Pestañas

30 de enero de 2019

Se necesitan héroes, razón aquí.


Hace mucho tiempo que soy consciente de lo mal que va nuestra sociedad. Hace mucho tiempo, demasiado, que me doy cuenta de las carencias que impiden una convivencia medianamente aceptable entre mis semejantes. Pero desde hace unos días la comprobación de esta realidad ha sido más palpable hasta sentir como algo físico ese malestar. Me he desanimado mucho.

Y me he dado cuenta de todo esto viendo las noticias. Ya sé que ponerse al día de lo que ocurre por ahí fuera es la mejor manera de deprimirse, pero la actualidad manda y es muy difícil ignorar los acontecimientos que se desarrollan a mi alrededor.

Los avatares del siniestro suceso ocurrido en la provincia de Málaga con la desaparición de un niño pequeño dentro de un pozo y todo lo que acaeció después, me impresionaron como a cualquier hijo de vecino. El suceso en sí ya es dramático y no puede dejar indiferente a nadie (o a casi nadie), pero que te lo pongan hasta en la sopa, a todas horas y en todo momento, hace que sea inevitable acongojarse hasta el punto de que durante una semana lo primero que hacía tras levantarme de la cama era averiguar qué novedades había en aquel desgraciado pozo malagueño.

El sufrimiento de los padres, la angustia de los vecinos, la movilización de medios técnicos para recuperar al chiquillo y todo el despliegue informativo, nos impactaron a todos. Ingenieros, topógrafos, geólogos, carpinteros, soldadores y una gran cantidad de operarios, abandonaron sus quehaceres para entregarse en cuerpo y alma a la búsqueda del crío. La reacción de diferentes profesionales poniéndose a disposición del operativo de rescate nos conmovió profundamente. Aunque el colmo fue el recibimiento y el tratamiento que se hizo al grupo de ocho mineros llegados de Asturias para realizar la fase final del salvamento del niño.

Y fue en ese recibimiento donde yo vi claramente lo mal que está nuestra sociedad.

Estamos acostumbrados a ver aparecer en las noticias a ladrones de todo tipo (de guante blanco y de los de navaja o pistola en mano), a maltratadores y violadores, a millonarios defraudadores de Hacienda que eluden sus obligaciones fiscales o a famosillos de medio pelo acaparando los focos mediáticos por sus rifirrafes con otros famosillos en una casa donde se les ve vaguear veinticuatro horas al día; los protagonistas de la popularidad suelen ser muy poco recomendables. Enterarnos de la actualidad es sinónimo de depresión grave profunda. Por eso cuando aparece alguien “normal” que realiza su trabajo, que lo hace bien, y que no busca la foto sino solo cumplir con su deber, nos quedamos con la boca abierta y se nos va la pinza. Nos volvemos locos.

Esto fue lo que pasó con los ocho brigadistas de salvamento minero. Sorprendidos, y agobiados, asistieron a un recibimiento donde se les trató de héroes. Se sintieron desbordados y en su humildad (la humildad del hombre sencillo, del que huye de los focos) negaron pertenecer a ese Olimpo donde los estábamos colocando.

Ellos, al igual que muchos de sus colegas, son trabajadores que se dedican desde hace años a sumergirse en las profundidades de la tierra —como lo han estado haciendo sus predecesores desde que existe la minería— para rescatar a otros compañeros. Porque en la mina no se queda nadie; de allí todos salen, o vivos o con los pies por delante, pero la tierra no se los queda, al menos de esa forma.

Es cierto que al realizar esta labor arriesgan sus propias vidas, y eso es lo más llamativo. Es habitual ver a algunos que se exponen a la muerte pero para pasar de un balcón a otro en un hotel de Mallorca, o para hacerse un selfie colgados de una cornisa; en el caso de estos descerebrados lo que les mueve a actuar así es su propia estupidez. Pero con lo que no estamos familiarizados es con que alguien ponga en peligro su vida por otra persona a la que, normalmente, no conocen de nada. Cosas así no son frecuentes… O sí.

Lo acaecido en Málaga puso de manifiesto que necesitamos héroes. Necesitamos saber que cuando la vida nos golpea y nos demuestra que no somos nada, alguien va a venir a decirnos, “no te preocupes, yo estoy aquí”.

Pero lo más triste, y eso es lo que me deprime, es que esa necesidad está sobradamente cubierta y no nos damos cuenta. Hay muchos héroes, pero no sabemos verlos. Son gente corriente, que vive a nuestro lado y pasa desapercibida.

Sí, tenemos muchos héroes y en muchos sitios. 

En sanidad hay héroes que hacen turnos interminables para cubrir la falta de personal y a pesar de todo realizan su tarea con profesionalidad y afecto hacia los pacientes. Los bomberos arriesgan su vida para rescatar, en inundaciones, en incendios, en situaciones extremas, a los hijos de otros padres angustiados. Los que se encargan de nuestra seguridad velan, exponiéndose ellos al peligro, para que no nos roben o nos ataquen o nos pongan bombas  —por desgracia, no siempre lo consiguen—. Los brigadistas forestales le plantan cara al fuego y a la muerte para preservar nuestros montes y nuestras reservas naturales. Los maestros se enfrentan a la ignorancia en todas sus facetas y, tal como está la cosa, también arriesgan su integridad física ante la violencia de algunos padres que no saben qué es educar. Hay muchos ejemplos.

Pero también son héroes los padres y las madres de familia que todos los días se levantan para sacar adelante a los suyos, que se desvelan para hacerles la vida más agradable y que no carezcan de lo básico (y de lo accesorio, por qué no). Son héroes aquellas personas que abandonan su actividad profesional, y el salario correspondiente, para atender a familiares que necesitan cuidados permanentes, realizando con abnegación y sacrificio una labor que no se les reconoce, ni monetaria ni moralmente.

Porque para ser un héroe no hay que llevar una capa, ni un antifaz, ni tener súper poderes. Para ser un héroe hay que ser valiente y, sobre todo, generoso. Y no dejarse vencer por el desánimo.

 A veces, no nos damos cuenta de lo valiosas que son algunas personas, muchas de ellas están a nuestro lado y ni las vemos. Solo nos fijamos en ellas cuando salen en las noticias, cuando una cámara de televisión nos las muestra, entonces se hacen visibles y reconocemos su valor.

Ha hecho falta que un niño se caiga en un pozo para que todo un país se solidarice y se percate de que hay gente buena, de esa que te hace creer de nuevo en el género humano. La desgracia de una familia malagueña nos ha hecho saber que aún existe la solidaridad, que no todo está perdido, que hay un resquicio de esperanza y que sí sabemos hacer algunas cosas bien. Después de todo, quizás no debería deprimirme, sino todo lo contrario.

Termino esta diatriba con una cita de Albert Camus, de su novela “La peste”:

“Decir simplemente algo que se aprende en medio de las plagas: que hay en los hombres más cosas dignas de admiración que de desprecio".





28 comentarios:

  1. Muy bonito homenaje a estos héroes que muchas veces se arriesgan la vida y pasan desapercibidos. Muy buen escrito. Un abrazo.

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    1. Hola, Mamen.
      Un homenaje merecido. Y que sepas que a ti, por pertenecer al gremio de la sanidad, también van dedicadas esas palabras.
      Un beso.

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  2. Estoy totalmentre de acuerdo contigo, Paloma, como no podría ser de otro modo. Solo los hechos sobresalientes, lo anómalo o lo extraordinario nos hace ver cuán valiosas son las tareas de gentes que habitualmente viven en el anonimato. Las heroicidades que mencionas en el mundo de la sanidad, educación y demás ámbitos y situaciones sociales cotidianas no son noticiables. Solo se mencionan esas labores abnegadas y sacrificadas cuando algo muy destacable (normalmente grave) ocurre.
    A tu estupenda reflexión, añadiré algo que, a bote pronto, puede parecer desafortunado, sobre todo cuando el tema que capta esa atención general, es tan delicado y sensible como la desaparición de una criatura. Quizá no venga muy a cuento con lo que aquí expones, pero siempre que ocurre una gran desgracia me asalta la misma incomodidad. Los medios de comunicación están para eso, para informar detallada y puntualmente de lo que ocurre a nuestro alrededor y, como es lógico y humanamente comprensible, si se trata de un drama de gran dimensión, como el del pobre Julen, más aún. Pero no dejo de percibir un halo sensacionalista que me incomoda y que llena horas y horas de espacios y programas con el propósito (a mi entender) de incrementar la audiencia. Ahora que el tema del pequeño Julen ha concluido, desgraciadamente de forma insatisfactoria, veremos cómo la información seguirá mas allá de lo estrictamente necesario (pues se ha abierto, como era de esperar, una investigacion exhaustiva para conocer con detalle todos los pormenores de lo ocurrido) y cómo se siguen emitiendo programas especiales y tertulias hasta que se agote el material y el interés general, y entonces pasaremos a otra cosa. Siento que en tales situaciones (es mi percepción) hay una cierta dosis de morbo que no debería existir pero que vende.
    Espero que no veamos ahora una rivalidad sobre quién ha sido el más heroico, si los mineros, los Guardias Civiles, los ingenieros o los sufridos operarios que trabajaron sin descanso. A todos ellos, por supuesto, hay que elogiar su profesionalidad, para lo que están entrenados pero, más que con las personas, yo me quedaría con el gesto conjunto de solidaridad.
    Perdona que haya soltado este rollo, pero siemrpe que ocurre una gran desgracia, junto al revuelo natural siempre hay quien saca tajada en aras de un interé partidista.
    Un beso.

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    1. Hola, Josep Mª.
      Para nada tengo que perdonar lo que has contado, algo con lo que también estoy de acuerdo. Lo del sensacionalismo y el oportunismo de los medios de comunicación también darían para reflexionar, y mucho.
      Es más, a tu acertada exposición yo añadiría que algunos medios postergaron, e incluso ignoraron, otros sucesos que (supongo) serían menos dramáticos como el crimen de una chica en Meco en el que se especuló que podía haber sido violada y que me enteré, por la prensa escrita, de que fue otra mujer la sospechosa de haberla matado. Este suceso a mí me interesaba porque tengo amigos que viven cerca de esa localidad y con hijas en la edad de la asesinada; la idea de un violador suelto me preocupaba bastante. El caso es que en TV no se informó nada más, no sé si porque un niño pequeño en un pozo es más melodramático o porque lo que se creía un crimen machista resultó ser un crimen por celos entre mujeres y eso "no es tanta noticia".
      No sé, Josep Mª, qué baremos utilizan los medios de comunicación para dar prioridad a unas noticias sobre otras ni qué prima a la hora de exponer la noticia de una manera en concreto, pero la ética profesional de este sector creo que deja mucho que desear.
      En fin, nos quedaremos con lo bueno y que yo quiero resaltar en esta entrada: la solidaridad, el trabajo bien hecho de buenos profesionales que se toman su labor con seriedad y rigor.
      Como ves yo también me enrollo, pero es que ciertas cosas dan mucho que pensar.
      Un beso grande.

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  3. Hola Paloma, la verdad es que ha sido asqueroso, enfangando y lleno de basura televisiva el tratamiento que han realizado algunos medios privados con el caso de Julen. Yo sinceramente tuve que desconectar el televisor ante la mezcla de publicidad y de la información (muy mala por cierto, y dando falsas esperanzas) de una manera repugnante.

    Aunque por supuesto estoy muy de acuerdo en reconocer el trabajo y la solidaridad de todos los profesionales que has citado, hoy en día, me quedo con los también citados maestros y profesores que son casi superhéroes ante el percal con el que se enfrentan :-)... adolescentes y algunos padres tienen más peligro que Donald Trump.

    Buena frase con la terminas un texto emotivo y muy especial.

    Un fuerte abrazo.

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    1. Hola, Miguel.
      De toda esta movida de Málaga he querido ser positiva y quedarme con lo bueno, con la solidaridad, con el rigor a la hora de trabajar (de ingenieros, bomberos, operarios de todo tipo, guardias civiles, etc, pero NO de (la mayoría d) los periodistas) y pasar de puntillas sobre el tratamiento informativo. Esa engañifa sobre si el niño estaba vivo a partir de las 48-72 horas no sé hasta qué punto llegó a convencer a nadie, la verdad.
      Quedémonos pues con los héroes de andar por casa, que esos son los que mueven el mundo y lo hacen más habitable.
      Un abrazo.

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  4. Estoy contigo, estas muestras de solidaridad son inspiradoras. La compasión es un rasgo tan humano como la crueldad y puede que más habitual. Lo que pasa es que los medios distorsionan la realidad y ofrecen morbo, atizando los bajos instintos y ensalzan a la mugre de la sociedad. Pienso que mucha gente ve lo que le ponen, no siempre la oferta sigue a la demanda. Me gustaría de verdad que las noticias fueran más positivas, hay mucha gente ahí fuera haciendo cosas increíbles.

    Un abrazo.

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    1. Hola, Gerardo.
      En esto de la tele basura y de la información basura no sé qué fue primero, si el huevo o la gallina. Me refiero a que la gente demanda este tipo de producto y los medios se lo dan, o son los medios que lo muestran y el público (en general) va y lo consume porque no hay otra.
      Yo creo que las noticias positivas no tienen tanto tirón como las del morbo, y otra vez me pregunto por qué. ¿Estaremos ya tan narcotizados con la porquería que nos muestran que ya solo queremos o preferimos eso?
      Ahí lo dejo.
      UN abrazo.

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  5. Desde luego que hay muchos héroes anónimos que trabajan a diario sin sobresalir ni acaparar los noticiarios. Un héroe me habría parecido a mí quien se hubiera atrevido a decir que el niño tenía que estar muerto hacía varios días. No quiero pecar de agorera, pero, en el mejor de los casos, suponiendo que hubiera llagado ileso tras la caída de 70 metros, suponiendo que hubiera una corriente de aire para respirar hora tras hora, suponiendo todo eso ¿alguien se preguntó que bebía ese niño durante trece días?
    Me parece vergonzoso alentar esperanzas imposibles y tener pendientes de un supuesto feliz final a familiares y público en general para gloria y enriquecimiento de los medios de comunicación y porque nadie se atreve a decir la verdad. eso por no hablar de que hubiera habido alguna pérdida de vidas en el imposible rescate. Que no digo yo que lo dejaran allí, pero asumiendo que no podía estar vivo, el rescate del cuerpo hubiera sido menos traumático. Creo que ha sido un sainete mediático.
    Y sí, los mineros son héroes que realizan una dura tarea día a día y de lo que me alegro es de que todos hayan salido con bien y no haya que lamentar más víctimas porque entonces, la reflexión iba a romper con toda una solidaridad que no es real.
    Me ha molestado mucho todo este tema y creo que alguien debería huir del miedo a los medios y a lo que todos quieren oír y hacer la heroicidad de decir la verdad aunque a nadie le guste.
    Un beso.

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    1. Hola, Rosa.
      Evidentemente, desde un punto fisiológico el niño no podía haber sobrevivido más allá de las 48-72 horas, porque la ley del 3 manda (nadie puede vivir sin respirar 3 minutos, sin beber 3 días y sin comer 3 semanas). No sé si los que aparecían diciendo que ojalá el niño estuviera vivo una vez pasados esos tres días, eran muy religiosos y esperaban un milagro (y de los gordos) o muy estúpidos, porque como ya digo, fisiológicamente era imposible.
      En lo que yo sí quería creer era en que a los padres nadie les engañó y a partir del tercer día les fueron haciendo ver que el niño había muerto.
      De hecho, yo creo que tardaron tanto porque la prioridad era asegurar que esos mineros y los guardias civiles que tuvieron que bajar al final debían estar seguros, no se podía arriesgar más de lo necesario la vida de nadie para recuperar un cadáver.
      Tienes toda la razón, hoy por hoy, decir la verdad, aunque duela, es una auténtica heroicidad y posiblemente una quimera, visto lo visto.
      Un besote.

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  6. ¡Ay, Paloma! El ser humano muestra lo mejor de sí mismo en la tragedia; pero en la bonanza tendemos a la mezquindad de manera inquietante. Son muchas las reflexiones que me han provocado la tuya. Desde la morbosidad de los medios informativos, a la compulsiva obsesión que tenemos cada uno de opinar sobre todo, y publicarlo a los cuatro vientos, aunque ninguno ni siquiera hubiéramos pisado aquel fatídico lugar, como esa multitud de opinólogos que han aprovechado la circunstancia para lucir palmito ante las cámaras.
    La sociedad necesita ejemplos, pero nos tira más la miseria. Sabemos lo que es correcto, lo que está bien, pero tendemos a la pereza y comodidad de nuestro espacio de confort. Reconocemos a todos esos héroes que mencionas, pero no sacamos enseñanza de ello. Nos basta con alabarlos, pero no los tomamos como inspiración para nuestra propia vida. Uno de los males de la sociedad actual es la irresponsabilidad. No nos sentimos responsables de nada, siempre es culpable el otro de nuestros males propios o ajenos. Y también nos basta con eso, con echarle la culpa a esa brumosa tercera persona del plural. Ese "nos controlan", "nos oprimen", "se cargan el planeta", "son culpables de todos mis males". Pero nunca nosotros, nunca yo. En este sentido soy muy individualista al estilo kantiano, lo reconozco.
    Y paro porque me parece que se me esta yendo la pinza, je, je, je... Un fuerte abrazo!!

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    1. Hola, David.
      Has hecho una fantástica reflexión, y de todo lo que alegas lo que más me preocupa es esa falta de responsabilidad que nos caracteriza. Como bien comentas, siempre intentamos echar balones fuera para eludir nuestra culpa, si algo sale mal es porque terceros no actuaron bien. Carecemos de autocrítica, pero criticar a los demás, eso sí que se nos da muy bien. Y lo peor es que estos valores se los estamos inculcando a nuestros hijos. Me espanta comprobar cuántos padres, cuando reciben una crítica sobre sus hijos por parte de los docentes, lo primero que hacen es culpar a otros de lo que, en la mayoría de las ocasiones, es responsabilidad suya por no saber educar.
      Creo que todos sentimos una inquietud ante tanta carencia y quizás podríamos sentirnos mejor si intentamos emular a quienes dan buen ejemplo y colaborar, con nuestro granito de arena, a que la cosa vaya mejor.
      Un abrazo.

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  7. Llevo una temporada perdido y no regreso del todo por estos lares, pero hoy he leído tu reflexión y no he podido evitar el parar y comentar antes de irme al curro. El entorno donde se ponen en práctica la mayor parte de las mezquindades que se nos pudieran pasar por la cabeza.
    Ya escribí en su momento algo parecido, más escueto y de peor factura, seguro, pero en los mismos término de hacer notar, que héroes podemos ser cualquiera de nosotros en nuestro ámbito cotidiano y sin necesidad de hacer muchos esfuerzos sobrehumanos. Solamente con sonreír cuando los "zombies" de caras tristes nos rodean, con echar una mano a la señora que va cargada con unas bolsas de más, agacharnos a recoger unas llaves que a alguien se le cayeron, ceder un asiento o abrir una puerta. Mis padres me enseñaron a ser un héroe cotidiano siendo simplemente cortés y educado y con una "R" cosida en mi alma inmortal en vez de una "S" en un maillot de lycra ajustada. La "R" de RESPETO al semejante, al desvalido y al necesitado con toda esa carga de valores que incluye.
    Nos hacemos los despistados, somos acomodaticios y ostentamos ese lema común de primero yo y luego si sobra, también para mi. Y nos quejamos que el mundo vaya mal, que los políticos tienen culpa de todo, que las naciones no se entienden y que estamos todos a un tris de la violencia gratuita y el asesinato en serie de imbéciles villanos. Pero ¿Qué hacemos nosotros para mejorar la situación? Encerrarnos en nuestra burbuja, aburrirnos perdiendo el tiempo con la caja tonta y las pantallas de los móviles que nos dan toda la información que necesitamos para creernos "lo más". Mi padre, que ya forma parte del panteón de héroes ilustres nos decía a mis hermanos y a mí: <>
    Por cierto, y con respecto a la muerte del niño de Málaga no está todo dicho. Dejando atrás lo de las teorías conspiratorias yo diría que en todo esto hay gato encerrado y esa caída fortuita no ha sido tal y más cuando había un metro y medio de escombros (No tierra) encima de la criatura. El tiempo que es buen maestro nos dirá.
    Un abrazo y hasta el infinito y mucho más allá.

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    1. Hola, Javier.
      Me llama la atención que lo que ahora llamamos pequeñas heroicidades (sonreír al vecino, recoger las llaves de alguien, ceder un asiento o sujetar una puerta, antes era simple y llanamente buena educación. Me ha venido al recuerdo una ocasión en que la tutora de mi hija en el cole, cuando esta tenía unos diez años, me comentó que "la niña era sumamente educada" y ante mi cara de extrañeza pues pensé que ese "sumamente" se traducía en que iba haciendo reverencias por los pasillos, o algo así, la profesora me dijo que siempre pedía las cosas con un 'por favor' y luego daba las gracias. A esto yo le contesté que eso no era ser sumamente educada, sino educada a secas. Y ella me replicó que últimamente lo normal empezaba a convertirse en extraordinario.
      Yo nunca he pensado en nada raro respecto al niño, siempre creí en la teoría del accidente y parece que las investigaciones lo están corroborando. Aunque creo que todo el interés en llegar al niño se basaba, principalmente, en rescatar el cadáver para certificar que fue un accidente y no otra cosa. En cualquier caso los investigadores tienen la última palabra y yo confío que serán tan buenos profesionales como los que se encargaron de sacar el niño de ahí.
      Un besote.

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  8. Añado aquí lo que decía mi padre, que parece ser que cuando abres y cierras comillas (Latinas) se borra el mensaje.
    "Seamos tu y yo buenos y en el mundo habrá dos malos menos"
    Besos.

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  9. Una oportuna y muy bien traída reflexión, Paloma. Suscribo todo cuanto dices y me encanta la cita final de Albert Camus. Sólo añadiría que los responsables máximos, depredadores insaciables, de este abuso hiperinformativo son los profesionales del periodismo, o mejor dicho sus empresas informativas que quieren sacar tajada de todo. Vieron que cuanto más Julen hubiese en sus parrillas, más audiencia y por ende más publicidad, o sea, más ingresos. Y ¡hala! a confundir las mentes de los teleespectadores: salvar a Julen (¡con 8 o nueve diás ya sepultado!), y como este argumento era poco plausible entonces toca alabar a los héroes mineros aunque aún no hubieran intervenido. En fin, ya te digo, un circo que todavía continúa, ahora con la búsqueda de responsabilidades y las declaraciones de los desconsolados padres ante la jueza... Bochornoso.
    Un beso

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    1. Hola, Juan Carlos.
      A tenor de todos los comentarios, parece que a todos nos ha desagradado el tratamiento informativo del suceso. Está claro que si bien algunos hicieron su trabajo de manera profesional, otros, y aquí entran los periodistas y sus jefes, se comportaron con muy poca ética. Por desgracia, esto tampoco nos pilla de sorpresa porque estamos más que acostumbrados a que el sensacionalismo pueda al rigor informativo.
      La cita de Albert Camus la recuerdo siempre que sé de algún hecho excepcional donde se comprueba la bondad de las personas. Es llamativo que la escribiera una persona con ideas tan derrotistas aunque también un firme creyente en el ser humano. Que defendiera el absurdo es algo que hace que me caiga muy bien.
      Un beso.

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  10. ¡Hola Paloma! También estoy de acuerdo con lo que dices, tú y los compañeros que han comentado. Suscribo, por lo cerca que me pilla, lo de que los profesores se topan con la ignorancia en todas sus facetas.
    En cuanto al hecho que ha motivado este post te diré que yo hice como tú durante ese tiempo: encendía la tele nada más abrir un ojo, y había días que los abría incluso antes de lo habitual porque me rondaba el tema por la cabeza. He llorado, como muchos, pero he aplaudido también a esos mineros que, pobres, hicieron su trabajo con mucha presión (la de las cámaras y la inherente a su oficio que, en este caso, era delicadísima: salvar a un niño).

    Cierto que todos somos héroes. Sin ir más lejos y, por supuesto salvando las enormes diferencias, ayer una mamá de un niño de mi insti (víctima de violencia de género) al no saber rellenar una instancia, me dijo "estoy al límite, si quieres ayudarme...".
    Lloraba mientras me contaba, y yo a punto estuve, pero hice de tripas corazón, la hice sentar, le redacté lo que necesitaba y al terminar me dijo "deja que te dé un abrazo". Pues mira por donde, me sentí "su" héroe. ¡Cuesta tan poco!
    Lo de mirar para otro lado cuando una persona se siente sola y desamparada hay que dejarlo para otros, los poco empáticos (por no decir otra cosa).

    Pero añadiré que hay gente que intenta sacar punta a todo y no se queda con lo "positivo" de la situación (dentro del mal), muchas veces con malicia. Si digo esto es porque hoy he leído, en cuanto al caso de este niño, que si el padre se contradice en esto y en lo otro. A ver, ¿no es normal y humano que en un momento de tensión como vivió dijera una cosa y ahora fríamente otra? O, voy a decir más, ¿no sería igualmente comprensible e igualmente humano que quisiera el menor daño posible para el familiar dueño de la finca, después de lo sucedido?

    Bueno, termino, hasta aquí mi postura compi ;-)

    ¡Un besazo!



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    1. Hola, Chelo.
      En este país hay muchos a los que les gusta despellejar, con o sin razón, el caso es poner a bajar de un burro a quien se le ponga delante. El problema es que esos tipos tienen audiencia y otros descerebrados oyen esas proclamas incendiarias y se apuntan al linchamiento, sin pararse a analizar en qué se basan las descalificaciones. Y entonces ya la tenemos liada.
      Como he comentado anteriormente, yo me quedo con esos héroes cotidianos que sin ruido, pero sin pausa, hacen su labor y mejoran nuestras vidas.
      Respecto a lo que cuentas de que te levantabas y pensabas en el niño, lo entiendo. Recuerdo que en algún informativo se dijo algo así como que todo el país estaba pendiente de lo que ocurría en Matalán porque el suceso nos había conmovido y yo pensé, "pensamos en el niño porque estamos conmovidos y porque no hacéis más que hablarnos del tema a todas horas". Ya era casi obsesión, no había más noticia que esa y, como le comento a Josep Mª, se relegaron otras hasta ignorarlas por completo.
      Un besote, guapa.

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  11. He leído tu entrada y todos los comentarios que ha generado y creo que a estas alturas está todo o casi todo dicho. Quizás solo poner en el acento una vez más en todos esos héroes anónimos que con su esfuerzo diario hacen que este planeta siga girando. Un abrazo Paloma.

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    1. Hola, Norte.
      Yo también creo que hay que separar la paja del grano y quedarnos con lo bueno, con esos héroes anónimos que con su labor hacen que todo marche mejor.
      Un abrazo y buen fin de domingo.

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  12. Genial reflexión en la que cualquier persona se debe sentir conforme y solidaria. Gracias.

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    1. Hola, Emilio.
      Creo que somos muchos los que nos damos cuenta de la valía de estos héroes discretos y hay que hacerlo resaltar para que no se nos olvide.
      Gracias a ti por tu visita y tu comentario.
      Un saludo.

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  13. Hola Paloma! Me ha gustado mucho tu entrada y toda la reflexión que has hecho. Tienes razón en que hay más heroes de lo que imaginamos. Coincido contigo en que el mundo está fatal, porque el sensacionalismo que ha generado este suceso ha sido horrible. Hasta había rumores, que si el niño no estaba ahí, que si lo habían tirado los padres, que si luego habían tirado piedras...en fin, ver las noticias es casi deprimirse.
    Muy buena entrada, guapa! Un besito!!

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    1. Hola, María.
      Creo que el difundir rumores y descalificaciones está en nuestros genes. Yo también he oído auténticas barbaridades y no podía más que pensar en lo que deberían estar pasando esos pobres padres, encima que habían perdido a su hijo tenían que soportar que los trataran de asesinos o poco menos.
      En fin, nos quedaremos con la parte buena de algunas personas e intentaremos pasar de largo de las mezquindades de otras.
      Un beso grande.

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  14. Hola Paloma, qué buena reflexión. He seguido, cómo no, el accidente del niñito y toda la operación de rescate del cuerpo porque como bien dices era imposible que ese crío estuviera vivo y solo espero que su muerte fuera rapidísima y sin que se diera cuenta. Entiendo que a los padres no se les dieron falsas esperanzas porque por fortuna hay muy buenos profesionales anónimos, que se dedican a hacer su trabajo con responsabilidad y profesionalidad. Caso aparte son los carroñeros, todos aquellos que en nombre de la noticia y el interés solo buscan saciar el morbo, propio y el de aquellos que los miran y lo que menos les preocupa es el dolor que causan con sus comentarios. Hace demasiado tiempo que ciertos "periodistas" han olvidado su profesión y es vergonzoso verlos o leerlos defendiendo lo indefendible, buscando la controversia y el enfrentamiento y en muchos casos mintiendo sin ningún rubor.
    Desde hace un tiempo me estoy convirtiendo en una desinformada, no veo apenas TV y no leo cierta prensa. Me he cansado de escuchar y leer tantas mentiras, estoy harta de la manipulación y del enfrentamiento, de la incapacidad de la prensa para ser imparcial y ver cómo las personas se creen las mentiras que inventan, en fin...terrible.

    Me quedo con tus héroes anónimos, con todas aquellas personas que hacen de su día a día un compromiso con el prójimo, de todos aquellos que nos demuestran con su comportamiento todo lo bueno que es capaz de hacer y ser el ser humano, me quedo con eso.

    Besos

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    1. Hola, Conxita.
      Yo también he desconectado durante una buena temporada de ver las noticias, pero al final siempre vuelvo y siempre acabo con esa terrible sensación de estar siendo manipulada, de que no me cuentan la verdad o algo con objetividad.
      A veces, creo que algunos tienen ganas de que les cuenten lo que quieren oír y no lo que realmente está pasando, pero ese no es el caso de todo el mundo.
      Yo también me quedo con el lado positivo de todo esto: hay gente buena, más de la que creemos, que pasa desapercibida pero cuya labor es encomiable y es en esa gente en la que nos tenemos que fijar.
      Gracias por tu aportación.
      Un besote.

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