Mucho se habla
de las obras de arte que hay en Venecia, que si el Palacio Ducal, que si la
Basílica de San Marcos o el Puente Rialto, y aunque todo el mundo alaba la
arquitectura esplendorosa de esa ciudad yo tengo que dejar clara mi
disconformidad con la manera de construir que tienen allí.
No niego que los
palacios renacentistas o los edificios del siglo XVIII son muy bonitos, pero a
mi modo de ver tienen algunos defectos, y no solo me refiero a los desconchones
que abundan por doquier. Yo no entiendo ni jota de arquitectura, pero sé lo que
es una línea recta y distingo lo que está derecho de lo que está torcido.
También sé lo que es la fuerza de la gravedad y que las cosas que se inclinan
en exceso tienen el riesgo de caerse.
Si en
anteriores entradas me quejé de la humedad y cómo afeaba las fachadas, a lo que
voy ahora es a decir que en Venecia muchos edificios, además de aparecer
ennegrecidos por el moho, están torcidos. Este defecto se nota especialmente en
las torres y/o campanarios de la ciudad.
Aquí van unas
cuantas muestras.
Esta querencia
para inclinarse por parte de las torres venecianas no sé muy bien a qué se debe
–ya he comentado que no tengo ni idea de arquitectura–. No sé si es por una
mala cimentación, por impericia de los arquitectos venecianos o por solidaridad
con su prima la torre de Pisa, la
inclinada.
No obstante, si
hiciéramos un concurso para ver qué torre está más ladeada, la palma se la
llevaría el campanario de la iglesia de Burano. Es un auténtico desafío a la
ley de la gravedad.
Yo no sé cómo
la gente sigue yendo a misa allí, el día que se caiga la torre si está todo el pueblo en plena ceremonia,
la escabechina en la iglesia puede ser de campeonato. Todo un peligro y una imprudencia.
Uno de mis
acompañantes en este viaje a Venecia estudió arquitectura varios años, pero no
logró terminar sus estudios. Viendo la manera de construir en esa ciudad, se
volvió a España con la desagradable sensación de que si hubiera cursado la
carrera en Italia habría conseguido aprobar.
En la primera
entrega de esta crónica veneciana comenté que siempre que he hecho un viaje a
Italia, tarareo eso de “Vamos juntos hasta Italia, quiero comprarme un jersey a
rayas”, pero el caso es que en ninguno de mis viajes a ese país me he comprado
un jersey así porque no los veo en las tiendas. En Venecia averigüé por qué no se encuentran jerseys a rayas disponibles:
los gondoleros han acabado con todas las existencias.
Yo creí que lo
de las camisetas de rayas de los gondoleros eran clichés manidos que no se
correspondían con la realidad –como si uno piensa que en Sevilla todas las
mujeres van vestidas de faralaes–. El caso es que en Venecia todos los
gondoleros llevan camisetas de rayas. Os parecerá una tontería, pero a mí me
alucinó. El color de esas rayas puede variar, rojo, azul o negro. Lo que no
varía es el sombrero tan ridículo de paja, aunque se empiezan a ver signos de
rebeldía en algún sector del gremio pues muchos iban con la testa descubierta
–algo que yo comprendo y que respeto porque mira que es feo el sombrerito–.
Lo que sí
pertenece a un estereotipo más que obsoleto es eso de que cantan “O sole
mio”. Además, esa canción suscita controversia entre los venecianos porque
resulta que es una balada napolitana que nada tiene que ver con Venecia. Así
que aprovecho para pedir perdón por titular esta serie de publicaciones
precisamente con esa canción, pero en el ideario del turista habitual ‘O sole
mio’ se relaciona, aunque sea erróneamente, con Venecia.
Desde luego, el
gondolero que nos paseó a nosotros no cantó nada de nada, quizás porque andaba
mosqueado con otro colega con el que casi se choca y con el que cruzó ciertas
palabritas subidas de tono donde se pudo escuchar “vaffanculo”, “porco” y
“figlio de puttana”. Yo no tengo ni idea de italiano, pero creo que en esencia
entendí bastante bien lo que se decían.
Otro cliché
manido, y no del todo cierto, es eso de que los gondoleros utilizan el remo para
dirigir la góndola. Sí que lo emplean, pero también se sirven de otras ayudas
algo menos ortodoxas: los pies.
Con la ayuda de
los pies o con la de las manos, los gondoleros se ganan el sueldo a pulso
literalmente hablando, aunque no se pueden quejar de la clientela porque es abundante
y porque los 80€ que te clavan por un paseo de media hora no es ningún
impedimento para que los canales se llenen de turistas embarcados en una nao
tan peculiar.
Pero la góndola
no es el único modo de transporte en Venecia. De hecho, las góndolas las
utilizan solo los turistas. El habitante común de Venecia utiliza los
vaporettos. Por cierto, el nombre despista bastante porque uno podría pensar que se mueven a vapor, pero la verdad es que lo hacen con gasóleo a juzgar por los apestosos gases que emiten, a no ser que el agua al evaporarse en Italia huela diferente a como lo hace en España (yo, después de lo de los mosquitos, estoy abierta a las más estrambóticas posibilidades).
En principio, estos barcos-bus se emplean para ir de un lado a
otro, dentro de la propia ciudad o entre las islas que se encuentran en la
laguna. Pero también pueden tener otro uso que a mí me sorprendió.
La ciudad está
atravesada por un canal enorme y bastante ancho. La única manera de ir del
norte de la isla al sur es cruzándolo, pero solo hay cuatro puentes a lo largo
de ese canal, haciendo que ir de norte a sur sea bastante complicado y poco
práctico si uno tiene prisa. Y aquí es donde entran en acción los vaporettos,
porque estos barcos colectivos tienen una peculiaridad: navegan haciendo
zig-zag, de manera que una parada la tienen en una orilla y la siguiente en la
opuesta, así muchos venecianos emplean el vaporetto para trayectos de una sola estación,
lo justo para cruzar el canal.
Esta manera de
navegar puede ser muy útil, pero a mí me parece insensata. Si solo hubiera dos
o tres barcos, vale. Pero cuando hay un tráfico de mil demonios la cosa se
puede poner peligrosa, porque eso de que cada uno vaya a lo suyo genera
situaciones comprometidas. Aún tengo el susto en el cuerpo cuando una
lancha-taxi se le cruzó al vaporetto en el que viajaba y pasó a tan solo un
metro del casco.
Tráfico marítimo visto desde el Puente de Rialto |
Hay varios
tipos de vaporettos, unos más grandes que otros. Yo prefiero los grandes ya que
cuando viajé en los pequeños lo hice bastante mosqueada porque son mucho más
bajos. Al igual que no tengo ni idea de arquitectura, tampoco la tengo de
ingeniería naval, pero eso de ir sentada por debajo de la línea de flotación
del barco a mí me da un poco de canguelo. Mirar por la ventana y ver el agua a
la altura de tus ojos mosquea cantidad. Por mucha mampara de cristal o de metal
que haya entre el viajero y el líquido elemento, la sensación es de bastante
inseguridad.
Sea en góndola,
sea en vaporetto, viajar por los canales de Venecia es toda una experiencia.
Aunque puestos a citar medios de transporte el que más se uliza allí es el tren
de San Fernando: un ratito a pie y otro andando. Porque para moverse en Venecia
hay que caminar, solo así se puede llegar a rincones preciosos, solitarios, con
el encanto que confieren los habitantes del lugar, donde cada vecino contribuye
al paisaje de la ciudad aportando su granito arena: un balcón lleno de flores,
una banderola, un cartel protestando por la masificación turística o
simplemente ropa tendida.
Esta es la Venecia
que a mí me enamoró, y por mucho que haya protestado a lo largo de estas tres
publicaciones, la realidad es que fue un viaje entrañable, disfruté mucho de la
estancia en esa ciudad maravillosa, me divertí, caminé por sus calles -estrechas
y no tan estrechas-, me perdí y descubrí nuevos rincones. Volvería allí otra
vez sin dudar. Venecia es única.
Para que
vosotros también podáis disfrutar un poco de Venecia os invito a ver el vídeo
del siguiente enlace donde he intentado sintetizar con unas cuantas fotos –que no
hacen justicia– la belleza de esa maravillosa ciudad. Aunque las mejores
imágenes son las que permanecen en mi retina, en mi recuerdo y en mi corazón;
esas sí que son preciosas porque están acompañadas por las sensaciones que una cámara no puede captar: el sonido del agua al chocar con las paredes de las casas, el olor de las flores de los balcones o el silencio del atardecer.
Entradas anteriores:
Me ha encantado tú entrada Paloma.
ResponderEliminarYo no tengo idea de arquitectura, pero estaba pensando una cosa mientras te leía, puede ser que se incline por el agua? igual que el pavimento se hincha, en Alicante a pasado, toda la explanada lo que hay abajo hay agua y de vez encuando tienen que arreglar las aceras para que no vaya a mas, digo yo que a lo mejor puede ser por eso por lo que los edificios están inclinadas,pero vamos no soy arquitecta y no se si esa es la causa.
80 euros por un paseo en Góndola? pues ya puedo ahorrar jeje, porque no veas aun así no se si mi marido estará por la labor jeje , además ya me comentaras si merece la pena el paseo y el gasto.
Y me quedo con tus fotos de los balcones con flores y las fotos de ropa tendida, aparte del post por supuesto y desde luego como se conoce una ciudad es andando, que es la oportunidad de conocer rincones maravillosos, estoy de acuerdo.
Besotes y buena semana.
Hola, Tere.
ResponderEliminarYo también creo lo de la inclinación de los edificios es porque el suelo no es muy firme. Las islas eran una ciénagas y el terreno debe de ser bastante blando. El marido del otro matrimonio que nos acompañó en el viaje (el que no terminó arquitectura) también opinaba igual.
El paseo en góndola es 80€ pero por góndola, no por persona. En una góndola pueden ir hasta seis pasajeros, así que según los integrantes así sale el billete individual.
En el vídeo, no sé si lo has visto, no aparece ningún lugar emblemático de Venecia (la basílica, el Palacio Ducal, el Campanile o el puente de Rialto), porque a mí lo que más me gustaron fueron esos rincones más solitarios y esas calles con su ropa tendida.
Un beso grande, guapa.
Yo siempre he achacado la falta de verticalidad de las torres de Venecia al hecho de que, tras su construcción, se han inclinado debido a un suelo poco estable y un nivel freático muy superficial. No creo que sus arquitectos sean más o menos inútiles que en cualquier otro sitio, y la tradición de los que construyeron acueductos, circos y calzadas que aún se utilizan tiene que haberles dejado una impronta que en otros lugares falta. Aunque todo son suposiciones mías.
ResponderEliminarpreciosas fotos y precioso vídeo. ¡¡Qué ganas de volver!!
Un beso.
Hola, Rosa.
EliminarYo también creo que la inclinación de las torres y de algunos edificios seas debido a lo que comentas. Evidentemente, en la entrada estaba bromeando. Lo que me extrañó (y preocupó) es que fuera tan acusada esa inclinación en algunos casos.
Acabo de llegar de allí como quien dice y yo también tengo ganas de volver.
Un beso grande.
Pues ahí radica el mérito,... construír una torre inclinada y que no se caiga,... jajaja, eso sí que son arquitectos; ¿qué mérito tiene hacerla derecha y que se mantenga? Por otra parte los vaporetos circulan como los italianos por la carretera,... un italiano se transforma tras el volante de de la sua mácchina!!! A pesar de todo, como muy bien dices,
ResponderEliminarVenezia è meravigliosa.
Feliz semana!
Hola, Norte.
EliminarSí es cierto que una torre derechita, como Dios manda, no llama la atención, y que tiene su mérito eso de tenerlas inclinadas y que no se caigan, aunque yo creo que se acabarán cayendo porque la fuerza de la gravedad está ahí.
La forma de conducir de los italianos, ya sea un barco o un vehículo de carretera es de juzgado de guardia. Las dos veces que he estado en Roma pasé miedo a cuenta de esto; cuando tenía que cruzar una calle con mucho tráfico rezaba un padrenuestro antes, y yo no soy de rezar.
Un abrazo.
Pero seguro que no viste nunca un atropello en Roma, ¿verdad?,... sabes por qué?,... los romanos te ven en un paso de peatones y aceleran, y en el último momento te esquivan. POr cierto en Italia el peatón "siempre" tiene la razón.
EliminarEn eso tienes razón, atropellos no vi, aunque motivos para verlos sí. Tampoco vi nunca que una moto parara en ningún paso de peatones, esas como mucho frenan un poco para ver hacia dónde tiras tú y según lo vean te esquivan por delante o por detrás.
EliminarNo discuto que el peatón en Italia siempre tenga razón, pero si esa razón la va a conservar en el cementerio... de poco le va a servir.
No sé, yo si vuelvo alguna otra vez a Italia, creo que seguiré encomendándome a algún santo milagrero para preservar mi integridad al cruzar.
Un abrazo.
Ja,ja,ja, que buena entrada Paloma y qué bueno el comentario de Norte (¿qué merito tiene hacerla derecha y que se mantenga?). No tenía la menor idea de este aspecto de Venecia y por eso la lectura es maravillosa en este caso en particular y como alimento cerebral en general. Lógicamente y habiendo disfrutado mucho de la ironía con la narras tus aventuras venecianas, el párrafo final es la mejor firma para un viaje inolvidable.
ResponderEliminarAbrazos y gracias por compartir el viaje!!
Hola, Miguel.
EliminarA cuenta de mis (pocos) viajes al extranjero hice una serie de publicaciones hace meses donde narraba esas cosas que nadie cuenta cuando se va por ahí.
Ahora, especialmente en las redes sociales, está de moda poner fotos de nuestros viajes en las que aparecemos con cara de felicidad relatando lo maravilloso que ha sido todo, pero lo cierto es que no siempre las cosas salen como un espera y la perfección no existe, sobre todo cuando te vas de viaje. Por eso quise poner el contrapunto, con humor, cuando de viajar se trata.
Gracias a ti, Miguel, por haber asistido fielmente a esta crónica veneciana.
Un beso.
Jajajaja Halaaa!! Que torcidas están las torres, la de Burano está fatal, y yo no me di cuenta cuando fui!!
ResponderEliminarAins qué manera más bonita de terminar la entrada, qué palabras tan bellas!! si es que Venecia es una pasada, estará vieja, pero para mí ese es el encanto. Algo nuevo, y cuidado para los turistas pierde realismo. Sin embargo Venecia es auténtica, es como caminar dentro de un cuadro, he ido dos veces y volvería mil!!! Bueno, se nota que es una de mis ciudades preferidas, no?? Jajajaj
Me alegro mucho de que hayas disfrutado de este viaje y que te lo hayas pasado tan bien!! Me he reído mucho con tus anécdotas, aunque sin duda me quedo con “selfie con desconocido” jajaj
Un besote guapa!! Feliz noche :))
Hola, María.
EliminarNo sé cuánto tiempo hace que estuviste en Venecia, puede que la torre de Burano no estuviera tan inclinada y ahora se note más. La de Pisa parece que se inclina cada año un poco y ya está en fase casi, casi, peligrosa.
Desde luego, como no pongan remedio, tarde o temprano se acabarán cayendo porque supongo que la cimentación no es buena y eso cada vez irá a más.
Te aseguro que todo lo que he contado es tal cual pasó, pero lo he "dramatizado con humor". Pero en realidad, esos aspectos negativos no lo fueron tanto, porque la ciudad, con sus humedades, su moho y sus mosquitos y gaviotas, merece la pena. Venecia tiene un encanto que a mí me enamoró.
Gracias por tu visita.
Un beso grande.
Ay Paloma, qué ilusión leer tu viaje a Venecia, porque tengo tantas GANASSSS pero hija, no hay manera, creo que me asusta esa aglomeración de turistas y bueno, bueno, esos mosquitos... uf esto me da pistas para todo los antimosquitos que debería de llevar. Me gustó mucho cada entrada que has hecho con ese tono tuyo tan particular, me he reído un montón con esas aventuras y esas particularidades que nos cuentas de la ciudad y de los gondoleros (lenguaje universal jaja) genial chica que deleite de viaje. Lo tendré en cuenta, de hecho me lo guardo, para cuando vaya. Por cierto ese selfi con el desconocido y esas torres anti-gravedad, menos mal que no te subió el nivel del agua y te encuentras la plaza de San Marcos inundada, porque la experiencia hubiera sido la pera limonera. Echaba de menos estos viajes tuyos. Gracias linda. Un besazo
ResponderEliminarHola, Eme.
EliminarYa sabes que no me callo nada cuando relato mis viajes. Hay cosas que no son tan bonitas como parecen y hay que contarlas para que el futuro viajero sepa a qué atenerse.
De todas formas, Venecia es una preciosidad, así que no dudes en visitarla. La aglomeración turística (para mí el único problema que tiene de verdad) se puede evitar, o esquivar, si vas en plan tranquilo como hice yo. Si pernoctas en la propia Venecia puedes comprobar que la afluencia de turistas es mucho menor a partir de las cinco de la tarde, más o menos, y por la noche ya es una gozada pasear por sus tranquilas calles.
De todas formas, si te alejas de la 'zona cero', es decir, de la basílica y de la plaza de San Marcos, puedes encontrar sitios muy tranquilos.
Tienes razón en eso de que, al menos, me libré de ver Venecia anegada por una subida del agua. Aunque allí ya están muy bien preparados; en las principales vías tenían amontonadas una especie de soportes para hacer pasarelas en caso de inundación. Estos venecianos piensan en todo.
Un besote grande, guapa.
Bueno, Paloma, me tenías preocupado. Por un momento pensé que tu experiencia veneciana había sido un desastre, pero veo que al final te ha resultado una experiencia estupenda. La verdad es que en cualquier parte del mundo mundial uno puede tener una mala, o muy mala, experiencia y echar al traste toda la ilusión del viaje. Ya se dice aquello de que "cada uno cuenta la feria según le va". Yo también podría contar alguna anécdota desagradable de mi visita a esa ciudad italiana, y siempre relacionada con el comportamiento de algún que otro listillo (bien gondolero, bien porteador "voluntario" de equipajes), pero en general me pareció un lugar precioso y mi experiencia fue muy positiva.
ResponderEliminarYo tampoco tengo ni idea del motivo de esas inclinaciones. Solo se me ocurre que se deban a un subsuelo inestable por la humedad. En mi reciente viaje a México, donde pudimos contemplar el mismo problema, nuestros anfitriones nos contaron que era debido a los distintos movimientos sísmicos que ha sufrido el país a lo largo de los tiempos y a las placas tectónicas que, al parecer, subyacen en gran parte del país.
Me alegro que, en resumen, vuestra visita a Venecia fuera un éxito.
Un abrazo.
P.D.- Tanto el vídeo como tu sentido del humor al contar esas vicisitudes, me han encantado.
Hola, Josep Mª.
EliminarYo también creo que la inclinación de los edificios se debe a un subsuelo endeble, pero lo que no sé es si ya están haciendo algo al respecto, o simplemente dejarán que los edificios afectados se caigan.
Evidentemente, he contado con humor las cosas no tan buenas que me pasaron en ese viaje, pero la verdad es que fueron problemillas que no empañaron, para nada, la estancia en una de las ciudades con más encanto que he conocido.
Además, la compañía fue estupenda y eso ayuda también a dejar un buen recuerdo del viaje.
Gracias por viajar fielmente por el blog durante estas tres entregas.
Un abrazo fuerte.
¡¡No me había dado cuenta de lo torcidas que están las torres en Venecia!! Si que da un poco de miedo meterse en esa iglesia, lo mismo de tanta humedad los cimientos acaban por moverse...
ResponderEliminarMe alegra que, a pesar de los pesares, tu viaje a esta ciudad que tanto me gusta haya sido una buena experiencia y que lo hayas disfrutado tanto (y que nos hayas hecho disfrutar y recordar a los que te leemos).
Mil besos, Paloma
Hola, Chari.
EliminarMe encanta que esta crónica veneciana te haya hecho recordar tu propia estancia allí.
A pesar de los pesares, yo volvería a Venecia sin dudarlo un segundo. Me gustó muchísimo esa ciudad.
Gracias por asistir a mis vicisitudes por Venecia.
Un besote grande, guapa.
Fantástico colofón, Paloma! Me ha encantado cómo has narrado tu viaje desde el punto de vista de alguien de a pie, hay miles de entradas dedicadas a esta ciudad alabando su belleza, su romanticismo, sus edificios... pero solo una, la tuya, en la que se explique cómo son esos mosquitos, esas experiencias paranormales de orientación, el zigzag, las torres torcidas... todas esas cosas que nos acercan de tal manera a tu experiencias que casi sentimos haber viajado contigo.
ResponderEliminarUn vídeo precioso lleno de rincones encantadores. Estoy contigo. Los edificios emblemáticos los podemos ver en fotos por cualquier medio. Pero esos rincones son los que muestran la esencia de lo que es la ciudad. Un fuerte abrazo!!
Hola, David.
EliminarMe hace gracia lo que comentas del vídeo porque cuando se lo pasé a los amigos que nos acompañaron en el viaje, me dijeron que les gustaba porque "es la Venecia que no sale en las postales". Y esa era la intención, reflejar la ciudad de la gente, la de las viviendas, la de las calles "normales".
He querido reflejar lo mismo cuando he publicado esta crónica: contar las cosas que pasan y que nadie suele comentar cuando relata su visita a la ciudad, como son los mosquitos molestos o las gaviotas agresivas o la peligrosa conducción a la italiana.
Gracias por tu visita constante a esta crónica.
Un beso.
Qué pena que se acabe esta saga de entradas, Paloma, ¡me lo he pasado bomba leyéndote! jajajaja.
ResponderEliminarNunca había reparado en lo "torcido" de las torres y campanarios de Venecia, y lo cierto es que has despertado mi curiosidad. Alguna razón tiene que haber, digo yo. Voy a ver si consigo enterarme :D Y respecto a los paseos en góndola, a mí sí que me cantaron (bueno, a todos los que íbamos en la góndola). Era un tipo guapísimo con una voz muy varonil que nos amenizó el trayecto con algo parecido a la ópera (yo no entiendo de música, pero canciones populares al uso no eran). Nos pareció muy emocionante y como fuimos de los pocos que llevaban cantante a bordo, nos sentimos muy afortunados jajajjaa. No tuvimos incidentes con otras embarcaciones, pero eso fue pura casualidad dado cómo se las gastan por allí.
Muchas gracias por compartir con nosotros tantas fotos preciosas y originales de tu viaje y tus propias experiencias. Como bien dices lo más importante te lo traes convertido en sensaciones que no se pueden reproducir y que fueron estupendas, así que me alegro mucho.
¡Besitos de jueves!
Hola, Julia.
EliminarSe nota que la góndola en la que paseaste era de más categoría que la mía.
Yo tan solo oí un día cantar pero a un pasajero, invitado supongo, en otra góndola que se paró cuando nosotros estábamos sentados en la escalinata de una iglesia a pie de agua (Santa María de la Salud). El tío se puso de pie y cantó Santa Lucía muy bien, tanto que los que estábamos por allí le aplaudimos y todo.
Me alegro de que te haya gustado esta crónica veneciana.
Un beso grande.
Ni fijarme en que estaban torcidas y estaban muy torcidas. Vaya intriga, a la que tenga cerca a un arquitecto voy a preguntar, porque pensaba que la única torcida era la de Pisa y parece que es que construyen así jajaja
ResponderEliminarMe ha gustado ver Venecia a través de estas entradas con ese humor que te caracteriza y a pesar de los mosquitos y demasiados turistas lo que sí está claro es que Venecia enamora, sobre todo perderse y callejear al atardecer cuando empieza a estar ya todo más tranquilo. De Venecia nos trajimos la costumbre de tomar un spritz a media tarde que seguimos manteniendo sobre todo en verano y en vacaciones que todo apetece tanto.
A los gondoleros los recuerdo hasta con música enlatada y haciendo "caravana" y empujando con el pie (bien pillada la foto) y desde luego muy romántico no lo encontré.
Besos
Hola, Conxita.
EliminarProbé el spritz y no me gustó mucho, me supo a bitter aguado. No sé si es que lo tomé en un lugar donde lo preparaban mal, aunque no era un sitio turístico sino un bar alejado de la zona más emblemática de Venecia. Para mí, donde esté un buen vermut de grifo...
Yo no sé si calificar de romántica a esa ciudad, o a los paseos en góndola. Creo que en conjunto es un lugar encantador que te enamora y te gusta a pesar de sus "defectos".
Gracias por ser tan fiel a esta crónica.
Un beso muy grande.
No he estado, pero siempre me ilusionó conocer Venecia. Las fotos que pones me animan todavía más a hacerlo, y eso a pesar de que en muchos de los párrafos de estas entradas no la pones muy bien parada. Pero Venecia tiene un encanto especial, eso seguro, así que algún día me confundiré con los gondoleros de la camiseta de rayas.
ResponderEliminarHola, Jorge.
EliminarTodas las pegas que le pongo a Venecia, aunque están sustentadas en hechos reales (no he inventado nada), en realidad no son tan negativas porque la ciudad está por encima de todo eso. Es tan bonita, tiene tanto encanto que ni el moho, ni los gondoleros macarras ni nada es capaz de empañar su magia.
Para mí lo peor fue la masificación, pero ese inconveniente fue muy fácil de eludir, tan solo alejándote de la zona neurálgica ya no hay tanto turista, y al atardecer se puede disfrutar del silencio y de la tranquilidad.
Espero que te animes a visitar Venecia, estoy segura que no te va a defraudar.
Un abrazo.