Pestañas

26 de octubre de 2015

Ladrones de tinta

   En 1614, diez años después de la publicación del Quijote aparece una segunda parte firmada por un tal Alonso Fernández de Avellaneda. El editor de la primera parte y ante la interferencia en su negocio encarga a un empleado, Isidoro de Montemayor, que investigue quién es ese Avellaneda.

   Esta es la premisa de la que parte la novela y a través del relato en primera persona de Isidoro que nos cuenta sus pesquisas nos adentramos de lleno en el Siglo de Oro. Porque el averiguar quién es realmente Fernández de Avellaneda es lo de menos aunque también me interesó la intriga que se desarrolla a cuenta de tan enigmático personaje. Vaya por delante que a día de hoy todavía hay muchas teorías y ninguna demostrada acerca de la identidad de este escritor y que la expuesta por Mateo-Sagasta –dentro de la especulación—me pareció tan válida como cualquier otra.

   Mientras que el protagonista va de un lado a otro investigando el poco rastro que ha dejado este autor nos va explicando la situación política del momento: España se encuentra en un periodo de paz inusitado “que ha servido para dilapidar la fortuna del Estado en beneficio de unos pocos”. Los aristócratas más cercanos al rey se disputan sus favores: el duque de Osuna quiere el virreinato de Nápoles así como sustituir como valido al duque de Lerma que ya está pensando en retirarse, pero a este puesto también aspira el conde de Lemos y un jovencísimo Olivares ronda igualmente el favor real.

   En los inicios del siglo XVII la opinión del pueblo cada vez tiene más poder y a falta de periódicos los aristócratas se valen de los escritores del momento para que escriban versos a su favor o en contra de sus rivales. Y es así como se hace un repaso excelente a todos los literatos en boga: Lope de Vega, Góngora, Mateo Alemán, Ruiz de Alarcón, Quevedo, Tirso de Molina y por supuesto Cervantes. A través de menciones o bien utilizando estos creadores como personajes de la novela se repasa la obra de todos y cada uno de ellos y aunque esto pueda parecer tedioso no lo es. Se cuenta magistralmente el estilo de cada uno sin caer en aspectos técnicos, de manera entretenida siempre y hasta divertida la mayoría de las veces. 

   

   Y es que estos escritores se llevaban fatal entre ellos, cada uno pensaba que él era el mejor y que los demás eran meros aprendices a su lado. Las puyas que se lanzan a través de versos o con veladas alusiones en sus obras son a la par que buenas de una sátira increíble.


   Lope de Vega piensa que Cervantes es un amargado aunque a la vez admira/envidia su pasado militar. Para Góngora, Lope es un arribista que sólo sabe entretener al populacho con sus obras de teatro y Quevedo es un crápula ignorante mientras que Quevedo piensa que Góngora es un pedante al que nadie entiende pues para leerle “hay que consultar un diccionario cada dos versos”. En fin que el patio estaba de lo más entretenido. 

   A la vez que conocemos a todo este elenco de excelentes artistas Isidoro también nos habla de sus vecinos de manera que a través de las ocupaciones de cada uno nos sumerge en la forma de vida del pueblo de Madrid. Esta parte también me ha gustado mucho. Soy una enamorada del llamado Madrid de los Austrias y las descripciones de mi ciudad en aquella época son extraordinarias; sólo por eso ya merece la pena leer esta fabulosa novela aunque puede que en este caso mi opinión sea muy subjetiva porque “me temo que padezco el mal del cortesano, esa especie de absurdo engreimiento que incita a creer que lo que ocurre en Madrid no se repite en ningún otro sitio”.


Kirke  



18 comentarios:

  1. Ya me había anotado el de Eslava Galán que también reseñaste hace poco, pero creo que voy a poner a este por delante. Me parece curioso que grandes genios se menosprecien y se den esos puyazos, ¿será algo típicamente español o hay que entenderlo en el contexto de su época? En cualquier caso, el orgullo y la envidia es marca de la casa. De hecho, la propia historia del Quijote de Avellaneda es fascinante: ¿pudo haberse tomado la molestia alguno de los rivales de Cervantes de escribirla, en un arrebato de envidia o de oportunismo? ¿O fue el propio Cervantes, en un requiebro genial? A ver que nos cuenta Alfonso Mateo Sagasta...
    Un abrazo Kirke

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    1. La envidia y los celos son males endémicos de nuestro país y se han dado, se dan y mucho me temo que se seguirán dando siempre, da igual la época. Incluso entre los genios había rencores y envidias.
      Todas esas preguntas que te planteas acerca del Quijote de Avellaneda aparecen en la novela y se van dando diversas posibilidades pero para saber quién está detrás de este misterio (o la teoría que expone Mateo-Sagasta) tendrás que leerte el libro.
      Un abrazo

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  2. Muy buena la entrada, Kirke. Ya me liaste para leer el "Misterioso asesinato en casa de Cervantes" y ahora veo que voy a leer también éste porque lo que cuentas me resulta de lo más atractivo y mira que yo no soy de novela histórica y prefiero los problemas de actualidad. Bueno desde el principio del siglo XX que ya queda un poco fuera de la actualidad. Me apunto este libro también.
    Un beso.

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    1. Puede parecer repetitivo el tema de Cervantes y su obra pero en realidad no lo es. Aquí se trata más de las obras de otros escritores contemporáneos de don Miguel y los rifirrafes que se traían entre ellos que no tenían desperdicio. Desde luego no escatimaban mala baba ni ingenio para lanzarse 'piropos'.
      En cuanto a la crítica de la situación social y los abusos de los poderosos quizás sí que sea muy parecido al de Eslava Galán pero en cualquier caso es interesante y/o deprimente saber que siempre los mandamases se han guiado por su propio beneficio.
      El libro es bastante extenso pero me ha entretenido mucho.
      Un beso

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  3. Mmmmmm, me interesa, me interesa. Gracias, Rosa.

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    1. Mmmmm, pues de nada aunque no sé si esto lo debería decir Rosa y no yo que soy Kirke, jajaja.
      Supongo que has llegado hasta aquí gracias a la recomendación de Rosa que siempre es tan atenta con mi blog y lo alaba tanto que más de uno pensará que es suyo (cosa que no me importa que piensen porque es una estupenda bloguera)
      Un saludo, José Juan

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  4. Serìa interesante leer este tipo de libros puesto que hay mucha realidad en aquello de las crìticas y competitividad entre colegas, pasaba antes y sigue pasando ahora. No hace mucho Stephen King dijo que 50 sombras de Grey era porno para mamàs y el comentario resultò misògino a los oìdos de EL James.

    Es genial que un libro tenga su aporte còmico, porque le quita un poco de rigidez a la lectura cuando se adentra en relatos històricos y argumentaciones polìticas.

    Me lo apunto. Pero antes debo leer el Quijote de la Mancha. Todo mundo deberìa.

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    1. A mí me llamó la atención que los que ahora son considerados como maestros de la literatura universal se comportaran, a veces, como chiquillos.
      Desde luego lo mejor es leerse las obras originales de estos genios: el Quijote de Cervantes, las obras de teatro de Lope o los versos de Quevedo y de Góngora y juzgar uno mismo qué le parece.

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  5. Leyendo tu reseña la novela se ofrece más que interesante, Kirke. Un instrumento de pura cultura que nos puede venir muy bien para repasar a grandes autores del Siglo de Oro y para aprender más sobre ellos. Si de paso la trama nos entretiene y nos hace reir con sus ironías y nos muestra costumbres de una época pasada, no podemos pedir más.

    Muchas gracias por acercarnos esta curiosa novela que de otra forma seguramente no hubiera descubierto nunca :)

    Un beso!!

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    1. La verdad es que los piques entre los escritores se muestran como chismes sabrosos pero lo mejor es que esos enfrentamientos estaban llenos de ironía y ataques muy ingeniosos.
      Otra cosa muy llamativa es que casi todos creían que las obras de los demás estaban inspiradas en las suyas. Curioso.
      Un besote.

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  6. Hola! No suelo leer este tipo de novelas y no se, no termina de convencerme, no creo que me gustara mucho así que por ahora lo dejo pasar.

    Buena reseña.

    Un saludo!

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  7. ¡Pues nada! Parece ser que nos estás convenciendo a todos y naturalmente no seré yo quien vaya a hacer lo contrario a lo que van a hacer los demás: leerse este libro.
    Lo apunto, lo consigo y a leerlo.
    Gracias por reseñarlo tan bien.
    Besos

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    1. Cuando uno tiene una lista tan grande de libros esperando para leer no sé yo si el conocer uno nuevo es motivo de alegría o de agobio.
      En cualquier caso me gusta que te resulte interesante.
      Un beso

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  8. Yo me la voy a apuntar para mi lista invernal. Esas guerras de personalidades siempre han sido caldo de la mejor literartura. Y si encima hablamos de uno de los momentos más brillantes de nuestra historia literaria no puedo más que apuntármela. A por ella. Y gracias, como siempre, por tus reseñas.

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    1. Las rencillas personales entre los distintos escritores de la época tienen mucho jugo. Y además no estamos hablando de unos literatos cualquieras, la 'panda' de escritores de aquella época eran Lope de Vega, Cervantes, Góngora, Quevedo, Mateo Alemán, Ruiz de Alarcón..... ¡todos juntos en el mismo país y a la vez! Ahí es nada.
      Un abrazo, Jose

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  9. Qué mala es la envidia y cuánto se da en este pais desde tiempos inmemoriales. Ha debido pasar a formar parte ya de nuestra genética. Que dos autores como Góngora y Quevedo anduvieran con pullitas de un lado a otro es como de patio de colegio... Aunque también a veces sirviera para afilar sus plumas, si queremos verlo desde el lado positivo.

    La época no es especialmente atractiva para mí, si bien entiendo lo que quieres decir respecto a tu ciudad, Madrid. Dejaré que el libro se cruce conmigo y decida.

    Un abrazo

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    1. La envidia es uno de los pecados más arraigados en nuestro país. Mi suegro solía decir que lo mejor que le podía pasar a un español era que le tocara la lotería y lo peor que le tocara al vecino.
      Los grandes genios no eran inmunes a este defecto pero gracias a esta debilidad nos dejaron algunos versos muy ingeniosos. Algo es algo.
      Un abrazo, Ana.

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