Tras casi un
año en el dique seco, vuelvo con la sección “Do you speak English?” Si he
tardado tanto no ha sido por falta de ganas sino por falta de recursos
económicos que no me permiten viajar al extranjero con la frecuencia que a mí
me gustaría.
En esta ocasión
mis desventuras viajeras fuera de las fronteras españolas fueron en el país
vecino, Portugal, concretamente en la ciudad de Lisboa.
Cuando pienso
en Portugal no lo hago como cuando pienso en otros países, es decir, como un sitio
muy diferente de la comunidad donde yo habito. Siempre he visto a los
portugueses bastante parecidos a los españoles, semejantes en la forma de
pensar y de actuar. Por eso cuando planifiqué una escapada a Lisboa no fui muy
consciente de irme al “exterior”, ni me vinieron las dudas idiomáticas que me suelen
acosar cuando traspaso la frontera. Y eso fue un grave error —lo de relajarme
con lo del idioma— porque la cosa no fue tan sencilla.
Todavía hay
muchos que piensan que el idioma portugués y el español son parecidos. Eso no
es verdad. Salvo unas pocas palabras, nada es igual. Ni siquiera los adverbios,
imprescindibles para la comunicación más básica, como “sí” o “no” coinciden. La
forma de dar las gracias, otro requisito indispensable si quieres pasar por un
turista educado, es totalmente distinto: “moito obrigado/a” (lo del género es
complicado porque según a qué portugués o portuguesa preguntes te dirá que se
utiliza de modos diferentes) no se parece ni por asomo a nuestro "muchas gracias".
Tampoco es
cierto que el portugués sea semejante al gallego. Mi madre era coruñesa y he
pasado largas temporadas en Galicia que hicieron que entienda el gallego
bastante bien y desde esa posición puedo aseverar, sin género de dudas, que el
portugués tampoco se parece mucho al gallego, al menos al gallego que hablaba
mi abuela.
He de reconocer
que nada más bajar del avión yo también pensé en ese parecido idiomático pues extrañada
comprobé que entendía todas las conversaciones a mi alrededor. Cuando paseaba
por la calle o entraba a un restaurante había momentos en que comprendía perfectamente
lo que hablaban otros interlocutores y esto me hizo sentirme más segura
creyendo que me iba a desenvolver bastante bien gracias a esa semejanza
lingüística. Sin embargo, me desconcertaba que en otras ocasiones no entendiera
nada, algo que achaqué a que posiblemente había algún dialecto del portugués
que era de más difícil comprensión.
Al final todo
resultó un grave error de percepción por mi parte. Resulta que si entendía
muchas de las conversaciones que oía en Lisboa era debido a que esa ciudad está
llena de españoles. El “dialecto” que yo no comprendía era el portugués puro y
duro.
No solo el
portugués no se parece al español, es más, algunos vocablos inducen a error
porque son iguales que palabras españolas pero tienen un significado completamente
distinto, por ejemplo “presunto” en portugués quiere decir “jamón” en español,
y “polvo” significa “pulpo”. Cuando en la carta de especialidades de una tasca leí “presunto ibérico” pensé que estaban
avisando de una de esas estafas que se dan en los sitios turísticos, a lo que
pensé “Qué sinceros son estos portugueses”, pero cuando leí más abajo “polvo em
vinagre” me dije “Pero qué cosas más raras comen en Portugal”.
Hay más
vocablos que son iguales pero nada tienen que ver. Uno de ellos es “ascensor”,
allí, en Lisboa, es un funicular que sube (y baja) cuestas. Aunque algunas
calles son bastante empinadas no llegan a alcanzar la verticalidad esperada
para tener que usar un ascensor (en español). En cambio a los ascensores que
suben en vertical para salvar desniveles importantes en la ciudad, a esos los llaman
“elevadores” .
Elevador de Santa Justa |
Uno de estos
elevadores, el de Santa Justa, es una preciosidad. Está hecho en hierro y el
interior de la cabina es de madera. Antes de viajar a Lisboa me documenté —como
una buena turista que se precie— y me dijeron que era muy bonito coger ese
elevador para ver, desde su mirador, la puesta de sol. Debe de ser verdad
aunque yo no lo pude comprobar. Cuando faltaba una media hora para
atardecer, mis acompañantes y yo nos dispusimos a utilizar ese elevador
(ascensor). La fila que había era muy grande y el espacio del elevador (ascensor)
muy pequeño, lo que se tradujo en que tuvimos que esperar más de una hora para
coger el puñetero ascensor, o elevador. El atardecer nos pilló esperando en una
especie de pasillo semi cerrado y sin posibilidad de ver ni el sol ni la luna.
Cuando llegamos al mirador, el sol se estaba poniendo, pero allá por las
Canarias, y en Lisboa era noche cerrada. A cambio vimos la ciudad iluminada y
comprobamos la animación nocturna que tienen sus calles.
Vista nocturna de Lisboa desde el mirador de Santa Justa |
Otra cosa en la
que no coincide el portugués con el español es en lo de mirador. En este caso
no es solo la palabra (en portugués se dice “miradouro”) sino es el concepto en
sí mismo. Se supone que un mirador es un sitio desde donde se puede asomar uno
y mirar un buen paisaje. En Lisboa es así en la mayoría de los casos pero no en
todos; hay excepciones.
Por ejemplo, en
el mirador de San Pedro de Alcántara. Fui hasta allí para asomarme a su bonita
barandilla y fotografiar la ciudad. Subir,
subí, y asomarme lo que se dice asomarme, no, porque había unas vallas que me
impedían acercarme a menos de diez metros de la baranda. Pensé que estarían
arreglando el lugar y de ahí el impedimento para acceder, pero cuando fui al
mirador de Santa Catalina me pasó exactamente lo mismo. Había unas vallas, con
pinta de llevar bastante tiempo ahí, que impedían el acceso. Ante esta
situación yo me pregunté si sería cosa de que había muchos suicidas se lanzaban al vacío por esos miradores y el consistorio había decidido poner
cartas en el asunto, o que era un contubernio entre los vendedores de postales
que evitaban de esa manera fotografiar las vistas para así obligar a comprar
sus productos o simplemente que eran ganas de fastidiar.
Mirador de San Pedro de Alcántara (si no se ve a nadie no es porque no hubiera gente, es que no se podía uno acercar a la barandilla). |
Mirador de Santa Catalina (véase abajo parte de las vallas que impiden acercarse). |
Siguiendo con
los miradores, en el de Santa Lucía no había vallas, pero quizás los ediles del
ayuntamiento deberían pensar en poner tornos y limitar el aforo porque cuando
yo llegué estaba petado de turistas y los famosos azulejos que adornan tan
emblemático sitio apenas los pude ver entre tanta gente como había. Además,
todos y cada uno de los que allí se encontraban estaban haciéndose selfies por
lo que pasear por ese sitio sin riesgo de que te saltaran un ojo con un
teléfono móvil fue bastante complicado.
Mirador de Santa Lucía |
Entre los vocablos
portugueses que suenan igual que en español pero con significado distinto hay
algunos que pueden servir de aviso a pesar de la diferencia de concepto. Por
ejemplo, en el pintoresco barrio de Alfama nos sentamos en una terracita a
comer, las vistas eran muy bonitas, nuestra mesa se encontraba ubicada en un
pequeño alto en la confluencia de dos calles empinadas por las que recorrían
los vetustos tranvías, característicos de la ciudad. El establecimiento se
llamaba “Camelo” (camello) y el nombre resultó ser de lo más apropiado en
español porque fue un auténtico camelo cuando de pagar la minuta se trató. La
clavada fue importante y la tomadura de pelo también ya que, además de los
precios desorbitados en las bebidas, nos cobraron el servicio de camarero
aparte sin incluirlo en la factura. Hicimos el guiri pero bien.
Terraza Camelo, donde nos dieron el sablazo padre (que no se le ocurra a nadie ir allí, pongo la dirección:Rua Sao Tomé, 48) |
Por todas estas
cosas yo eché en falta saber hablar inglés bien, ese idioma tan primordial
cuando de viajar por el extranjero se trata, o en su defecto haber asistido a
algún cursillo rápido de portugués. En lugar de ir con tantas guías y mapas del
callejero debería haberme llevado un buen diccionario. Aunque, después de todo,
tengo la terrible sospecha de que, con o sin idiomas, todo lo que he contado me
hubiera pasado igual.
(Vai continuar…)
Has hecho muy bien en retomar este apartado donde cuentas tus peripecias viajeras. Además de divertirnos, nos ilustras con curiosidades y avisos para navegantes, que de otra manera quedarían relegadas al olvido sin ser útiles para nadie.
ResponderEliminarHa sido unas lectura la mar de agradable.
Moito obrigado.
Besos
Hola, Javier.
EliminarEspero que de todas mis advertencias sea de utilidad, especialmente, la que hago sobre el garito de Alfama, ahí el robo es de escándalo y que sea un lugar turístico no les da derecho a que te tomen el pelo.
Me alegro de que te haya gustado.
Un beso grande.
El portugués se puede traducir si lo estás leyendo, pues sí que es bastante similar al español (salvo algunas palabras y alguna expresión), lo malo es cuando se oye, porque el acento con que lo pronuncian altera totalmente lo que se ve escrito.
ResponderEliminarLa verdad es que viajar se está poniendo difícil. Yo he visto esa puesta de sol que dices y más cosas, en otros lugares, que cuando he querido volver a ellas ha sido imposible. La enorme cantidad de gente lo impedía. Viajar se ha puesto de moda y todo el mundo quiere verlo todo,sobre todo si es famoso y sale en las guías. Es lógico, pero el que todo cada vez más gente pueda acceder, lo dificulta todo y lo hace menor auténtico. No obstante, prefiero que sea así a que sea un privilegio para unos pocos, esos viajeros de principios del siglo XX, entre los que nunca podríamos habernos contado la mayoría.
Quedo a la espera de la segunda parte.
Un beso.
Hola, Rosa.
EliminarEl portugués se entiende al leerlo si das con algunas palabras porque con otras, como presunto o polvo, la confusión es importante. Desde luego, hablado yo no lo pillo ni por asomo.
La masificación turística en Lisboa empieza a ser un problema, pero como bien comentas todo el mundo tiene derecho a viajar y a conocer lugares.
Dicen que este relativamente reciente interés por Lisboa se debe a que Madona decidió irse a vivir allí. Yo, desde luego, no tenía ni idea. Lisboa había sido una asignatura pendiente desde hacía muchos años hasta que el mes pasado decidí enmendar.
Un besote.
No tenía ni idea de lo de Madona, ni sabía que Lisboa estuviera de moda como destino turístico. A mí siempre me ha gustado mucho y siempre tuve muchas ganas de conocerla. Lo conseguí en el año 91 que fuimos a pasar el fin de año. Portugal, en general, me encanta y está tan cerca que tienta mucho.
EliminarResulta que el hijo de Madona es futbolista y lo fichó el Benfica (un equipo lisboeta), de ahí lo de trasladarse a vivir allí. De todas formas, a mí me cuesta creer que el tirón turístico de Lisboa se base en esa señora ¿qué piensan algunos turistas, que se van a encontrar a la tía esa tomando un café en una terraza?
EliminarLo que sí es cierto es que el turismo en esa ciudad ha aumentado mucho en los últimos años.
Me gusta tu "travelogue". Tú sigue escribiendo, que nosotros te seguiremos leyendo
ResponderEliminarCatch up soon alligator (esto para tu inglés)
Besazo
Dolo
Hola, Dolo.
EliminarGracias por apuntarte a este diario de viaje algo raro.
Supongo que lo que me has escrito es una expresión coloquial porque a bote pronto no lo he entendido muy bien pero que yo me imagino algo así como 'hasta pronto, colega' ¿no?
Un besote.
¡Saudade! Paloma el idioma siempre nos guarda dificultad, a mi me pasó lo mismo pero al final nos hacemos entender. Es una pena que no vieras la puesta de sol. Yo no la vi porque estaba lloviendo cuando estuve en Lisboa. Pero es un lugar para volver de vez en cuando. A ver que te pasa en la 2º parte. Un abrazo.
ResponderEliminarHola, Mamen.
EliminarLa verdad es que yo también siento mucha saudade de Lisboa porque me encantó la ciudad.
El tiempo que nos hizo fue estupendo pero la puesta de sol me la perdí, al menos la del viernes, metida en esa maldita cola de espera.
Un beso grande.
Hola Paloma,
ResponderEliminarLisboa es una ciudad preciosa y ha sido muy original recorrerla a través de estas trabas lingüísticas con las que todos nos hemos encontrado alguna vez. A mí me pasó en Roma, no sé porque razón pensaba que yo iba a entender el italiano, y las pasé canutas en esta improvisación tan ibérica :-). En cualquier caso, los matices del lenguaje siempre son curiosos hasta donde hablamos el mismo idioma. El ejemplo perfecto sería la palabra coger con el distinto significado en España, y el los países del cono sur americano.
Un abrazo.
Hola, Miguel.
EliminarHace un par de años ya escribí mis apuros lingüísticos cuando fui a Italia. Como bien comentas uno piensa que el italiano es parecido al español y, al igual que pasa con el portugués, eso no es así exactamente.
A cuenta de esos desajustes en un mismo idioma pero dependiendo del lugar donde se hable, también podría escribir una entrada porque las situaciones grotescas que he vivido con compañeros y amigos de países latinoamericanos han sido de traca.
Un abrazo.
Qué bonita es Lisboa!! Hace poco estuve en Oporto y la verdad es que Portugal es un país que tenemos muy cerca y es precioso de visitar. Las veces que he estado en el país me ha dado la sensación de que me entendía mejor hablando yo castellano y ellos portugués que ambos inglés. Es verdad que si hablan rápido no te enteras de nada, pero para lo básico viajando a mí me pareció correcto. Pero también depende de las experiencias y de los momentos :))
ResponderEliminarLo que está claro es que estas anécdotas son las que dan vida al viaje y hacen que luego nos riamos!! :))
Un besito guapa!!!!
Hola, María.
EliminarAunque puedo prometer y prometo que todo lo que cuento me ocurrió de verdad, en el fondo sí que conseguí hacerme entender por los portugueses, pero porque ellos sabían bastante más español que yo portugués.
Esas cositas que nos pasan a todos en los viajes son las que luego se quedan grabadas en la memoria y hacen recordarlos como una experiencia única.
Un besazo.
Una entrada la mar de instructiva, Paloma :)) Fíjate que yo soy de las que piensan que el portugués se entiende bastante bien, al menos en mi experiencia. En la zona del centro estuve hace muchísimos años y apenas recuerdo nada, pero al Algarve habré ido tres o cuatro veces en los últimos años y nunca hemos tenido problemas con el idioma. Será que el Sur está mejor preparado para los turistas torpes como nosotros jajajaja.
ResponderEliminarPreciosas las fotos que nos muestras, y muy pintorescas. Creo que la ciudad ha cambiado un montón desde que yo estuve. Quedo a la espera de próximas entregas.
¡Un beso!
Hola, Julia.
EliminarEn realidad yo me hice entender bastante bien pero porque la mayoría de los portugueses (o los que yo me encontré) saben algo de español, porque cuando a mí me hablaban en portugués no entendía ni papa.
Es la primera vez que voy a Lisboa (no creo que sea la última) pero, por lo que me han contado quienes han estado anteriormente, la ciudad ha cambiado mucho, y para mejor.
En la próxima publicación hablaré del transporte...
Un besote, guapa.
Ay, amiga mía, es que el portugués de fácil y sencillo tiene poquito. Para mí lo más difícil es la entonación que le dan a la frase muy distinta a la española; es un idioma que posee doce sonidos vocálicos mientras que nosotros sólo tenemos cinco y esto hace que otros idiomas nos resulten más complicados que a muchos extranjeros, entre ellos, claro está, a los propios portugueses. Lo que dices de los "falsos amigos" (palabras idénticas que significan muy distinto) es algo común entre idiomas del mismo origen como los nuestros. Y luego es cierto lo de que se piensa por aquí que el gallego y el portugués prácticamente iguales. No, no... Cuando se lo comentas a los portugueses ellos dicen que el gallego es el abuelo del portugués. Y no se equivocan, pues es cierto que hubo un momento en que en el oeste de la península sehablaba una evolución del latín distinta a otras habladas en otras zonas peninsulares. Luego con la independencia desde el siglo XV el galego y el portugués evolucionaron sin contacto entre ellos y de ahí las grandes diferencias.
ResponderEliminarSobre los precios, pues fíjate Paloma, a mí no me pareció muy cara Lisboa. Es cierto, y por eso haces muy bien en dar datos y señales del local "Camelo", que hay quienes abusan de los turistas. Sucede en todos los países -también en el nuestro, claro-. A mí en Portugal no me ha ocurrido, pero hace años me sucedió en Verona en un sentido parecido al que tú cuentas. En fin, qué se le va a hacer, son gages del oficio... ¡de turista!
Bueno, chica, estaré atento a las siguientes entregas porque escribes de manera muy entretenida
Un beso
Hola, Juan Carlos.
EliminarJo, qué bien has explicado cómo y por qué el portugués es distinto del español e incluso del gallego. Yo solo puedo dar fe por la experiencia pasada.
Salvo la clavada (y tomadura de pelo) del local al que hago referencia explícitamente, yo no tuve la sensación de que Portugal (Lisboa) fuera caro. Los precios de las cosas y de los restaurantes están muy en la línea de los de aquí. Otra cosa es si vas al típico sitio de turistas, ahí te machacan. El caso del Camelo fue sangrante porque previamente otras dos mesas estuvieron discutiendo con el encargado (eran orientales y no les entendimos bien pero me imagino que por motivos similares a lo que nos hicieron a nosotros).
De hecho, el primer día anduvimos vagando por las callejuelas de Belém y comimos estupendamente en un restaurante muy pequeño lleno de "gente del barrio" y por un precio baratísimo.
En fin, estas cosas al menos luego quedan en el recuerdo y como anécdota.
Un beso grande, profesor.
Y por qué no empleaste el portuñol?,... jajaja
ResponderEliminarLa verdad que el portugués de los lisboetas es un poco más complicado de entender que, por ejemplo, los portugueses de Oporto. Si no tienes un poco acostumbrado el oído es un poco más difícil porqué "envuelven" las palabras, ... es como si las amasasen. Yo ya estoy acostumbrado pero imáginate las primeras reuniones con la gente del ministerio "das pescas", además con lo reverenciosos que son... Creo que la solución es que vuelvas otra vez!!
Me he divertido mucho!
Hola, Norte.
EliminarPor lo menos mi desencuentro idiomático fue en un entorno distendido, no me quiero imaginar cómo lo hubiera pasado si fuera por motivos laborales, ahí habría sudado tinta.
Ya que mencionas lo reverenciosos que son (¡es cierto!), me llamó la atención lo sumamente educados y corteses que se muestran para todo, ahí, por desgracia, nosotros no somos tan parecidos a ellos. El obrigado u obrigada lo dicen constantemente.
Mi única experiencia portuguesa a este viaje a Lisboa fue cuando era adolescente y me fui con mi madre y mis tías a Valença do Miño a comprar toallas y manteles. La verdad es que apenas recuerdo nada de aquello pero creo que en ese lugar todo el mundo hablaba español así que no tuvo ningún problema. De lo que sí me acuerdo es de que pudimos pagar con pesetas.
Me alegro de que te hayas divertido. A ver si también te gusta la próxima publicación que va sobre transporte.
Un abrazo.
Como me he reído cuando has mencionado el presunto y el polvo... En el fondo es lo que ha mencionado Norte y Juan Carlos, tienen ese tono hablando que nos hace más extraño el idioma. Pero como dices, al final siempre nos hacemos entender de una manera u otra. Yo no sé idiomas, pero parece que tengo cara de que sí y ni te imaginas la de guiris que me paran en la calle, en Barcelona, preguntándome cosas. Y eso que van con mapas, el gps del móvil y hasta brújulas. Pero nada como el dedo índice para hacerse entender. ¡A ver qué más te deparó este precioso viaje! Un fuerte abrazo!
ResponderEliminarHola, David.
EliminarLo que te pasa a ti en Barcelona con los extranjeros, le ocurre a mi hija en Madrid también. En su caso creo que es porque como es alta, muy blanquita de piel, ojos azules y medio rubia la confunden con una 'erasmus' y se piensan que es una paisana de ellos, ja, ja, ja. Pero, al contrario que yo, ella sí se defiende muy bien en inglés porque pertenece a esta nueva generación muy bien preparada en idiomas, menos mal.
Cuando hay buena disposición por ambas partes, como ocurrió en este viaje, al final uno se entiende.
Un abrazo.
Jajaja, los contratiempos idiomáticos es lo mejor y lo peor de los viajes al extranjero cuando no se domina el idioma local. Digo lo mejor por las anécdotas simpáticas que puede originar, y lo peor por el bochorno y alguna que otra confusión capital que te puede ocasionar. Yo llegué a familiarizarme bastante con el portugués gracias a una colega farmacéutica, de tal modo que al final cada cual hablaba su idioma, yo le hablaba en castellano y ella en portugués. Solo cuando nos encallabamos en una acepción que no entendíamos recurríamos al terreno neutral: el inglés, jeje.
ResponderEliminarEn cuanto a los nombres de algunos platos, siempre recordaré cuando, en mi primer viaje a Italia, leí en la carta que tenían pennes, jajaja.
Simpática y aleccionadora entrada- Ya tengo ganas de leer su continuación, pues seguro que nos seguirás entreteniendo y enseñando.
Un beso.
Hola, Josep Mª.
EliminarA cuenta de los 'penne' mi hija me lo hizo pasar mal en un restaurante de Roma. Ella tendría unos once años y cuando lo vio escrito en la carta me preguntó si "eso" se comía... En aquella ocasión recurrí a la estrategia que solía emplear siempre que mi hija me hacía preguntas comprometidas: le dije que se lo preguntara a su padre.
En Portugal yo me supe defender bastante bien por la buena disposición de todos con los que me encontré (y porque muchos portugueses saben más español que nosotros portugués), pero es cierto que nuestros idiomas no son tan parecidos como algunos creen, porque si me hablaban muy deprisa es que no entendía absolutamente nada.
Dentro de unos días contaré mis peripecias con el transporte luso.
Un beso grande.
Hola Paloma, genial que retomes estas peripecias por el extranjero.
ResponderEliminarA mi me gustó mucho ese aire decadente de Lisboa aunque fue hace años y no recuerdo mucha gente, me encantaron sus callejuelas empedradas, eso me encanto aunque pensé que por allí no debían usar muchos tacones ;)
Es una pena porque todo está masificado y perdiendo la esencia. Somos demasiados viajando a los mismos lugares y muchos lugares pierden su encanto ante tanto turismo. Los portugueses me parecieron muy amables y en nuestro caso no tuvimos problemas con el idioma porque se hacían entender, te hablaban más despacio o se pasaban al inglés. Eso no me sorprendió porque sabia que el nivel de inglés en Portugal es muy bueno, me explicaron que es porque allí no doblan las películas ni las series ni los dibujos y desde pequeños lo escuchan en versión original. Deberíamos aplicarnos el cuento a ver si mejoramos nuestro inglés.
Besos
Hola, Conxita.
EliminarLa parte antigua de Lisboa es muy bonita, con ese empedrado y con esos tranvías, pero poco práctica para quien tenga que vivir allí, las cosas como son. No tuve tiempo de visitar la zona más moderna, aunque supongo que ahí será una ciudad europea como tantas otras, con sus avenidas y sus edificios modernos.
Lisboa, la zona antigua, estaba llena de turistas, y eso que fui un fin de semana corriente y moliente, no quiero ni pensar cómo estará cuando sea Semana Santa o verano. Es una pena pero es lo que hay, y como le comento a Rosa, todos tenemos derecho a viajar y conocer lugares, así que habrá que resignarse.
En realidad yo tampoco tuve problemas para comunicarme pero fue mérito de los portugueses que pusieron empeño en entenderme. A tenor de lo que dices sobre su nivel de inglés, creo que en idiomas Portugal nos gana por goleada, de hecho ellos saben más español que nosotros portugués.
Lo de ver series o películas en versión original es una gran idea. Mi hija, una enganchada a las series de TV, se las ve en inglés y ella misma reconoce que ha mejorado su "oído".
Un besote, guapa.
Bonitos lugares, me han entrado unas ganas enormes de planificar un viaje y hacer una visita a nuestro país vecino. Cuantas cosas que ver, cuantas que saber, gracias Paloma por tan interesante entrada, muy útil. Un placer leerte.
ResponderEliminarHola, Mer.
EliminarSi no conoces Lisboa te invito a que lo hagas. Está aquí al lado y es una ciudad encantadora. No te dejes impresionar por las cosas que me pasaron a mí porque eso es cosa mía que tengo el cenizo cuando viajo, ja, ja, ja.
Un besote.
A veces pensaba como no vaya acompañada de mi hijo a Londres, uf, no me atrevo, mi hijo tiene un nivel alto de Inglés, pero ir a Portugal con lo del idioma parece que tampoco es peccata minuta, en fin, si alguna vez vamos, que ganas no nos faltan, siempre el señor dinero que manda, me llevaré un diccionario a mano, creo que será lo mejor.
ResponderEliminarY lo que me he reído con presunto y polvo jeje, que risas.
Con respecto a la clavada, si que lo siento, y desde luego he tomado nota por si alguna vez se me ocurre ir a Lisboa.
Un besote y esperando la segunda parte de tu viaje a Lisboa.
Hola, Tere.
EliminarLo de las clavadas en los sitios turísticos es casi una constante, pero te da mucha rabia que te tomen el pelo. Podríamos haber denunciado pero entonces hubiéramos perdido un tiempo precioso que queríamos aprovechar para visitar otros sitios, y de eso precisamente se aprovechan. Lo único a lo que he recurrido yo es a "denunciarlo" por aquí y avisar de que nadie acuda a ese lugar.
En Portugal, a pesar del idioma tan diferente, no hay problema porque los portugueses se esfuerzan por entenderte.
Un besote grande, guapa.
Querida amiga Paloma, por finnn aterrizo en tu blog encantada de deleitarme con este sentido del humor al estilo inglés que tan bien dominas, porque la verdad que me lo he pasado bomba riéndome cada dos por tres. Ya sé que te va a venir estupendamente exorcizar con palabras a ese "camello" portugués con el que tropezaste nada más pisar terreno ajeno.
ResponderEliminarCiertamente la morfología del idioma portugués es bastante similar al resto de lenguas romances como el gallego pero luego interviene también la fonética y ahí es donde se produce el desconcierto para quienes tenemos esas mismas raices latinas, donde damos otras entonaciones vocálicas, etc.
Bueno, mañana me daré otra vueltita por tu blog para conocer el final de tu experiencia lisboeta que ya el tiempo apremia.
Un besote enorme.
Hola, Estrella:
Eliminar¡¡Qué alegría leerte por aquí!!
Ya sabes que me gusta desahogarme mediante el humor cuando algunas cosas no salen como un espera. El sablazo que sufrimos en aquella terraza de Alfama fue de juzgado de guardia, pero solo tenía dos opciones, denunciar y perder todo el día en una comisaría o ponerlo en el blog y reírme de mí misma. Al final me decanté por esta última.
Un besote y bienvenida.