Después de unas reparadoras vacaciones aquí estoy de nuevo, dispuesta a dar caña y mucha guerra.
En este paréntesis vacacional me he dedicado a hacer las cosas que tenía aparcadas o medio abandonadas durante el proceso de escribir la tesis: pasear, escribir, disfrutar de mi familia y de mis amigos y sobre todo LEER. Por eso inicio este nuevo curso con la actividad primigenia del blog, con una reseña literaria.
La autora de este libro, Lea Vélez, perdió a su marido tras varios años de lucha contra el cáncer. Esta novela, que en realidad no es tal, relata los últimos momentos compartidos con su compañero.
En este paréntesis vacacional me he dedicado a hacer las cosas que tenía aparcadas o medio abandonadas durante el proceso de escribir la tesis: pasear, escribir, disfrutar de mi familia y de mis amigos y sobre todo LEER. Por eso inicio este nuevo curso con la actividad primigenia del blog, con una reseña literaria.
La autora de este libro, Lea Vélez, perdió a su marido tras varios años de lucha contra el cáncer. Esta novela, que en realidad no es tal, relata los últimos momentos compartidos con su compañero.
Conocí a la escritora a través de otra novela suya escrita después de ésta, La cirujana de Palma, en el prólogo le dedicaba esta frase a su esposo ya fallecido:
“A George, porque con su vida me enseñó a reír y con su muerte me enseñó a vivir”
Reconozco que esa frase me impactó mucho, además saber que había enviudado siendo una mujer joven también me sorprendió. Cuando supe que había escrito un libro sobre esa experiencia tan traumática no dudé en hacerme con él pues en aquella primera novela descubrí a una buena escritora.
Hablar de los últimos momentos con un ser querido moribundo puede ser muy triste, pero Lea lo cuenta de una manera tan natural que la lectura no fue ni lacrimógena ni ñoña. Relata el penoso camino hacia la muerte, el camino del que acompaña al que muere, pero sin caer en sentimentalismos.
Parte de ese camino lo recorre con los recuerdos de la infancia de su esposo y recuerda con él, con su ayuda, otras experiencias también de pérdida que vivió siendo un niño. Con estas evocaciones recupera las vivencias y a los seres con quienes las compartió.
Con este libro Lea Vélez pretende rellenar una maleta con recuerdos, para que no se pierdan, para que un día sus hijos (unos niños de 2 y 4 años cuando falleció su padre) puedan evocar a quien les dejó tan pronto.
Reconozco que en algún momento me emocioné, pero no por el tono de la narración (insisto, no es nada lacrimógena) sino porque, por desgracia yo también he perdido a causa del cáncer a una persona muy querida y hube de pasar por situaciones muy similares a las que relata la escritora.
El relato no es triste porque a pesar de contar cómo llega la muerte, el libro es un canto a la vida: “junto a la muerte se aprende a vivir”.
El libro no es excepcional pero entre sus líneas se adivina a una mujer, la escritora, que sí lo es. La manera de afrontar la pérdida demuestra que además de escribir bien sabe aceptar los designios de la vida.
“No se puede atrapar la frescura de una flor entre las páginas de un libro, solo una sombra de su belleza. Por suerte los escritores sí que podemos atrapar los sentimientos”
Las cenizas de su esposo descansan en un lugar de Gran Bretaña (él era natural de allí) llamado 'El jardín de la memoria', los recuerdos de sus últimos días residen entre las líneas de este libro.
“Hay que mantener regados los recuerdos de los que se fueron. Si no los regamos y no los revisitamos perdemos parte de nuestra propia esencia. He plantado un jardín para que mis hijos tengan a su padre”
Este tipo de libros, me resultan muy duros de leer. La muerte y yo aún no hemos firmado una entente que nos permita tratarnos con naturalidad.
ResponderEliminarleí para la tertulia del instituto "La ridícula idea de no volver a verte" de Rosa Montero y, aunque me gustó mucho, también me costó mucho. Casualmente hoy pensaba dedicar una entrada del blog a la pérdida, en general, pero no sé si me decidiré.
El libro tiene buena pinta, problemas míos aparte. Lo tendré en cuenta, pero no prometo nada.
Preciosa reseña. Las vacaciones te han venido bien. Ja, ja.
Un beso.
A todos nos resulta duro el tema de la muerte, sobre todo cuando hemos sufrido pérdidas queridas y esto a medida que cumplimos años se agudiza, pero creo que hay que plantar cara a los miedos y enfrentarse a ellos, y esto te lo dice una cobarde de tomo y lomo, que conste.
EliminarEn cualquier caso la lectura ha de ser algo apetecible y leer para sufrir como que no.
Las vacaciones me han sentado fenomenal, especialmente porque me he dedicado al "dolce far niente" algo que no practicaba desde hace años.
Un besote, amiga.
Tiene muy buena pinta, pero ahora no es el momento de esa lectura, pero lo anotaré. Un abrazo
ResponderEliminarDesde luego no es una lectura alegre, cada libro tiene su momento y creo que este no es para ti ahora mismo (me estoy acordando de tu poema que aún me da escalofríos).
EliminarCuídate, Mamen.
Un beso.
¡¡¡Hola!!!!
ResponderEliminarMe pasa como en comentarios anteriores, no me veo capaz de leer algo sobre muerte aunque no esté contado de forma lacrimógena, de hecho el de Rosa Montero que menciona Rosa me ha resultado imposible de terminar, y no es que sea malo ni nada así, es que no puedo, sin más.
Besos y me alegra que estés de vuelta.
El libro de Rosa Montero es muy bueno, mejor que este desde luego. Te comprendo perfectamente, asumir la pérdida es algo que no todos gestionamos bien (no creo que nadie lo haga realmente).
EliminarYo no he superado la muerte de seres muy queridos, algunos muy jóvenes lo que añade más dolor aún, por eso creo que necesito enfrentarme a ese trauma y en este caso saber de otra persona que ha pasado por situaciones similares me ha hecho ver que lo que yo sentí/siento es común a otros. Como una terapia de grupo.
Pero como le comento a Rosa, no es cuestión de ponerse a leer y estar pasándolo mal.
Gracias por la bienvenida, Gemma. Un besote.
Mira si ya la ultima frase me has hecho llorar, como para leerme el libro Paloma y es que a veces una piensa que la muerte se supera, pero me acabo de dar cuenta, que no se supera del todo y la frase es muy acertada, tenemos que recordar siempre a los que se fueron, no se yo me acuerdo de mi padre cuando me tomo un limón granizado sin azúcar del Mercadona, fue gracias a 'el por quien lo descubrí, no se tantísimas cosas, de modo que no voy a leerlo, lo siento.
ResponderEliminarBienvenida de nuevo y me alegro mucho que hayas disfrutado de tus merecidas vacaciones, yo publicare el 1 de septiembre que ya andaremos casi todos por aquí, esa es mi idea, aunque el relato que escrito tengo unas ganas locas de que lo que leáis pero lo dejare para entonces que ya seremos mas. Besos y buen finde. TERE.
Como le comento a Gemma, no creo que nadie supere la pérdida de alguien querido, nunca. Pero debemos seguir adelante y yo soy de las que creo que recordar a quien se fue es tenerlo con nosotros en cierta manera, además recordarlos por "pequeñas" cosas como ese granizado sin azúcar del Mercadona, ahí reside la huella de quienes nos quisieron. A este respecto yo siempre cito a Isabel Allende: "La gente cuando realmente se muere es cuando se la olvida".
EliminarDeseando estoy de leer esa nueva creación tuya, pero para septiembre ya no queda nada, así que seré paciente.
Un besote.
Me falta que he escrito quería decir agrr, a veces escribimos mas deprisa que la mente.
ResponderEliminarHe leído varios libros (novelas, ensayos...) que tienen la pérdida por asunto. Hay toda una literatura sobre el tema dado que la muerte es parte fundamental de la vida. Actualmente vivimos de espaldas a la misma, no como antes en que, por su frecuente llegada a las casas, estaba en mente de todos. Hoy cuando aparece próxima a nosotros nos desarbolar completamente y nos sorprende, "¡Ah!, ¿pero en verdad existía?".
ResponderEliminarQuiero pensar que la pérdida de la persona amada, el/la padre/madre de tus hijos debe de de ser algo así como un tortazo que te dejará noqueado del todo; y si este suceso ocurre en plena juventud con los hijos aún por criar la desesperación será total. Por eso este libro de Lea Vélez que hoy traes a tu blog me parece interesante y digno de considerar. Tomo nota.
Ah, bienvenida, Paloma, se te echaba de menos. Y como hoy es hoy también lo hago por aquí: ¡¡Feliz Cumpleaños, amiga!!
Besos
Yo también pienso que ese no mirar a la muerte no es natural, el querer ignorarla nos puede parecer una manera de conjurar el fatal destino pero el caso es que la muerte forma parte de la vida. Como forma parte de la vida el que recibamos muchas cosas pero que también las podemos perder.
EliminarEste libro no es nada del otro mundo pero, como comento en la reseña, se adivina a una mujer excepcional en la autora.
Gracias por la bienvenida y por la felicitación.
Un beso.
Estas lecturas que tratan sobre la enfermedad, la muerte solemos posponerlas por otras menos dramáticas, sin embargo a mí suelen encandilarme estos testimonios auténticos de lo vivido, siempre aprendo algo. Agradezco tu reseña y tu recomendación, lo anoto.
ResponderEliminarAbrazos.
Sin ser una obra excepcional a mí me ha emocionado ese testimonio directo, ese contar la propia experiencia, lo que le da un valor especial, pues no es invención lo que la autora refleja en este emotivo y también sensato relato.
EliminarUn abrazo, Mer.
Bienvenida.
ResponderEliminarEsta clase de libros, que son casi una biografía, son pura ficción. Más allá de lo vivido, es solo sy punto de vista, y debe haber muchas cosas que no fueron tan así, seguro. Pero siempre son entretenidos de leer.
Saludos.
Posiblemente la autora haya adornado algunas cosas para que quedaran más literarias, pero alguna de las experiencias, y por lo que a mí me tocó vivir, cuando describe la fase final del cáncer son bastante reales.
EliminarUn abrazo, Raúl.
Hola Paloma,
ResponderEliminarBueno qué decir, con tu reseña la verdad que dan ganas de leerlo, pero no me veo capacitada para hacerlo. Aunque según dices no es lacrimógena ni ñoña, ufff no creo que pudiera leerla a gusto. Son temas para los que no estoy preparada.
Besitos y feliz vuelta.
Es una lectura triste aunque no sea lacrimógena, si no se tiene la mente para tristezas mejor dejar este libro para otra ocasión.
EliminarBesos.