Pestañas

15 de enero de 2019

"Yo, Julia" - Santiago Posteguillo



Dicen que el ser humano es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra, a este respecto yo no tengo ninguna duda de que pertenezco a esa especie porque cumplo el axioma a rajatabla. Y cuando la piedra es leer premios Planeta, no he tropezado dos veces sino decenas. Y no aprendo. De hecho, me he leído la última novela galardonada y otra vez me he pegado el batacazo padre.

Como ya viene siendo habitual, me he vuelto a preguntar qué ve el jurado del Planeta para premiar algunas cosas. Se supone que los que optan a tan famoso galardón se presentan con pseudónimo, de manera que su posible fama no pueda influir en el fallo. Yo esto no me lo creo. Para mí que, de alguna manera, se filtra la autoría real, los evaluadores se ven afectados por la carrera literaria de algunos concursantes y luego pasa lo que pasa. En el caso de Posteguillo, que le premian una obra mediocre tirando a mala.

He leído otras cosas de Santiago Posteguillo y he comprobado que es un buen escritor, pero con esta novela no lo demuestra. Siento ser tan clara por sus seguidores, que los tiene y son muchos.

“Yo, Julia” relata el ascenso de Julia Domna al trono imperial de Roma. En realidad el que se convierte en emperador es su marido, Septimio Severo, pero ella le apoya influyendo en algunas importantes decisiones que inclinaron la balanza a favor de su marido y en contra de otros pretendientes al trono. Su influencia y su importancia en el desarrollo del devenir imperial parece ser que no fueron reconocidas en su justa medida por la Historia, y Santiago Posteguillo decide corregir esta injusticia. Esto es algo que le honra pero que a mí me parece oportunista dado el estado actual de las cosas (reivindicaciones por la igualdad de oportunidades para las mujeres, equiparación salarial, etc.). A lo que se ve al jurado le pareció un tema vigente y quizás, por eso y solo eso, le dieron el premio.

El tema es interesante y lo único a destacar de la novela, porque técnicamente tiene fallos y esto a mí me subleva, por muy fascinante y reivindicativa que pueda ser la trama.

El principal obstáculo para valorar positivamente la novela es su innecesaria extensión. No tengo nada en contra de los “tochos” siempre y cuando la historia necesite de muchas páginas para contarse. Este no es el caso. Durante las (casi) setecientas páginas del libro se habla de diferentes temas “colaterales” que a mi modo de ver no aportan nada o muy poco al argumento, tan solo datos que hacen la lectura muy pesada. Al argumento principal (la lucha por el trono imperial) se añaden diferentes temas interesantes pero que diluyen la trama (se habla de la vida de los esclavos y de los colonos, del sistema de aduanas, de que si Julio César nació o no por cesárea y de la conveniencia de aplicar esta técnica en el parto, de la biblioteca de Pérgamo, de los doce trabajos de Hércules…).

De todas formas, el autor ya nos avisa con una frase que se puede leer nada más empezar y que pone en boca de uno de los narradores: “El lector habrá de tener paciencia conmigo”. Y tenía razón. Aunque en mi caso más que como un aviso debí tomarme la frase como una amenaza.

Pero no solo añade cosas innecesarias, encima, las repite. Porque en esta novela además de relleno hay mucha reiteración. Por ejemplo, que el emperador Cómodo era violento, voluble y sanguinario queda muy clarito, entre otras cosas porque lo repite hasta la saciedad. Con que lo diga una vez, o dos, es más que suficiente. Lo mismo pasa cuando el narrador, o algún personaje, define a Julia: una mujer excepcional que se sale de la norma. Insiste tanto que yo empecé a tomarle ojeriza a la protagonista.

Desde luego el autor se ha documentado muy bien sobre los hechos históricos en los que se basa la novela, y nos lo hace saber, ya lo creo. Son muchos los datos históricos que se aportan de diferentes maneras, unas a través del narrador (lo más adecuado para mí) y otras a través de los diálogos entre los personajes. En este último caso la información que se plasma es muy buena pero el diálogo se hace artificial y poco creíble (no me veo yo a un gobernador de Britania contándole a su mujer cómo se disponen las legiones para atacar o cómo va a acabar con sus enemigos en el frente de batalla, la verdad). Además, poner en boca de ciertos personajes algunas cosas los distorsiona, dejando de ser lo que quiera que sean (un legionario, o un esclavo, por ejemplo) para convertirse en un catedrático de Historia, y queda fatal.

Por si la demostración de una buena documentación no hubiera quedado clara, además de repetir ciertos hechos históricos varias veces en diferentes ocasiones, el autor nos regala, al final de algunos capítulos, párrafos enteros de documentos escritos por personajes de aquella época para así certificar que lo que cuenta es tal cual. Demasiado para el cuerpo.

Otra cosa que no me gustó es el uso y abuso de palabras en latín. Cuando hay expresiones o cosas que no tienen traducción al idioma en que se escribe no me parece mal que se empleen los vocablos originales, pero cuando no es así, recurrir a esta técnica me parece pedante y un tostón. Por ejemplo, no sé a qué viene poner “medici” en lugar de médicos, o “domus” en lugar de casa. Por cierto, usa muchos latinajos, pero las fechas las pone con el calendario moderno, algo que yo le agradezco porque si leer latín me cansa, hacer la cuenta de la vieja con el calendario romano hubiera sido terrorífico.

Reconozco que algunas de las objeciones que le pongo a la novela son muy personales, pero hay otras cosas que son fallos en toda regla. Por ejemplo, en una escena se relata que está a punto de llover, para inmediatamente, en el siguiente párrafo, contar que luce un sol radiante (¿en qué quedamos?). Un personaje no viaja a Roma en un momento dado y sin embargo se explica que no acude a un banquete en esa ciudad porque está indispuesto (¿la indisposición consiste en no disponer del don de la ubicuidad?). Estos fallos son “peccata minuta” (yo también sé utilizar innecesariamente latinajos) y se pueden disculpar, pero cuando la obra es premiada y laureada y ensalzada, a mí me enfurecen un poquito.

Antes he comentado que tanto repetir que Julia es una mujer excelente y pluscuamperfecta hizo que se me atravesara un poco. Creo, además, que el autor la adorna excesivamente con algunas virtudes que, lejos de ensalzarla, la hacen poco creíble. Por ejemplo, en un pasaje de la novela hay que atravesar un desierto, y parece ser que del mogollón de soldados que hay en las dos legiones que lo van a cruzar (todos militares experimentados en múltiples batallas a lo largo y ancho del vasto imperio romano), la única que sabe cómo afrontar una tormenta de arena es Julia porque nació en Siria, y claro, allí hay mucho desierto. Puede que sea verídico, no me han quedado ganas de comprobarlo (si hay alguien que lo sabe, que me saque de mi error), pero a mí esto me chirría. Por cierto, por si alguno tiene curiosidad, cuando se avecina una tormenta de arena hay que impregnarse la nariz con aceite o agua (mejor el aceite porque el agua es más necesaria para beber cuando hay que caminar por el desierto) así no se taponan las vías respiratorias y uno no se ahoga. Me lo aprendí muy bien porque se repite esta información como unas seis o siete veces.

Para rematar, y por si todo lo anterior fuera poco, no empaticé con ningún personaje. Hasta la protagonista se me hizo un pelín antipática. Más que una novela parece que estaba delante de un docudrama (escrito) de esos que ponen en la 2. Me aburrí bastante y lo peor es que me podía haber ahorrado la lectura yendo a la wikipedia, pues todo lo que se cuenta aparece ahí pero más resumido, como a mí me gusta. Por cierto, después de leer la novela, indagué sobre el personaje de Julia en otros medios y he podido comprobar que su actividad fue más interesante, desde mis propios gustos, justo cuando fue ya emperatriz, algo que no aparece en la novela y que me dejó con una sensación de “novela interruptus”(al final le he cogido el gusto a lo del latín). Aunque, conociendo al autor y sabiendo su querencia por las trilogías, no me extrañaría que hubiera más libros para completar la vida de esta mujer.

“Yo, Julia” es una novela innecesariamente larga, repetitiva, insulsa, con excesivo detalle, con abundancia de datos históricos... Un momento... me estoy repitiendo. Creo que he sido poseída por el espíritu escritor de Posteguillo. Lo mismo me dan un premio Planeta… ¿Sí? No, va a ser que no.



24 comentarios:

  1. Muy buena reseña. A mí me gusta Posteguillo y de hecho tengo esta novela pendiente, a punto de leer vamos (hoy o mañana la empiezo), y me has dejado un poco plof, creo que es la primera reseña que leo de la novela no muy positiva... a ver que me encuentro.
    Besos

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    1. Hola, Aylavella.
      Como indico en la propia reseña, muchas de mis objeciones a la novela se basan en mis gustos personales por lo que puede que a ti no te parezcan tan mal. En cualquier caso creo que coincidirás, cuando leas la novela, en que se reitera un poquito y que sobran páginas pues algunos temas no vienen mucho a cuento o son prescindibles.
      Te leeré con interés cuando la reseñes pues me gusta contrastar opiniones.
      Un beso grande.

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  2. Estimada Paloma (esto suena al inicio de una carta oficial, pero como estamos ante un Premio Planeta hay que ponerse serios): Hace tiempo que dejé de leer (y comprar) los premios Planeta, por tochos y aburridos. No soy una persona especialmente suspicaz, mal pensada o que ve confabulaciones por todas partes, pero lo de los premios Planeta hace tiempo que me huele mal. Yo también he leído obras premiadas, que han resultado un tostón, de autores de los que he leido cosas mucho mejores y que no han recibido premio alguno.
    Desde hace tiempo también, me da la impresión de que muchas de esas novelas de más de setecientas páginas están repletas de paja, pudiendo quedar en unas, a lo sumo, cuatrocientas muy aceptables y sin perder ni una pizca de interés. En casi todas las que leo últimamente (así que quizá es algo de lo que no me había percatado hasta ahora y lo que ocurre es que me he vuelto escesivamente crítico en este sentido) no dejo de observar párrafos enteros y descripciones totalmente superfluas, que no vienen a cuento. He dicho en más de una ocasión que parece como si se valorase una obra por su peso o extensión. ¿Aceso no se dan cuenta (autor y editor) que lo largo si malo dos veces malo?
    Así que, si ya no tenía intención de leer esta novela, mucho menos después de esta estupenda (por acertada e irónica) reseña. Y me parece increíble que un autor de prestigio cometa esas reiteraciones a las que aludes y faltas de coherencia.
    Me da también la impresión de que hay autores que desean demostrar cuánto saben volcando, sin ton ni son, datos y hechos históricos que muy probablemente han obtenido de internet sin verificar su veracidad, o simplemente se los inventan.
    Lo peor que me puede ocurrir cuando leo una novela es que tenga que acabar leyándola en diagonal y a veces incluso saltándome párrafos enteros.
    Un beso.

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    1. Hola, Josep Mª.
      Yo tampoco entiendo a qué viene añadir páginas y páginas sin necesidad. Creo que hemos comentado anteriormente, en otros casos similares, que podría uno pensar que al autor en cuestión le pagan por el número de palabras escritas y no por la calidad. No sé cómo las editoriales no se dan cuenta de que si uno divaga en exceso algunos lectores impacientes, como soy yo, abandonamos y dejamos el libro por puro hastío.
      Puedo entender que cuando uno se documenta mucho, la tentación de plasmar toda esa información es muy grande y difícil de combatir, pero creo que los escritores que son rigurosos (y Posteguillo lo es) deberían ser conscientes de que no todo lo que uno averigua hay que volcarlo en la novela, hay cosas que deben omitirse para no saturar al personal. Al fin y al cabo estamos ante novelas, no ante enciclopedias.
      Esta novela no la leí en diagonal porque no sé cómo se lee así, las cosas como son, pero de haber sido capaz lo habría hecho. También te confieso que en algunos capítulos (pocos) me leí solo el inicio de los párrafos, cuando veía que estaba hablando de lo mismo que tres páginas antes, me los saltaba hasta que comprobaba que había finiquitado un tema.
      Creo que este premio Planeta está en la línea de los últimos, totalmente prescindible.
      Un beso grande.

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  3. Preciosa reseña, directo a mi lista de pendientes...
    Es broma, te he leido atentamente. Hace muchos años una ganadora de un premio Nadal, que lo ganó cuando Destino aún no pertenecía al grupo Planeta me dejó muy claro que nadie anónimo y sin vinvulación con ellos gana el premio, osea que lo del pseudónimo es un poco de adorno.
    Los fallos que dices en un premio de esa envergadura me parecen imperdonables, y meter con calzador tanto dato para que veamos el trabajo de investigación me parece pelín repelente.
    Nada, que has vuelto a tropezar.
    Muy felz martes.

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    1. Hola, Gemma.
      Yo también creo que eso del pseudónimo es publicidad engañosa que no se lo cree nadie.
      Esta novela si no hubiera sido premiada con un galardón tan importante, podría tener un pase. Bien mirado los fallos no son demasiado graves (o puede que sí, si se trata de un escritor afamado), pero cuando algo así (que denota cierta dejadez en algunos detalles) lo escribe quien es alabado por la crítica, yo me sublevo.
      He tropezado de nuevo, de eso no cabe duda, pero ¿sabes qué es lo peor? Pues que el año que viene me vuelvo a leer el premio Planeta de 2019. Ahora mismo tengo en mente no hacerlo, pero seguro que cuando salga a la luz, pico.
      Un besote grande, guapa.

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  4. Desde luego, sabes exponer tus argumentos y creo que no te falta razón. El Planeta no me llama la atención y los tochos menos. Coincido respecto a que hay cierto oportunismo con el tema. Como a ti, lo que me subleva es la cantidad de material prescindible. Siempre he creído que es un táctica comercial: con setecientas páginas tienes un libro más voluminoso, que entra por los ojos. Una escuálida novela de 100 páginas, como la que leí estas navidades de Sara Mesa, pasa desapercibida en las estanterías.
    El título hace homenaje a la gran novela de Robert Graves, "Yo, Claudio", pero este la dividió en dos partes y en su novela no sobra ni una coma. He leído novela histórica, de calidad, pero a día de hoy prefiero un ensayo o libro didáctico, incluso un docudrama como dices. Con todo, creo que los seguidores de Posteguillo serán más benévolos. O quién sabe...
    Un abrazo.

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    1. Hola, Gerardo.
      En principio, yo prefiero las novelas extensas antes que las cortas porque me implico más en la historia, pero cuando la historia se alarga sin necesidad, en lugar de implicarme, me cabreo, porque me hacen leer cosas que no me interesan y pierdo el tiempo.
      No sé si lo de los tochos es una táctica comercial basada en que un libro de setecientas páginas abulta más y se ve antes en las estanterías de una librería, pero si ese tocho no tiene fundamento, es pan para hoy y hambre para mañana. Aunque, claro, una vez comprado el libro... el dinerito ya lo han ganado (menos mal que yo tiro de biblioteca o de compra digital que es más barata).
      Pensé en Yo, Claudio cuando vi el título. Supongo que no es casualidad y es un homenaje, como tú comentas, a Graves. Espero que no haya pretendido emular al escritor británico porque se ha quedado muy lejos de aquella novela donde tú también señalas que no sobra ni una coma. Nada que ver con esta.
      Un abrazo.

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  5. Hola, Paloma.
    Yo también soy asidua a tropezar más de dos veces con la misma piedra pero en esta ocasión me abstuve por tres motivos de sobrepeso: los últimos libros galardonados con este premio me han resultado insulsos; no me gusta nada la novela ambientada en la antigua Roma; y lo he intentado con este autor pero no hubo manera de terminar uno de sus libros. He visto muchísimas opiniones, todas ellas ensalzando la novela, pero no me fío de la mayoría de ellas. Contigo comparto gustos y confío mucho en tu criterio por eso me reitero en mi negativa a leerla. Besos

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    1. Hola, Marina.
      De Posteguillo he leído, entre otras cosas, la trilogía sobre Escipión, y te confieso que el segundo libro, Las legiones malditas, estuve a punto de abandonarlo porque daba demasiadas vueltas (daba vueltas y las legiones que se supone iban para Cartago, no dejaban Italia ni a tiros). Pero en esos libros, aunque también divaga bastante, a mí me pareció que estaban mejor escritos, al menos me resultaron más amenos que esta de Julia.
      Yo también he leído buenas críticas sobre Yo, Julia. Siento disentir, pero a mí este Posteguillo me ha resultado un poco brasas.
      Gracias por confiar en mí y dejarte llevar (en este caso, estoy segura de que haces bien, ja, ja, ja).
      Un besote, guapa.

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  6. Joder que buena crítica Paloma, en negativo pero excelentemente argumentada. Yo directamente creo que hay tongo en el Planeta y más en los últimos años que se ha convertido en una pieza de ajedrez en un conglomerado de medios al puro servicio del mercado audiovisual y literario (incluyo ahí prensa escrita). Por otro lado, y bajo mi punto de vista, un libro de 700 páginas no tiene sentido hoy en día y más cuando los hechos históricos están ya a disposición de cualquiera. En definitiva, pienso que lo peor que se puede decir de un autor es que aburra (incluso por encima de fallos o reiteraciones), y parece que divertir lo que se dice divertir no lo ha logrado contigo. Sin duda tu voz independiente me ofrece gran credibilidad y descarto el libro por lo tanto. Un abrazo.

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    1. Hola, Miguel.
      Creo que en mi afán de sustentar mi crítica negativa yo también me he extendido con la reseña. Critico a Posteguillo por explayarse y voy yo y hago lo mismo. Al final todo se pega, menos la hermosura ;)
      Yo también creo que el Planeta no es trigo limpio desde hace unos años, hay intereses comerciales, como tú bien señalas, y cuando el dinero anda por medio, mal vamos. Lo que interesa es vender, y algunos autores tienen mucho tirón, algo que influye en las decisiones del jurado, estoy segura.
      Creo que haces bien en descartar este libro. Si no eres un seguidor incondicional de Posteguillo, te lo puedes ahorrar perfectamente.
      Un abrazo.

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  7. Lo de los Planeta es de echarse a llorar. Ha habido escritores que me gustaban mucho y justo cuando les dieron el Planeta, era por la peor novela que habían escrito nunca. Recuerdo ahora el caso de Jesús Fernández Santos, un escritor que yo leía mucho.
    hace ya tiempo que no leo ninguna novela con ese premio. Hasta el Nadal empieza a decepcionarme.
    Eso de cubrir a los protagonistas con tantas virtudes que terminen haciéndose odiosos (es un decir) es muestra de poca experiencia y ese autor, de poca experiencia, nada, que es muy famoso y un super ventas, aunque a mí, no me atrae nada, la verdad.
    Mucha pérdida de tiempo para un libro que no gusta.
    Un beso.

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    1. Hola, Rosa.
      Creo que a ese respecto puede valer el dicho "Cría fama y échate a dormir" (y a ganar Planetas). Algo parecido me pasó a mí con Dolores Redondo, la serie de Baztán, aunque con altibajos, estaba bastante bien, pero con Todo esto te daré, el premio del 2016, no dio la talla y fue premiada igualmente.
      Supongo que, a pesar de todo, un premio Planeta por muy malo que sea se vende solo y eso es lo que cuenta para algunos.
      Tanto repetir que Julia es excepcional y extraordinaria no solo provoca repulsa por parte del lector, o de algunos lectores, además el escritor demuestra que no sabe contenerse y/o trata al lector como si fuera idiota y tuviera, por eso, que estar recordándole lo buena que es la protagonista.
      A mí lo que más me molestó de todo, fue lo que tú comentas al final: la pérdida de tiempo. Pero de eso yo también tengo parte de culpa, con no terminar el libro...
      Un besote.

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  8. Bravo, Paloma. Aunque no tengo duda tu objetividad a la hora de reseñar, creo que es destacar tu valentía al ser tan clara en la crítica. Una crítica donde lo que más me llama la atención es en que sea una novela aburrida y 700 páginas de aburrimiento son mucha tela. El autor lo conozco, aunque sobre todo he leído sus libros de anécdotas literarias. Su género es el histórico y de la terna de finalistas era sin duda el que tenía más nombre.
    Y en cuanto al premio. A ver, si dotas un premio con 600000 euros desde luego que la editorial que lo convoca va a tener muy en cuenta la posibilidad de recuperar la inversión y eso no se consigue con autores no consagrados. De acuerdo, es paripé, pero también es un escaparate para el mundo de la literatura. Estoy convencido que el premio se da antes incluso de las votaciones del jurado. No me imagino que en una misma convocatoria vayan Pérez Reverte, Almudena Grandes o algún otro.
    Pero más que el ganador siempre me ha llamado la atención el finalista, suele ser un desconocido colocado. En este caso la hija de Sánchez Dragó, con lo que parecen intentar un segmento de mercado distinto al del ganador.
    Lo dicho, valiente, valiente, Paloma. Un abrazo!!

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    1. Hola, David.
      Yo también creo que hay tongo en cuanto a dar el premio a gente conocida para asegurarse las ventas y amortizar la dotación.
      Lo de que los finalistas sean gente poco conocida también me había llamado la atención, pero eso tampoco quiere decir mucho pues recuerdo un finalista de hace dos o tres años que leí (La isla de Alice) también de un escritor poco afamado y fue otra decepción (resultó ser un culebrón empalagoso). No sé, quizás mis gustos no son acordes con lo que se estila para ser un súper ventas, porque los que yo he leído me han parecido casi todos los argumentos bastante ñoños y edulcorados.
      No sabía que la finalista de esta última edición fuera la hija de Sánchez Dragó, después de las experiencias recientes no me atrevo con ella...
      Lo de mi sinceridad tan franca en las reseñas no sé si es valentía o insensatez. Creo que, a raíz de esta publicación, voy a ser persona non grata en el club de fans de Posteguillo.
      Un abrazo.

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  9. Se agradece mucho que sea tan directa y clara y que dejes claro que por ser un premio con prestigio, bueno lo de "prestigio "vamos a ponerlo entre comillas porque yo también creo que hay tongo y se sabe muy bien, mucho antes de que se reuna el jurado quien es claro ganador.
    Pero lo que te decía que por ser Premio Planeta no tiene porque ser un libro bueno desde luego,y desde luego no pienso ponerlo en mi lista de pendientes, ahora esos si después de leer tanto dato historico, me has hecho recordar a mi padre que tanto le gustaban este tipo de novelas.
    Un besote, solo he aparecido para desestresarme jeje, que curso llevo, uf, el sábado intentaré hacer una reseña de una pelí que vimos el otro día, espero poder.
    TERE.

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    1. Hola, Tere.
      Ya sabes que no me corto un pelo cuando una novela no me gusta (al igual que me pasa cuando me gusta, que conste). Así que he puesto lo que sentía respecto a este libro.
      Creo que he sido aún mucho más rigurosa precisamente porque fue premiada, es como si, inconscientemente, sintiera que algo que se premia debe ser mucho mejor.
      Relájate y no te agobies con el blog, ni con el tuyo ni con los de los demás.
      Un besote.

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  10. No sé por qué, pero me parece, Paloma, que "Yo, Julia" no te va a haber gustado (ja, ja...). Yo no sólo no la he leído aún sino que salvo "La noche que Frankestein leyó el Quijote" nada de Posteguillo he tenido en mis manos. Sólo se de él lo que leo en los blogs sobre sus novelas históricas sobre Roma (el emperador Trajano y cosas así). A mi todo lo que suena a Roma, Imperio Romano, el idioma Latino y tal me atrae, quizas sea deformación profesional, date cuenta de que estudie filología románica y he estado toda mi vida hablando del castellano y demás lenguas derivadas del latín. Es por esto que me apetece leer esta novela.
    Dicho lo anterior, creo que tu juicio sobre muchos premios Planeta es más que ajustado a la realidad. De un tiempo, que va ya para largo, a esta parte el premio está pactado de antemano. Sí, es una lastima, pero es asi. Pese a esto ha habido buenas novelas, pero otras, como tú bien dices, han sido infumables. En este grupo pones tú a "Yo, Julia". Jóvenes, qué pena, con las ganas que le tengo. Lo comprobaré por mí mismo y te daré mi opinión.
    Un besazo

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    1. Hola, Juan Carlos.
      Puede que al ser tú filólogo sepas apreciar más el uso de términos en latín, pero a mí, que soy de ciencias puras, me pusieron de los nervios.
      Y quizás por mi formación, una de las cosas que más me gustaron fueron las digresiones que hace uno de los personajes, el médico griego Galeno, aunque también pude ver que esos temas no venían a cuento con el argumento principal, así que no dejaba de ser relleno al fin y al cabo.
      Creo que el haber sido premida con el Planeta ha hecho que yo fuera mucho más exigente, es posible que sin ese premio no me hubieran importado algunos de los fallos que reseño pues, bien mirado, tampoco son para tanto.
      De Posteguillo he leído bastantes cosas, la de Frankestein y el Quijote fue la que más me gustó. La trilogía de Escipión me gustó a medias, el segundo volumen tenía un ritmo muy lento que me desesperó en algunos momentos. En fin, este hombre sabe mucho y quiere plasmarlo en sus obras, algo que no siempre es acertado en determinado público y más si se abusa de esos conocimientos.
      Me encantará saber tu opinión sobre Yo, Julia.
      Un besote.

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  11. Hola Paloma con retraso pero llego.
    La crítica me parece estupenda, fresca y sincera y te aseguro que es algo que valoro y mucho. Es cansino ver críticas que parecen dictadas por la editorial.
    Lo de los premios Planeta como dice David con tanto dinero por medio, se aseguran que recuperan la inversión. He escuchado que "invitan" a autores reconocidos a participar y a ver para la gente que se dedica al negocio editorial me parece poco creíble que no reconozcan el estilo de escritores conocidos, así que lo del pseudónimo me parece más para despistar al público que porque sea verdad, pero es solo mi opinión.
    Me acuerdo que en un curso en el que participé se comentó sobre ese peligro de la sobredocumentación, autores que investigan mucho y que no quieren que se quede en el borrador y lo ponen en su obra aunque parezca más un tratado histórico que una novela, la recomendación que en aquel momento se nos hizo es que en novela, la documentación ayuda a que aquello que escribimos sea creíble, si la ponemos aunque no toque acaba siendo artificiosa, muy poco natural y cansa a los lectores que es lo que parece que ha pasado con este libro. A mi me gusta la novela histórica pero cuando el autor no controla los datos acaba siendo aburrida. Tampoco acabo de entender el motivo por el que se aumentan las páginas de los libros, ¿les pagan a peso?
    Tu reseña de 10.
    Besos guapísima

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    1. Hola, Conxita.
      Yo también creo que el estilo de autores muy famosos con muchas obras ya publicadas es reconocible la mayoría de las veces; otra cosa es cuando el escritor es un desconocido. Pero, además, y como soy muy mal pensada, yo creo que entre los corrillos literarios hay chismes y saben perfectamente quién se presenta al premio. Por los comentarios anteriores encima resulta que la editorial los invita a participar... apaga y vámonos.
      En cuanto a lo de la documentación a mí en el cursillo de escritura creativa nos previnieron mucho también para no caer en la tentación de poner todo lo que uno aprende mientras se documenta. De hecho, nos avisaron de que el ochenta por ciento, más o menos, de lo recopilado no servía o no se plasmaba en el texto. Como bien comentas tú, lo que se documenta ha de servir para reflejar bien un escenario, o un personaje, no para convertir un relato, o una novela, en una enciclopedia.
      Gracias por tu nota ;)
      Un beso grande, grande y buen sábado.

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  12. Yo tengo la suerte de que no me gustan leer lo que en primer lugar ganan premios. Así que cuando lee un libro recomendado y me gusta le hago una reseña y si no me gusta lo dejo pasar. Hay libros de autores desconocidos que son mejores que los de renombre y ganadores. Un abrazo.

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    1. Hola, Mamen.
      Es cierto que hay montones de libros de escritores poco conocidos que superan con creces la calidad de otros afamados y encima premiados.
      ¡Qué injusta es la vida!
      Un beso.

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