Dime a quién admiras y te diré con quién andas(*)
Quien más quien menos tiene ídolos que admirar. Todos tenemos nuestras aficiones y el que destaca en ese campo se convierte en objeto de admiración.
Un poeta francés del siglo XIX (Theophile Gautier) dijo que admirar es amar con la mente. Pero un escritor español del Siglo de Oro (Baltasar Gracián) dijo que la ignorancia es la madre de la admiración. Según el DRAE, admirar es “tener en singular estimación a alguien o algo, juzgándolos sobresalientes y extraordinarios” pero no entra en calificaciones sobre el admirador.
El caso es que yo en esto de la investigación científica tengo varios personajes a los que admiro y por los que siento un gran respeto, no sé si porque tengo una mente que ama (si hacemos caso a Gautier) o porque soy tonta de capirote (si hacemos caso a Gracián).
Algunas de estas personas admiradas por mí ya fallecieron y están en el firmamento brillando con más estrellas, pero otras aún caminan entre nosotros y, aunque para mí son igualmente de inaccesibles que si se tratara de espíritus inmateriales, puedo disfrutar de su sabiduría en vivo y en directo acudiendo a conferencias o simposios en los que participan y a los que yo puedo asistir como espectadora.
Pero mi admiración siempre es 'desde lejos' y muy moderada. No soy nada mitómana. No me gustan los autógrafos ni los selfies con el personaje admirado. No niego que me encantaría departir ante un café con alguno de mis mitos científicos, pero soy consciente de mi insignificancia y de la alta probabilidad de poner de manifiesto, en el caso de que se diera esa circunstancia, cuán lejos estoy del nivel alcanzado por el admirado ídolo y de quedar como lo que soy, una ignorante (y de paso darle la razón a Baltasar Gracián).
Así que admiro a mis ídolos desde la distancia.
En cierta ocasión asistí a una conferencia de uno de ellos con motivo de una Convención de la Estrategia NAOS (Estrategia para la Nutrición, Actividad Física y Prevención de la Obesidad). El lugar de la conferencia fue el Ministerio de Sanidad y el ídolo en cuestión era José María Ordovás. Para quienes no se muevan en el ámbito de la nutrición aclararé que este señor es un prestigioso investigador, pionero en nutrigenética y nutrigenómica, respetado mundialmente como uno de los pilares más importantes de este campo. Es decir, Ordovás es a la nutrición lo que Cristiano Ronaldo (o Messi, según los gustos) al fútbol, solo que con bastante más intelecto y con una conversación mucho más interesante que la de los futbolistas (y que me perdonen los futboleros).
Además, el profesor Ordovás es amigo de mi director número UNO y cuando éste supo de mi asistencia a una conferencia de su colega me pidió que le transmitiera recuerdos de su parte; algo que yo no hice, primero porque era materialmente imposible acercarse a más de diez metros del reputado profesor pues estaba escoltado por todos los gerifaltes del Ministerio y porque, ya lo he dicho, yo admiro a mis ídolos desde la distancia, lo que me impide aproximarme y ponerme a hablar con ellos.
Pero de lo que yo realmente quiero hablar hoy es de la “admiración por transferencia”. Porque esta tesis me está trastornando, pero también está trastornando a mi círculo más cercano. En el caso que nos ocupa, está afectando a mi media naranja.
Puede que sea cierto eso de “dime con quién andas y te diré quién eres” o puede que tengan razón quienes dicen “dos que duermen en el mismo colchón son de la misma opinión”, o simplemente que “todo se pega menos la hermosura”. El caso es que mi querido consorte también admira, por ósmosis, por amor o por la matraca que le doy todos los días con la puñetera tesis, a los mismos personajes.
Hace un par de semanas y con motivo de unas jornadas de alimentación saludable en el grupo empresarial del que forma parte la empresa donde trabaja mi marido, José María Ordovás dio una conferencia. Cuando mi esposo me oyó hablar de Ordovás con la admiración que le tengo, y que se merece, no lo dudó un instante y decidió acudir con varios compañeros a los que también les convenció mi idolatría.
El caso es que yo le pedí, bromeando y recordando la petición de mi jefe en aquella otra conferencia a la que yo asistí, que le diera recuerdos. Todo era una broma pero mi consorte, que cuando quiere me hace caso, ni corto ni perezoso intervino en el turno de preguntas y se los dio, ya de paso hasta me citó a mí. Cuando por un chat del móvil me lo contó creí que me estaba vacilando y devolviéndome la broma.
Salí de mi error cuando unos minutos más tarde me envió por el mismo chat un selfie con el susodicho profesor. Pasmada me quedé.
Además, como el selfie no salió muy bien de nitidez los compañeros de mi marido hicieron varias fotos cual si de un photocall se tratara. ¡No me lo podía creer!
Se podría decir que, en este caso, mi querido cónyuge aceptó mi admiración como parte de los bienes gananciales que se adquieren en el matrimonio, asumiendo su parte con valentía y arrojo.
Tengo muchos ídolos lejanos y distantes a los que admirar, personas que son un referente profesional, personas a las que tomo como ejemplo a seguir en mi carrera. Pero, también, a mi lado tengo a mucha gente que sin ser famosa, ni tener un curriculum llamativo, bregan conmigo el día a día, me aguantan, me soportan y me animan constantemente; eso sí que es para admirar.
A todas esas personas las admiro de verdad, por su paciencia y su inestimable compañía. A todas ellas las admiro y además las quiero, con la mente y con el corazón. Muchos de los que esto están leyendo forman parte de ese grupo: sois admirables.
Dime quién te admira y te ama, y te diré quién eres.
Antoine de Saint-Exupery.
(*) Esta publicación está dedicada a mi admirada media naranja: Jose.
Anteriormente en "Doctoranda al borde de un ataque de nervios":
(III) Y eso ¿quién lo dice?
(V) Con tres basta
¡¡¡¡Hola!!!!
ResponderEliminarMe daba miedo parecer una ignorante porque me imaginé que pondrías científicos de nombres impronunciables y me he llevado una alegría al ver que es Ordovás, porque no conozco su trabajo tan bien como tú sé quien es.
Un besito y tu marido es un afortunado, bueno y tú, por ir a esa conferencia.
Me alegra saber que Ordovás también es conocido por ti. Es uno de los discípulos de Grande Covián, supongo que también te sonará su nombre si te interesa la nutrición, además era asturiano.
EliminarLa verdad es que escuchar a Ordovás es toda una fortuna, se explica fenomenal.
Un besote.
Menos mal que lo has dicho en la nota final, porque iba a decirte que, por lo que hizo por ti en esa ocasión (y supongo que por otras muchas cosas más), deberían incluir entre tus admirados a tu media naranja.
ResponderEliminarComo siempre, una entrada la mar de entretenida e ilustrativa.
Un abrazo.
Mi media naranja tiene un lugar muy especial en esta tesis, como en mi corazón. Está sufriendo también lo suyo con mis nervios y angustias.
EliminarCreo que él tiene más ganas que yo de que termine, jajaja.
Un abrazo.
Me vas a perdonar, pero no conozco de nada a tu admirado ídolo, jeje. Yo también soy reacia a los selfis y autógrafos de famosos. A lo más que me atrevo es a llamarlos, a voz en grito, por su nombre si me los encuentro caminando por una calle de Toledo (esto me ocurrió de verdad con un músico al que admiro y casi le da un infarto al pobre). Besos
ResponderEliminarPero, mujer, ¿cómo se te ocurre dar esos sustos?, jajaja. Bueno, cada uno reacciona ante un imprevisto (como el de encontrarse a un músico admirado en la calle) de una manera que quizás, de antemano, no habría pensado.
EliminarYo soy tan despistada, que si me encontrara con alguien así por la calle ni me daría cuenta.
Un besote, guapa.
Gracias por la parte que me toca Paloma.
ResponderEliminarLa verdad a Ordovas no lo conozco, lo siento, claro que el tema científico no lo manejo yo mucho de hay claro el desconocimiento.
Yo al único que si me atrevo a no perderme ni un disco, ni una firma si puedo, y ir a sus concis es a Sergio Dalma, lo siento soy muy fan, hasta inclusive me lo he encontrado casualmente y nos hemos saludado, eso si con respeto siempre, yo no soy una loca, inclusive he d confesarte que me lo encontré en la playa en cierta ocasión y no me acerque a decirle nada porque en la playa es terreno intimo, si es cierto que después él para mi sorpresa, se acerco a saludarme, jeje, tiene una memoria increíble este chico.
Creo que hay que tener un referente para admirar,es necesario, para que todos podamos ver algo bueno, yo siempre me pasa con el tema fútbolístico, comparo siempre a Maradona con Iniesta o Messi, porque creo que Maradona es imperdonable como acabo y sin embargo Messi o Iniesta aparte de ser buenos jugadores (es mi opinión), son gente sana o al menos lo parecen sin embargo con Ronaldo no puedo, lo tengo atragantado, en fin cuestión de admiración ya ves siempre puede haber diferencias en quien admiramos, el como o porque, pero creo que es necesario tener un referente, y quizás a la gente joven le falte mucho de eso, porque admirar a Belén Esteban, chica que quieres que te diga no lo entiendo, menudo referente, pero bueno para gustos colores, aunque es para matar algunos gustos.
En cuanto al gesto de tu media naranja, yo pienso si me lo permites, que el amor esta lleno de gestos, y estos pequeños gestos como el que tuvo tú marido es una muestra de amor, y creo que lo hizo por esa razón, el amor es así Paloma y es que yo que quieres que te diga soy una romántica . Un beso. TERE.
Caray, se acordó de ti Dalma cuando te vio en la playa, eso es tener memoria y ser muy detallista. Mis gustos musicales no tienen nada que ver con el estilo de Sergio Dalma, así que no creo ni que me diera cuenta de que está en la misma zona que yo. En cuanto a los futbolistas yo no admiro ni a uno; me cuesta mucho trabajo admirar a alguien cuyo principal mérito es pegar patadas a un balón.
EliminarEstoy de acuerdo en todo lo que dices de los referentes para la juventud, y además creo que los padres ahí tenemos mucha responsabilidad.
Yo también creo que el gesto de mi media naranja fue motivado por el amor, sé que tuvo que vencer la timidez para acercarse al profesor y pedirle una foto.
Un beso muy grande, Tere.
Fantástica esta admiración por transferencia que relatas. Veo que aparte de a Ordovás, esta entrada me viene a demostrar que a quien admiras mucho -y no por transferencia sino directamente- es a tu marido (esposo, pareja...) a quien conseguiste contagiar -transferir- la admiración por tu ídolo científico. Desde luego debes sentirte orgullosa de él; lo mismo que él de ti pues este post me transmite la convicción de que tu 'chico' es una persona formidable que te quiere mucho.
ResponderEliminarUn beso, amiga
Mi chico me lleva aguantando muchos años y llega un momento que hasta las aficiones se confunden y todo es compartido.
EliminarComo le comentaba a Josep, está sufriendo casi lo mismo que yo la escritura de esta tesis y cuando la termine él también descansará mucho.
Un beso grande también para ti, Juan Carlos.
Estupenda anécdota, Kirke. Yo tampoco soy muy mitómana y admiro las obras, o alguna faceta de carácter, nunca a una persona de manera global. Me baso en que de la gente que más quiero, tengo muy buen concepto de ella, pero, como pertenece al género humano, posee defectos, aun así son buena gente, pero no tienen mi admiración, sí mi cariño, respeto y consideración. Entonces, si a mi gente cercana no la admiro, ¿cómo podría admirar a otra lejana?
ResponderEliminarUn beso.
Evidentemente esa admiración de la que hablo es sobre el trabajo de una persona, no a la persona en sí pues solo conozco de ella la faceta profesional. Qué duda cabe que todos tenemos defectos y que la perfección no existe, pero de manera global yo sí admiro a bastante gente, porque son capaces de hacer cosas que a mí se me antojan difíciles y laboriosas.
EliminarCuando de personas cercanas se trata la admiración se mezcla con el cariño y con otros sentimientos que nacen del trato personal por lo que esa admiración al final no resulta tal sino una miscelánea de afectos.
Un beso, Ángeles.
Qué bonito post y qué alegres salen en la foto. Se nota que lo estaban disfrutando, para la próxima acompáñelos ajajaj y sales también. Una fotito con tu científico favorito al año no hace daño.
ResponderEliminarSuerte con el resto de la tesis !
Desde luego si alguna vez me quiero retratar con alguien famoso tendré que acudir a mi marido para que me consiga que el famoso en cuestión quiera posar conmigo.
EliminarQué alegría verte de nuevo por aquí, Leslie, se te echaba mucho de menos. Bienvenida.
Un besote y gracias por tus buenos deseos.
Es que tu Jose es mucho Jose. Y eso de admiraros mutuamente es algo muy bueno en una pareja que ya lleva años de padecer en la mutua compañía los disgustos y las alegrías de esta vida en común.
ResponderEliminarMi felicitación a los dos.
Un beso.
Cuando le comenté a una compañera lo que había hecho me contestó: 'Yo de Jose me creo que se acerque a Ordovás y le pida una foto. Es un crack'
EliminarLa verdad es que el tío cuando se lo propone se lanza y no hay quien le pare.
Sí que llevamos un buen montón de años juntos y eso da una complicidad que, en ocasiones, produce anécdotas como la que he contado.
Un beso grande, amiga.
¡¡¡Qué post tan bonito!!! Sensacional anécdota, dignísima de ser contada aquí. Yo no sabía quién era ese señor, Ordovás, pero ahora ya no se me olvidará su apellido.
ResponderEliminarMe ha encantado lo de que Jose (bellísima persona a la que tengo el gusto de conocer) aceptara tu admiración como parte de los bienes gananciales aportados al matrimonio, ¡eres muy ocurrente, compi!
Me gusta muchísimo también la cita de Antoine de Saint-Exupery, y agradezco también tu alusión a los que te apoyamos en tu andadura.
Kisses, Kirke!
Al escribir esta publicación tenía muy claro que la admiración bien entendida empieza por la gente más cercana. Muchas veces nos fijamos en "héroes" conocidos y no nos damos cuenta que a nuestro lado hay muchos otros que nos pasan desapercibidos.
EliminarNo es mi caso, te lo puedo asegurar, soy consciente de la suerte que tengo por estar rodeada de gente estupenda que me ayuda mucho. Vuestro apoyo en esta serie de Doctoranda... es una buena muestra de ello.
La cita de Saint-Exupery a mí me encantó desde que la leí, la tenía reservada para una ocasión especial.
Un beso muy grande, compañera.
Lo cierto es que los hombres suelen entender lo que les decimos "a su manera", pero en este caso me parece tan tierno y tan encantador el detalle que tuvo tu marido, que espero que no solo no te enfadaras, sino que se lo tuviera en cuenta como un mérito :DD
ResponderEliminarMe encantan las citas que nos traes respecto a la "admiración". Me he puesto a pensar en personas cercanas a las que admiro y por qué, y la verdad es que me ha dado un subidón súbito de cariño. Debo estar hormonal estos días jajajja.
Un post muy divertido, Kirke, y en este caso también muy entrañable. ¡Me ha encantado!
Un beso grande y feliz noche de lunes.
Como le digo a Chelo, tenemos cerca a mucha gente a la que admirar-querer (esa proximidad hace que los dos conceptos se confundan y se mezclen), solo hay que estar más atento y prestar atención porque a veces no nos damos cuenta y eso es injusto.
EliminarUn beso muy grande, Julia.
Hola Paloma,
ResponderEliminarMuy bonito y si se puede hacer la ola virtualmente que sepas que la estoy haciendo amiga dedicada a tu Jose, se la merece, qué precioso gesto.
No conocía a tu Ordovás, siempre hay personas que se admiran (en la versión que sea) por su trabajo, su esfuerzo o por ser como son, yo tampoco soy muy mitómana y lo poco que lo soy desde luego de lejos, pero me apunto con todas esas personas anónimas que se lo merecen tanto.
Un beso guapa
Es cierto que hay más gente para admirar de la que, en principio pensamos; puede que muchas veces ni nos demos cuenta del esfuerzo que hacen o del valor de su trabajo.
EliminarHe querido reflejar en esta publicación un homenaje a todos ellos. Mi Jose es uno de ellos, y los que por aquí tan amablemente me animáis también.
Un besote, Conxita.
Un bonito post y tu admiración por ese señor Ordovás que no tenía ni idea de quién era hasta que hoy nos has dicho que es un científico que tu admiras. El gesto de tu esposo es para ser digno de admirar. La próxima vez le acompañas y así conoces en primera persona a tu ídolo. Un abrazo
ResponderEliminarTendré que estar al tanto cuando mi marido vaya a alguna conferencia, para que no me robe protagonismo y foto.
EliminarUn beso grande, Mamen.
Puntazo para tu marido. Yo soy también de los que admiran en la distancia, jaja. Pensaba que conocía al tal Ordovás porque me sonaba, pero resulta que el Ordovás que yo conozco se llama Jesús y es locutor de Radio 3. En cualquier caso, como he tenido que buscar para salir de dudas me he encontrado una entrevista en Jotdown y allí que voy.
ResponderEliminarSaludos.
El Ordovás que yo digo es un señor más que interesante en sus aseveraciones, además sus exposiciones son muy claras y didácticas. He tenido el privilegio de asistir a varias de sus conferencias y siempre he salido encantada.
EliminarY sí, mi marido se apuntó un buen tanto con esa foto.
Un abrazo.
Llego el último pero no con menos ganas para felicitarte por tu acierto al contraer nupcias con el caballero del selfie. Todo un compañero atento a su dama para complacerla en lo que haya menester.
ResponderEliminarno me extraña que seas rendida admiradora.
Besos. Y gracias por la parte que me toca como lector de tus padecimientos.
A veces no tenemos que mirar muy lejos para encontrar personas admirables, las tenemos a nuestro lado y podemos disfrutar de su maravillosa personalidad.
EliminarUn beso.
Hola, soy Jose navegando de incógnito... en realidad Ordovás y yo somos amigos de la infancia pero quedaba mejor que pareciera que me lo había currado jejeje... fuera bromas, entretenida entrada la que nos dejas, tu media naranja se lo ha currado y hasta nos deja una prueba gráfica, lo que hay que hacer para alegrarle el día a una doctoranda al borde de un ataque de nervios. Me lo he pasado muy bien leyéndote. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias a esas "pequeñas" alegrías merece la pena seguir y aguantar el tirón.
EliminarMe alegra saber que pasaste un buen rato leyendo esta crónica de lo que supone escribir una tesis.
Un abrazo, Jorge.
Hola Kirke,
ResponderEliminarVengo del blog de Chelo y aquí me quedo contigo también y te enlazo a mi lista.
Felicidades por tu media naranja José, que comparte tanto contigo,
y te cumple tan bien.
Mucha suerte y ánimos con tu tesis. Desde luego, vendré a leer
para atrás entradas tuyas que ya veo que son muy interesantes.
Un saludo con abrazos
Encantada de tu visita y eres muy bienvenida a esta tu casa. Gracias por tan bonitas palabras.
EliminarUn abrazo grande.
Lo más bello de esta entrada es el amor que desprende hacia tu media naranja. Me encanta y lo aplaudo.
ResponderEliminarSaludos.
De vez en cuando, hay que recordar a nuestros seres amados que los queremos con pequeños detalles.
EliminarGracias por ese aplauso, Raúl.
Bueno, ¡menudo detallazado el de tu marido! Imagino tu cara al ver la foto. Comparto tu opinión respecto al hecho de admirar a personas, aunque sean celebridades, que no se conocen. Yo puedo admirar el intelecto de Einstein, la narrativa de Delibes, la rapidez de Bolt o el ingenio de Da Vinci, sin olvidarme de la obra divulgativa de Sagan o Hawking. Pero de ahí a idolatrarlos, va un mundo. Cada uno tiene sus demonios, sus grandezas y sus miserias, como cualquiera. Siempre es bueno mantener la distancia y cada cosa en su lugar. Fantástica entrada, de las que da gusto leer y comentar. ¡Un abrazo!
ResponderEliminarEvidentemente de esos ídolos solo conocemos lo que los diversos medios de comunicación nos ofrecen, y siempre esa admiración va enfocada a su labor. Cómo son como personas es otro cantar, y eso ya entra en otro terreno.
EliminarMuchas gracias por tu comentario. Es todo un honor tenerte entre los seguidores de este diario tan particular.
Un abrazo, David.