un beso.

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