Pestañas

4 de enero de 2019

Escenas navideñas: Ya vienen los Reyes Magos.



—No es el mismo, mamá. Ya te lo dije.
—¡Cómo no va a ser el mismo, Jorge! —contestó Marta.
—Que no. ¿No ves que no es igual? —insistió el niño.

Jorge estaba comparando dos fotos. Una se la acababa de hacer esa misma mañana en un centro comercial; había acudido hasta allí con su madre y su hermana a entregar su carta a los Reyes Magos y se había hecho una foto sentado en el regazo de Melchor. Igual que el año anterior. Cuando Marta le ofreció hacerse la instantánea, el niño ya mostró recelo. Aquel rey mago no se parecía en nada al del año pasado, iba vestido de forma similar pero la cara no era igual, aunque llevara una barba que le cubría medio rostro. Accedió a posar a regañadientes pero nada más llegar a casa se fue a ver la foto de las navidades pasadas.

—Hace un año entero que no lo ves y la gente envejece, pasa el tiempo y..
—¡Que no se parecen, mamá! Además, Melchor este año tiene menos arrugas, ¿no debería tener más si es más viejo?

Marta comprobó que el rey de este año era claramente mucho más joven. Maldijo para sus adentros por haber caído en un desliz tan burdo. El caso es que ella siempre pensó que de los tres Reyes Magos el que menos se prestaba a este tipo de errores era Melchor. La idea de Gaspar era algo difusa y sujeta a interpretaciones, unas veces aparecía con la melena negra, otras castaña y otras rubia. Con Baltasar pasaba algo parecido, sobre todo cuando el que se disfrazaba no era de raza negra; de lejos, el betún —o lo que fuera que se pusieran en la cara para oscurecer la piel— podía pasar desapercibido, pero de cerca, los niños se daban cuenta de que ahí había gato encerrado. Por eso Melchor siempre le pareció a Marta idóneo, un abuelete con el pelo completamente blanco. ¿En qué oficina de empleo habían hecho la selección de un rey mago que no pasaba de los veinticinco años? Porque al que señalaba Jorge aún le quedaban unos cuantos años para cumplir los treinta.

—Bueno, ya sabes que ahora la gente se hace intervenciones de estética, o sea, se opera… y se quita años de encima… y no quiere parecer tan mayor…
—¿Como la rubia esa del anuncio de colonia que tanto le gusta a papá? Esa que cuando sale, papá silba y tú dices que está operada.
—Sí, como esa —contestó Marta con el ceño fruncido recordando la cara de alelado que ponía su marido cuando aparecía la maldita Charlize Theron en la publicidad de un perfume; había que reconocer que estaba radiante pero con pinta de no haber cumplido aún los veinte años. Desde luego el bisturí podía hacer milagros.
—Entonces, ¿los reyes también se operan para hacerse jóvenes?

"Los reyes puede que no, pero las reinas…" pensó Marta recordando a la monarca española.

—No lo sé, Jorge, pero es posible. ¿Quieres que llevemos la foto nueva al salón y guardamos la vieja del año pasado?
—Además, este tiene los ojos azules —insistió Jorge señalando la foto recién hecha— y este otro no —añadió mostrando a su madre la foto del año anterior.
—Bueno, estooo… es que los ojos también pueden cambiar —dijo una Marta acorralada. Que los niños sean inocentes no quiere decir que sean idiotas.
—¿Sí? ¿Cómo? —replicó Jorge con los ojos entornados y desconfiando abiertamente.
—Con lentillas. ¡Qué pesado estás! Deja las fotos y recoge tu cuarto —dijo Marta y dando por terminada la discusión.

A pesar de los escollos que su hijo le ponía, el día que estaba por llegar era lo más deseado de la Navidad: los Reyes Magos. Esa fiesta era la mejor de todo el año, y la noche que la precedía era la más mágica.

Con la ilusión de una niña esperaba ese día para regalar y recibir regalos. Sus gustos habían cambiado a lo largo de los años. De pequeña pedía juguetes y ropa —aunque esto último siempre era idea de su madre—. Según se hizo mayor sus peticiones iban siendo menos materialistas, pedía que el chico de sus suspiros se fijara en ella, o que el profe de matemáticas dejara de tenerle tanta manía. Ahora, cumplidos ya los cuarenta, sus objetivos eran menos ambiciosos y más pragmáticos, pedía lo mismo que su abuela: salud. Esta deriva tan deprimente no era capaz de quitar la ilusión de ese día y Marta esperaba la llegada de los magos orientales con un brillo en los ojos.

La cabalgata que recorría su ciudad era el heraldo que escenificaba que los reyes ya estaban cerca y que iban a pasar por casa. Al igual que hicieron sus padres con ella y su hermana, Marta llevaba a sus hijos a ver el desfile, a recoger caramelos —que luego nadie se comía— y a pasar un frío de mil demonios esperando a las carrozas que, indefectiblemente, salían siempre con más de media hora de retraso. En esas largas esperas Marta se esmeraba en lo que su marido llamaba el royal zapateo, una combinación de claqué y zapateado español que consistía en golpear los pies contra el suelo para obligar a circular la sangre y evitar que se congelen las extremidades.

Solo tenía un fallo esta fiesta y tenía que ver con la comida. Para Marta ese día no era perfecto por culpa del dichoso roscón. O mejor dicho, por culpa de tener que comprarlo. Las largas colas para conseguir ese rico dulce navideño también la exasperaban, pero en la pastelería de su barrio los hacían muy sabrosos y esperar en la calle durante más de una hora con temperaturas gélidas se compensaba con el chocolate calentito que acompañaba después al roscón.

Este año Marta estaba especialmente nerviosa, y no sabía bien por qué. Quizás fuera el jet lag del viaje de fin de año a Canarias, pero andaba algo descolocada.  Los niños también estaban alterados, Jorge no quería irse a dormir a pesar de amenazarle con quedarse sin juguetes si no dormía, pues los Reyes Magos no gustan de tener testigos cuando entregan los regalos. Incluso Inés, una marmota que se dormía en cualquier parte, estaba agitada y le costaba dormirse.

Al fin los niños se durmieron. Marta se recostó en la cama mientras esperaba que el sueño de sus hijos fuera más profundo, luego se levantaría y con Rafa pondría los regalos bajo el árbol de Navidad.

Un ruido la despertó, miró el reloj y marcaba las siete de la mañana. ¡Los regalos! No los había colocado, y ya era muy tarde —o muy pronto, pues estaba a punto de amanecer—. Embotada aún por el sueño pudo oír que había alguien en el salón. "Menos mal que Rafa sí ha estado atento y está poniendo los regalos", se dijo Marta mientras daba media vuelta en la cama dispuesta a seguir durmiendo. Justo cuando se giró vio a su marido completamente dormido. Cerró los ojos con una sonrisa en la cara para abrirlos inmediatamente después con alarma. Si Rafa estaba en la cama… ¿quién hacía ruido en el salón?

Marta creyó que sería Jorge, se habría levantado a mirar si ya habían llegado los Reyes Magos, a pesar de que sus padres le habían avisado de que no podía hacerlo hasta que fuera completamente de día. "Qué niño más desobediente´", pensó Marta mientras se incorporaba para ir hacia el salón. Antes de llegar, pasó delante de la habitación de Jorge y vio que el niño seguía durmiendo en su cama, al igual que Inés lo hacía en la suya.

—Ladrones —le dijo Marta al oído de Rafa mientras lo zarandeaba en la cama—. Ladroneeees —insistió, pues Rafa seguía como un tronco.

Después de varios empujones, un par de pellizcos y un tirón de pelo, Rafa se despertó.

—¿Qué pasa? ¿Qué ocurre? —dijo Rafa con voz ronca y la mirada perdida.
—Ladrones, Rafa, tenemos ladrones —le contestó su mujer en un susurro pues no quería alertar a quien quiera que estuviera en el salón.
—Sí, ya lo sé, cariño. Tenemos ladrones por todas partes, especialmente en el Congreso —contestó Rafa aún dormido y dándose media vuelta en la cama al mismo tiempo que se arrebujaba con el edredón.
—¡Que no! Los ladrones están aquí. Despierta ya.
—¡¿Tenemos diputados en casa?! —contestó Rafa incorporándose de un brinco y muy confuso.
—Hay alguien en el salón y los niños están en sus habitaciones durmiendo así que…
—¿Y cómo sabes que hay alguien?
—Por el ruido.
—¿Ruido? ¿Qué ruido? Yo no oigo nada —contestó Rafa ya completamente despierto.
—Antes sí lo he oído. ¿Qué hacemos? ¿Llamamos a la policía?
—¿Pero tú estás segura de que hay alguien ahí? Voy a mirar, que cuando sueñas, te confundes —contestó Rafa recordando aquella ocasión en que su mujer se despertó dando alaridos porque estaba sonando la alarma de incendios cuando en realidad lo que sonaba era el despertador. Además en casa no tenían alarma contra incendios.

Rafa se encaminó al salón con sigilo y con un zapato en la mano a modo de arma arrojadiza y como defensa ante la eventual posibilidad de que su mujer tuviera razón. En esta ocasión deseó vivir en Estados Unidos para disponer, en lugar de una pieza de calzado, de un rifle con mira telescópica, un obús teledirigido o alguna arma así y que suelen tener casi todos los hogares norteamericanos que se precien.

En la penumbra no se detectaba ningún movimiento, y el silencio era completo.

—Aquí no hay nadie —dijo Rafa a su mujer mientras accionaba el interruptor de la luz.

Con el salón iluminado pudieron comprobar que, efectivamente, todo estaba en orden. Tan solo una ventana se encontraba entreabierta dejando pasar el frío de la madrugada que hizo tiritar al matrimonio.

—Nos hemos dejado esta ventana abierta, Marta, y ha debido de batirse haciendo ruido —explicó Rafa mientras la cerraba.
—¡Los regalos! —gritó Marta mientras se llevaba las manos a la boca.
—¡No chilles! Vas a despertar a los niños. ¿Qué pasa con los regalos?
—Que están en el árbol —contestó Marta señalando hacia el rincón donde se encontraba el árbol de Navidad.
—Ya, claro. ¿Dónde quieres que estén? ¿En la cocina?
—¿Los has colocado tú, Rafa?
—No.
—Pues yo tampoco —añadió Marta con los ojos abiertos de par en par.
—Venga ya. Entonces ¿quién los ha puesto?
—¡Los Reyes Magos! —contestó ella con una sonrisa bobalicona.
—Marta, de verdad, no puedes comer tanto roscón por la noche, el azúcar es indigesto y en tu caso te provoca pérdida de memoria. Los habrás colocado medio dormida y ahora no te acuerdas.
—¡Que no! Que han sido los Reyes Magos. ¡Han venido los reyes! ¡Han venido los reyes! ¡Han venido los reyes! —insistió Marta dando palmadas y brincando por todo el salón.

Rafa no se lo podía creer, lo de su mujer no tenía remedio. De todas formas se acercó donde reposaban los regalos para fijarse mejor. A simple vista parecían los mismos paquetes que ellos habían ido comprando y envolviendo durante los días previos.

—Pues si han sido los Reyes Magos, ya podían haber comprado los regalos y no solo colocarlos. Nos habríamos ahorrado un montón de pasta —dijo Rafa apagando la luz y cogiendo a Marta por el brazo—. Vamos a la cama, con un poco de suerte estos —señaló con la barbilla las habitaciones de los niños— no se despiertan pronto y podemos aún dormir un rato más.

De nuevo acostados, Rafa pensó que el estrés de las fechas navideñas le estaba pasando factura a Marta y el agotamiento la volvía más paranoica de lo habitual en ella. Con esta idea en la cabeza se durmió enseguida.

Pero Marta no conseguía dormir, estaba muy excitada. Ella no había puesto los regalos, estaba segura. En un susurro, y mientras sonreía como una niña, dijo:

—¡Han venido los Reyes Magos!




NOTA: Con esta entrega cierro la serie de escenas navideñas. Espero que hayáis tenido unas fiestas muy felices y menos estresantes que las de esta familia. Ojalá que estas historias os hayan arrancado una sonrisa porque reír es una buena terapia para afrontar casi todo.
Deseo que los Reyes Magos os traigan muchos buenos momentos para vivir este nuevo año con entusiasmo y alegría. Pero sobre todo os deseo que nunca os falte la ilusión y que seáis capaces de sonreír como lo hace un niño.




26 comentarios:

  1. Como a ti a mí el día de Reyes es el que más me gusta. De pequeño por lo obvio, cuando mi hijo era pequeño por la ilusión que veía en sus ojos y la que a mí me hacía hacer de Rey, y ahora por la vorágine que se desata en el país con las cabalgatas y por el mantenimiento nacional no acordado -si lo hubiésemos decidido así, seguro que no funcionaría- del engaño. Es de las pocas cosas en que el país parece estar de acuerdo. Pues que siga así.
    Me ha gustado mucho tu cuento por muchas cosas: la primera es que la pareja Rafa-Marta parecía que vivía en mi casa porque, já - já, cada vez que sale por la TV una bella mujer y muestro mi admiración mi mujer salta con lo de que 'seguro que está operada'; luego está el niño que lo que quiere es desvelar el truco; pero sobre todo me ha encantado el milagro sucedido de que los RRMM de verdad subiesen a casa de esta Marta que no cree pero que cree mucho en ellos.
    Paloma, deseo de corazón que los Reyes Magos sean pródigos contigo y que los milagros no sólo sucedan el 6 de enero sino durante todo el año.
    Un beso fuerte

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    1. Hola, Juan Carlos.
      Creo que en tu casa, cuando sale un anuncio parecido al que cito, ocurre algo muy similar a lo que pasa en la mía. Mi marido flipa y yo le resto méritos a la "susodicha", ja, ja, ja.
      Cuando mi hija era pequeña yo volví a recuperar la ilusión por la Navidad, volví a adornar la casa (algo que aún sigo haciendo a pesar de que la "niña" ya está en la Universidad) y la noche de Reyes volvió a ser mágica.
      Creo que mantener la creencia de que la magia existe no es ninguna locura, sin ilusión y sin un poco de inocencia no se disfruta tanto de la vida.
      Muchas gracias por tus buenos deseos. Yo también espero que Sus Majestades sean generosas contigo y con tus seres queridos trayendo alegría.
      Un beso muy grande, amigo.

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  2. A mí también me encanta la noche de Reyes. Solemos celebrarla solos mi marido y yo, ya en Santander. El año pasado fue muy especial porque vinieron mi hijo y su chica, pero este año están en Portugal y volveremos a estar solos.
    Yo hago el roscón en casa desde hace unos diez años. Ya es toda una tradición. Está mucho mejor que los de las pastelerías, no digamos nada del de los supermercados. El día cinco, lo paso todo él enredada con el roscón que termino a media tarde. En realidad hago dos y uno pequeño para mis suegros que les llevamos el día seis cuando vamos a comer a Bilbao). Cuando termino con los roscones, empezamos con la cena que hacemos a base de canapés. Y luego nos damos los regalos que siempre dejamos para ese día.
    Un relato magnífico Paloma. Te salen unos diálogos geniales, de lo más creíble. Y esa aparición por sorpresa de los Reyes.
    Un beso y que tengas muchos lindos juguetes.

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    1. Hola, Rosa.
      El roscón yo lo compraba en misma pastelería donde va Marta, pero desde hace unos años paso de ir allí porque ya estoy mayor para tirarme dos horas en la calle pasando frío. Ahora me voy a otras pastelerías donde también los hacen muy bien pero sin tanta gente.
      Será porque aún me dura la ilusión de pequeña con los Reyes Magos, pero te aseguro que algunas noches de Reyes "oigo" ruidos en la casa y no son ladrones... (o eso es lo lógico porque al día siguiente no falta nada). No recuerdo muchas cosas de mi niñez, pero entre mis experiencias más frustrantes se encuentra el día que una amiga me dijo que los Reyes Magos no existían.
      Pasa una bonita noche de Reyes y disfruta de esos roscones hogareños, seguro que están deliciosos.
      Un besote grande.

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  3. Feliz año Paloma y enhorabuena por esta serie de escenas navideñas tan españolas, tan divertidas y tan ilusionantes como en este broche final en el que la magia de los Reyes Magos aparece en toda su esencia. Por cierto, creo que las actrices hacen su agosto en Navidad anunciando perfumes y luego se lo gastan todo en bótox :-))
    Besos y felices reyes.

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    1. Hola, Miguel.
      Fíjate que yo creo que más que bótox o bisturí, en algunos anuncios hay mucha infografía, o como quiera que se llame hacer efectos especiales con el ordenador. Puede que me venza la envidia pero en el caso que nos ocupa concretamente, la Theron, yo la veo muy artificial, con cuarenta y pico años no se puede tener una cara así (por muy guapa que sea).
      Gracias por tu visita a estas escenas, me alegra mucho saber que te han gustado.
      Un beso grande y pasa una bonita noche de Reyes.

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  4. Maravillosos relatos nos has regalado estos días de tanta magia. La familia dio mucho pases de risas. eres fabulosa en imaginación y quizás cuentes cosas de tu pasado. Me hace recordar cuando en los vecinos del quinto vivíamos todas las familias juntas y a cada uno bajo la ventana de su habitación aparecían los regalos y creíamos de verdad que los traían sus majestades los Reyes Magos. Por aquel tiempo no recuerdo comer roscón, nos conformábamos con un poco de turrón del duro y el blando. A los reyes les dejábamos un poco de leche con unas galletas. Ya son tiempos más actuales y no ha cambiado tanto. Cada año dejamos los zapatos bajo el árbol, por si cae algo. A veces si, y a veces no. Pero en el Olantzero ya recibimos parte de los regalos pero siempre con la ilusión de este día. Espero que cuando haya un niño en la familia las cosas cambien y nos traigan muchas mas emoción e ilusión. Un abrazo.

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    1. Hola, Mamen.
      Sí que ha habido algunas cosas en estos relatos de experiencias y recuerdos propios, otras son completamente inventadas. Lo que es real es la ilusión por los Reyes Magos. Mi suegro solía decir que un niño deja de serlo cuando ya no cree en los Reyes Magos, y creo que tenía razón.
      De mi niñez recuerdo que esta tarde de Reyes íbamos a comprar el roscón al centro de la ciudad, luego nos acercábamos a la cabalgata y después cenábamos el roscón con un chocolate que hacía mi madre y que era estupendo; después a mí me mandaban a la cama y lo pasaba fatal porque no conseguía dormirme siendo como yo era (y lo sigo siendo) una marmota.
      Espero que los Reyes Magos sean generosos contigo.
      Un beso grande.

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  5. Has hecho con tus relatos unas navidades más entrañables si cabe de lo que ya lo son enhorabuena.
    Me ha gustado cuando ella descubre que de verdad han ido los Reyes a casa y han dejado los regalos y sabes porque? porque el mensaje que transmites es que aún siendo adultos no perdamos ilusión, sin ella la vida tiene menos sentido.
    Estos días son muy entrañables en casa de mi madre, porque mis sobrinos son pequeños todavía, y tomamos el chocolate con el roscón el día 6 por la mañana y aunque se ponen muy pesados porque quieren que desayunemos deprisa para abrir sus regalos, es esa ilusión la que me gusta, ver sus caras y su alegria, pero Inés tiene nueve y mi sobrino Pepe ocho y les queda nada para descubrir que la magia esta en lso papas, en fin, ahora eso si cuando tenga un nieto o nieta no me pienso perder ningunos reyes para verle la cara, ains, eso si espero tener salud para ello, aunque para eso quedan muchos años, jorge tiene novia pero tiene todavía que forjarse un futuro laboral y todo lo demás, pero ilusión tengo.
    Un besote.

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    1. Hola, Tere.
      Es cierto que cuando hay niños pequeños en la familia la Navidad se vive con más ilusión, y la noche de Reyes es mucho mejor. Mi hija se ponía muy nerviosa y esa excitación nos la contagiaba a los demás.
      Yo sigo creyendo en los Reyes Magos, creo en la magia, la que todos los días se nos presenta en pequeñas cosas que nos hacen felices, y mientras creamos en eso podremos reconocer y valorar que para ser feliz no hace falta demasiado.
      Buena noche para ti y los tuyos (y no le metas prisa a Jorge para que te traiga niños en Navidad, ja, ja, ja).
      Un besote.

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  6. Este es el broche de oro con el que cierras una serie de relatos que me lo han hecho pàsar pipa, jajaja.
    ¿Por que los hombres (en este caso no me incluyo) son tan incrédulos? En las películas de terror tampoco se creen lo que su mujer les cuenta sobre presencias extrañas, y luego acaban de pagar esa falta de empatía y credulidad.
    Cuando era niño, podíamso entregar la carta a los Reyes Magos en muchos centros comerciales de la ciudad y jamás me llegué a plantear cómo podían estar a la vez en tantas partes, pero, claro, eran mágicos. Ahora, al menos por estos lares, ya son los pajes o carteros reales quienes se encargan de ese menester, así que a sus Majestades Reales ya solo los ven de lejos. Solo los muy rezagados tienen la oportunidad de entregar su carta durante la cabalgata. Santa ingenuidad la de los niños porque, aun así, al llegar a casa ven por la tele las cabalgatas que han discurrido por otras ciudades a la misma hora y se quedan tan tranquilos, jeje. Esa es la verdadera magia de la inocencia.
    Sea como sea, me encanta esta tradición y del mismo modo como la disfruté con mis hijas ahora lo hago con mi nieta.
    Ojalá hubieran otros Reyes Magos, de verdad, los que no vemos ni en la calle ni por televisión, y nos concedieran, una vez al año, algún deseo inmaterial.
    Que pases un feliz fin de semana Real.
    Un beso.

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    1. Hola, Josep Mª.
      No me gusta generalizar y menos en cosas de hombres/mujeres, pero creo que las féminas somos más intuitivas, o más observadoras y vemos/percibimos cosas que a la mayoría de los hombres se les pasan; no sé. Eso no quiere decir que seamos menos racionales o más crédulas, simplemente tendemos a tener la mente más abierta a lo "imposible" si no se demuestra lo contrario.
      Cuando yo era pequeña no recuerdo que hubiera Reyes Magos, para empezar los únicos centros comerciales que había por entonces debían de ser El Corte Inglés y Galerías Preciados. Lo que sí recuerdo es que mi carta a los Reyes Magos la echaba en un buzón especial que había en un lateral del Palacio de Comunicaciones, el actual ayuntamiento, en Cibeles y que todos conocíamos como "el edificio de Correos".
      También ponía tres copas de coñac para los Reyes Magos y un solo cuenco de agua para los camellos, algo que me llamaba la atención porque los camellos también eran tres pero mi padre decía que con un cuenco era suficiente... También limpiaba los zapatos, algo con lo que mi madre insistía mucho. Todas esas tradiciones las transmití a mi hija, de hecho, esta noche haremos lo mismo (las copas de coñac se sustituyen por una sola y de licor de hierbas u orujo porque a mi marido el coñac no le gusta, ja, ja, ja). El caso es que creo que esos rituales deben pervivir.
      Que tú mantengas las costumbres con tu nieta me parece entrañable y muy bonito.
      Espero que los RRMM te traigan buenas experiencias y mucha felicidad para todo el año.
      Un besote.

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    2. Cuando digo que no había Reyes Magos cuando era pequeña me refería a que estuvieran por las calles antes de la Cabalgata.

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  7. Hola y muy feliz año!!! La ex esencia de tus relatos nos trajo aromas a vainilla y pan o roscón como dicen en tus tierras.feliz reyes!!!!!

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    1. Hola, Búhos.
      Aquí lo llamamos roscón y los buenos también llevan esencia de azahar y ese sabor a naranja es para mí único.
      ¿En Argentina también tenéis esa tradición?
      Buena noche y mucha magia.

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  8. Perdón. Fue Excelencia de tus relatos.vale la aclaración que la reafirmamos!!!!😁🌟🌟🌟🌟😙

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  9. También me parece mágica la noche de Reyes, tanto cuando era niña y era yo la que los esperaba como después reviviendo la ilusión con mis niños, era precioso.
    Siempre pensaba que menos mal que los niños estaban nerviosos porque había Reyes que era imposible que fueran creíbles, como ese betún, pero la ilusión y las ganas de creer ayudaban bastante y encima por tv salían distintas cavalgatas, cada una con reyes distintos menos mal que al final la magia ayudaba a resolverlo, esa magia que hasta quita años a los Reyes jajaja
    Feliz noche de reyes.
    Besos

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    1. Hola, Conxita.
      Es cierto que para resolver tanta incongruencia de ver diferentes reyes magos en lugares distintos la palabra comodín era "magia" y los niños, en su bendita inocencia, se lo creían.
      Para mí, y por experiencia propia, lo más difícil de conciliar no era que los reyes estuvieran en diferentes sitios a la vez, sino que fueran tan distintos. Mi hija y el hijo de unos amigos no comprendían que cada rey Melchor, o Gaspar, o Baltasar, fueran tan diferentes, que no se parecieran en nada, vaya.
      Espero que los magos de Oriente te hayan tratado bien.
      Un beso muy grande.

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  10. La noche de Reyes es la más mágica de todo el año. Tú la has reflejado feliz y acertadamente con tus letras. Marta desde luego es un personaje de traca en su agonía perenne, pero divertida en sus ingenuas preocupaciones.
    Yo ya llevo consumidos cuatro roscones, y hasta febrero los seguiré comprando. Y es que una vez al año no hace daño.
    Besos, y que tus deseos se hagan realidad....Y eso de los diputados...Ja,ja,ja.

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    1. Hola, Javier.
      Sí, Marta es peculiar, tiene sus paranoias pero también la ilusión de una niña y eso hace que se la perdonen todas sus inseguridades.
      Yo llevo comiendo roscón desde hace dos semanas y hoy, como también es fiesta en Madrid, me despediré de las fiestas con uno relleno de nata, para rematar bien.
      Un beso y gracias por tan buenos deseos. Ojalá que los tuyos también se vean satisfechos.

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  11. ¡Hola!
    Me encanta como has cerrado estas entregas. Y uqé recuerdos, mis hijos eran de esos de preguntas, y yo, en la cabalgata, memorizaba los papeles de regalo de la carroza que llevaba los regalos a ver si reconocía alguno. Como pro entonces no había tantos papeles como ahora sí que había regalos que coincidían.
    Ainnnns el roscón, que tradición.
    Muy feliz noche y que los Reyes sean muy genenrosos.

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    1. Hola, Gemma.
      Creo que todos los que tenemos o hemos tenido niños en la familia, revivimos de nuevo nuestra propia infancia con las fiestas navideñas y con ilusión, especialmente la fiesta de los Reyes Magos.
      Me alegra que te hayan gustado estas escenas y espero que hayas pasado unas buenas navidades, con viaje relámpago al centro de la península ;)
      Los Reyes Magos se han portado fenomenal conmigo, no me puedo quejar.
      Un besote.

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  12. Queridos Reyes Magos de Oriente:
    Os escribo esta carta para daros las gracias. Hoy cuando me he levantado pude escuchar el alborozo de los niños en los pisos vecinos. Gritos, carreras, sonidos y sirenas de coches y lloros de muñecas desconsoladas,... todo muy parecido a cuando los Reyes Magos paraban en mi casa,... Mas tarde, cuando salí a la calle pude comprobar esa luz especial que tienen los ojos de los niños y niñas montados en sus nuevas bicicletas o paseando a sus muñecas en sus cochecitos,... todo muy parecido a cuando yo era un niño,... Ahora a las ocho de la tarde, todo comienza a calmarse un poco, como en mi casa hace mucho tiempo.
    Gracias de nuevo mis queridos Reyes Magos de Oriente

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    1. Hola, Norte.
      El día de reyes es igual pase el tiempo que pase. La ilusión de los niños siempre será igual, hace cien años, ahora y dentro de otros cien. Mientras mantengamos esa tradición y nuestros niños crean en la magia creo que esta sociedad no está perdida del todo.
      Un besote.

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  13. ¡Estupendo cierre, Paloma! Recuerdo que de niño no me cuadraba que los Reyes dejaran los regalos así como así y pensaba en que llegaban a casa, se dirigían al dormitorio de mis padres y allí hacían cuentas con él para pagarles lo que costaran los juguetes. ¡Madre mía!
    Un relato genial, ese momento del ruido y de los regalos dispuestos, imaginaba en que tal vez había sido el niño que se le veía espabilado. ¿Quién sabe? Mejor así, es la noche mágica por excelencia y aunque adultos creo que todos la vivimos con ese toque de ilusión, además de la compartida con los hijos. Un fuerte abrazo y enhorabuena por esta tetralogía navideña. Te ha quedado genial.

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    1. Hola, David.
      Creo que todos los adultos, en mayor o menor medida, conservamos algo de la ilusión por los Reyes Magos que tuvimos cuando niños. Es bonito creer en la magia y hay que guardar un rinconcito donde albergar esa fantasía y no se pierda.
      Un beso.

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