Pestañas

24 de agosto de 2015

Bariloche

   "Demetrio Rota, recogedor de basura de un barrio de Buenos Aires, se dedica a dormir por las tardes y a montar puzzles por las noches antes de marcharse al trabajo. Su vida cotidiana, exceptuando alguna peripecia sexual, es mediocre hasta la desesperación y se mantiene en equilibrio por puro agotamiento."

   Esta es la sinopsis y es muy fiel a lo que uno se va a encontrar. Este libro tiene muy buenas críticas y me da algo de reparo hacer esta reseña porque aparte de resultar sincera no sé si también apareceré como una inculta o una ignorante. 

   El libro es muy breve -menos mal- y trata de la vida de Demetrio. Esa vida consiste en ir a trabajar de madrugada para recoger la basura, siempre en las mismas calles y siempre a la misma hora. Cuando su jornada laboral termina, desayuna, utiliza el transporte público y llega a su casa, emplea algunas horas en recomponer el puzzle de turno, se acuesta y cuando se despierta se viste. Este sería un día habitual de Demetrio donde la rutina hace que cada día sea igual al siguiente. La novela nos relata varios días de esta vida. Fascinante. 

   Mezclado con el relato de estos días se cuenta la niñez de Demetrio para explicar algunas de las cosas que hace en la actualidad; explicación que a mí no me terminó de convencer ya que no entiendo por qué las cosas que le suceden a su familia convierten su vida de adulto en un auténtico rollo.

   El lenguaje utilizado es precioso, poético y francamente bonito. Descripciones elaboradas de situaciones poco sugerentes donde el lenguaje utilizado las convierte en algo bello: "La tormenta se agolpa dilatando terribles vientres negros y gaseosos. El agua viaja, encrespa su transcurso".

   Es lo único para mí destacable; porque si dejamos la redacción de lado -lo que es mucho dejar- el libro me ha resultado muy aburrido. Y es que esa descripción de la vida cotidiana mediocre de Demetrio es tan meticulosa y tan vulgar -me refiero a la existencia del protagonista no a la descripción-  que no le he encontrado ningún atractivo.

   He leído otras reseñas y me he dado cuenta que quizás mi ineptitud me ha impedido captar toda la calidad que destacan otros críticos. La afición del protagonista por montar puzzles se asocia con la reconstrucción de su pasado y así entender su presente; lo que para mí resultó un argumento caótico pues se mezclan, a veces en el mismo párrafo, momentos de su niñez con los de su madurez resulta que es una alegoría a esos puzzles que se dedica a hacer. ¡No lo había pillado! A lo mejor fue porque, al igual que el propio autor describe en la novela, a mí hacer puzzles me parece "una soberana taradez, pasarse horas reconstruyendo una foto que ya venía enterita en la tapa de la caja". 

   La verdad es que hay mucha simbología en todo el libro y cuando se lee siempre hay que tener en cuenta una segunda interpretación, algo que a mí me ha resultado muy laborioso y me ha dejado algo exhausta porque me parece que en algunos momentos he buscado tres pies al gato cuando no procedía. Lo peor es que en algunos fragmentos me perdía un poco y por desgracia uno de esos fragmentos fue el capítulo final con lo que no estoy segura de saber muy bien cómo acaba la novela. 

   Pero de todas formas creo que sí he captado la moraleja final -o alguna de ellas que a lo mejor había más de una- y que yo resumiría así: los actos de hoy son la consecuencia de lo que hicimos ayer; el eco de nuestro pasado permanece sordamente detrás de nuestro presente.

Kirke     




10 comentarios:

  1. Hola! No conocía el libro pero no me llama mucho la atención.

    Gracias por reseñarlo!

    Un saludo!

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  2. Hola, no me llama mucho la atención, a pesar de lo que dices...

    Gracias por la reseña. xD

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  3. No he leído nada de este autor, aunque me suena. Desde luego, con lo que cuentas, pocas ganas me han quedado.
    Un beso.

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    1. Desde luego a mí no me han quedado ganas de leer más de él.
      Un besote.

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  4. Resulta que personalmente estos libros con tan supuesta buena prensa no me acaban de llamar la atención , pues suelen resultar un fiasco decepcionante. A parte de la prosa con la que está escrito, no parece tener mucho más que apreciar con lo cual mi decisión está clara y esta vez paso de larga por sus tapas.
    Agradezco tu reseña que me ha librado de una lectura ¿Aburrida?
    Un beso

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    1. Este podría ser un ejemplo de ese dilema que a algunos se nos presenta: en una novela qué es más importante, el argumento o la redacción. Evidentemente una conjugación de las dos cosas porque por muy bien escrita que esté una novela, este es el caso, si lo que se cuenta no es interesante el resultado no es agradable.
      Y sí, a mí me pareció muy aburrida.
      Un besote.

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  5. Pues con todo y lo mediocre del señor, tu reseña me ha llamado la atenciòn. LO habìa escuchado, lo he visto y no lo he comprado porque la sinopsis en sì no destaca mucho. Debe ser una vida muy triste èsa...

    Ahora, me parte en dos la casualidad que hace dos meses estoy buscando un rompecabezas (asì le llamamos a los puzzles en Panamà) porque leì que ayudan a evitar derrames, embolias y alzheimer. No lo he comprado porque no encuentro un diseño acorde a mi personalidad, siempre veo paisajes y me parecen aburridos. Estaba tratando de encontrar alguno que sea de una escultura o de biblioteca.

    Cuando estaba chiquita me parecìan divertidìsimos, recuerdo clarito que mi abuela me regalò uno de la sirenita y era la cosa màs bella. LO hice junto a mi papà y luego de armado, lo pegamos y lo colgamos en mi cuarto como si fuera un cuadro jajajajaja ya de grande sì que no tiene sentido romperte la cabeza uniendo piezas, pero tomando en cuenta los beneficios para la salud, me sacrificarè.

    Aquì leì lo de los beneficios: http://peru21.pe/2012/01/23/vida21/leer-armar-rompecabezas-reducen-proteina-vinculada-al-alzheimer-2008729

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    1. El último rompecabezas que hice (aquí se llamaban también así cuando yo era niña) fue con mi hija hace unos seis años. Recuerdo que era un cuadro de delfines en el fondo del mar donde tooooodo era azul. Por Dios, qué dolor de cabeza; si todas las piezas eran iguales, sólo se diferenciaban en las tonalidades del color.
      No te discuto los beneficios de este tipo de entretenimiento sobre el alzheimer pero yo casi acabo ingresada en un psiquiátrico por culpa de la ansiedad y eso que se supone que esta actividad relaja.
      Bromas aparte, lo que más me gustó de aquel rompecabezas fueron los momentos que pasé con mi hija, que fue la que realmente lo confeccionó. Por cierto también lo enmarcamos y aun está colgado en su habitación.
      Si decides leer el libro ya me contarás.
      Un besote.

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